N/A[1]:

Queridos lectores:

Antes de que comiencen a leer esta historia, me gustaría decir unas palabras.

Jamás pensé que acabaría escribiendo un fic sobre nuevas generaciones, pero lo hago ahora. La idea que dio lugar a ésta historia viene de otro fanfic que escribí hace algún tiempo ―Elección―, y que puede leerse como la historia previa a éste aunque no es obligatorio.

También advierto a quien se anime que ésta no será una historia familiar a lo «fueron felices y comieron perdices», como habrán podido comprobar de haber leído la anterior.

Si desean leer una historia en la que Sakura y Kakashi sean los padres perfectos, no están en la historia correcta; pero si por el contrario prefieren ver cómo intentan hacerlo lo mejor posible, espero sinceramente que les guste este fic.

~ Nero.

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Con las mejores intenciones

Por Raeubertochter

Traducido por Silence M.

Traducción revisada por Mariposa Rota

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Compañeros en el crimen

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El corredor de la Academia es ventoso y largo, especialmente diseñado para hacer imposible el escape de los estudiantes. Tuerce y dobla, y tras cada esquina puede haber un profesor a la espera, con una sonrisa diabólica en su rostro y unas manos listas para agarrarte por el cuello y devolverte a la clase en la que se supone que deberías estar.

Hane Hatake ha decidido que escapándose de las lecciones aprende más que permaneciendo en ellas.

Por ejemplo: hay un conducto del aire al lado del baño de los niños y, si se es pequeño ―Hane lo es, y mucho―, puede uno utilizarlo para deslizarse sobre la sala de profesores y evitar las amplias ventanas, que de otra manera nos expondrían a toda la clase que hoy tiene entrenamiento en el exterior de la Academia.

Sin embargo, los conductos son traicioneros y, después de tres o cuatro cruces de caminos, Hane se siente perdida. Durante un segundo se asusta, ¿qué pasaría si nunca encontrara el camino de vuelta? Se deshidrataría, pasaría hambre y moriría, y nadie la encontraría hasta que el olor de carne podrida bajase hasta las aulas. Fantasea con que tendrían que enviar uno de los perros de rastreo de su padre a través de los conductos, y con las caras de sus progenitores cuando ella, la pequeña Hane, sea lo que el perro saque.

Y entonces la solución a su problema la ilumina. Claro. Si los ninken pueden usar sus narices para encontrarla en este caos, ella debería de poder echar mano de la suya para hallar la salida.

Quince minutos más tarde, echa abajo una rejilla de metal y respira el aire limpio del verano. La rejilla cae a la tierra con un ruidoso "clonc" y Hane se congela. Alguien debe de haberlo oído, piensa, y recula hasta que las sombras la engullen.

Espera, orejas y nariz en alerta, pero nadie viene a ver qué ha sido aquel sonido, así que finalmente desciende del conducto de ventilación al suelo. Se pregunta si debiera volver a poner la rejilla en su sitio y decide que sí, porque es mucho más profesional no dejar ningún cabo suelto. Pero el metal es bastante pesado y, después de varios ―y dolorosos― intentos de caminar sobre el muro con ese peso añadido entre sus manos, abandona. Normalmente es muy buena caminando escalando con chacra este tipo de superficies, ¡pero hacerlo mientras carga con algo es una cuestión totalmente diferente!

―¿Necesitas ayuda con eso?

Hane pivota sobre su eje. Sí que alguien ha oído el ruido, piensa, pero ha sido lo suficientemente inteligente como para aguardar con paciencia a que ella se confiara.

No puede ver a nadie. Sin embargo, pronto avista algo. Un delgado y oscuro tentáculo se desliza en su dirección, recoge la rejilla por uno de sus ejes y la levanta con facilidad para ponerla de nuevo en su lugar.

Hane sonríe, pero ese gesto rápidamente se esfuma ―como el resto de su cuerpo― cuando el sombreado tentáculo se revuelve y enrosca en torno a su tobillo y, en un limpio movimiento, la aparta del edificio de la Academia.

Colgando por sus pies, Hane mira hacia abajo, a Shikamaru, quien yace en la hierba con los ojos medio cerrados enfocados en su captura y una sonrisa divertida danzando en sus labios.

―¿No deberías estar en clase? ―pregunta.

―Me aburro ―replica secamente.

―Seguro que sí, pero podrías aprender algo útil.

―Nunca aprendemos nada útil en las clases para kunoichi ―replica, meneándose un poco. Puede sentir el pulso de la sangre en su cabeza.

Shikamaru no parece notarlo. Piensa acerca de sus palabras cuidadosamente, entonces la deposita en el suelo.

Hane entiende su invitación.

―¿Qué hace aquí, Shikamaru-sensei? ―pregunta mientras se tumba a su lado e imita su postura.

―Entreno con Nozomi ―le dice.

Esto confunde a Hane.

Nozomi es la mejor amiga de Hane, pero ―al contrario que ella― nunca se salta las clases para kunoichis. Piensa en eso durante un momento, pero sigue sin encontrarle sentido. Así que eventualmente dice:

―Pero Nozomi sigue en clase.

Shikamaru gira la cabeza.

―Lo sé ―dice con una malévola sonrisa―, pero Tsunade-sama no.

Ahora, Hane lo entiende y abre muchísimo los ojos.

―¿También te estás saltando las clases? ―pregunta, encantada con la posibilidad de que un adulto pueda hacer tal cosa.

―Algo así ―Shikamaru bosteza―. Pero ―añade―, luego sí que entrenaremos. ¿Quieres venir?

No es una pregunta que tenga que hacer. Ambos lo saben.

Hane resplandece y asiente con gran entusiasmo.

A estas alturas, bien podría dar por sentado que se le permite participar en el entrenamiento de Nozomi con Shikamaru. Sin embargo, nunca lo ha pedido, siempre ha esperado a que uno de ellos la invite. Afortunadamente, suelen hacerlo.

Entrenar con Shikamaru es muy diferente a lo que hace en la Academia, e incluso con su padre. A Hane le gusta el tipo de entrenamiento de Shikamaru, por mucho que Nozomi diga que es demasiado vago como para hacer otra cosa con ellas.

La mitad del tiempo simplemente les da problemas, que pueden surgirles durante una misión, y deja que las chicas los resuelvan en la teoría.

Hoy es diferente, sin embargo. Quizá Nozomi lo ha azuzado lo suficiente hasta que ha obtenido de él un entrenamiento «real», o quizá Shikamaru ha pensando que es hora de que las chicas tengan algo de acción. De una u otra forma, hoy, cuando Nozomi acaba sus clases de kunoichi, él las lleva camino abajo, hacia el área de entrenamiento.

Horas más tarde, Hane se va a casa. Está cubierta de suciedad y su ropa está parcialmente rota. En su mano izquierda guarda una de sus paletas. Ha estado floja durante algunos días, pero no había esperado que cayera tan pronto. Siente como si hubiese atravesado una guerra. Lo cual es verdad en cierta manera.

El objetivo del entrenamiento ha sido robarle un huevo ―un huevo de verdad― a Shikamaru ―éxito total― y llevarlo a casa ―su esquina del área de entrenamiento― sin dañarlo en el camino. Esto último ya no fue un éxito y pronto descubrieron que el huevo no sólo era real sino que estaba podrido. Pero, según Shikamaru, no lo habían hecho del todo mal.

Hane puede oler las malas noticias antes de entrar en casa. El perfume de su instructora, Suzume-sensei, flota aún en la entrada.

Se quita las sucias sandalias y escucha.

―Si la actitud de su hija no cambia pronto, se lo aseguro, habrá consecuencias ―dice Suzume.

Hane espera la respuesta de su madre, pero en lugar de eso oye una silla siendo apartada, y poco más tarde su madre aparece en el pasillo. Mira hacia abajo, a su hija, con los labios tan apretados que parecen una línea y los ojos envenenados.

Por un segundo, la sangre de Hane se congela. Entonces comprende que la furia de su madre no está dirigida a ella.

―Arriba ―susurra―, límpiate y vete a tu cuarto.

Hane asiente. Se pregunta si éste es su castigo, pero sospecha que no, porque su padre eleva su dedo índice a sus labios, conminándola a permanecer en silencio.

Hane se sienta en su habitación y espera. Mira hacia el reloj que reposa en su mesa de estudio.

Diecisiete minutos y treinta y nueve segundos después, su madre llama a la puerta ―siempre lo hace―, pero no espera ―nunca lo hace― la respuesta de su hija.

―Esta ―dice con las manos en las caderas― es la última vez que excuso tu absentismo.

―Sí, mamá ―murmura Hane. Es la cuarta última vez, así que ya no se siente muy amenazada. Claro que nunca se lo dirá a su madre.

―Fue sólo la clase para kunoichis ―intenta explicar, porque sabe que su madre comparte su desagrado por esta materia en particular.

―Siempre es sólo la clase para kunoichis ―replica―. Sé que es aburrida, pero algún día podrías encontrarte con que tienes que usar de tapadera la identidad de una civil, ¿qué harás entonces?

Hane piensa sobre ello durante un momento. Ha oído esta tesis antes, tanto por parte de sus padres como de sus profesores.

―Simplemente rechazaré la misión ―dice entonces. Es muy obvio.

El ojo derecho de su madre tiembla un poco.

―No es así como funcionan las cosas ―le dice, y su voz sube de volumen―. Uno no rechaza una misión.

―¿Y cómo lo sabes? ―grita Hane―. Tú no haces misiones. ¡Trabajas en el hospital!

Con un sonoro estallido, el puño de su madre se incrusta en la pared del dormitorio de Hane. Deja una pequeña muesca y un trozo de pintura cae sobre el suelo y el pelaje del Señor Sabueso, un perro de peluche. A Hane le chiflaría tener uno de verdad, pero su padre piensa que aún es demasiado joven.

―Así es ―dice su madre. Ya no grita. Su voz es muy tranquila y afilada. Como un afinado alambre―. Estás castigada sin salir ―dice― y ni se te ocurra escaparte por la ventana ―añade, mientras sus dedos trazan a velocidad vertiginosa un cierto número de sellos.

Hane pestañea. No tiene ni idea de lo que ha hecho para enfadar a su madre de esta manera, pero de repente percibe sin lugar a dudas que la cuarta última vez de verdad ha sido la última.

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N/A:

Hasta aquí el primer capítulo. Por favor, no dejen de escribirme para decir qué es lo que piensan sobre él… ¡especialmente si hay algo mal!

Y, para evitar cualquier confusión. El nombre que he elegido para la hija de Kurenai es el mismo que le di en Aftermath. No obstante, estos dos fics no están conectados más allá de que ambos están escritos por el mismo autor y para el mismo fandom. Simplemente soy muy perezosa cuando se trata de inventar nombres para OCs.

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N/T[2]:

Aftermath: The Last Ones Standing es un fanfic que aún no se ha traducido.

[1]. Notas de la autora

[2]. Notas de la traductora