LA NOTICIA.

Nana estaba tumbada sobre la cama de Hachi mientras reflexionaba sobre os últimos acontecimientos que habían ocurrido en estos últimos meses. Se levantó de la cama y se sentó sobre ella mientras la miraba a los ojos.

-Hachiko... -Susurró en sus labios mientras suspiraba y se separaba de ella.

-¿Qué... Pasa, Nana? -Preguntó ella mientras se desperezaba y la miraba a los ojos.- ¡¿O-oye, por qué estás tan cerca mío?! -Volvió a preguntar a continuación sin quitarle ojo a sus labios.- Si Ren se enterase sobre que te comportas de una manera tan extraña a veces...

-¿Si lo supiese que pasaría, Hachiko? -La miró de reojo mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia la cocina.

Ella se quedó sin respuesta alguna y agachó la mirada.

-Puede que no le gustase... -Dijo al fin, después de hacer una larga pausa.

Nana dejó escapar un largo suspiro mientras servía el desayuno, unos cereales de maíz con leche, los cuales los puso en una taza blanca, para ella. Y otra rosa, que tenía estampado de ositos, para Komatsu, obviamente.

-Hachiko, deja de pensar en esas cosas y ven a desayunar, o si no se te hará tarde.

Nana Komatsu giró la cabeza para dirigir la mirada hacia su despertador. Las nueve y media.

Ahogó un grito y empezó a vestirse rápidamente, sin convencerse sobre que falda le quedaría mejor con aquella blusa blanca. Al final se decidió por una falda rosa palo, y se la puso. Después, unas bailarinas rosas, también. Y por último un ganchito de pompón rosa.

-¡Oh, no! -Volvió a dirigir la mirada hacia su despertador. Las diez menos cuarto.

-¿Otra vez tarde? -Preguntó ella mientras se llevaba una cucharada de cereales con leche a la boca.- No tienes remedio.

-¡Nana! -Gritó desde su habitación. Se puso un poco de máscara para las pestañas y fue corriendo a la cocina.- Gracias por el desayuno.

Se tomó el desayuno en menos de dos minutos y cogió su bolso.

-¡Hasta luego, Nana! -Dio un puertazo y salió corriendo escalera abajo.

Ella, observó las llaves que estaban alado de su taza.

-Esta Hachiko... -Dijo mientras cogía las llaves y se dirigía hacia la puerta. Fue entonces cuando llamaron al móvil a Nana. Ella descolgó el teléfono. Era Nobu.- ¿Quién se osa a llamarme a estas horas de la mañana? -Bromeó, pero al otro lado del teléfono no se oían risas. Oyó atentamente a Nobu y hizo una larga pausa. Se puso pálida.- ¿Q-qué...?