"Historias que con el lento paso del tiempo se convierten en leyendas."

1. La graduación

"Cómo contar esta historia, cómo explicar las pasiones humanas que se desatan en pro del amor y al final, los relatos se convierten en historias increíbles donde la gente olvida que son la verdad de seres iguales a ellos, personas que tomaron decisiones marcando sus propias vidas y las ajenas… Que el amor se mezcla con otros placeres y entonces la vida se vuelve un torbellino de emociones, un sin fin de sensaciones y sentimientos. Cómo explicar el amor, cómo contar una historia sin sentido, en donde la única razón para ser contada es no repetir errores, explicar cómo el amor construye y destruye, lo importante de buscar dentro de uno mismo su propio camino, su identidad, su destino…"

Es tarde, pasa ya de la media noche y a lo lejos se percibe esa romántica canción que invita al amor, mas no a ella, no cuando él se ha marchado para siempre. Cada palabra resuena en su cabeza mientras su desesperación la mantiene quieta. Sus ojos azules observan la mesa en espera de la reacción que se quedó suspendida en el aire ¿O sería que no se dio cuenta ésta se expulsó? Ya no importa, no para un corazón marchito como el de ella.

Silencio. Una nueva melodía, más amor que prodigar a la nada, su corazón está demasiado tiste, demasiado vacío para percibir que un pedazo de su ser se ha esfumado, uno que de verdad le pertenecía no él, no ese segundo, no ese llanto desesperado, sino esa energía, la misma que en las lejanías se conforma en una bola de humo roja que da vida al inicio de una nueva era. Pero a ella no le importa… ni le importará… él le robó la felicidad, se llevó consigo todas las promesas de amor eterno, sus ilusiones y la ficción entera del amor. Y la música continúa mientras ella sigue embriagando al corazón destrozado que le quedó… ¿Por qué¡Por qué!

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Un año después…

Rei despertó cerca de la media noche. Sudaba y su corazón latía aceleradamente pues vivió tan de cerca esa pesadilla que aún se encontraba aterrada. Se levantó buscando un poco de paz pero su cuerpo tembloroso se portó torpe. Terminó por sentarse mientras sus pensamientos se apaciguaban.

-¿Insomnio señorita Rei? – le interrogó Nicolás

-Algo así – sonrió con torpeza mientras sus ojos buscaban evitar esa penetrante mirada enamoradiza que evadió por tantos años

-Tal vez está nerviosa, mañana será su último día en la preparatoria

-Sí – no, no era ello, su sueño fue demasiado aterrador, tanto como para no poderlo recordar. Aún sentía ciertos sentimientos, como el miedo y una agonía difícil de explicar pero más allá de ello seguía siendo un sueño

-¿Esta contenta?

-Sí, iré a la universidad, a una muy prestigiada – sonreía ensanchada de orgullo – y el abuelo prometió regalarme una camioneta del año por mi graduación

-Como si fuera a cumplirlo – musitó el chico

-¡Lo cumplirá o morirá achicharrado por mentiroso!

-Oh sí – tembló de terror al ver esa mirada furiosa que solamente el fuego mismo podría generar – debería irse a dormir, mañana será un día muy largo

-Es cierto

Quiso volver a dormir pero su mente seguía en ese sueño, ese instante en que la angustia, el dolor y el odio se mezclaban formando esa sensación tan terrorífica que la despertó. Tuvo la intensión de llamar a Mina mas optó por dejarlo de lado, primero porque fue un sueño y no una premonición y segundo, quizá lo más importante, por puro y llano orgullo. Sí, odiaba a Mina Aino y qué, guardó apariencias por muchos mese a favor de Serena así que ya no le debía nada a nadie, ni siquiera a su dulce amiguita de coletas. Pensando en ellas se quedó profundamente dormida.

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Serena se despertó demasiado emocionada y torpe esa mañana. Corrió de un lado a otro mientras gritaba lo feliz que se sentía pues éste sería su último día en la preparatoria y mañana estaría de vacaciones. Su gata Luna la observó por buen rato en espera que la chica se tranquilizara pero al cabo de una hora se dio cuenta que eso no sucedería.

-¡Serena! – gritó el animalito desesperado

-Ah sí – se detuvo en su largo correr – Lo siento. Es que es muy emocionante ¿Te gusta mi vestido de graduación¿Crees que me den un premio? Soy la alumna más… más… Muy bien – se paró frente al espejo enfurecida – Debo de haber hecho algo bueno en tres años de escuela ¡Piensa Serena!

-Fuiste la más floja – musitó el animalito algo enfadado

-¡Eso! Sí, deben darme un premio por ello, fui muy constante en… ser floja – soltó una gran carcajada mientras su gata escondía la cabeza debajo de las colchas sintiendo pena ajena

-¡Serena! – gritó su madre llamándola a desayunar

-Voy

Debía ser el día más feliz de su vida. Lo hubiera sido si no fuera por Darien, pero ya no se lamentaría por amores que pasaron hacía ya un año. Se encerró en el baño, abrió las llaves de la regadera para ver si así dejaba de escuchar a su gata reprendiéndole. No tenía idea qué haría ahora, no pudo entrar a ninguna universidad y tal vez terminaría teniendo un año sabático ¡Y qué! Se miró fijamente al espejo repitiéndose debía superarlo. Ya era hora de dejar de ser una niña, lo afrontó con gran valentía, el amor se acabó, por lo menos del lado de Darien y ahora solamente restaba seguir su vida sin él ¡Por todos los dioses, cuál vida! Él era su principio y fin, él era su mundo entero, el sol de sus mañanas, la razón de existir, el por qué giraba el planeta, etc. ¿Por qué se termina el amor? Golpeó con furia el espejo mientras su llanto mudo se vertía desesperado como otros días

-Serena – llamó a la puerta su hermano

-¡Qué quieres! – gritó enfadada la jovencita sin decidirse a abrir la puerta

-Apúrate, es de mal gusto llegues a tu graduación tarde

-¡Y qué te importa! No estás invitado

-¡Mamá dice que te apures! Pero qué genio se carga esa niña – se encaminó de regreso a la cocina – Cómo puede ser tan voluble ¡Mamá¿La neurosis es de familia? Serena está loca… ¡Loca!

-Déjala en paz – sonrió Ikuko – está nerviosa, es todo

-Está loca –afirmó el chico cansado de las disputas que a estas alturas de sus vidas seguían sosteniendo – Bien loca

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Cepilló el cabello del pequeño niño sabiendo que para dentro de una hora estaría igual de enmarañado y tal tarea habría resultado infructífera. Emitió un suspiro mientras observaba esos bellos ojos castaños, no pudo evitar sonreír viendo lo hermoso que era. Oyó los gritos de su madre y supuso que de nuevo había tenido una pésima noche. Se sentó en la cama y respiró profundamente.

-Amy – entró intempestivamente la mujer enfurecida – Te estoy llamando desde hace horas… ¿Dónde tienes el móvil?

-No sé, es…

-¡Te he dicho que pongas atención a ello! Ahora que entres al hospital a trabajar tendrás que vivir pegada a un localizador… No importa

-Supongo no

-Necesito recojas la ropa de la tintorería, lleves al niño a la guardería… Ya voy retrazada

-¿Retrazada? – se quedó perpleja ¿No se acordaría que hoy era su graduación?

-Recuerda que hoy es nuestro gran día… es una fecha muy especial – le guiñó el ojo con cierto júbilo – Bien, me daré una ducha, anda lleva al niño para que puedas hacer las tareas que hacen falta y… – pero ya no pudo escucharla porque había entrado a la ducha

-¿Lo recordaría Henok?

-No, si, no, si – repetía la criatura enloquecida por el exceso de chocolate

Lita le sirvió su cuarta taza de café temiendo ya que aquello fuera una pésima idea pues Mina ahora hablaba más rápido que de costumbre, demasiado para que alguien pudiera entenderle. Entre aquel mar de palabras y frases mal hechas comprendió que la chica tenía serios problemas con la policía. Se rascó la cabeza, había creído que la levantó a las cuatro de la mañana con el afán de hablar sobre el escabroso tema de Rei

-¡Rei! – rió la rubia a carcajadas – ¿Qué tiene Rei?

-Que juró no dirigirte la palabra nunca más… La otra noche, en el antro – le recordó

-Ah eso – musitó algo enfadada por el tema – Rei se tragará sus palabras… ¡Te lo apuesto! Me preocupa más ese nuevo teniente de la policía… Es un novato que cree tener más cerebro que yo

-Pues no se necesita mucho para superar tu intelecto – masculló entre dientes

-¡Te escuché Lita Kino! – se paró encima de la silla convertida en una fiera – Ahora Mina Aino te reprenderá en nombre de la Diosa Venus

-Mina cada día estás más loca… A ver dime, qué le hiciste al famoso teniente para que ahora te odie

-Nada, simplemente lo dejé en ridículo cuando fui yo quien atrapó a los ladrones… ¿Qué quería? Es un incompetente y eso no se puede disimular tan fácilmente ¿Espera haga milagros por su pobre inteligencia? Él y su título de especialista criminal… Ahora resulta que yo soy una criminal o algo así, entre tanta palabreja rara que el hombre emite es raro entenderle si no se tiene un diccionario cerca

-Ay Mina

El teniente Yaro Hakama, el hombre más joven en ocupar el puesto de subjefe de la policía de Tokio, graduado con los más latos honores, especialista en criminología, psicología del criminal y otras tantas especialidades de las que Mina hasta entonces supo existían. Era demasiado joven y orgulloso como para permitir que una niña con antifaz vestida de marinerito le ganara en su lucha contra el crimen. La ciudad jamás funcionaría con dos héroes que se odiaban o por lo menos encontraban cierto placer en llevarse la contraria. Apenas la semana pasada había voletinado a la famosa Sailor V como una persona peligrosa para el país. Y Lita esperaba una pronta venganza por parte de su loca amiguita pues desde muy niña siempre tuvo cierta aberración por la policía y ahora tenía motivos suficientes para buscar venganza

-Mina, ocúpate de otra cosa, deja que el teniente haga su trabajo y tú haz el tuyo

-De hecho – tomó otro gran sorbo a su taza – pensaba retirarme este mes pero ahora…

-Ahora no – casi quería llorar pues tal parecía que éste sería el comienzo de una guerra jurada al pobre e ingenuo hombre

-Soy buena en lo que hago y quiero él lo reconozca

-Iré a dormir – terminó la conversación convencida que Mina estaría en graves aprietos por necia

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Rei iba en una preparatoria diferente al resto de sus amigas así que fue hasta la fiesta que se pudieron ver. Cada una tenía una mesa especial en el gran festejo pero aún así estaban juntas de corazón. Serena casi llenó tres mesas con toda la familia que invitó y es que su padre estaba tan orgullo de que su hija terminara su preparatoria que no le importó apenas si lo lograra, hasta estuvo a punto de matar al pobre Sami de una mirada colérica cuando se burló de las notas de la jovencita.

-Qué importa – le palmeaba en la espalda orgulloso

-Ya vez tonto, cállate que a mi papá le da gusto sea su hija

-Si así se pone contigo, cómo será cuando yo termine… Porque a diferencia de ti yo tendré excelencia académica, una beca a una prestigiada Universidad y ¡Ganas de seguir estudiando!

-Papá – gimoteó la rubia de coletas

-Ya basta

Rei por su parte solamente invitó a su abuelo y a Nicolás por lo que su mesa estaba un tanto llena de ancianitos que no conocía porque su abuelo se le ocurrió invitar a sus amigos y colegas a la fiesta. Emitió un suspiro pensando en la estrategia para desaparecer de su propia mesa.

-Felicidades hija – escuchó una ronca voz que bien conocía

-¿Qué hace él aquí? – agredió de inmediato a su abuelo

-Es tu padre Rei, creí que debía invitarlo

-¡No!

Ya era demasiado, esto no lo soportaría. Hacía tantos años se peleó con él que casi había llegado a olvidar el motivo real de sus disputas. Él era insoportable, se volvió un tirano que encontraba un buen pretexto en su trabajo para abandonarla cuando las dificultades llegaban. Se odiaron al punto de ya no poder vivir en el mismo techo, así que su padre optó por dejarla ir con el abuelo.

-A estas alturas no puedes seguir enojada con él

-¡Invitaste a tus amigos! Y lo permití pero esto es demasiado – se levantó de la mesa dejándolos solos

-Era de esperarse – musitó el cansado hombre – Rei nunca me perdonará lo de su madre

-O el hecho que la abandonaste

-Ella se quiso ir – refutó el hombre

-Ah claro y a los 11 años se es suficientemente maduro para tomar decisiones de ese tipo… Eso es genial ¡Brindis por ello! – gritó animado a sus amigos

-Olvídalo padre

Lita y Mina decidieron compartir mesa al ver que su lista de invitados se reducía a nadie. De Lita se comprendía pues quedó huérfana siendo un bebé pero Mina tenía una historia un poco más compleja para hoy no tener a nadie en su mesa

-No me dio la gana – le contestó a Serena con cierto desdén

-¿Nada más así? – se asombró Luna

-Así – musitó Artemis enfadado – Dice que su mamá es…

-Una lata, no valora nada de lo que hago y no tenía caso invitarla, luego mi padre, él pues, él sobra… sobra… Así que quedaba invitar a mis novios pero en definitiva no tenía ganas y punto

-Bien

La joven alta se sentía disgustada por ello. Mina era muy cruel, tenía familia y amigos a quién invitar, no necesitaba seguir siendo tan arrogante y grosera con aquellos quienes la querían. Le hubiera encantado abofetearla y mostrarle cuánto la envidiaba porque ella de verdad estaba sola sin embargo eso haría que se quedara sola.

-Anda, bailemos – invitó la rubia coqueta

-¿Alguien ha visto a Amy?

-Creo estaba en el baño – musitó Luna

-Su madre la ha hecho buena… Lo olvidó… ¿Pueden creerlo? – y su tono denotaba una furia algo inconstante en Mina para ser entendida

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Amy se había quedado encerrada en el baño. Oía afuera a su pequeño hermano gritando y jugando con las llaves del lavabo pero a ella ya no le importaba. Cómo le importó más su trabajo que ella. De nada valían los premios, las menciones honoríficas o ser la alumna más brillante en muchas décadas. Siguió llorando desesperada sabiendo que sus amigas tenían razón y su madre la abandonó dejándole la carga de su segundo hijo

-Es más tuyo que de ella – le decía Mina enfadada

-Bueno para serte franca – tartamudeaba Lita cuando le preguntaba – pues pareces más su madre que su hermana pero…

Los peros sobraban porque era cierto se quedó con el trabajo de madre, ama de casa, estudiante, hija y al final nada satisfacía a su madre. Terminaba su día dos horas después de iniciado el siguiente para dormir un par de horas y volver a esa rutina sofocante.

-Lo olvidó – sollozaba desesperada – su prisa estaba en esa cena con su jefe… Su oportunidad ¡Y yo! Qué tonta fui al creer que lo había recordado

Y las lágrimas se vertieron de nuevo. Esta vez fue diferente ese llanto. Cada sollozo, cada lágrima que rodaba por su mejilla iba cargada de esa energía pura y magnífica que solamente la divinidad puede crear. Cada gotita caía a su vestido azul mientras todo su cuerpo temblaba presa de emociones contradictorias. Dentro de su mente resonaron las palabras de ese ser una y otra vez hasta que perdió el control.

-No puedo más – musitó

La tierra entera tembló. Todo Tokio sintió aquella fuerte sacudida y Amy dejó de llorar observando en la ventana las tormentas eléctricas que acaban de desatarse.

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Comenzó como un fuerte viento que sacudió la tierra, como si advirtiera la venida de la fatalidad. Aquel espíritu indomable sacudió a los habitantes del tercer planeta hasta emprender de nuevo el vuelo. A este fenómeno siguieron fuertes descargas eléctricas que hicieron retumbar el cielo entero y entonces las nubes cubrieron la atmósfera terrestre pues cubrían el rastro del que estaba por descender. Y entonces sobre esa llana extensión de azul pardo se posó la más colosal de las estrellas jamás vista: La Estrella Negra. Parecía una nave, alguna de tipo extraterrestre, como si fuera un triángulo en forma tridimensional que si no se veía claramente se confundía con la imagen que dibujan los niños de una estrella.

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Aquella colosal piedra negra comenzó a girar lentamente, en cada giro de ochenta grados emitía un haz de luz que dejaría ciego a quien la contemplara. La Estrella Negra volvió a elevarse treinta metros para emitir cuatro distintos destellos hacia los lados, uno más se disparó por encima de ella. La tierra entera se abrió dejando salir de ella todo ese fuego que guardaba en su centro. Las jóvenes Scouts corrieron a ponerse a salvo sin dar cabida a lo que sucedía. Las mareas se elevaban pidiendo el retorno de su señor, clamando por aquel que debía subir al trono.

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Unas cuadras no lejos del centro de Tokio se encontraba un precioso gato pinto presenciando aquel mar de destrucción. Corrió a ponerse a salvo sabiendo que lo siguiente sería ese estridente y ensordecedor ruido. En su loco afán por no perder detalle del suceso olvido fijarse por dónde corría. Cayó del techo.

-¡Estás bien! – gritó una voz familiar para el hermoso animal

-¿Luna? Soy yo… Orión…

-¡Orión!

Entonces la Estrella lanzó ese poderoso chillido rompiendo los tímpanos de los animales pues el oído humano resultó menos sensible a tal sonido. Mina sujetó a su gato al verlo caer sin sentido a sus pies. Miró a través de la ventana dándose cuenta que aquello podía tratarse de un fenómeno cualquiera y no un enemigo como apuntaba Rei

-Es un Tsunami – gritó Serena intentado ponerse a salvo

-¿Y Luna?

-La vi en el techo… ¡Artemis despierta!

La gata había corrido con suerte. Orión tapaba con un algodón especial sus hermosas orejitas impidiendo que aquel horrible sonido llegara a ellas.

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La Estrella Negra dejó de generar esos espantosos chillidos. Se elevó lo bastante sobre el cielo para perderse totalmente de la vista de los seres humanos. Mientras en los edificios de Sinclair uno de los ejecutivos sucumbía a los intensos dolores que los ruidos le produjeron, cayó hincado y luego se desmayó. De su cuerpo tendido en el piso se escapó un humo denso color rojo y azul. Lentamente cada color mezclado comenzó a diferenciarse, el azul regresó al cuerpo del mortal y el rojo comenzó a crear una figura, primero dos brillantes y ardientes ojos, después un horrendo y deforme cuerpo. Un espectral grito sacudió el lugar.

-¿Está bien? – llamó su secretaria a la puerta

-Sí, no entre – gritó el hombre intentando ponerse en pie

-Tiene una llamada… Su esposa por la línea uno

-Sí – buscaba a su alrededor por respuestas. No había nada. Se tendió en su sillón para tomar la llamada – ¿Sí¿Puedo llamarte después?

Sus ojos seguían impregnados de ese color azul marino del humo, emitió un pequeño quejido, existir dejó de ser divertido cuando perdió su contraparte… Cuando él prefirió envejecer pues su tiempo había terminado ¿Sería posible que fuera el único ahora? Cerró los ojos escuchando de nuevo cada plegaria, cada rezo a él… Había permanecido tanto tiempo en su letargo que casi olvidó como controlarlo. La cabeza comenzó a dolerle con gran intensidad. Pronto escenas vinieron a su mente, imágenes difusas que se confundían entre ellas. Pidió porque cesaran pero no había a quien pedir pues él era principio y fin. Vio esos ojos verdes, esa alma de niño que se convertía en el alma de los condenados. Y el ruido cesó quedándose en un solo pensamiento

-Por favor Dios, te lo pido ayúdame… Por favor… Dios escúchame, te lo imploro que Henok esté bien… Que Henok esté bien

Él era Dios. Sus ojos ahora se tornaron rojos como el mismo fuego, él era el todopoderoso y omnipotente, no había nadie más que él… Jamás permitiría que el Heredero destruyera su eternidad. De nuevo se desmayó y para cuando regresó en sí había vuelto a ser un humano común.

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Se sentía desfallecer, su razón ya no estaba en facultades de tomar decisiones pero quizá esta vez más que nunca en su vida era su propio corazón el que la estaba guiando. Un corazón destrozado por la pena, la amargura, la desolación de aquellos que eran y vivían como ella… abandonados… eternamente perdidos y sumidos en la desesperanza. Se sentó en el fondo del bar, pidió una cerveza y esperó por él.

-Me parece un poco extraño pidieras verme – saludó el deforme ser que se disfrazaba de humano con aquella gabardina y sombrero

-¿Aún quieres ese trato conmigo?

-¿Y a qué debo tu iniciativa? Hace un mes me negaste la oportunidad de negociar

-Las circunstancias cambian – afirmó Amy sin atreverse a mirarlo a los ojos temiendo él leyera su miedo

-Como sea… El trato es sencillo, y sabes tendrás toda mi protección mi hermosa niña… "Vida y Muerte"

Así la llamó la primera vez que la vio. Estaba fuera del hospital llorando desesperada pues el parto de su madre se había adelantado poniendo en riesgo su vida y la del bebé. No sintió a qué hora aquel impresionante monstruo se sentó a su lado. Lloraba como nunca, rogando sin cesar a cuanto dios conocía por su familia y tal parecía que el milagro se cumplió. Sus lágrimas cesaron al escuchar el pequeño ruido de una moneda deslizándose por la banqueta. Cuál fue su sorpresa al ver aquel pequeño octágono que esa bestial mano le ofrecía.

-¡Quién eres!

-Soy el Ángel Negro mi bella Sailor Scout

Se levantó dispuesta a transformarse pero algo en esos ojos verdes la dejaron paralizada de terror. Había una mirada humana que se confundía con la de una bestia, un odio descomunal imposible de explicar.

-Tu alma me pertenece ahora ¿Eso lo entiendes?

-Perfectamente – contestó Amy

La llamó "Vida y Muerte" pues su poder era suficiente para dar vida o para arrebatarla pero la jovencita en esa ocasión se asuntó y huyó. El ángel volvió a intentarlo un par de veces más sin embargo Amy era más fuerte y necia de lo que creyó, hasta hoy…

-Quiero a mi hermano de regreso

-Ah el mocoso ese – sonrió la abominación divina – Eres Vida y Muerte ahora…

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Serena siguió observando el firmamento en espera de esa cosa que tanto aterró a Rei pero el cielo solamente mostraba pequeñas nubes que anunciaban la tormenta. Sus pensamientos fueron ahora para Darien, eso hasta que un gran grito terminó su concentración.

-Qué sucede

-¡Tú! – gritaba Artemis furioso – Miserable – musitaba entre chillidos y su llanto de niño dulce

-¡Luna como te atreves! – gritó Mina ahora

-¿Qué sucede? – llegaba a la escena Rei

-No es lo que parece – tartamudeaba la gata

-¡Te odio!

En una sola palabra se podía explicar aquel arranque de ira: amor. Sí, el amor que se convierte en mil cosas en ese pequeño instante de arrebato. Artemis estaba realmente preocupado por Luna, salió a buscarla olvidando por completo a las Scouts pero el destino le tenía una gran sorpresa preparada, el momento perfecto para destrozar toda su vida: Infidelidad. Él… ella… él… ella… Mil pensamientos en su mente… me ama… No me ama… Infidelidad… él… ella…

-Artemis – dijo Luna sorprendida de verlo y separándose a toda prisa de Orión

-¡Qué haces aquí!

¿Faltaban las palabras? No cuando una escena lo decía todo. Él la besaba y ella parecía corresponder al gesto. Pobre gato blanco, pobre corazón enamorado. Gritó, maldijo y en su arrebato destruyó cuando tenía. Ya nada importaba. Los gritos cesaron cuando Orión confesó que tenían más tiempo del que parecían saliendo juntos

-Pero, pero…

-Lo siento Artemis, no pretendía esto

-¡Eres mía!

-¡No lo soy!

Llantos y pleitos sin sentido. El amor se convierte lentamente en dolor, la agonía comienza y el idilio que se creyó eterno se despedaza lenta y dolorosamente frente a nuestros ojos. El fin. Artemis no lo comprendía, ni pretendía hacerlo, ya no buscaba explicaciones sino soluciones, algo que apagara de una buena vez ese cúmulo de sensaciones que hacían temblar a su pequeño cuerpecito.

-Te odio

Y este momento cruel quedó marcado para siempre como el "incidente"