Nota: todos los personajes son de Masami Kurumada. Este es un viejo fanfic que no cumplía con las normas de la página, y que ha sufrido modificaciones para hacerlo apto para el sitio, es decir, ya no tiene tantos errores de ortografía y redacción, pero la historia sigue siendo el mismo disparate de siempre, por lo que no es necesario que lean. Les saluda Beledien desde su otra cuenta.

La Mañana

Saori, de pie en el último escalón que da a su templo comenzó a vociferar con ayuda de un megáfono.

—¡ TODOS LOS CABALLEROS DORADOS PRESENTARSE INMEDIATAMENTE EN MI TEMPLO, HASTA CONTAR TRES! —luego de un acople muy molesto añadió —¡EL ÚLTIMO EN LLEGAR SERÁ SEVERAMENTE CASTIGADO!

Los santos al escuchar estas noticias, salieron apresurados de sus casas de la mejor manera que pudieron. Conocían bien a la diosa de la sabiduría y ninguno se quería arriesgar a ser objeto del castigo. Tal vez se piense que todo esto sería muy injustopara Mu de Aries cuya casa se encuentra al inicio, pero para fortuna del carnero, él conoce la teletransportación y medio segundo después fue el primero en llegar. Lastimosamente Aldebaran de Tauro no conoce esa técnica y es el último en llegar a la cima de la montaña en que está el santuario.

Sin mucha ceremonia los santos dorados se presentaron delante del templo de Saori, su aspecto no era de los mejores pues era muy temprano en la mañana y algunos a penas sí comenzaban a despertar. Muchos aún vestidos con pijamas, otros en bata de baño. Sorpresivamente Máscara de la Muerte llegó vestido.

—Porque quién sabe a qué hora habrá llegado —le murmuró Saga, luciendo crema de afeitar en su rostro, a Aioria —. Por eso viene vestido con la ropa de ayer.

Por respuesta el santo del león asentía con la cabeza, mientras sorbía su tasa de café con la que había salido de casa.

—¿Qué querrá ahora? —preguntó Milo a Camus, que terminaba de abotonarse la camisa —¿No encuentras esto muy extraño?

—Sí, sobre todo porque no hicimos nada malo y nadie tiene pruebas —respondió el santo de Acuario — ¿sospechas de algo Shaka? —le dirigió la pregunta al santo más próximo, que en ese momento llevaba todavía su manta a rastras.

—No entiendo nada, de no haber sido por Saga y Kanon que me echaron de cabeza en esta manta y me trajeron a rastras, yo seguiría durmiendo…

Camus y Milo esperaban mayores explicaciones, pero pronto se dieron cuenta de que el santo de Virgo estaba dormitando, otra vez.

—¡Shaka! —le agitó Milo para despertar el caballero de la sexta casa.

—No mamá, hoy es sábado y no hay clases.

—Ya está soñando otra vez —Camus sacudió su cabeza esperando que Atena no hubiese visto esa escena, pero Saori estaba ocupada.

—Aldebaran —dijo con su tonito de profesora estricta —, por haber llegado en último lugar tu castigo será el de barrer todas las gradas del santuario.

Ni un quejido de oyó del santo de Tauro.

—Es un síncope —explicó Milo —, un tío mío tuvo uno parecido cuando vino el fisco le hizo auditoría.

—Si ya acabaron con sus chismes les voy a dar las instrucciones para la misión de hoy —ella aclaró al garganta y con un tono autoritario, caminando de un lado hacia otro como un general ante su tropa comenzó —. Necesito de su cooperación y esfuerzo para llevar a cabo las tareas que les voy a asignar.

—¿Cuáles son, si puedo preguntar? —Saga presentía algo malo

—Hoy nos toca… —Saori hizo una pausa para hablar gravemente después —hacer limpieza de primavera.

—¿Para qué preguntaste Saga? —reclamó Kanon

—Cada caballero se encargará de limpiar su propia casa durante todo el día —siguió Saori dando sus instrucciones —. Al atardecer pasaré por cada una de sus casas para una revisión exhaustiva. Demás está decirles que no espero encontrar ni la más mínima partícula de polvo.

—¿Eso quiere decir que tendremos que barrer? —Finalmente Shura se atrevió a hablar todavía

—Sí, y desempolvar y aspirar, y lavar, y encerar el piso —Continuó Saori sin darle mayor importancia a los rostros amohinados de sus caballeros

—Menos mal que no tenemos ventanas —dijo Aioria conservando la calma

—¿Pero y mis telarañas? —se preguntaba preocupado Máscara de la Muerte —Me tomó años para que aparezcan en mi casa.

—Especialmente tus telarañas —respondió Saori a las quejas del santo de Cáncer —. Sabes que no me gusta nada, se enredan en mi cabello

Si los demás caballeros hubiesen tenido el mismo poder psíquico que Shaka se hubieran sonrojado por los pensamientos del caballero de la cuarta casa. Solamente el santo de Virgo se tapó los oídos y se puso a silbar.

—¿Y si por alguna razón no podemos cumplir con tus ordenes? —preguntó temeroso Aioros —¿cuál sería el castigo?

—El que se niegue se encargará de sacarle brillo a mi estatua —respondió con la misma gravedad —. No, no la pequeña de mi oficina, sino la grande, la misma que está detrás de mi templo —Los caballeros se quedaron inmóviles por las noticias, y viendo esto Atena les ordenó —. ¡Ahora vayan a limpiar sus casas!

Sin media palabra de protesta corrieron, esta vez escaleras abajo para cumplir con la misión encomendada. No obstante cuando ya estaban por llegar a la casa de Piscis.

—Camus, creo que debes llamar a Hyoga para que te ayude y luego me lo prestas —sugirió Milo, pero antes de que Camus pudiera contestar alguien más se le adelantó.

—No será Posible Milo —explicó el caballero de Libra —. Hyoga no podrá ayudar a Camus, porque estará ocupado —dijo Dokho con una infinita tristeza —, ni siquiera Shiryu podrá ayudarme. Parece que Saori ha llamado también a los caballeros de bronce para otra importante misión.

—¿Y cuál puede ser? —preguntó Shaka que abrigaba la esperanza de obligar a Shun a ayudarle con sus tareas domésticas.

Para responder las dudas de Shaka tendríamos que ver lo que sucedía en el templo de Atena.

—Llegan tarde —reprochaba Saori —, los caballeros de oro ya comenzaron sus faenas —observando las miradas de sus caballeros añadió —. Rápido tomen esas escobas y comiencen a barrer!

—¿Para eso nos llamaste urgentemente? —protestó Seiya —No pensé que...

—Ese es tu problema, nunca piensas —Saori no dejó a Seiya terminar sus frase, provocando las risitas incontenibles en los otros caballeros, todos menos uno.

—¡Me niego a barrer! —Ikki se cruzo de brazos airadamente — ¿Me oyes?

—Si no quieres hacerle compañía a Aldebaran —Saori comenzó otra vez con las amenazas —, será mejor que agarres esa escoba

—¿Por qué? —preguntó altivo el Fénix, para luego preguntarle a los otros —¿Qué le pasó a Aldebaran?

—Creo que le obligó a barrer todas las gradas del santuario —respondió Hyoga

—¿Es eso verdad? —dijo el fénix con verdadero terror en su rostro —Rápido Shun que estás esperando tenemos que barrer este templo

—Ya voy Ikki —dijo Shun corriendo tras su hermano —, nada más deja que me ponga este delantal.

Shiryu y Hyoga se dieron un golpe en la frente.

—Ahora podré pintarme las uñas —Saori dijo con satisfacción al ver sus deseos cumplidos.

En la casa de Piscis Afrodita estaba teniendo problemas con los productos de limpieza.

—Pero si en el frasco dice que no maltrata las manos —Se quejaba Piscis —. Ya se me pusieron rojas. No hay nada peor que manos ásperas y secas, y mi cabello, se maltratará también. Debería usar guantes, pero son tan feos. No combinan con mis ojos. ¿Quién diseña estas cosas?

En la casa de Acuario

—¿Qué haces aquí Milo que no tienes que limpiar tu casa? —preguntó Camus viendo que Milo no se iba.

—Por eso, quería ver si me ayudabas con mi casa.

—Como si no tuviera suficiente con mi propia casa —protestó Camus todavía molesto con la decisión de Atena —. ¿Cómo diablos se le fue a

ocurrir semejante idea?

—Es precisamente por eso —dijo Milo acercándose a Camus —tú controlas la nieve, y la nieve no es más que lluvia congelada. ¿Qué tal si haces llover tanto para que el agua se lleve toda la mugre.

—¡Cuando aprendí esa técnica no tenía precisamente eso en mente! —Camus se mostraba todavía desconfiado con el plan del santo de la octava casa

—Pero puedes hacerlo.

—Tal vez tengas razón —dijo Camus luego de reflexionar unos instantes —, pero primero tengo que sacar todas las cosas que no quiero que se mojen —luego de pensar un poco habló —. Pero primero debes ayudarme a sacar las cosas que no quiero que se mojen. Yo te ayudaré con tu casa luego.

—Trato hecho —Milo estrechó la mano de su mejor amigo

En casa de Capricornio, Shura estaba sacudiendo una alfombra en la puerta de salida de su casa.

—¡Cof, cof! —tosía el caballero de Capricornio con cada raquetazo asestado al objeto —Nunca creí que el polvo llegara a acumularse en cantidades industriales debajo de mi cama.

Pero al sacudir su alfombra Shura ve una hebra suelta.

—¿Qué es esto? Será mejor que lo saque.

Y a medida que iba jalando la hebra de la alfombra, ésta se iba deshilando poco a poco. Cabe decir que después de unos minutos tuvimos a un Shura en medio de una maraña de lana de colores.

—¿Y Ahora cómo arreglo esto? —dijo Shura tratando de librarse de la lana sobre su cabeza

En la casa de Sagitario, Aioros encontró su vieja consola de videojuegos. —Ni recordaba que tenía una de estas —dijo soplando sobre la máquina —. Me pregunto si todavía funciona.

De ahí en más Aioros se dedicó a intentar hacer funcionar sy vieja consola de videojuegos olvidándose completamente de sus obligaciones

La casa de escorpión estaba vacía por razones que ya se explicaron. Más abajo en la casa de Libra Dokho trapeaba el piso con ahínco, pero lo que él no se daba cuenta era que traía los zapatos con barro por lo que sus esfuerzos eran vanos, pues al pasar el trapeador por un lugar inmediatamente dejaba sus huellas.

—¡Pero qué..! —dijo Dokho sin comprender lo que pasaba —¡Oh! Tendré que trapear todo de nuevo.

Dokho se dio a la tarea de trapear todo el piso nuevamente. Pero cuando Dokho se da la vuelta para ver su obra encuentra otra vez sus propias huellas.

—Algo muy extraño pasa en esta casa —se dijo sin descubrir el misterio.

En la casa de Virgo se podía observar a Shaka muy tranquilo meditando apoyado sobre una escoba. Tal vez se pregunten por qué. La respuesta es que Shaka tenía los ojos cerrados y no podía ver si su casa tenía mugre o no. Para él el polvo desaparecería automáticamente ya que el mundo superior al que pertenece no tiene tales inconvenientes como polvo acumulado durante años y años.

Mientras Aioria de Leo parecía más interesado en leer unas viejas revistas que encontró amontonadas en un rincón de su habitación.

—Así que pasaban Dragon Ball a las cuatro después de Inuyasha —decía el santo de Leo con una vieja Tv guía en las manos — ¿A qué hora pasaban Los caballeros del Zodiaco entonces?

Máscara de la Muerte en Cáncer estaba dedicado a quitar las telarañas de su casa con un plumero muy grande. Tarea que no le resultaba agradable y de rato en rato se le podía escuchar refunfuñando.

—Malvada Saori, como se le ocurre obligarme a quitar mis hermosas telarañas, a mí me gustan mucho... —decía el pobre caballero de Cáncer —debería ella ocuparse de sus propios asuntos, como si viniera tanto a mi casa como decirme como debo decorarla, es el colmo, cuando nos dijeron que seríamos caballeros nadie nos dijo nada acerca de hacer este tipo de tareas.

Cuando ocurría eso Saga estaba cepillando la entrada de Géminis, mientras que Kanon le sacaba brillo a los jarrones de su casa. Los gemelos parecían bastante buenos en estas labores, de hecho se veían hasta contentos. Saga llevando una pañoleta para sujetar su cabello, mientras que Kanon usaba un delantal con volados rosados.

—¡Es que es el delantal de mi mamá! ¡No es por otra cosa! —Dijo a modo de explicación Kanon.

En Tauro Aldebaran todavía no se recuperaba de su sincope. Seguía inmóvil como una enorme estatua, con la mirada perdida y los ojos brillosos. Una tonta sonrisa en el rostro que indica que donde sea que esté la mente del santo de Tauro se encontraba muy lejos.

En Aries, Mu trata de quitar con un cepillo las manchas de dulces en las paredes. Son curiosas manchas pues tiene la forma de pequeñas manos, como de un niño de once años.

—¿Por qué a mí? —maldijo su existencia Mu de Aries —Aparte de reparar las armaduras, curar a los enfermos, hacer los mandados ahora me toca hacer de sirvienta y limpiar todo. Pero ya me estoy cansando, uno de estos días agarro y me voy a mis montañas.

Saori de pie en la entrada de su templo y desde arriba observa satisfecha.

—Al fin hallé el remedio para que mis santos dejen de pelear entre ellos.