Fic escrito para la convocatoria del Mes de Himuro en el grupo Himuro no Harem. Y sí, adivinaron, ninguno de los personajes me pertenece, excepto los incidentales sin nombre.

En todos los fandoms hay AUs de Harry Potter, así que aquí tienen el mío. Y yo quería uno de ellos, así que básicamente es de mí para mí (lol).


A los once años, Himuro Tatsuya conoció a Nijimura Shuuzou en el Expreso de Hogwarts e hizo migas con él inmediatamente, una de las relaciones más espontáneas que forjaría en su vida. La noche de ese mismo día Nijimura se unió a la mesa de Gryffindor mientras él lo observaba desde la de Slytherin. El clic no se perdió pese a eso ¿Por qué habría de hacerlo?

Hoy en día, a sus dieciséis años, hay cuatro cosas a las que Tatsuya llama "verdades absolutas".

La primera es que jamás quiere perder ante Kagami Taiga en el quidditch. La otra es que la Sala de los Menesteres es la mejor sala que ha visto en su vida. La tercera es que Murasakibara Atsushi es la mejor compañía si quieres ir a Honeydukes (y de paso a Hogsmeade) de contrabando.

¿La última? Nijimura Shuuzou despide un suave olor a menta.


El aula de Pociones era uno de los lugares más peligrosos que Himuro Tatsuya conocía y lo decía con mucha razón en la boca. Él cambiaría mil veces estar en el Bosque Prohibido y sí, ya había estado allí, no hablaba de dientes hacia afuera, como diría Shuu. Es más, seguro que su amigo también le daría la razón, después de todo había estado allí con él.

─A saber qué desastre tendremos hoy ¿Eh? ─comentó Nijimura Shuuzou alias Shuu, metiendo los libros en su morral.

En ese preciso momento ambos estaban en el Gran Comedor, almorzando tostadas con mantequilla, tocino y fruta, como si en la vida hubieran visto comida. Normal, no habían despertado a tiempo para tomar el desayuno, en lugar de eso habían tenido que ir disparados hacia su clase de Aritmancia. Todo por haberse quedado despiertos hasta tarde echando una partida de naipes explosivos en la Sala de Menesteres junto a Kagami Taiga, Kuroko Tetsuya, y la profesora de vuelo, Alexandra García.

Mejor no saber por qué la profesora Alex permitía ese tipo de comportamientos en sus alumnos.

─No creo que sea tan malo ─lo tranquilizó Tatsuya─. La última clase no hubo ni un solo incidente.

Iba a ser malo, pero ninguno de los dos dio una en Adivinación. Al finalizar el tercer curso no les había quedado otra más que desertar con la dignidad entre las patas para concentrarse en una asignatura decente, es decir, Aritmancia. Por lo tanto, era imposible que con sus nulos conocimientos astrológicos y demás mierdas supieran sobre la humillación pública que iban a atravesar. Seguro que ni siquiera Midorima, un prodigio en la materia de Adivinación, podría haberles dado consejo alguno para evitarlo.

─Bien, en la última clase no ocurrió nada, pero la semana pasada derritieron un caldero ─insistió Shuu, haciendo esa típica mueca suya con los labios─. Casi siempre hay un incidente en la clase y a saber por qué. Pareciera que no son alumnos de sexto año.

─Bueno, no olvides que tú también estuviste a punto de envenenarme con ese Veritaserum que preparaste.

El efecto de ese recuerdo fue instantáneo: Shuu palideció de golpe y se rascó la nuca, avergonzado y destilando culpabilidad.

─Sí, bueno… perdón por eso, Tatsuya. Sabes que no era mi intención mandarte a la enfermería.

Nijimura Shuuzou tenía las mejores reacciones y Tatsuya siempre estaba bien dispuesto a tratar de averiguar qué otras caras faltaban por darse a conocer. A veces tenía que recurrir a métodos poco ortodoxos, pero no había mueca que no mereciera la pena.

─En algún momento deberás dejar de disculparte ─declaró solemnemente antes de apurar el jugo de calabaza y ponerse de pie─. Ahora vamos, no quiero que nos ganen el lugar en el aula.

─Como si alguien quisiera un asiento en particular.

Ambos abandonaron el segundo mejor lugar de Hogwarts según Kagami, es decir, el Gran Comedor (el primer puesto lo ostentaban las cocinas del castillo). Como era de esperarse una que otra mirada indiscreta se clavó en sus espaldas. Eso era el inconveniente del sistema selectivo de Hogwarts: Un Slytherin y un Gryffindor siendo tan cercanos no era el espectáculo más común. Pese a que llevaban prácticamente seis años siendo amigos, había dos que tres malintencionados que esperaban a que en ese año se rompiera una amistad que, según sus convicciones, estaba destinada al fracaso.

Siendo francos, a Tatsuya le importaba tanto como mierda de lechuza y estaba seguro de que Shuu compartía su opinión. Ambos tenían amigos de diferentes casas, el ejemplo inmediato era Kagami, a quien Tatsuya consideraba un hermano. Kagami había sido seleccionado para la casa Gryffindor y aunque entre los dos había tenido altibajos, de nuevo volvían a las andadas.

─¡Hey! ¡Ustedes! ¡Sin correr! ─ordenó Shuu a unos alumnos de los primeros cursos apenas pusieron un pie fuera del Gran Comedor─. Mira ¿No es esa una varita de broma? Venga, confiscada ¡Y si te vuelva a atrapar con otra de estas mierdas…!

Tatsuya sabía que, siendo él también prefecto de su casa, tendría que apoyar a su compañero. Pero la verdad es que era más entretenido mirar a Shuu impartiendo orden a base de gritos y maldiciones que tratar de imponerse ante los alumnos.

─¡Y tú podrías ayudarme en esto! ─se quejó Shuu cuando reanudaron el camino hacia las mazmorras─. Siempre me dejas lidiar con ellos y te limitas a mirar y juzgar.

─¿Ayudarte? Pero si tú lo haces estupendo sin mi ayuda ─lo picó Tatsuya.

─Cuánta irresponsabilidad la tuya.


A pesar de que Tatsuya no terminaba de apreciar la clase de Pociones presentía que ese año iba a ser su favorita. Desafortunadamente esa y Aritmancia eran las únicas en las que él y Shuu estaban a solas. El amigo de Shuu, Kubota, no había alcanzado la nota necesaria para volver a matricularse en Pociones y Aritmancia nunca la cursó. Y respecto a los amigos y conocidos de Himuro… Por alguna razón la mayoría eran menores que él.

Dos clases sin ser interrumpidos por Kubota y su nariz encantadora. Perfecto.

En cuestión de segundos se agenciaron el lugar que habían proclamado como suyo desde el inicio de año. Típico. Donde te sientes el primer día siempre es crucial, lo más seguro es que sea tu lugar todo el bendito curso.

─Oh ¿A qué huele? ─preguntó uno de los alumnos que se habían quedado rezagados al entrar.

Uno de los puntos más desdeñables de la clase era lo olorosa que podía llegar a ser y no en el buen sentido. No era nada raro que alguien fallara en la preparación de las pócimas y dejara el aula apestando a huevos podridos, en el mejor de los casos.

Por eso Tatsuya se sorprendió al entrar al aula y ser recibido por el aroma más delicioso jamás conocido.

─Huele bastante bien…─comentó a Shuu, quien también estaba ocupado olfateando el caldero de peltre rebosante de la pócima misteriosa.

─Lo sé. Huele a arroz frito ¿No te parece? ─comentó aspirando con ganas junto a los demás alumnos curiosos─. Oh, también huele a tierra húmeda, y pino. Y otro aroma que no sé qué sea… ¿Tú lo reconoces?

─¿En serio? No huelo nada de eso.

Tatsuya tuvo que olisquear los vapores del caldero dos veces más para darse cuenta de que no era un solo aroma, sino varios: la acidez de los pepinillos, el aroma fuerte del café bien cargado, el cuero de las pelotas quaffle y un aroma peculiar y fresco. La combinación de todo eso sonaba terriblemente asquerosa, sí, pero el asunto era que sentía que los olía por separado y no mezclados. Una confusión para su sentido del olfato, definitivamente.

─Estás mal, Shuu, esto no huele a arroz frito ─le informó Tatsuya cuando terminó de olisquear la pócima.

─¿Eres tonto? ¡Claro que huele a arroz frito! ─se empecinó él, arqueando una ceja─. Tienes las narices taponadas, eso es lo que pasa.

La discusión sobre los indescifrables tufos de la mentada poción fue interrumpida por el profesor entrando al aula, precedido por su enorme barrigón, claro está. Los alumnos que estaban aún de pie charlando tomaron asiento y miraron expectantes a su docente, ese que se estaba rascando la calva.

─Hoy vamos a estudiar una de las pócimas más peligrosas jamás concebidas ─explicó el profesor una vez terminada su lucha contra la comezón─. Así que tendrán que prestar mucha atención a lo que vamos a repasar hoy.

Eso picó la curiosidad de Tatsuya y, por la mirada que le dirigió, aparentemente también la de Shuu. No era para menos, la última vez que el profesor había dicho que iban a repasar una poción peligrosa Hanamiya Makoto casi destruye a la clase entera.

Probablemente a propósito.

─¿Es algo más peligroso que el Filtro de Muertos en Vida, señor? ─preguntó una chica de Gryffindor.

─El Filtro de Muertos en Vida es peligroso, sí, pero sin duda la poción que veremos hoy es un asunto aún más tenebroso ─contestó el profesor con una seriedad que anuló desde ya cualquier estupidez que fuera a salir de la boca de sus alumnos─. Esta pócima es capaz de provocar una profunda obsesión en quien la beba y ya saben, una persona obsesionada es lo más peligroso en este mundo.

─¿Vamos a preparar la poción maligna? ─preguntó Mibuchi Reo, mirando con desconfianza el brebaje satánico.

─No, pero es necesario que sepan reconocerla porque últimamente han estado preparando esta pócima de manera ilegal en Hogwarts con resultados desastrosos ─explicó aquél hombre obeso, retorciéndose los bigotes─. Ya van tres alumnos intoxicados por su mala preparación.

─Eso es enfermo ─murmuró Shuu entre dientes a Tatsuya─. Suena hasta a Artes Oscuras y todo.

─Ten cuidado, Shuu ─contestó Tatsuya en voz baja─. Cuando menos te lo esperes los alumnos que se quieran vengar por todo lo que les has confiscado te la pondrán en la bebida.

Shuu lo miró con cara de malas pulgas y abrió la boca para contestarle, pero fue interrumpido por la voz del profesor.

─Señor Nijimura, señor Himuro, parece que desean participar, así que ustedes serán los conejillos de indias… No, no pongan esas caras, no probarán la poción, pero me ayudarán a describir sus características. Pónganse de pie y acérquense.

Ambos hicieron lo que les ordenaba el profesor, Tatsuya sin protestar y Shuu arrastrando los pies y miraron la pócima como si ésta le hubiera mandado a hacer cosas indecentes con su madre.

─¿Podrían describir la pócima, señores?

─Bueno… el vapor forma esas espirales, sabe ─contestó Shuu de mal talante y Tatsuya no pudo evitar sonreír. Su amigo nunca había sido bueno para hablar frente a la clase─. Y brilla como… como distinto a otras pociones.

─¿Podría explicar qué clase de brillo es, señor Tatsuya?

─Claro. Yo lo describiría como un brillo nacarado.

El profesor asintió, complacido por la respuesta de ambos antes de dirigirse al grupo.

─Bien, sus compañeros ya explicaron algunas características muy particulares de la pócima, pero nos hace falta la propiedad definitiva ─habló el profesor tan pomposamente como le fue posible─. Señor Nijimura ¿Podría hablarnos del olor de la pócima?

Shuu asintió y se acercó al caldero, olisqueando fe nueva cuenta su contenido antes de dar una respuesta.

─Hay varios olores, tierra húmeda, por ejemplo. Creo que incluso huele a Tatsuya.

La clase estalló en carcajadas ante semejante respuesta y la cara de Shuu se transfiguró hasta simular a la de un pato asesino ¿Quién lo diría? Así ninguna falta le hacía llevar Transformaciones. Tatsuya procuró no echarse a reír también, no era su afán herir el orgullo de su amigo, era un mejor empleo de su tiempo volver a oler la pócima.

Sonrió. Ya había reconocido el olor que no había logrado ubicar antes.

─Oh, desafortunado su último comentario ─se encogió de hombros el obeso de turno a quien llamaban profesor, mirando con vergüenza ajena a Shuu─. Pueden tomar asiento, jóvenes.

No les quedaba de otra más que obedecer. Aunque por la cara de Shuu, parecía que sí que se moría por llegar a su asiento y conjurar un hechizo desvanecedor, a falta de capa de invisibilidad.

Tatsuya, por otro lado, estaba muy divertido con la situación y la sinceridad de Shuu que siempre provocaba que al pobre le saliera el hechizo por la culata. Ya se imaginaba cuál era el meollo del asunto y las risas de sus compañeros (e incluso las risas del bastardo de su profesor) le confirmaban sus sospechas. Esa cosa tenía que ser un filtro de amor o alguna porquería semejante, si o sí. Además ya había reconocido la fragancia fresca que había reconocido como menta. O específicamente el olor de Shuu ¿Sería el aroma de su champú? ¿De su jabón? O tal vez era su aliento.

Tuvo que desechar los pensamientos impuros de su cabecita para poder centrarse en lo importante, es decir, la comprometedora explicación del profesor.

─Verán, lo que está en este caldero es nada más y nada menos que Amortentia ─explicó su profesor─. Es el filtro de amor más potente que existe hasta el momento y una de las pócimas más enfermas y peligrosas que alguien se pudo idear.

─Pero que es sólo un filtro de amor ─rodó los ojos otro chico del salón.

─Tal vez, pero como el amor no se puede recrear lo único que causa la pócima es un encaprichamiento grande y peligroso ─continuó el profesor, con el tono condescendiente de quien explica un tema a un niño─. Ustedes son unos muchachitos que aún no saben absolutamente nada de la vida.

─Entonces ¿Está diciendo que algún loco o loca anda por ahí poniendo Amortentia a los estudiantes? ─preguntó Aida Riko, enarcando una ceja.

─Ojalá se me hubiera ocurrido a mí el plan ─habló Hanamiya con una vocecilla tétricamente soñadora ─. Claro que veo el potencial de esa pócima. Es diabólica.

Más murmullos en la clase que el profesor silenció al dejar caer un ejemplar de Elaboración de pociones avanzadas.

─Por favor, permitan que siga con mi explicación. Como bien dijeron sus compañeros, la pócima es fácil de reconocer por el vapor que asciende formando estas espirales ¿Las ven? También tenemos el brillo nacarado que describieron y lo más importante: el olor de la pócima ─hizo una pausa dramática e innecesaria─. Verán, olemos en la poción los aromas de lo que más nos gusta. Es por eso que el señor Nijimura olió tierra húmeda y, pues, al señor Tatsuya.

Los cuchicheos no se hicieron esperar y Tatsuya se apresuró a apartar la varita de Shuu de su alcance. Parecía estar a punto de explotar y lo que menos querían era otro incidente en la mazmorra. Sin mencionar la detención.

─ ¿Eso significa que en el filtro está el olor de la persona que nos gusta? ─le echó leña al fuego Hayama Kotarou.

─Bueno, no necesariamente ─negó el profesor, adoptando una pose extrañamente reflexiva─. Por ejemplo, yo nunca olí el aroma de mi esposa.

─Creí que había dicho que su matrimonio era un asco ─aportó una voz anónima desde el fondo del salón.

A partir de allí la clase se dividió entre las razones por la cuáles hacer Amortentia era jugar con el diablo y el apasionado debate de la horrible vida marital del profesor. Tatsuya habría amado escuchar la clase, de verdad, pero en ese momento estaba más ocupado observando a Shuu. El pobre miraba con malsana intensidad el caldero lleno de Amortentia y el brillo vengativo estaba a todo lo que daba en sus ojos. No le extrañaría que el caldero estallara en cualquier momento, víctima de tanta intensidad.

─Shuu ¿Quieres que hablemos de lo que pasó? ─preguntó para tantear el terreno.

─¿Para qué? Si tú ya lo sabes, el jodido profesor lo sabe, la puta clase ya lo sabe ─espetó con la voz cargada de frustración.

─No veo el problema ─prosiguió Tatsuya, ya seguro de que al menos una conversación del incidente sí era posible─. Es decir… Ya ha pasado algo similar antes ¿Recuerdas cuando confesaste que pensabas que tenía una cara bonita?

La elección del recuerdo era deplorable, sí, pero era el tipo de cosas que intuía que iban a funcionar para apaciguar a Shuu. Y si algo había aprendido de esos seis años de convivencia con él era que tenía que olvidar la parte de su mantra que hablaba sobre la cabeza fría para centrarse en el corazón caliente. Sonaba estúpido, pero era funcional.

─¡Argh! Me juraste que jamás ibas a volver a mencionar esa etapa de mi vida ─reprochó Shuu, recargando la frente en el pupitre, seguramente intentando recobrar las fuerzas para vivir─. Joder, Tatsuya, que tenía trece años y la hormona alocada, es todo.

─Tenemos dieciséis años, Shuu, la diferencia es de tan sólo tres años.

─En la adolescencia esa diferencia es abismal.

─Bien, dejemos ese tema de lado ─concedió Tatsuya, sin intenciones de pelear una batalla sin sentido─. En lugar de eso podrías contarme cuál es mi aroma. Si lo haces yo te diré a qué hueles en el filtro.

Shuu lo miró con cara de pocos amigos y Tatsuya esperó pacientemente a que cayera en cuenta de lo que estaba implicando en su propuesta. Para su buena suerte eso sólo tuvo que esperar un par de segundo antes de que tuviera otra de sus típicas contracciones faciales.

─¿Estás intentando decirme algo, Tatsuya? Ya sabes que me tienes que hablar claro.

─Podría ser ¿Quién sabe? ─sonrió complacido por el resultado de sus palabras. La expresión de Shuu era de lo más cómico que había visto en la vida, pero el fuego en su mirada mataba el humor para llevarlo por sendas pecaminosas ─. No me has contestado ¿A qué huelo?

─Bueno, es difícil de explicar ¿sabes? ─empezó Shuu, reponiéndose del shock emocional que acababa de sufrir─. Hueles un poco a cafeína, pero no del todo. Esto va a sonar asqueroso, pero no huele mal. Es como si estuviera mezclado con el olor de tu transpiración cuando terminamos de jugar quidditch.

Eso no era jugar justo ¿Cómo podía Shuu soltarle eso y esperar que Tatsuya contuviera sus más bajos instintos?

─No suena asqueroso, a lo que suena es a moral distraída. No creí que tuvieras esa clase de pensamientos obscenos, Shuu.

─¿Puedes dejar eso, cerdo? ¡Que estoy hablando en serio!

─Yo también hablo en serio ─aseguró, contemplando como la serenidad volvía a la pobre alma atormentada de Shuu a cuentagotas─. Es interesante saber a qué huelo.

─Eres de lo peor Tatsuya.

Al final la clase estuvo enteramente enfocada en frivolidades y no tuvieron tiempo de preparar ni el antídoto más sencillo del mundo. Lo único que habían aprendido en esa clase eran los detalles más sórdidos de la vida personal del profesor, que la Amortentia era cosa seria y que Nijimura Shuuzou estaba coladito por Himuro Tatsuya (al igual que un gran porcentaje de la población estudiantil de Hogwarts).

Menudo desperdicio de tiempo.

─No me lo has dicho ─comentó Shuu, fallando en su afán por mantener un tono casual─. No me has dicho a qué huelo.

Tatsuya terminó de meter sus materiales en la mochila, sin poder borrar su sonrisa de los labios.

─Creí que no te iba a importar el asunto.

─¿Puedes dejar de hacerte el interesante? Es irritante.

─Vale, vale, no te enojes ─ se colgó la mochila al hombro y salió junto a él, importándole bien poco que estuvieran rodeados de un montón de oídos indiscretos─. Tú hueles mucho a menta. Tu aliento, para ser específicos.

Como respuesta recibió una mirada de incredulidad de Shuu, una que bien merecida se tenía.

─¿Me hueles el aliento o algo así? No puedo creerlo ¿Desde cuándo se te hizo costumbre olisquearme?

─No sé qué tan válido sea el sermón cuando proviene de alguien que pone tanta atención al olor de mi transpiración.

Ese día fue memorable por dos cosas: La primera era que ambos estaban en el buen camino para sincerarse el uno con el otro. Admitir que habían estado oliéndose entre sí tal cual bestias peludas era un paso importantísimo. Y claro, no había que olvidar que el revelador e infernal filtro de amor había declarado que sí, había cierto grado de atracción entre ellos dos.

La segunda cosa memorable fue que ese día Himuro Tatsuya aprendió que debía comenzar a poner límites al momento de hacer enfadar a Shuu.

El maleficio moco-murciélago de Nijimura Shuuzou era más de temer que un trago de Amortentia.