La(/s) Pareja(/s): Allen/Neha x Lavi. Y si, la historia es Yaoi!

Disclaimer: Katsura Hoshino es la creadora de todo lo que aparece.

Advertencias: Hay spoilers, una que otra cosa… y bueno, un poquito de Lemon jajaja.

Bueno, ahora… ¡A disfrutar!

Capítulo Primero: Llegada.

El pelirrojo se encontraba sentado mirando a través de la ventana del vagón Nº23 del tren que lo llevaría al cuartel general de la Orden. Observaba partículas de agua caer. Sin haber podido contactar a su superior debía regresar por sus propios medios, ya que no habían podido abrir una puerta. Su mirada lo delataba. Se sentía extenuado. Luego de esa última misión era algo comprensible, casi inevitable. Acababa de tener que enfrentarse a una suma inusual de Akumas. Aún así, no hubo rastro alguno de Inocencia. Fiasco total. La palabra "emboscada" daba vueltas por su cabeza.

El buscador que se encontraba con él parecía preocupado.

– Lavi-dono, el tren no llegará a destino hasta dentro de cuatro horas. ¿No debería descansar un poco? Le hará mal a su cuerpo, tanto esfuerzo digo… – balbuceó el acompañante algo sonrojado.

Lavi no dejó de mirar la lluvia aunque una pequeña y pícara sonrisa apareció en su rostro.

– Descuida, todavía me encuentro en condiciones. – dijo mientras observaba en el reflejo, como un cazador mira a su presa, el rostro del buscador – Además, se supone que debo estar despierto. En caso de que Komui trate de contactarme… – agregó concentrándose nuevamente en la lluvia. Algo le provocaba disgusto, se podía notar ese tinte inusual en su tono.

– Con esta gran tormenta no creo que lo logre.Además, somos nosotros, los buscadores, los que atendemos esa clase de llamados. – replicó un poco más calmado el acompañante, ahora mirando atentamente la misma ventana del vagón.

Lavi repentinamente se levantó, provocando un sobresalto en el joven. Sonrió para si mismo y se dirigió a la única puerta de la habitación que la Orden había reservado para ellos, en caso de emergencia.

– Me voy a lavar la cara y a comer algo. Si logran comunicarse con nosotros, llámame. – dijo vagamente con ese tono juguetón que solo él podía utilizar, aún sonriendo, antes de salir en busca del vagón comedor.

Una vez refrescado y con el estomago lleno regresó a la habitación y sacó un libro color café que tenía guardado en su abrigo. Como de costumbre se sentó y comenzó a grabar en su mente todas y cada una de las páginas de aquél libro tan peculiar y lleno de secretos.

Al arribar a la estación el buscador y Lavi debieron despedirse. Aquél joven tenía otra misión ya asignada y él debía volver a "casa", como llamaban a la Orden algunos de los exorcistas.

– ¡Ah! Lavi-dono. Aquí está su golem. Me pidieron que se lo entregase cuando tuviésemos que partir – le explicó el buscador al pelirrojo.

– Gracias Misaki-kun. Cuídate mucho. – se despidió Lavi de aquél apuesto y joven buscador.

"Tan solo 17 años y ya se enlistó en la Orden. Que desperdicio…" pensó para sí mismo el pelirrojo "Y es justo mi tipo…"

– Usted también Lavi-dono. – se despidió Misaki con una reverencia.

Una vez en la Orden Lavi se encaminó directamente a la oficina de Komui. Al entrar se encontró con Kanda y Allen. Ambos habían vuelto de una misión y al igual que él, se veían fatigados y desalineados.

– ¡Ah! Lavi, veo que ya regresaste – lo recibió Komui. – Te habíamos perdido. Si esperabas un poco más podríamos haber abierto una puerta con el arca... Y esa horrible tormenta no nos dejaba contactarlos. Pensamos que quizás habías muerto.

– Lo imaginé. – respondió secamente éste. – No encontré rastros de Inocencia alguna, pero tuve algunos problemas con los Akumas. El grupo era mucho más grande de lo usual y la mayoría ya estaba en camino a ser nivel 3. – comentó el pelirrojo con un tinte de desesperación en su voz. – Creo que el Conde trata de distraernos y emboscarnos, así lograría deshacerse de la única amenaza que posee.

– Nosotros pasamos por lo mismo – dijo con su dulce voz Allen. – Parece que el Conde ya está planeando su próximo "escenario"… – Con esa última palabra el cuerpo del peliblanco se estremeció.

"Parece tan frágil…" pensó Lavi, y sin darse cuenta dio unos pasos hacia el jovenzuelo.

– ¡Ahaaamaaahhaaamm! – se aclaró la garganta Komui. – Deberían irse a duchar y prepararse. – dijo intentando llamar la atención del pelirrojo cuya mano peligrosamente se acercaba a Allen. – Pronto les diré sus propias misiones.

Al darse cuenta de sus acciones, y de la indirecta de Komui, Lavi lentamente llevó su mano a su cabeza fingiendo un imprevisto dolor. Una vez fuera de la sala se despidieron.

– ¿Te encuentras bien? – preguntó el peliblanco.

Dándose por aludido, el pelirrojo respondió con una risita tonta y se esfumó a pasos rápidos, encaminándose a la biblioteca.

"¿¡Qué estoy haciendo!" se recriminó.

Al llegar se hundió entre una montaña de libros que trató de memorizar hasta debilitarse y caer dormido.

Luego de darse un refrescante baño, el peliblanco se dirigió a la biblioteca donde descubrió que Lavi dormía entre una montaña de libros.

– ¡Oe! Te vas a resfriar… – le susurró al oído, mientras lo sacudía dulcemente para que despertase. "El aroma de Lavi…" detectó al estar tan cerca del pelirrojo.

Al fallar su táctica, dejó escapar un largo suspiro. "Será mejor dejarlo descansar" pensó mientras se sonreía.

Entre bostezos, Lavi se despertó y logró entrever la estilizada silueta del peliblanco. Allen estaba buscando algo entre los estantes de la biblioteca.

"Wow, que mal me siento" se dijo a si mismo el pelirrojo, mientras le daba vueltas el mundo. "¿En qué momento me pasó por enzima un tren?" se preguntó, "Ah, no… fueron los 150mil Akumas…." pensó sarcásticamente y dejo escapar un leve suspiro.

– ¿Necesitas algún libro en particular, Allen? – preguntó Lavi y pudo ver la involuntaria convulsión, por el sobresalto, que sufrió el cuerpo del peliblanco. Acto inmediatamente seguido: varios libros acabaron en el suelo.

– Veo que despertaste. – respondió Allen, su voz le temblaba un poco.

El exorcista se dedicó rápidamente a levantar todos los tomos que había dejado caer.

"¡Que tierno!" pensó el pelirrojo, mientras su corazón aumentaba un poquito su ritmo, no dándose cuenta de la seductora sonrisa que ocupaba su rostro en ese momento.

Al darse vuelta el peliblanco todo su cuerpo sufrió un desbarajuste y, a causa de los rápidos latidos, su cara se enrojeció. Por poco vuelve a dejar caer todos aquellos tomos.

– Solo estaba buscando algo de información en cuanto al Conde. – Se justificó nerviosamente a la vez que, sin atreverse a cruzar sus ojos con los de Lavi, avanzaba hacia el pelirrojo.

– Si es así, creo tener el libro indicado en mi poder. – le dijo Lavi mientras revolvía entre las montañas de papeles, que le habían servido de almohada, hasta encontrar debajo de varias capas un pequeño y viejo libro color café.

Se paró y se lo entregó. Luego comenzó, casi automáticamente, a guardar esa desprolija, y desquiciada, cantidad de libros en las diferentes estanterías, que recordaba a la perfección.

Una vez que acabado fue a recoger su abrigo y escuchó una dulce voz que provenía detrás de él.

– ¿Ya te vas? – preguntó.

Al darse vuelta, Allen se encontraba a unos metros con el libro entre sus manos.

Lavi dio unos pasos hacia él, hasta que logró sentir la entrecortada respiración soplar en su cara. Con la mano libre acarició y peinó la desprolija, y aún húmeda, cabellera del peliblanco.

– ¿Me quedo? – preguntó el pelirrojo, con una entonación increíblemente seductora.

Sin darse cuenta se encontraba a pocos centímetros de los labios de Allen. El peliblanco no se movía, aunque su respiración se había vuelto un seductor jadeo.

Lavi acarició su mejilla izquierda y depositó un tierno beso sobre su ojo maldito. Se alejó unos pasos y antes de abandonar la biblioteca, sin atreverse a darse la vuelta, pronunció severamente,

– Será mejor que me de un baño… Me siento todo pegajoso y sucio, no me ducho desde la última misión – terminó con una risita tonta e incómoda.

Y así como terminó se fue rápidamente.