INTRODUCCIÓN
- Disculpa – Dijo extendiendo uno de sus brazos con las manos apuntando un libro. – ¿Me puedes bajar ese libro?
Sus redondos ojos miraban con atención la cara de Akihiko, quien quitándose un audífono del oído, miraba como este niño, mucho menor que él, le miraba con atención y hablaba con total naturalidad y desplante.
- Perdón, no te escuche ¿qué quieres? – El menor acomodo su postura, juntando sus pies, bajando su brazo y elevando un poco más la cabeza.
- Qué me bajes ese libro, el de color morado, entre el azul y el amarillo.
Akihiko miró hacia arriba, entrecerrando un poco los ojos para buscar lo que el pequeño le pedía. En el sexto estante del librero logró divisar lo que le estaban pidiendo, un libro grande y grueso, que él conocía a la perfección.
- Ese es Drácula, ¿no serás muy pequeño para leer algo como eso? Es grande y algo complicado para alguien de… ¿qué edad tienes?
- Tengo siete, siete y 8 meses. – Expresó, luego de ayudarse con sus dedos para contar la cantidad de meses que había pasado desde su cumpleaños, y así mismo, enseñándole su mano al mayor.
- Bueno, es un libro algo difícil para alguien de tu edad, ¿no preferirías algo más sencillo, con menos páginas? – Busco entre los libros uno que ya había leído hacia algún tiempo y se lo enseño al niño. – Algo como esto.
El menor estiró sus brazos y cogió el ejemplar que le mostraban. En la tapa podía leerse "Ami, el niño de las estrellas", un libro bastante pequeño, con ilustraciones y letra de gran tamaño. Lo miro, giró y paso sus páginas a gran velocidad, como si buscase algo en particular.
- ¿Lo leíste? – Dijo inclinando su cabeza hacia un lado y sosteniendo el libro en su pecho.
- Si que lo hice, es sobre un extraterrestre que llega a la tierra y se hace amigo de un niño humano, como tú.
- ¿me puedo sentar contigo a leer? – Balanceo su cuerpo en sus pies, esperando expectante la respuesta del mayor.
- Mmm… claro, pero ¿no andas con alguien más?
- No, vine solo. – era extraño que un niño fuese solo a la biblioteca. A su edad, debería estar jugando en plazas de juegos o en casa, no debería estar leyendo libros.
- Okey, ven, vamos a esa mesa. – Le indicó una bien cerca de las ventanas, en donde la luz del sol llegaba directamente.
Caminaron hacia ella y el mayor se sentó primero, arrastrando la silla contigua para que el menor tomara asiento. Este, se acercó a ella, dejó su libro sobre la mesa, la cual era lo suficientemente alta como para que tuviese que ponerse en puntillas y sosteniéndose se ella, elevo una pierna hasta el asiento y con un pequeño saltito se sentó, acomodándose de apoco, el mayor pudo notar, al ver este procedimiento, que el menor era, posiblemente, más bajo de lo que debía ser a su edad.
El niño estiró sus brazos para agarrar el libro y notó que no estaba del todo cómodo, la silla no estaba lo suficientemente cerca a la mesa como para alcanzaba a apoyar sus codos. Volvió a dejar el libro en la mesa y se bajó, acomodando un poco más cerca la silla y repitiendo todas las acciones de nuevo, quedando aún lejos de la mesa.
Akihiko miraba como el niño inflaba sus cachetes, fruncía el ceño y apretaba sus puños ante la frustración de no acomodar bien su asiento. Cuando ya se estaba preparando para bajar y acomodarse nuevamente, el mayor simplemente sujeto el respaldo y la pata delantera de la silla y la arrastró hasta la posición adecuada. - ¿Está bien así? – Le pregunto mirando su reacción.
- Muchas gracias, Onii-san. – Dijo el menor, mirándolo con admiración. – Onii-san, ¿vienes a menudo?
- Con regularidad. – Le respondió extrañado por la pregunta.- ¿por qué preguntas?
- Pareces conocer bien el lugar. – Le sonrió y luego apartó su mirada para comenzar su libro.
- Vale, léelo y luego me cuentas que tal estuvo. – Le revolvió el pelo con una de sus manos y luego comenzó su propia lectura.
Habían pasado 6 meses, y una vez por semana, Akihiko se encontraba con el niño en la biblioteca, generalmente los días viernes. No es que lo tuviesen planeado, si no más bien que coincidían sus horarios. En estos encuentros, Akihiko se había enterado de muchas cosas, como que el niño se llamaba Misaki y que tenía un hermano mayor, de la misma edad de él, de quien nunca supo su nombre.
Hoy, ambos se encontraban leyendo en un sofá que se encontraba en el sector de lectura infantil de la biblioteca. Misaki había agarrado la costumbre de afirmar su espalda en el brazo de Akihiko mientras leía, o de apoyar su cabeza en sus piernas, a la vez que el mayor, se acostumbraba a sostener el libro con una mano, y pasar la página con la mano que no estuviese ocupada, menos las veces en que el niño se recostaba en su regazo, y utilizaba su extremidad libre para jugar con su cabello o afirmar su mano en su estómago, a la vez que restregaba su pulgar en él.
Akihiko pudo notar que el menor no se concentraba en la lectura, estaba más hiperactivo que de costumbre, movía sus piernas, releía una y otra vez las páginas, al no entender lo que decían y a menudo se rascaba la cabeza. Esto le causo gran curiosidad, y decidió preguntar que le pasaba.
- Mamá y papá están de viaje y regresan hoy ¡Me traerán regalos! ¡Muchos regalos! – dijo extendiendo sus brazos para enseñar la gran cantidad de cosas que le traerían. - ¡Estoy muy emocionado!
- Si estás tan emocionado, y no puedes leer tranquilo ¿Qué tal si vas a casa y esperas a tus padres allá? - Los ojos del menor destellaron de la emoción y asintió ante la idea de Akihiko, ir a casa sería la mejor opción en este momento. – Bien, devolvamos estos dos a los estantes entonces.
Cada uno tomó su libro y, levantándose del sofá fueron hasta el tercer estante, en donde el mayor dejó una novela de misterio hasta la mitad y el menor, en el quinto estante, dejó el suyo, del cual no habría avanzado más de 10 páginas.
Salieron de la biblioteca y notaron que llovía a cantaros. Era mediado de enero, así que no era de extrañar que la lluvia se hiciese presente en el país.
- ¿Tienes paraguas? ¿quieres que te lleve a casa? – Pregunto Akihiko preocupado por su pequeño amigo.
- Mmm – exclamo el niño, negando con su cabeza. – Tengo mi abrigo y mi casa está solo a unas cuadras. No te preocupes Onií-san.
Confiando en su pequeño amigo, le desordenó el cabello una última vez antes de que se pusiese el gorro y despidiéndose, el pequeño se puso a correr. El mayor miraba como el chico se alejaba de a poco, sin imaginar que pasarían muchos años antes de que pudiese encontrarse con él nuevamente.
¡Hola a todos! Soy nueva en esto y realmente no sé si esto será suficiente como para animarles a comenzar esta historia. Es la primera vez que publico una y estoy nerviosisima por saber si les gustara. Me gustaría dejaran sus comentarios, sean buenos, malos o un punto, para saber que les pareció...Trataré de actualizar lo más pronto posible ¡Se que las esperas no son nada agradables!/em/p
p class="MsoNormal"em¡Estoy a su cuidado! ^^/em/p
