Hola queridos lectores, he aquí lo prometido que ya no será un ONE SHOT. A los que me pidieron el Hao&Anna, estoy cumpliéndoles y pues, espero que les guste mucho porque lo hago agradecida por los más de 100 reviews que recibí en Obseciones. Los amo a todos y mil gracias, aquí está su premio por ser tan cueros conmigo.

OJO: Esto es sólo la introducción, no se preocupen porque voy a actualizar en vacaciones, osea, este fin, ya salgo de la escuela. Aparte, hay apariciones de Hana. El summary lo dice todo.


Yoh Asakura murió creyendo haber asesinado al shaman de fuego, además de confiar en que gracias a su muerte, ya no habría nada que la molestara. Sin embargo, Hao tenía un as bajo la manga y puede que despúés de todo, Anna no esté tan segura.

Escarlata.

Prólogo.

Sus ojos se abrieron sin pizca de pereza alguna, mostrando debajo de rizadas pestañas, un par de témpanos de hielo, fríos e inexpresivos. Con las pupilas dilatadas obligó a sus ojos a acostumbrarse a la penumbra de la habitación, y cuando lo logró, una serie de imágenes gratas atacaron su mente sin piedad.

Otra vez, comenzaba a pensar en ella, a amarla y a desearla, y al mismo tiempo a sentirla tan lejana. Sonrió irónicamente. Absurdo, le resultaba inaudito cómo la vida se había empeñado en quitarle todo cuanto obtenía, todo cuanto deseaba, todo. Su familia, la mujer que desde un principio debió pertenecerle e incluso, los latidos de su corazón. Le era indiferente saberse poseedor de un hermano gemelo, y tal vez, que su cuerpo careciera de vida también le resultaba sin una verdadera importancia. Pero lo que le llenaba de ira el alma, si es que aún tenía una, era no tener el amor de esa mujer rubia, la cual le había robado el aliento desde el primer momento.

Anna no era como las demás mujeres. Ella era simplemente divina, perfecta. Un cuerpo delicado cubierto por una piel aterciopelada y pálida, ojos negros e inexpresivos y sobre todo, lo que más le gustaba, era el carácter de los mil demonios que esa joven se cargaba. Esa mujer era el mismo diablo. Podía ser cruel y despiadada al igual que podía desvanecerse al calor de unos fuertes brazos, ella era difícil y casi imposible.

Incluso, unos de los pocos recuerdos que su mente podía mantener con vida, era cuando de joven acostumbraba a cortejar a cualquier inocente jovencita que se le cruzara. Se sabía apuesto, y no tenía inconveniente en aprovecharse de ello. Era sencilla la manera en la que las mujeres caían en sus redes, una mirada lujuriosa y lívida, frases insinuantes y hasta cierto punto obscenas, y listo. Tuvo a quien quiso en el calor de su cama, menos a ella. Había intentado todo, acorralamientos, unos cuantos besos robados y lo único que había obtenido eran golpes y comentarios fríos e hirientes. Podía parecer nada, pero para el lo era todo.

Eso lo había enamorado, cautivándolo completamente, haciéndolo caer embriagado en el delirio que representaba un verdadero amor, pero entonces, ella le perteneció al imbécil de su hermano. Recordó apretando los dientes, encendido en furia… y una idea retorcida había cruzado por su mente. Había sido desterrado del mundo de los vivos, había sido maldecido e incluso odiado, entonces… Si su reputación en sí era despreciable¿Por qué no¿Por qué no destruir familias¿Robar mujeres e incluso vidas humanas? Sonriendo, recordó como había atacado a quien se le pusiera enfrente tan sólo para llegar a su hermano, y así poderlo asesinar con sus propias manos. Y lo hizo. De nuevo Yoh lo había vencido, pero esta vez había sido diferente puesto que tuvo que pagar un precio muy alto: Su vida.

Ambos hermanos habían partido, y de cierta manera el menor se fue sonriente al saber que ante su ausencia nadie le arrebataría a su esposa, jamás. Pero no contaba con la astucia de Hao, quién, después de todo, no murió completamente.

El moreno se levantó de su lecho soltándo una carcajada, sus ojos enrojecidos brillaron en la oscuridad y mientras se dirigía a un lugar que conocía muy bien, la luz de la luna dejó ver dos grandes colmillos salir de su boca.


Continuará...

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