"Los seres humanos buscaron el poder que sobrepasara su propio intelecto y el poder de los Dioses, por lo tanto, se ganaron la ira divina. Una vez que aquellos seres superiores sellaron los Nueve Componentes que componen el mundo en una torre, la tierra comenzó su lento viaje hacia la destrucción, del cuál, sólo sobrevivirían los jóvenes.

Fue entonces cuando un Mesías y sus compañeros subieron a la torre para implorar a los Dioses por el perdón. Después de obtener la redención, tomaron la luz bendita de los nueve componentes e iluminaron y sanaron el mundo desde el altar. Sin embargo, a partir de ese momento la vida del mundo estaría conectada por la luz del Mesías, la cual se crearía cada 15 años".


The tower of Ai.

(The blessed Messiah)

Capítulo 1:

"La aldea de la juventud"


— ¿Estás bien?— preguntó una chica de cabello color mandarina, me tendía la mano, y me ofrecía una sonrisa amable.

— Yo… Agua zura— fue lo primero que pude decir. No me avergonzó en lo más mínimo, había perdido a mí aldea en medio del inclemente desierto y llevaba días sin probar una sola gota de agua.

— Ja, ja— aquella joven se echó a reír — Por supuesto — de su cinturón sacó una cantimplora, la tomé de sus manos con cierta brusquedad y la empiné en mi boca, sin embargo, la chica frente a mí puso su mano entre la boquilla y mis labios — Espera, si la bebes de un trago ahora podrías morir — introdujo dos dedos dentro del agua para mojarlos, después, los pasó por mis labios — Necesitamos hidratarte antes que nada, tranquila, ya todo está bien.

— ¡Chika!— después de pedirme que chupara de mis dedos el agua que sacara de la cantimplora, otra joven de cabello oscuro y destellos purpúreos se acercó corriendo hasta donde estábamos — Caray, ¿podrías avisar hacia dónde vas? Riko y You te están buscando como locas.

— Perdón Sarah— sonrió torpemente — Encontré a… una amiguita— volteó a verme con la misma expresión de alegría y tranquilidad, finalmente me cedió total libertad de tomar agua directamente de la boquilla, claro, en pequeños tragos.

— Oh, hola… ¡Por los Dioses!— se arrodilló frente a mí mientras tomaba mi rostro entre sus manos — Mira nada más tu pobre carita…

— ¿Qué es ese barullo hermana?— una niña del mismo color de cabello que la chica frente a mí, se acercó junto a otras personas; niñas y mujeres.

— Leah, dame tu banda para la fruta— le pidió.

— ¿Eh? Bueno…— la mujer que parecía llamarse Sarah mojó la tela y después la enrolló — Ven aquí— limpió mi cara con delicadeza.

— ¿D-De dónde vienen zura?— pregunté una vez pude hacerlo.

— Venimos de la aldea de la juventud, ¿y tú?— esta vez, una mujer de cabello negro como la noche fue la que habló.

— Vengo de la aldea del sur…

— ¿La que fue consumida por la sequía?— preguntó una niña de cabello azulado y ojos casi rojizos.

— ¡Yoshiko!

Bajé la mirada, tanto tiempo pensé en sobrevivir que no recordaba bajo qué condiciones hacía el viaje junto a todas esas personas.

— Sí… Esa misma… Los aldeanos y yo, buscábamos un mejor lugar zura…

— Tranquila— Chika tomó mi mano y me animó a ponerme de pie — Estarás bien, seguramente ellos también, nosotros te ayudaremos y puedes quedarte en nuestra aldea.

— ¿En su aldea? No tengo dinero o algo de valor, además, antes servía en un templo…— tomé su mano, titubeante.

— Tranquila, serás como de nuestra familia— miró a todas las personas detrás de ella — Incluso en la salud y en la enfermedad… Compartimos la alegría y el dolor— me sonrió.

No sabía si sentirme extraña o llorar, sin embargo, algo era cierto. Las palabras de Chika me tranquilizaron.

Una familia eh…


En algún momento de mi vida tuve una familia, aunque ya no recuerdo nada más excepto que un día se fueron y jamás regresaron. Me acostumbré a la soledad, leía y leía libros para presumir a mis padres cuan inteligente me había vuelto, pero pasados 5 años, cuando vi terminar la décima primavera de mi vida, comprendí que jamás volverían. Ya que nadie lo atendía, dediqué mi vida a servir en el templo del sur, hasta la sequía y caída de la aldea.

Ahora estaba siendo guiada a otro lugar por Chika y las demás personas que la acompañaban.

— Bueno, ¿cómo te llamas?— me preguntó con energía.

— Hanamaru… Kunikida Hanamaru zura.

— "Zura", ¿es tu muletilla?

— S-Sí… Perdón, no puedo evitarlo.

— No, no, tranquila, es adorable— Chika me sonrió con ternura y después se puso de pie — Iré a arreglar algunas cosas para que puedas tener acceso a todos los servicios.

— Sí…

— Maru— una chica de cabello color rojo y ojos verdes se acercó a mí con una sonrisa — Me llamo Ruby, ven, te llevaré al lugar en donde dormirás— tomó mi mano y me sacó casi a rastras de la que parecía ser la casa de los señores Takami. Probablemente ese era el apellido de Chika.

En el apresurado recorrido que tuve con Ruby, pude ver una aldea realmente linda y funcional. Todos se saludaban, se ayudaban, se respiraba el amor y la bondad.

— R-Ruby…— logré llamar su atención — ¿Podríamos ir un poco más lento zura? Correr no se me da bien.

— Oh, ¿en serio? Lo siento, es solo que es la primera vez que me asignan a mí enseñarle el lugar a alguien. ¡Estoy muy emocionada Maru!

— ¿Maru?

— Sí, por Hanamaru: Hana-Maru— dijo mientras hacía movimientos con sus manos, señalando la separación de mi nombre — ¿Está bien si te llamo así?

— Oh, claro, claro… A decir verdad… Jamás había tenido un sobre nombre zura, no suelo ser muy sociable— recogí mi cabello detrás de mi oreja, era algo vergonzoso admitir eso, seguramente la pelirroja era muy popular y estaba rodeada de personas.

— Te entiendo… Generalmente soy muy asustadiza, pero tú me haces sentir confiada, tienes un aura apacible, así como mi hermana mayor, como Chika, Kanan y Mari.

— ¿Tienes una hermana?

— Sí, se llama Dia, pronto la conocerás— tomó mi mano — Vamos, es por aquí— caminamos al interior de una gran casa que tenía en un lado del pórtico escrito "Residencia Kurosawa".


Entramos en un lugar elegante, quizá demasiado como para que alguien como yo, que estaba llena de arena y con un aspecto deplorable, estuviera ahí. Sentí mucha pena, pero no quería ser grosera con Ruby y su hermana mayor.

Nos dirigimos a la puerta de una gran sala, en el interior estaba sentada una chica de cabello color negro, la cual inmediatamente reconocí.

— Bien, siéntate por favor— Dia leía un pergamino con atención. Ruby y yo nos sentamos enfrente de ella. Después de unos minutos de total silencio, levantó su dura mirada hacia mí, causándome escalofríos — Bien, Kunikida Hanamaru entonces— me mostró el pergamino que estaba leyendo — La jefa Takami me ha entregado este comunicado para solicitar mi apoyo contigo debido a que no puede recibirla en su casa por el momento, ¿entiende por qué está aquí entonces?

Su mirada era tan pesada, profunda y seria que no pude contestar de inmediato, no hasta que miró a la ojiverde con una gran duda en su rostro.

— La intimidas hermana— respondió Ruby con una sonrisa.

— Oh, lo siento— dijo cerrando los ojos y suavizando sus facciones. Realmente era una mujer hermosa.

— ¿C-Cuántos años tiene zura?— dejé salir esa pregunta sin pensar.

— Bueno— sonrió ligeramente— Tengo 18 años.

— O-Oh…

— Entonces, como le explicaba, señorita Kunikida, usted tendrá a Chika como su tutora oficial, pero desgraciadamente en la casa Takami no hay cuartos extra, justamente acaban de nacer cinco nuevas luces para el clan, así que por lo pronto, será recibida aquí.

— ¿De verdad? No quiero molestar a nadie zura, esta es su casa y yo…

— No, no, tranquila, lo hacemos con gusto— tomó mi mano — Incluso en la salud y en la enfermedad… Compartimos la alegría y el dolor— sonrió.

— Gracias…— sin querer, mi agarre se hizo más fuerte aún más, ella lo notó, y aunque se desconcertó un poco, hizo lo mismo, tomando fuertemente mi mano.

— Bienvenida, señorita Kuninida.

Salimos de la sala y Ruby me guió a la que sería mi nueva habitación. Era bastante tradicional y cómoda.

— Más tarde traerán un futón y más muebles para ti, ¿hay algo más que quisieras?— preguntó.

— N-No— en cierta forma me daba pena pedir algo. Ya me estaban dando demasiado y no quería que pareciera que me estaba aprovechando de su hospitalidad.

— Bien, vamos al centro de la aldea— me jaló de nuevo — Iremos a comprarte ropa.

— N-No la necesito, está bien con un par de mantas para hacer ropa o un viejo kimono zura— contesté algo nerviosa.

— Maru, deja de hacer eso— Ruby me miró con seriedad, sus ojos se tornaron exactamente igual que los de la señorita Kurosawa — Eres un ser humano, necesitas cosas, necesitas vestir, comer, divertirte y trabajar, así que no seas tan necia y vamos.

— P-Pero no tengo dinero.

— Yo sí, ¿otra excusa?

— N-No...— no me atreví a contradecirla de nuevo.

Y así me vi arrastrada por Ruby Kurosawa.


— Pero si es la pequeña Kurosawa— una mujer de cabello color azul tomó a mi acompañante de la cintura y la levantó con una sonrisa.

— ¡Piggy! ¡Bájame Kanan!— chilló la pelirroja. Me seguían sorprendiendo sus cambios de carácter.

— Lo siento, solo no pensé verte tan pronto— dijo con una enorme sonrisa — ¿Qué las trae por aquí?

— Vine a comprar un par de zapatos para Maru.

— Oh, la niña Kunikida, es cierto— la mujer me miró y después bajó la vista a mis pies — ¿Qué color te gusta?

— C-Cualquiera está bien zura…

Do not hold back— escuché una voz detrás de mí, hablando un idioma que desconocía.

— Mari, ¿dónde te habías metido?— preguntó la mujer de ojos color violeta.

Secret, my dear— la rubia guiñó un ojo como respuesta — Bueno, Hanamaru, ¿qué color te gusta más?

— Amarillo…

— ¡Oh! Justo estábamos terminando unos nuevos diseños en zapatillas— exclamó Mari con emoción — ¿Podrías traer los pares amarillos, cariño?— pidió a la otra chica mientras ella dejaba una bolsa en una mesa.

— Seguro, ahora vuelvo.

— ¿Vienes de la huerta Mari?— preguntó la pequeña Kurosawa una vez que nos quedamos solas.

— Shhh— la mujer de cabello rubio puso un dedo en sus labios para silenciar a Ruby — Estoy pensando en prepararle un curry especial a Kanan, ha trabajado muy duro y sé que lo ama.

— Oh, yo hace mucho tengo ganas de comer curry, ¿y tú Maru?

— Yo… Yo no lo he probado zura.

— ¿Cómo? Unbelievable! Es inaceptable. Vendrán hoy al anochecer a cenar con Kanan y conmigo.

— ¿Eh? Pero yo no…

— Podríamos venir otro día— me apoyó Ruby.

— He dicho, vendrán hoy.

— ¿Eh?— la señorita Kanan iba entrando en la habitación cuando su ¿esposa? Daba por terminada nuestra discusión.

Nothing honey— la mujer de cabello rubio comenzó a poner frente a mi algunos pares de zapatos que tenían pintadas a mano flores amarillas, o simplemente estaban teñidos de ese color que me gustaba tanto.

— ¿Qué piensas?— me preguntó la ojivioleta.

— Son hermosos zura— no pude evitar mirarlos con admiración, eran realmente preciosos.

— Mari hace todo el trabajo artesanal, es muy talentosa.

— Oh Kanan, harás que me avergüence.

— Ustedes dos, siempre derramando miel— sonrió Ruby — Y bien Maru, ¿cuáles te gustan?

Iba a elegir un par de zapatillas doradas con flores blancas, pero al ver el precio decidí descartarlas, ya después las podría comprar si trabajaba duro.

— ¿Estás bien Hanamaru?— me preguntó Mari.

— Eh… ¡Sí señorita!— miré las demás zapatillas y al final encontré un par color amarillo y el talón blanco, eran bonitas y sus costuras se notaban resistentes — Éstas… P-Por favor zura…

— Llámame Mari, pero ¿estás segura?— dijo, haciendo una forma extraña con sus labios, parecía un gatito.

— Sí, gracias.

Ruby pagó las zapatillas y acordamos regresar al anochecer. Íbamos a dirigirnos con la costurera cuando la señorita Kanan nos llamó.

— Ten— me ofreció otra bolsa — Es nuestro regalo de bienvenida, ábrelo en tu casa. Nos encantaría verte con ellas.

— G-Gracias zura— la tomé y seguí mi camino con Ruby.


— Ellas son, ¿novias o esposas zura?— la curiosidad pudo más que mi pena y terminé preguntándolo.

— Esposas— Ruby me sonrió— Mi hermana y Chika las conocen desde hace mucho— me tomó de la mano — Hey, ¿quieres que más tarde te ayude a arreglar tu habitación?— dijo mientras volvía a caminar.

— Todas ustedes son muy buenas conmigo…— dije apenada.

— Es el lema de la aldea.

— ¿Lo de la salud y la enfermedad zura?

— Sí, la señorita Mito lo creó. Nadie aquí es mayor de 30 años, al final necesitamos de todos hasta que tengamos la madurez y experiencia suficiente para encarar la vida, por eso nos apoyamos, pero creo que incluso más allá de los 30 años, todos seguiremos guiando a los más jóvenes, enseñándoles lo bueno y malo para que la convivencia en la aldea sea agradable. Al menos eso procuramos, no todo es color de rosa y ha llegado gente muy mala. Sin embargo hemos podido con ello.

— Esperemos que todo siga así.

— Al fin dejaste de mencionarte aparte— sus ojos verdes brillaron con alegría... Y yo no supe qué responder.

Regresamos a la residencia Kurosawa con muchas, muchas bolsas. Un cuarto de todo lo que traíamos lo había escogido yo, lo demás eran cosas que Ruby había insistido en comprarme.

— Nos vemos en la salida cuando el sol esté a punto de meterse, toma un baño y relájate. Cuando regresemos de la cena te ayudaré a acomodar todo lo que compramos— la chica de ojos verdes me dejó en mi habitación y se fue.

— Qué día…— dije entrando al cuarto. Un futón que se veía realmente cómodo me esperaba en una esquina de la habitación, junto con una mesita y un ropero. Vi una nota en la mesilla, era de Chika.

"Hola Hanamaru, ¿qué tal tu primer día en la aldea?

Por ahí escuché que Ruby te arrastró por todo el lugar, me alegra que encontraras una amiga tan rápido. Que tengas una excelente noche.

Chika Takami".

Las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas. Parecía un sueño, uno demasiado bueno, tanto que temía despertar y encontrarme de nuevo en aquel frío y oscuro templo, completamente sola.

Me di un baño. Una vez regresé, mientras pensaba en qué ponerme, recordé el regalo de Kanan y Mari.

Al abrir la bolsita me llevé una gran sorpresa al encontrar en el interior las zapatillas de flores blancas que tanto me habían gustado. Las tomé con delicadeza, admirando más de cerca el trabajo artesanal y la hechura. Eran realmente hermosas, quizá demasiado para alguien como yo.

— En verdad… Son muy buenas personas zura— abrace el par de zapatos a mi pecho y poco después, los puse con cuidado en mis lastimados pies.

Salí de mi habitación, y me dirigí al lugar donde Ruby me había citado.