05/10/2015

Disclaimer: No me pertenece Naruto.

Capítulo 1: Vórtice del tiempo.

—Konohamaru-sensei sí que se ha pasado esta vez —dijo Bolt, exhausto.

Sarada hubiera rebatido en cualquier otra ocasión, pero ella estaba tan magullada y cansada como él, por lo que se limitó a guardar silencio e intentar recobrar el aliento.

Ambos niños estaban acostados en las sombra de un árbol. Lucían terribles debido al exhaustivo entrenamiento al que habían sido sometidos y les dolían partes del cuerpo que ni siquiera sabían que existían.

—Creo que ha pasado mucho tiempo con Lee-sensei —sugirió Sarada, medio en broma.

Bolt soltó una estruendosa risa tan propia de él. El "cejas de azotador" –como lo llamaba su padre- debía tener problemas de hiperactividad o algo por el estilo, esa cantidad de ejercicio no era normal. Casi sentía lástima por Metal Lee, su hijo, quien tenía que aguantarlo diariamente.

— ¿A dónde vas?—inquirió al ver que la chica se ponía de pie.

—Mi mamá me ha dicho que fuera con ella al hospital saliendo del entrenamiento —explicó Sarada con sequedad.

Bolt casi hace un puchero ante eso. Su otro compañero, Mitsuki, también se había ido hacía mucho en dirección al bosque, diciendo que tenía que encontrarse con su padre… ¿o era su madre? Bolt no lo sabía, el género de Orochimaru seguía siendo un misterio.

Aún era muy temprano, por lo que su madre Hinata debía estar en alguna junta del clan Hyuga mientras que su padre… bueno, él estaba hasta el cuello con papeleo y no tendría tiempo para él. E ir a una casa sola, ya que Himawari debía estar fuera con su madre, no le parecía tentador.

— ¿Quieres venir?

Bolt se incorporó con rapidez, incapaz de creer que la estoica de Sarada Uchiha estuviera invitándolo a acompañarla. Pero no fue estúpido y decidió no indagar en el asunto.

— ¡Vamos!—dijo con entusiasmo, posicionándose a su lado.

—Hmph.

Sarada nunca había sido muy habladora, o quizá era que Bolt nunca paraba de hablar, pero el chico comenzó a relatar, con lujo de detalle, todo lo que haría ese fin de semana. Sarada casi se arrepiente de haberlo llevado con ella.

— ¿Qué es eso?—preguntó Sarada al aire, haciendo que Bolt se girara con confusión.

Justo delante del edificio del Hokage Sarada identificó a sus compañeros de clase y corrió en su dirección, con Bolt pisándole los talones.

—Chocho, ¿qué sucedió?—preguntó Sarada al llegar a su posición.

Ahí estaban todos reunidos. Shikadai, quien tenía las manos tras su cabeza y poseía una expresión de aburrimiento terrible; Inojin e inclusive Himawari. Y verlos a todos reunidos era bastante extraño.

—Reunión de shinobis —respondió esta, sin dejar de comer sus frituras.

— ¿Y por qué no estamos ahí?—inquirió Bolt con molestia.

—No es una reunión de shinobis —negó Shikadai, sin verlos directamente—. El Hokage sólo ha llamado a los de la generación de mi padre, quizá tenía algo importante que decirles —aventuró, encogiéndose de hombros—. Que problemático.

— ¿A los de la generación de tu padre?—repitió Sarada y él asintió.

—Todos nuestros padres están ahí —dijo, señalando al edificio a sus espaldas con un ademán de cabeza.

—Nu-nuestras mamás han dicho que vayamos a estudiar a la biblioteca —señaló Inojin.

Todos los chicos soltaron un jadeo de cansancio. Excepto Sarada, ella echó un rápido vistazo alrededor con el entrecejo fruncido. Shikadai la observó en silencio, sabedor que ella también lo había notado.

Había varias personas a su alrededor, todas distribuidas a una distancia considerable y escondidas para camuflarse y no resaltar, que tenían mascaras sobre sus rostros.

"Uno…" comenzó a contarlos la chica, intentando no moverse demasiado "Dos… tres… cinco" frunció el entrecejo con más énfasis "Cinco agentes ANBU a estas horas y en un sólo espacio… algo debe estar pasando"

— ¡Yo no quiero ir a la biblioteca, de verdad!—soltó Bolt con desagrado.

—Deberíamos ir a comer —sugirió Chocho.

— ¡Gordinflona! ¡Ya te has comido mi almuerzo!—le recordó Inojin con molestia.

—Vamos a la biblioteca —ordenó Sarada, comenzando a caminar.

A ella tampoco le gustaba la idea, pero si su madre le había dicho ir ahí debía ser por algo. Y ella confiaría en su madre. Todos se quedaron estáticos y fue Shikadai el primero en seguirla, coincidiendo en silencio con su razonamiento.

—Pero, Sarada, tengo hambre —lloriqueó Chocho cuando se posicionó a su lado.

Sarada no respondió. Y siguió caminando en silencio, cada paso su corazón se aceleraba un poco más.

Los estaban siguiendo.

Notó que Shikadai no parecía estar aburrido, como siempre, sino que sus ojos estaban inusualmente abiertos y su posición erguida. Compartieron una mirada.

— ¿Qué se traen ustedes dos?—preguntó Bolt con molestia, metiéndose entre ambos.

—Problemático —se limitó a responder Shikadai.

Conforme avanzaban, notaron que la gente comenzaba a escasear. Carajo, eso no era normal. Sarada y Shikadai eran los únicos que iban en un silencio sepulcral, ya que los demás parecían disfrutar a lo grande aquella reunión.

—Tsk. Nos tienen rodeados —musitó Sarada tan bajo que sólo Shikadai la escuchó.

Él ya lo sabía, hacía rato se había dado cuenta que tenían dos ninjas siguiéndolos por las espaldas, uno en el lado derecho y otros dos unas cuadras más adelante. Estaban listos para interceptarlos.

Él era un miembro del clan Nara, por lo que tenía la certeza de que aquello era una emboscada y su única posibilidad de escapar, si es que tenían alguna, sería huyendo por la izquierda hacia el campo de entrenamiento, y rogar porque alguien los salvara. Pero, tomando en cuenta que la mayoría de los ninjas estaban en el edificio del Hokage en esos momentos, sus posibilidades eran escasas. Tendrían que pelear, que problemático.

Sarada asintió cuando lo vio hacer un ademán en dirección a la izquierda, sabedora de lo que venía.

— ¡Eh, ustedes dos! ¿Qué…?

Los reclamos de Bolt murieron en su garganta y sintió un escalofrío recorrerlo al ver esos ojos. Ese color rojo sangre. Sarada había activado su sharingan.

—Toma a Himawari —ordenó esta.

Bolt tragó saliva y la obedeció rápidamente. No sabía qué pasaba, pero si Sarada había activado aquello la cosa era enserio. Tomó la mano de su hermana con fuerza.

—Oye, Inojin, ¿aun tienes esa bomba de humo?—preguntó Shikadai y el aludido asintió con confusión—. Tenemos acosadores, así que lánzala para poder correr, cuando te lo diga.

Como buenos ninjas, nadie hizo preguntas. Se limitaron a examinar alrededor en silencio. Avanzaron unos cuantos pasos antes de que Shikadai dijera, con aquella calma tan característica de él:

—Ya.

E Inojin lo hizo. Humo morado comenzó a envolverlos y todos comenzaron a correr en dirección al campo de entrenamiento tan rápido como podían.

— ¡Mocosos!

No se giraron al ver al autor del molesto alarido, en cualquier caso aceleraron el paso. Alejándose de la aldea.

Un kunai cayó justo delante de ellos, haciendo que se detuvieran en seco.

"Mierda" pensó Bolt al ver cómo los ninjas comenzaban a rodearlos.

Adoptaron una posición defensiva, formando un círculo para cubrir las espaldas del otro, con Himawari en medio de este. Desenfundaron sus armas con rapidez.

Los ninjas a su alrededor tenían mascara que parecía de ANBU, pero al verlos más cerca notaron que eran diferentes. Estas eran más oscuras y… tétricas.

—Vaya, vaya, ¿quién diría que los encontraríamos a todos juntos?

El líder de la pandilla se acercó a ellos. Cojeaba y parecía que se trataba de un anciano.

— ¡Váyanse de aquí antes de que les patee el trasero, de verdad!—amenazó Bolt.

—Los hijos de los doce de Konoha —continuó él, ignorándolo.

Era más que claro que no tenían ninguna posibilidad de salir de aquello si iniciaban una pelea, por lo que todos guardaron un prudente silencio, incluso Bolt.

— ¿Qué hacemos, jefe?—preguntó uno de sus lacayos.

—Sigan con el plan —respondió este con simpleza pero, al ver que este iba a sacar algo de su abrigo, lo detuvo—. Excepto ella —dijo, y Sarada se estremeció cuando la señaló—. Tráela.

— ¡Le pones un dedo encima y te mato, de verdad!—gritó Bolt con ira.

Shikadai apretó la mandíbula. Sabía que no podían dejar a Sarada atrás, pero no tenían escapatoria. Su jutsu de posesión de sobras aun no era tan fuerte como para paralizar a todos.

Sin embargo no pudieron idear ningún plan, de un momento a otro, Sarada sintió una ráfaga de aire justo a su lado. Carajo, eran rápidos. La tomaron en su poder, cargándola antes de separarla del grupo.

— ¡Sarada!—gritaron al unísono, dispuestos a pelear.

El líder sacó un pergamino y mordió su pulgar, sacando sangre que después expandiría por el pergamino.

Arte oculta, invocación de vórtice del tiempo.

Antes de que pudieran reaccionar, una luz cegadora apareció debajo de sus pies. Una sensación absorbente proveniente del piso que les impidió moverse o siquiera hablar.

Sarada no tenía mucho chakra, debido a que la mayoría lo utilizó en el entrenamiento, por lo que, en un movimiento desesperado, enterró su kunai con fuerza en el costado de su captor, quien soltó un grito de dolor y aflojó su agarre.

— ¡Atrápenla!

Corrió en dirección a sus amigos y, sabedora que estaban a punto de atraparla, tomó la mano de Bolt. Este, haciendo un esfuerzo sobrehumano, la apretó con todas sus fuerzas antes de que todo comenzara a dar vueltas.

Fue como ser lanzados al espacio. Todo giraba sin control y lo único real que Sarada sentía era el agarre de Bolt, al cual se aferró como si su vida dependiera de ello, porque quizá era así.

¿Quién iba a decir que estaban viajando al pasado?