Título: El Azul del Mar y el Cielo

Autor: BlueOneechan

Disclaimer: Esta historia está basada en la novela ligera High Speed! y High Speed! 2 de Koji Oji, así como también en el anime Free! en sus dos temporadas y demás material de Kyoto Animation. Los personajes y su concepto en sí no me pertenecen. Este fanfiction ha sido escrito sólo con propósitos de entretenimiento.


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EL AZUL DEL MAR Y EL CIELO

PRÓLOGO

Por un momento, pareció que el mundo se volvió de color rosa. Pétalos de flores de cerezo cayendo por todas partes, esparcidos por el suelo, flotando sobre el agua, revoloteando libremente sobre el lugar. Era un momento de fantasía, brillante y sublime, donde sólo se distinguían las sonrisas llenas de felicidad de los jóvenes nadadores. Salpicaban el agua hacia todas partes con alegría y diversión, y se sumergían y nadaban bajo el manto de cerezos que cubría la piscina. Era como estar dentro de un sueño.

Era el sueño de Rin hecho realidad.

A través de los pétalos de cerezo que insistían en caer, Haruka apreció la enorme sonrisa que el pelirrojo mantenía en su rostro. Le observó meter las manos al agua para luego lanzarla entusiasmado hacia Nagisa, y en seguida escapar ágilmente de los ataques de Makoto y Rei. Rin parecía un niño pequeño disfrutando de un juego inocente; de aquel juego que había estado esperando durante tantos años.

Haruka no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de satisfacción. Ahora que las cosas estaban bien y que su futuro se había aclarado, toda la tensión a su alrededor había desaparecido. Haruka sabía que Rin había estado preocupado por él todo este tiempo; lo había advertido en las palabras y en las acciones realizadas por el pelirrojo durante los últimos meses, especialmente antes del campeonato nacional. A pesar de que no se veían con frecuencia, Rin siempre estuvo animándolo a pensar en el futuro, motivándolo a encontrar un sueño y construir un camino para llegar a alcanzarlo. Incluso, llegó al extremo de llevarlo a Australia para enseñarle un mundo distinto, el mundo al cual Rin ansiaba pertenecer. Y había sido justamente en aquel viaje, cuando Haruka había encontrado su verdadero sueño: hacer de la natación su profesión y disfrutarla por todo el mundo.

—Gracias, Rin… —murmuró de forma casi imperceptible, casi como un suspiro.

Manteniendo una dulce sonrisa en sus labios, Haruka cerró sus ojos y se inclinó hacia atrás, dejándose llevar por el agua cubierta de pétalos de cerezos, sin notar aquel par de ojos rojizos que acaban de posarse sobre él.

Desde la mediana distancia, y en medio de las gotas de agua que reflejaban el color rosa de los pétalos, Rin se detuvo un momento para observar a Haruka. El contemplarlo tan relajado y con el rostro apacible era suficiente para sacar una nueva sonrisa en el pelirrojo, una pequeña e íntima, que no expresaba sino el alivio y el triunfo que sentía en ese momento. La sensación de haberle devuelto la mano a Haruka era impagable; gracias a él, Rin había salido de la angustia y frustración sufrida el verano pasado. Haruka le había salvado y ahora era quien Rin hizo el mismo favor. Sin embargo, había un detalle aún más significativo para el pelirrojo: Haruka compartía su mismo sueño. Ambos entrarían a un nuevo mundo y avanzarían hacia el futuro, compitiendo en el agua como siempre lo habían hecho desde que se conocieron cuando eran sólo unos niños. Y eso era más que suficiente para llenar de orgullo a Rin.

Observó un poco más a Haruka y sintió una ligera presión en su pecho que le obligó a soltar un suave suspiro. Se sentía completamente pleno y sin preocupaciones, y, sumado al hecho de estar nadando en una piscina cubierta de pétalos de cerezo, era como si su vida ya casi estuviera realizada.


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Cuando llegó la hora de abandonar la Academia Samezuka, Rin decidió acompañar a sus amigos hasta la entrada del recinto. A pesar de que las sonrisas se mantenían adheridas a los rostros de todos, había una sensación de nostalgia y tristeza en el ambiente. Sólo tenían que decir un pequeño "nos vemos", porque probablemente los cinco se verían al día siguiente o al que le sigue, sin embargo, sabían que el "adiós" más significativo vendría pronto. Haruka y Makoto ya habían trasladado sus cosas a Tokio y la solicitud de ingreso de Rin al equipo australiano ya estaba aprobada. Era sólo cuestión de tiempo para que llegara el momento de la separación y quedaran solo Rei y Nagisa en Iwatobi.

"Aunque vayamos por caminos diferentes, siempre estaremos conectados a los demás. No tendremos un final" había dicho Haruka a su equipo antes del último relevo. Sin embargo, él sabía perfectamente que todas las despedidas eran dolorosas y más aún cuando se acercaba esa despedida, la misma que había vivido hacía algunos años atrás.

—Te irás a Australia… —dijo Haruka en voz baja, caminando junto a Rin. Adelante, Makoto Rei y Nagisa caminaban distraídos y charlando entre ellos.

—Claro que sí, ¿a qué viene ese comentario? —preguntó Rin con diversión y en voz baja, imitando a Haruka— Me iré a Australia a seguir luchando por mi sueño —agregó sonriente, con el entusiasmo brillando en sus ojos.

—Rin,… ¿crees que algún día nos volvamos a ver? —preguntó Haruka con cierto temor, deteniendo su paso y manteniendo su mirada fija en el rostro de Rin, notando cómo la sonrisa en el rostro de éste iba desapareciendo.

—¿Qué clase de pregunta es esa, Haru? —preguntó Rin confundido, alzando una de sus cejas y mirando al pelinegro con seriedad.

Haruka no tardó en desviar la mirada y pronunciar un casi inaudible "olvídalo", disponiéndose a continuar su camino tras sus otros tres amigos. Sin embargo, el agarre de Rin detuvo su andar. El pelirrojo le había cogido por la muñeca con delicadeza y ahora le observaba con una extraña mezcla de nostalgia y esperanza en sus ojos.

—No habrá ninguna despedida, Haru —habló Rin con suavidad—. Sé que cuando era niño no te avisaba cuando regresaba de Australia, pero esta vez será diferente. Estaré siempre viajando a Iwatobi y tú serás la primera persona a quien visite, lo prometo.

—Pero yo estaré en Tokio… —dijo Haruka, distinguiéndose el desánimo en el tono de su voz. Le abrumaba el hecho de imaginarse atrapado en Tokio mientras Rin visitaba Iwatobi, y luego siendo él quien viajaba a casa mientras el pelirrojo volaba de regreso a Sídney. El no coincidir en las visitas era perfectamente posible— El tiempo irá pasando y-…

—El tiempo irá pasando —interrumpió Rin, tomando las palabras de Haruka—, nos volveremos fuertes y yo regresaré a Japón para nadar contigo en el equipo nacional. Esa es la meta a la que debemos apuntar, Haru. No importa el tiempo ni la distancia, yo sé que nos volveremos a encontrar —finalizó esbozando una tierna sonrisa en sus labios, mientras una ligera brisa primaveral acompañada de pétalos de cerezo removía delicadamente sus rojizos cabellos.

Los ojos de Haruka brillaron con encanto. Sin importar la especial relación que tenían –aquella mezcla entre amistad y sana rivalidad–, las palabras de Rin desde siempre habían logrado mover su interior y esta vez no era la excepción. La realidad tomaba un sentido más dinámico y a la vez significativo cada vez que Rin expresaba sus ideas y emociones.

—¿Recuerdas lo que te dije cuando estuvimos en Australia? —preguntó de pronto Rin, llamando la atención de Haruka— Cuando era niño, ver el mar me daba la tranquilidad que necesitaba en los momentos difíciles, porque yo sabía que, del otro lado, estaban mis amigos… estabas tú… Observar el mar es suficiente para sentir que estamos conectados.

—Conectados… —repitió Haruka en casi un murmullo mientras veía formarse una nueva sonrisa en los labios de Rin, al mismo tiempo que tenía la impresión de que todo a su alrededor parecía volverse más brillante y lleno de color. Sintiendo una tenue presión en su pecho, alzó la mirada y curvó ligeramente sus labios— La piscina en la que entrenaré en Tokio no está junto al mar, pero tiene un amplio tejado de vidrio. Cada vez que mire hacia el cielo, sabré que estamos conectados, que estamos bajo el mismo cielo.

—Haru… —Aquel nombre había escapado en casi un suspiro de los labios de Rin, al mismo tiempo que sus ojos comenzaban a brillar por la humedad— No sabía que podías decir algo tan lindo —agregó a punto de comenzar a sollozar, mientras Haruka desviaba su mirada hacia un costado, avergonzado por sus propias palabras.

—¡Haru-chan! ¡Rin-chan! —La lejana voz de Nagisa llegó a los oídos de ambos. Desde la distancia, el joven rubio agitaba sus manos con entusiasmo; junto a él, Makoto y Rei aguardaban con tranquilidad para volver juntos a casa.

—Sigamos adelante, Haru. Sin despedidas. Sin mirar hacia atrás. Yo sé que esto es el comienzo de algo grande —dijo Rin, reanudando su paso hacia sus amigos.

Haruka asintió con firmeza y decisión, emprendió su camino siguiendo al pelirrojo, mientras un nuevo soplo primaveral acariciaba a ambos jóvenes y elevaba algunos pétalos de cerezo hacia el cielo, aquel brillante cielo adornado de blancas nubes, que se extiende hasta el horizonte y se une con el mar en un perfecto e infinito color azul.


Prólogo

El Azul del Mar y el Cielo