Un experto es cualquiera que no sea de la ciudad
Hessefan
- Nota general -
Este es un fic multicrossover con el fandom de Gintama como eje central. En esta ocasión es Gintoki en el mundo de Shingeki no Kyojin.
Disclaimer: Todavía no ha surtido efecto el cambio de identidad, sigo siendo yo y Hajime Isayama, Hajime Isayama. Shingeki no Kyojin le pertenece. Gintama tampoco me pertenece, pero Sorachi sí, lo tengo como mascota… siempre quise un gorila.
Advertencias: Spoilers de Shingeki no Kyojin que te pueden cagar la vida XD
Prompt: 027. Formación para la detección de enemigos [Snk_esp].
Nota: Este fic lo empecé hace un montón, así que es un what if? de los cojones porque no coincide con las acontecimientos actuales del manga. Lo empecé allá, en el capítulo cincuenta y algo, cuando el escuadrón de Levi va a refugiarse a la cabaña, antes de tener que escapar.
Hermina
I
Tanta calma se les antojaba extraña. Era como la que anunciaba la llegada de una furiosa tormenta. Limpiar era lo único que los mantenía cuerdos. Ocupados en obedecer las órdenes de Levi no reparaban en lo mucho que su estilo de vida les había afectado, ni siquiera en el peligro que corrían, ya no solo por los titanes.
Cuando Hanji dijo "solo será por un rato" quizás lo habían tomado demasiado literal.
Les tocaba rotar de nuevo, así que Jean cambió lugares con Mikasa y Sasha con Connie. La guardia solía ser una de las actividades más deprimentes y desesperantes de todas las actividades que tenían, porque allí no había nada más para hacer que estar atento, y uno no podía evitar pensar.
Como si el destino lo buscara adrede, Hanji estaba con ellos cuando sucedió.
Un humo blanco, escalofriante.
—¿Titanes? ¿Aquí adentro? —Sasha dio un paso atrás, dispuesta a salir corriendo para dar el aviso, pero sus piernas se negaron a obedecer órdenes de su cerebro y su intuición le dictó que debía presenciar la secuencia hasta el final.
—Ah, maldición —murmuró el intruso, sin embargo estaba demasiado lejos para ser oído por alguien.
Gintoki intentó ver en la bruma espesa, pero estaba casi ciego. Lo que sí podía comprobar era que a su lado no estaban ninguno de los otros tres. ¿A dónde habían ido a parar? Esperaba que no estuvieran causando problemas o en problemas, cualquiera de las dos era una probabilidad. Aunque tenía fe en que Shinpachi sabría comportarse.
—Esto me pasa por aceptar los experimentos locos de ese viejo. —Eso y la paga que estaba dispuesto a ofrecerles Gengai por someterse como conejillos de india. Una vez más.
En cuanto pudo ver algo, lo que distinguió estaba fuera de sus suposiciones. Ciento de espadas largas (aunque eran unas pocas él sentía que eran miles) apuntaban peligrosamente a su cuello, y por las caras de los hombres y mujeres que lo contemplaban no parecía ser muy bienvenido, en donde fuera que estuviera.
Cayó arrodillado cuando sintió el filo de una en el cuello, fría como la misma muerte.
—Este… yo… —murmuró Gintoki, tratando de calmar los ánimos.
—¡Habló! —gritó alguien. El supuesto titán había levantado las manos, clamando por piedad.
—Bajen las armas —ordenó Levi al comprobar que, efectivamente, del humo blanco no había salido un titán. ¿En qué momento se había revertido la transformación?
—¡Oh, por Dios! —exclamó alguien. Gintoki vio una sombra pasar a una velocidad envidiable, para de inmediato estrellarse contra él. No pudo ver el rostro de Hanji porque enseguida su propia tropa la tomó de las piernas y tiró de ella para arrastrarla fuera del peligro.
—¡Señorita Hanji, eso es peligroso! —Pero ella se retorcía en el pasto en su afán por llegar al hombre y poder comprender qué era, de dónde venía y qué buscaba de ellos. Irradiaba felicidad, mientras los demás irradiaban recelo.
—Habla, basura. —Un hombre de baja estatura lo miró con unos ojos de pez muerto que le resultaron familiares, pero en su brillo había furia y días de encierro acumulados en su maltrecha persona. Levi no estaba de humor, pero en su fuero más interno agradecía la interrupción de esa calma—. ¿De dónde saliste? ¿Quién te envió?
—¡Lo de basura está de más! —Se quejó, aún arrodillado— ¡No es un buen comienzo para un diálogo cordial!
—Habla, pedazo de mierda.
—¡Ey, más respeto con tus mayores, mocoso! —Volvió a quejarse, mirando a la mujer que se contorsionaba en el pasto y luego a las supuestas personas más adulta de ese grupo de locos peligrosos que lo contemplaban como si fuera algún enemigo. Y todavía no había hecho nada para ser considerado como tal—. ¡Este niño me está insultando! ¡¿Dónde están los padres?!
¿Niño? Levi enarcó una ceja antes de levantar una pierna y arrancarle un diente con una feroz patada. Eren se tapó la cara, temblando. Mikasa soltó una de las cuchillas y le puso esa mano en el hombro, buscando consolarlo.
—Es como un déjà vu, Mikasa… las imágenes vienen a mí y…
—Tranquilo, Eren.
—¿Eres un titán? —Hanji logró sacarse de encima a su equipo y ponerse de pie. Prefirió cambiar el tono del interrogatorio. Si a su enajenación podía tildarlo como tal.
—Pues... es lo que suelen decir las mujeres, que soy un titán en la cama —terció Gintoki con una sonrisa ladina, cerrando por un breve instante los ojos en un gesto de autosuficiencia para continuar en un murmullo, pues el lugar estaba lleno de críos de la edad de Shinpachi—, me halaga tanto interés, pero…
Una nueva patada de Levi lo calló. Eren dio un respingo y luego viró en el lugar para evitar ver esa escena. El hombre seguía arrodillado en el suelo, sangrando.
—¡Ok! —Gintoki comenzaba a fastidiarse con ese tipo—. ¡Devuelvan a este enano al jardín de enanos de donde se escapó!
—¡Espera, Levi! —Hanji trató de detenerlo cuando vio la intención de matarlo— ¡Lo necesitamos vivo! ¡Vivo!
—¡Sargento, cálmese! —Los mismos que habían intentado detener a Hanji, ahora se habían arrojado sobre el temido sargento de la Legión.
—¿V-Viene del exterior, señor? —Una voz tímida calmó los gritos de Levi y los de Hanji. Armin ya no sostenía sus cuchillas con afán de protegerse de un peligro inexistente.
Gintoki miró al crío que le había hecho esa extraña pregunta, tenía unos ojos vivaces y una cara de porcelana. Hasta creía poder llegar a sentir pena, además de ternura, al ver a un soldado tan aniñado. ¿Qué clase de monstruo podía enviar a la guerra a un muchachito así?
—Se podría decir que… sí. —Tardó en responder, porque se daba cuenta que su vida dependía de lo que dijera y, en especial, de cómo lo dijera. El asunto radicaba en que era Gintoki Sakata, experto en decir lo que no debía decir y en el peor momento.
—¡Cielo Santo, alguien de afuera de las Murallas! —Sasha se debatía entre el terror y la franca admiración. Nadie sabía de dónde la había sacado, pero masticaba una papa con profunda ansiedad. Según ella, comer papa en momentos tensos la relajaba, como quien se fuma un cigarrillo antes de matar a un titán.
Las voces empezaron a mezclarse, preguntas tales que Gintoki no supo cómo responder, en especial porque no lo dejaban hablar. Notó el cambio inmediato, la sentida y oportuna curiosidad del grupo y creyó que ese era el momento para ser él quien hiciera cuestionamientos que le aclarasen el panorama.
—¿En dónde estoy?
—Es información confidencial. —El hombre menudo respondió sin mirarlo, concentrado en la científica que tenía al lado— ¿Qué propones?
—¿De veras me lo preguntas, Levi?
—Ya… sé que querrás examinarle hasta los pelos del culo, pero aquí no tenemos un calabozo, el pozo es de Eren. Si se convierte en titán… —Suspiró, llevándose una mano a la frente. No le tomó mucho tomar esa crucial decisión—. Yo lo vigilaré.
—¡¿Por qué?! —La voz de Eren interrumpió la calma. Se sentía extraño, porque por lo general él siempre había sido el centro de atención de todo el mundo. Y de golpe, aparecía un tipo venido de la nada, y su sargento resolvía con total y envidiable austeridad hacerse cargo de él—. Digo… usted ya me vigila a mí y…
—Oh, qué tierno, está celoso —murmuró Hanji. Levi le clavó la mirada buscando matarla con el pensamiento.
—¡Quiero decir! —Eren se encogió de hombros, intimidado, porque ahora todos esperaban su pertinente aclaración o, efectivamente, iban a terminar por creer en las palabras de Hanji— ¡Ya tiene mucho trabajo vigilándome y…!
—Puedo con los dos —resolvió Levi cerrando los ojos en un gesto reflexivo y de superación. Se escuchó un "uh" a coro "el sargento puede con dos".
—Claro… —murmuró Eren, tan bajo que solo Mikasa y Levi pudieron oírlo—, ese día ha quedado en el olvido para usted. Aparece un tipo, le pega un par de patadas y ya lo vigila… ¡Vale, entiendo el lugar que me toca!
Dio la vuelta, dolido, y se marchó dramáticamente sin que nadie entendiera un ápice las razones de su comportamiento. Porque si esperaba que Levi lo llamara a los gritos diciéndole algo como "Vuelve aquí, Eren, prometo que no golpearé a nadie más que a ti" o "No te pongas así solo por un par de patadas", estaba muy equivocado, pues Levi lo ignoró para prestar atención a lo realmente relevante de la situación.
—¡No me ignoren, me estoy yendo dramáticamente!
—En fin —espetó Levi ignorando al chico—. Por el momento lo consideraremos un enemigo.
—¡No lo soy! ¡Ni siquiera los conozco! —vociferó Gintoki.
—Para haber llegado hasta aquí, tiene que ser un titán. —Levi fue tajante en su conclusión.
—Pero viene de afuera, señor. —Armin titubeó al hablarle y dio un ligero respingo cuando acaparó la atención de su superior—. Podemos aprender mucho sobre el mundo exterior.
—¡Sigo aquí! —gritó Eren a la lejanía— ¡Y estoy muy ofendido! —Mikasa se acercó a él para que no se sintiera tan solo e ignorado.
—Le haremos un interrogatorio, pero primero debemos conseguir algo con qué atarlo. —Levi se daba cuenta de que podían tener en las manos una gran llave al exterior. Miró a Hanji—. Supongo que pensarás igual que yo, después de lo de Nick lo mejor es que nadie sepa sobre esto. Solo nosotros, ¿vale? No informes nada de lo que ha ocurrido.
—Se lo diré a Erwin, pero a nadie más.
—Ni a Pixis —avisó con cautela.
Hanji abrió los ojos y pestañeó. Esa advertencia le dio un escalofrío que nada tenía que ver con la temperatura del día. Asintió, sin hablar de más frente al grupo.
(…)
Erwin se rascó la mejilla, sí, con la única mano que tenía. Trataba de entender la histérica emoción de Hanji, pero el dolor ya crónico no le permitía discernir palabras entre sus chillidos. Luego de aproximadamente media hora de hacerle preguntas muy puntuales, creyó entender lo que había ocurrido.
—Y… este supuesto titán… ¿dónde está?
—¡En la guarida! —Le palmeó el hombro adolorido— ¡Ya te dije, hombre, lo está vigilando Levi, pero necesito tu autorización para trasladarnos al refugio y así tener un mejor control de la situación!
—En estas circunstancias, movernos de vuelta es… complicado.
—¡Sin dejar de lado la autorización para experimentar con este espécimen!
—Pero… Hanji —su voz fue apenas un hilillo—, ¿estás plenamente segura de que es un titán?
—¡No, pero lo averiguaremos! ¡Para eso estoy aquí!
Erwin se tapó la cara, sí, con la única mano que tenía. No le quedaba más que confiar en el juicio de Levi. Temía que un pobre inocente cayera en las inescrupulosas manos de esa mujer, aunque debía admitir que la situación parecía indicar que se trataba de un titán.
Haber aparecido de la nada, en medio de la guarida, no era algo que una persona normal podía hacer. Claro… en su universo Gintoki Sakata no existía, o su concepto de "persona normal" cambiaría.
(…)
Mientras tanto, Gintoki había sido precariamente amordazado a una silla. Sus supuesto vigilantes, un grupo de niños, tenían tal expresión en la cara —mezcla de horror con fascinación— que llegó a preguntarse si acaso su permanente natural era más llamativa de lo que temía. Quizás no se había peinado bien esa mañana. Aunque si lo pensaba bien, nunca se peinaba. ¿Debería empezar a hacerlo?
Miró a uno por uno, las manos que sostenían esas cuchillas extrañas, temblaban y sudaban. El cuadro podría llegar a ser digno, de no ser por Sasha quien sobresalía arruinando esa armonía. Como ver un cuadro de Dalí estropeado por Picasso.
—Eso es una papa, ¿verdad? —La voz de Gintoki fue un murmullo. Se estiró hacia adelante, tanto como las mordazas se lo permitieron. Necesitaban verla más de cerca y comprobarlo— ¿Me estás apuntando con una papa? ¿Qué clase de entrenamiento has recibido?
—¡Es que cambié mis cuchillas por una papa, señor! —Explicó Sasha usando un tono de respeto ya por costumbre más que por auténtica convicción.
Mikasa estaba en una punta de la habitación cambiando sus cuchillas rotas por unas nuevas.
—Si me das algo dulce, te daré una papa —negoció Gintoki, quien era rápido para esas conclusiones.
—E-Es un pervertido, Sasha, no lo escuches —murmuró Connie quien sostenía con más firmeza que sus compañeros la empuñadura, como si fuera no solo un arma sino también un escudo.
—¡Es un titán pervertido! —Sasha ahogó un gritito de espanto.
Ahora Gintoki ya tenía clasificación como todos los demás titanes.
—¡Por dulce no me refiero a eso! —Pestañeó— Y yo creyendo que estaba ante críos. Válgame dios… ¡solo quiero azúcar, necesito azúcar!
—¡Señor! —gritó Connie tomando distancia para acercarse a la puerta y llamar al sargento— ¡El titán está saliéndose de control!
A la distancia Levi pareció decirle que se ganara en buena ley el sueldo que le pagaban y que lo neutralizara, porque estaba muy ocupado tratando de convencer a Eren para que se bajara del tejado y dejara de hacer el estúpido, que por una caída no iba a morirse, y que si quería morirse él podía patearlo hasta la muerte (ganas le sobraban en ese momento). Además, podía oír al hombre extranjero gritar por azúcar, tampoco es que iba a convertirse en titán por ello, ¿cierto?
Bueno, usando la lógica más estúpida (marca Connie), si los titanes tumbaban paredes para comer personas, ¿sería capaz ese titán de tumbar paredes por un poco de azúcar?
—¿Por qué yo? —Jean se llevó una mano a la cara, sin dejar de sostener la cuchilla. ¿Por qué a él tenían que tocarle los trabajos más molestos? ¿Qué pasaba si ese tipo de cabellera plateada se convertía en titán allí, en la cocina, y todos morían? ¿Quién se haría pasar por Eren después?
—Ya, chicos, calma —la voz de Christa (sí, podían dar fe que en ese momento era el alter ego de Historia) trató de poner paños fríos—, debe tener hambre. Es lógico, ¿no?
Giró en el sitio, como perro que se persigue la cola, hasta que dio con el cesto de frutas. Tomó una banana y la peló mientras sus compañeros la observaban con indisimulable admiración. Sin embargo tanta seguridad flaqueó a último momento. Se acercó a "esa cosa" que no parecía ser un titán —quizás algo más peligroso— con extremo sigilo y cuidado. Como quien busca alimentar a un cocodrilo.
—No voy a comerte —murmuró Gintoki entre dientes deseando que la gomu no mi existiera y que, en efecto, fuera esa fruta. Saltó en la silla para acercarse más al brazo extendido de Christa y poder morder la banana.
Lo alimentaron como a un perro, estudiándolo. Gintoki se limitó a aguantar con estoicismo. Sabía que esos niños no tenían ningún poder de decisión allí. Debía esperar a que ese hombrecillo apareciera de nuevo. Con él debía arreglar ese pequeño… malentendido.
Además era indudable que le convenía hacer buena letra: estaba en un lugar extraño, con gente extraña y en un ambiente extraño. La cautela era primordial estando en una posición tan desfavorable. Por eso, lo principal, era demostrarles que no era un enemigo. El asunto es que parecían estar muy convencidos de ello.
Si conservaba la cabeza en su lugar podría volver a casa. Tan solo debía hacer tiempo… mucho tiempo, hasta que el efecto desapareciera. Al menos eso había dicho el viejo poco antes de usar el tele-transportador.
—Está en fase de prueba, pero si mis cálculos no me fallan… viajarán a la Edo del futuro por el lapso de un par de horas.
Ese "par de horas" tan impreciso le dio mala espina.
Por cierto… ¿eso era Edo? ¿Ese tipo de mundo les esperaba a los humanos en un futuro? Según Gengai, el viaje los transportaría nada más que cien años al fututo; suficiente para ver qué tan corrupta quedaría la Tierra por culpa de los amantos.
Sin embargo ahí no parecía haber amantos, parecía haber titanes y gente muy, muy loca. Si esa era Edo en el futuro, se alegraba de saber que no estaría vivo para verla convertido en eso.
Quería tenerlo listo para entregarlo a la comunidad Casa de ideas, porque estaban con un festival de crossovers, pero no me dieron los tiempos ._. Está casi terminado, pero debo pulir el final porque no me convence para nada (y por eso lo publicaré por capítulos y estos serán cortos).
Muchas gracias por leer :=)
