Paragone azzardato


Curio y Romeo no podían parecerse menos. Curio tenía la piel cetrina y morena. La de Romeo era pálida y no tan suave como la de Benvolio mismo pero no tenía nada que envidiarle, por ejemplo, a la de Cordelia (de ella no hablaría ahora, puesto que es una charla sobre hombres).

Romeo sabía pelear con espada porque se lo habían enseñado e incluso Benvolio tenía algunos principios básicos aunque no le interesara el deporte y ni siquiera hubiera contemplado la carrera militar. Tampoco acostumbraba resolver disputas de esa forma y las peleas callejeras no eran propias de un noble como él.

Curio era un animal domesticado y Benvolio le temía. Parecía que estaba eternamente esperando a que su amo apareciera y le indicara morder, destrozar. De solo imaginar Benvolio a cuántas personas (bravas) habría matado en su vida, se estremecía.

O qué le haría, por ejemplo, si llegara a sospechar de su lealtad. Algunas veces pensó en preguntarle directamente cómo se había hecho esas feas cicatrices en el rostro. Romeo no tenía ninguna remarcable, aunque a menudo sus mejillas estaban hinchadas por los golpes que su padre descargaba cuando perdía el control. Benvolio había descubierto que la única forma de evitarle penurias era obligando a Romeo a comportarse como le mandaban, por castrante que resultara.

En mejores épocas.

Curio a penas y rechinaba los dientes, antes de partir a la cocina o a dar su ronda por los alrededores cuando encontraba a Benvolio observándole de reojo. Romeo ni siquiera lo había atrapado haciéndolo y eso que se dedicaba con exclusividad a ello desde hacía diez años.

Curio y sus manos (ásperas y llenas de cicatrices) supieron cómo aliviar a Benvolio, mejor de lo que Romeo jamás intentó vez alguna, siquiera aquellas en las que compartieron lecho, porque pasaron la jornada hablando y era muy tarde para regresar a sus respectivos aposentos.

Quizás solo se parecían en que fueron olvidados simultáneamente para darle lugar en la vida de Benvolio a Cordelia. Y en que aún lo lamentaba. Su carne, cuando menos.


[Noviembre, 2009]