Capítulo 01: Reencuentro
Cada vez parecía más imposible. Ya iban 9 templos que cruzaba sin que su guardián se diera cuenta. Al principio pensó que porque los caballeros dorados de esas casas no se encontraban allí en ese momento pero 9 era demasiada casualidad.
Ahora iba por el décimo templo. Su destino. Subió las escaleras y localizó a su presa. Estaba de espaldas y se mantenía firme como siempre. La chica esbozó una sonrisa y empezó a correr. Se lanzó encima de la presa abrazándola por el cuello. Ambos perdieron el equilibrio y terminaron en el suelo.
El caballero de Capricornio miró a quien se le había tirado encima de esa manera y reconoció a la chica. Cabellos largos y ondulados, castaños y sus ojos azulados. La podría haber reconocido en cualquier parte.
-¡Rena!-se sorprendió El Cid-.
-¡Hello!-sonrió la chica- ¿Como estas?
-¡¿Cómo se te ocurre saltar encima de mí de esa manera?!
-¿Eh?-hizo ella sin entender de qué le hablaban. El Cid suspiró resignado-.
-¿Ah?-hicieron unas voces-.
Tanto El Cid como Rena miraron hacia atrás. Había tres caballeros, dos de plata y uno de bronce. Sus rostros colorados mostraban la confusión que sentían en ese momento sobre lo que estaba haciendo su maestro tirado en el suelo con una chica encima suyo.
-Ahhhh-empezó hacer el caballero de bronce quien retrocedió un paso-.
-No es lo que parece-aseguró El Cid-.
Rena aprovecho la oportunidad y se acercó a El Cid.
-¿El qué?-preguntó con voz sensual- Diles lo que estábamos haciendo, El Cid
-¡Tú no confundas más las cosas!-gritó El Cid al borde de un ataque de nervios-.
-¿Se puede saber que está pasando aquí?-preguntó una cuarta voz-.
De detrás de los alumnos de El Cid apareció Sísifo.
-¡El Cid…!-soltó Sagitario sorprendido y quien al igual que los otros caballeros había empezado a pensar cosas equivocadas-.
El Cid suspiró y Rena no pudo evitar que se le escapara la risa.
-Ahh-suspiró Tsubaki aliviado- Ya sabía que El Cid no era de esa clase de personas
-Lo siento-se disculpó Rena con una sonrisa. La chica colocó el brazo izquierdo detrás de su cabeza y sonrió culpable- Es que no he podido evitar seguiros la corriente-rió- ¡Os tendríais que haber visto las caras!
El Cid, quien se encontraba apoyado en una pared de brazos cruzados, suspiró profundamente.
-¡Así que usted es la amiga de la infancia de El Cid-sama!-dijo Rusk entusiasmado-.
-Si-sonrió Rena quien estaba sentada en uno de los taburetes de la cocina- Es tal y como El Cid os ha dicho
-Menudo susto me había metido-suspiró Sísifo aliviado-.
-¿Tú también Sísifo?-preguntó El Cid algo fastidiado-.
Todos rieron.
-Pero Rena-llamó El Cid. La chica lo miró- ¿Cómo es que has venido aquí?
-¿Me parece mentira que aún no lo sepas?-dijo Rena. La chica se quitó el colgante que llevaba y lo mostró- ¿Lo recuerdas?
El Cid lo miró indiferente en un primer momento pero luego sus ojos se abrieron al reconocerlo.
-¡¿Ese no es…?!-Rena asintió-.
-Es el colgante que Mine me dio
-¿Mine?-murmuró Lacaille- Ese nombre me suena-dijo a sus adentros. En ese momento un montón de imágenes aparecieron en su mente y pronto recordó quien era Mine- ¿Ella?-se extrañó-.
-¿Cómo sabes este colgante solo podía ser de dos colores? Si Mine estaba viva sería de un color azulado y si Mine estaba muerta se volvería negro.
-Y eso…
-Este colgante ha tenido más colores que el arco iris-interrumpió Rena- Seguro que tú sabes algo
El Cid miró el colgante nuevamente y desvió la mirada.
-El Cid-insistió Rena-.
-¿Estás segura de querer saberlo?
-¡Claro!
El Cid esperó unos segundos. No le hacía falta mirar a los demás que se encontraban en la misma sala que él. Sabía que todos estaban muy atentos a lo que tenía que decir. Suspiró.
-Oneiros le ofreció a Freser un deseo, el que él más ansiaba.
Los ojos de Rena se abrieron.
-Ese deseo… ¿No sería?-El Cid asintió-.
-Revivir a Mine.
Todos los presentes horrorizaron sus rostros mientras que Rena desvió la mirada hacía el suelo impotente, o muerta de rabia, o un poco de las dos cosas.
-Al final Freser se marcho derrotado y Mine desapareció de nuevo y para siempre-El Cid miró el colgante nuevamente- Imagino que por eso está nuevamente negro
Rena golpeó la encimera.
-¡¿Cómo pueden hacer eso?! ¡¿Cómo pueden los dioses jugar así con las personas?! Freser realmente amaba a Mine
Si algo le ocurriera no me lo perdonaría-sonrió Freser en un recuerdo que Rena guardaba en lo más profundo de su mente-.
-¡¿Cómo pueden hacer algo tan despreciable?!-gritó Rena quien incluso se levantó del taburete-.
-Todavía te controlan tus emociones-murmuró El Cid serio. Rena retrocedió sorprendida. La chica miró hacía el suelo y apretó el puño- ¡El Cid! ¡Déjame quedarme aquí! Seguramente tú te encontraras nuevamente con él
-¿Él?
-Oneiros. Si eso pasara ¡Mi poder te sería útil!
Todos abrieron los ojos ante la sorpresa.
-¿Poder?-se extrañó Lacaille-.
-¿Qué poder?-murmuró Tsubaki-.
Sísifo frunció el ceño.
-¡El Cid!-insistió ella-.
-Es que… ¡¿No recuerdas lo que pasó la última vez?!-dijo el caballero de Capricornio mirando al suelo-.
-Pero…
-¡No quiero que lo de la última vez se repita!-exclamó El Cid antes de salir por la puerta bastante enfadado-.
Rena miró la puerta de salida un par de segundo a ver si volvía pero al ver que eso no iba a suceder suspiró.
-Al final resultará que no ha cambiado-murmuró con una sonrisa-.
Sísifo estaba parado. Desde que aquella chica apareció El Cid había mostrado más sus sentimientos que en todo el tiempo que había pasado en el Santuario. Por un tiempo había abandonado esa cara seria para mostrar otras de muy curiosas en él.
-Disculpe-llamó Lacaille. Rena volteó y los miró- Antes ha mencionado algo de un poder ¿De qué se trata?
-¿Ah?-Rena miró al techo. Miró a los aprendices con una sonrisa y guiñó un ojo- Si lo supierais os asustaríais-sonrió antes de salir por la puerta dispuesta a buscar a El Cid-.
Los aprendices de El Cid no sabían que cara poner. La respuesta de Rena los había dejado aún más confusos y al parecer tardarían bastante en reaccionar. Sísifo suspiró y salió del lugar. Cruzó el templo de Capricornio dirección al suyo y se encontró con Rena mirando hacia el río que había entre Sagitario y Capricornio.
-Rena-llamó Sísifo-.
La chica volteó lo justo para verlo y nuevamente sus ojos se dirigieron a El Cid.
-Siempre hace igual-suspiró ella- Cuando se enfada se dedica a entrenar. Aún es un niño ¡Bueno!-sonrió- Voy hablar con él
-Sera mejor que lo dejes solo-opinó Sísifo-.
-¿Eh?-ella volteó a ver a Sagitario- ¿Por qué?
-No sé qué ocurrió pero parecía bastante afectado. Para que llegara al punto de perder su habitual compostura.
-¿Te refieres a esa máscara de serio y aburrido?
-¿Máscara?-se extrañó Sísifo. Rena asintió-.
-¿Nunca te habías dado cuenta?-preguntó ella sorprendida. Sísifo negó- Bueno. Solo hay que vivir con él unos años y en un momento u otro se la termina quitando. No puede mantenerla todo el tiempo.
-¡Rena-sama!-llamó una voz desde el interior del templo. Allí aparecieron los aprendices que al parecer habían regresado a la tierra- ¿Va a ir a ver a El Cid-sama?-preguntó Rusk-.
-Alguien tiene que hablar con él-sonrió-.
-¿Pero no es mejor dejarlo solo? Que se desahogue-dijo Tsubaki-.
-Eso es lo que quiere que creáis-sonrió Rena antes de saltar y aterrizar a la orilla del río, carca de donde El Cid se encontraba partiendo olas con su Excalibur- El Cid-llamó Rena-.
-¿Mm?-hizo Capricornio sin voltear a verla-.
Rena avanzó y se colocó a su lado. Observó como lo hacía para crear esas olas tan gigantes. Daba un golpe con el pie en el piedra y eso provocaba las olas y luego las partía con su Excalibur.
-¿Me dejas probar?-preguntó ella sorprendiendo a El Cid- No sé si me acordaré pero por intentarlo
-¿Estás segura?-preguntó él. Rena asintió con una sonrisa y se preparó para partir la ola que El Cid produciría-.
-¡Va!-dijo ella-.
El Cid golpeó la piedra y una gran ola se levantó. Rena la observó atentamente. Tenía que esperar al momento justo para partirla.
-¡Ahora!-Rena levantó el brazo y una brillante luz se dibujo en la ola-.
-¡¿La ha partido?!-preguntó Lacaille mientras observaba, junto con los demás, la escena-.
-Mierda-murmuró Rena con una mueca en el rostro-.
