Y todo termina. Siento el poderoso cosmo de Atenea envolver el Santuario, mi armadura resonando con aquellos que vivimos, el vacío llanto de las armaduras que volverán a esperar por alguien que las ocupe un eco en la resonancia que de otra manera sería maravillosa.

Tantos muertos. He matado a decenas, quizá centenas de personas. He visto como los humanos mueren y se matan en este juego cruel de vida sin parpadear, sin que eso altere mi vida, sabiendo que lo hacía todo por ella, por la diosa a la que había jurado servir.

Se suponía que seríamos héroes. Ese era nuestro destino. Servirla, protegerla…

Y sin embargo, terminamos peleando contra ella. Y ahora nos lamentamos por aquellos a los que conocimos, a los que eran nuestros hermanos de armas.

Algunos más que otros.

Sagitario Aiolos.

Cancer Máscara Mortal.

Piscis Afrodita.

Capricornio Shura.

Geminis Saga.

Acuario Camus.

¿Valió la pena, Camus? ¿Valió de algo nuestra fe en que hacíamos lo correcto? Tú, que a pesar de todo querías a tus discípulos.

Yo, que dejé que tu asesino pasara para acabar con tu vida.

¿Era eso lo que querías?

No queda nada más para nosotros. Debíamos pelear al lado de Atenea, ser sus protectores, pero ella ya los tiene. Ni siquiera habitará el Santuario: quedaremos como fantasmas protegiendo templos vacíos, ansiando glorias que nunca serán nuestras.

¿Y ustedes que obtuvieron? La muerte, y que serán recordados. Recordados como aquellos que pelearon junto al traidor contra la diosa de la guerra justa, que trataron de acabar con sus protectores. Y nadie sabrá nada. No lo importante.

Nadie sabrá lo mucho que sufriste por la muerte de tu primer discípulo, ni lo mucho que querías lo mucho que Cisne sobreviviera.

El que se perdone a Saga es la señal final de que lo fuimos. Traidores, a pesar de que algunos de nosotros, como Aioria o Shura, habrían dado su vida entera por ese honor.

Y quedamos vacíos. Restamos seis caballeros, cinco habitando en las Doce Casas, y desde la puerta de la mía puedo ver el brillo perlado de tu Casa congelada. Temo, más que nada, el tener que subir y encontrarme con tu cuerpo.

¿Hacia quién fue tu cosmo en su último momento, amigo mío? ¿Adivinaste que este sería el final, y por eso decidiste morir? Morir, y ser recordado como mártir.

No tener que vivir al final, sabiendo que luchamos del lado contrario. Me pregunto si tuvo algún caso: ella siempre tuvo la victoria asegurada, de cualquier manera. Y de ser así… de ser así, sus muertes, tu muerte… todo fue en vano.

Debimos de ser héroes, y terminamos siendo los villanos.