Hola :)
Bueno, hace un tiempo publiqué un oneshot llamado "Cuando Molly conoció a Jim". Por esos días, me pidieron si podía hacer la continuación y específicamente mi queridisima Dracarys29 me pidió "relatar" la caída.
Con algunas ideas y cosas que en el oneshot se me quedaron en el tintero, empecé a darle forma a esta historia de tres capítulos (que serán publicados este fin de semana) que inicialmente pretendía ser un regalo de cumpleaños. Pero creo que tu, hija de Moffat, te mereces algo mejor de regalo, algo como, por ejemplo, a mí comiendo completos en tu casa... oh, wait... anyway.
Feliz cumpleaños Dracarys29 :)
-¿Moscú? ¿En serio? - Preguntó Molly, con una cara de sorpresa indescifrable para su novio.
-¿No te gusta la idea? - Inquirió él.
Era su aniversario. Un mes más, aunque ninguno podía recordar qué celebraban ¿era su primer beso? ¿Aniversario de noviazgo? ¿El día en que Molly descubrió quien era en realidad James Moriarty? No lograban ponerse de acuerdo. Lo único que sabían es que cualquier razón válida para celebrar era bienvenida. Incluso cuando no las hubiese.
La pregunta del criminal fue contestada con un beso de su novia, quien se colgó de su cuello, aun sosteniendo los pasajes de avión.
-Sabía que te gustaría - dijo Jim, una vez que se separaron, para volver a besarla. -Ven - le dijo, tomándola de la mano - tienes que probar este vino.
Fueron al comedor y el hombre sirvió dos copas; la chica aprobó la bebida y se sentaron a comer.
En un par de días, Molly Hooper por fin tendría sus ansiadas vacaciones, y aunque generalmente no solía hacer con ellas más que visitar parientes y hacer maratones eternas de sus series favoritas, en esta oportunidad, tenía a Jim, quien le había prometido hacerse cargo de darle un descanso como correspondía, sin embargo, al revisar por enésima vez los pasajes, hizo conexiones que la emoción de la sorpresa no le había permitido ver. Sabía que no era necesario quedarse con la duda, o escabullirse en medio de la noche a revisar papeles en la oficina a mano izquierda del pasillo; James se lo diría. Él siempre lo hacía.
-Así que Moscú… - comenzó la joven, llevándose una cucharada de helado a la boca - ¿Seguro que es sólo por mis vacaciones?
Jim la miró con ese toque de malicia y sonrió culpable. Otra vez ella había adivinado sus intenciones.
-De verdad eres muy lista, Molly Hooper. Quizás vea a algunas personas, haga algunos nuevos amigos… o quizás sólo sea un buen tipo. Aun no lo decido. - Contestó con gracia.
La forense no pudo evitar reír.
-¿Qué voy a hacer contigo? - Preguntó la chica, mirándolo a los ojos, mientras sostenía su mano.
-Acompañarme de nuevo. Como siempre - Respondió con seriedad.
Molly se levantó de su silla, y aun con la mano de Jim entre las suyas, se apoyó en la mesa, justo frente al hombre. Dejó ir su mano y acarició con calma la cabeza de Moriarty, enredando sus dedos entre el cabello rebelde del criminal. Él cerró los ojos y lentamente las manos de Molly bajaron por su nuca hasta alcanzar el cuello y se inclinó para darle un beso lento y delicado, que progresivamente fue tomando fuerza y calor.
-Aun no - susurró James. Ella lo miró, esperando que se explicase. - Tengo otra cosa para ti en la habitación - finalizó apoyando su frente en la de la joven quien sonrió complacida.
-Espero que no sea algo que ya haya visto antes. - Bromeó ella, mientras volvía a su lugar.
Al terminar de comer, Jim le pidió a Molly que llevase lo que quedaba de vino a su cuarto, mientras él revisaba sus últimos negocios. La mujer aguardó por su novio, mirando el cielo londinense a través de la ventana. Todo parecía tranquilo, más allá de algunas pequeñas gotas que comenzaban a salpicar el vidrio.
No oyó a Jim entrar, y por eso se sobresaltó cuando sintió su agarre firme en el vientre.
-¿Me extrañaste? - Susurró el criminal en su oído.
Molly asintió y el hombre le dio un beso en el pelo. Pasó hacia adelante su otra mano, que contenía una pequeña caja. La chica la recibió y abrió, desvelando un pequeño dije rojo, quizás de rubí, pendiendo de una fina cadena. No pudo evitar su sorpresa. No sólo notó al instante el valor monetario del regalo, sino que además, su delicadeza y la dedicación con la que había sido elegido para ella. El hombre le puso la joya y la llevó al espejo para ver como lucía.
-Perfecta para ti - le dijo, al tiempo que depositaba un beso en su cuello.
Molly se volvió y se deshizo de la camiseta de Jim, para colgarse de él una vez más.
En la cama, desnudos, y luego de que Jim terminase de recorrer el vientre de Molly con sus labios, la miró y le dijo:
-Eres única, Molly Hooper.
Y se perdió nuevamente en la piel de la chica.
A Jim ya no le importaba dormir abrazado a Molly, o sonreír al verla junto a él por la mañana. Simplemente, se dejó llevar.
Finalmente, un par de días después, se embarcaron rumbo a la capital rusa, en un avión bastante lujoso y que, además de la pareja y algunos de los colaboradores de Jim, no transportaba a más de diez o doce personas.
-Te va a encantar - comentó James a la chica, cuando ya habían emprendido el vuelo.
-¿En serio? ¿Cómo sabes? - Preguntó ella, hundiendo su nariz en el hombro de su novio.
-Tengo un don para estas cosas - Contestó Moriarty, mirándola de reojo.
Tres horas y cuarenta y cinco minutos después, la pareja pisaba suelo ruso.
Se hospedaron en el "Ararat Park Hyatt", un lujoso hotel ubicado en el centro de la ciudad. Los primeros días, se dedicaron a recorrer museos, catedrales, palacios y cuanta atracción encontrasen por el camino.
-Tenemos que venir y ver esto en invierno- comentó Molly, mientras caminaban por la Plaza Roja.
-¿Invierno? ¿Por qué?
-La chica del buffet dice que es mágico. Y aquí también - señaló la muchacha, mostrando la guía turística que tenía en la mano.
-Tus argumentos son irrefutables - replicó Jim con gracia. - Está bien, volveremos cada vez que quieras.
Molly se acurrucó en su brazo, y se detuvieron un momento ante el esplendor frente a sus ojos, que recorrían cada centímetro del lugar, intentando guardar con la mayor precisión posible la magnitud del entorno. Inevitablemente sus miradas se encontraron y sonrieron, mientras James acariciaba la mejilla de la forense.
-¿Qué es? - Preguntó la joven, reconociendo el tacto de su novio.
-Voy a tener que empezar a mentirte si sigues adivinándolo todo - replicó el hombre, en tono ligero.
-Y también me daré cuenta -contestó ella. - Dime, Jim, ¿qué pasa?
-Tengo una… especie de reunión hoy. Un poco lejos del centro, tardaré bastante… o quizás no llegue esta noche. - Explicó.
Molly cerró los ojos y se apoyó por un momento en el hombro de Moriarty. Lo sabía, iba a pasar y había estado de acuerdo. Se incorporó y esta vez, ella puso su mano sobre la mejilla del hombre.
-Está bien, pero volvamos caminando al hotel. No está lejos y me debes esos minutos. - Reclamó.
James sonrió y le dio un pequeño beso, para tomarla de la mano y caminar lentamente a través de la Plaza.
Al llegar al hotel, y mientras se preparaba para salir, Jim dejó entrever algunas de las cosas que haría. Nuevamente tenía algo entre manos contra Sherlock, pero esta vez sería un plan mucho más elaborado.
-Diviértete cariño, pide lo que quieras. ¿Vas a estar bien, verdad? - Dijo Moriarty antes de abandonar la habitación.
Molly asintió y le dio un beso, deseándole buena suerte.
Molly ordenó un helado de chocolate a la habitación y buscó algo que pudiese entender para ver en el circuito cerrado de televisión del hotel. Para su fortuna, había varios títulos disponibles en su lengua materna. Luego, descalza, salió un rato al balcón, entró cuando le dio frío y se escondió entre las sábanas de la cama. Era poco más de medianoche y sabía que James tardaría, por lo que intentó conciliar el sueño. Comenzaba a lograrlo, cuando notó el ruido de la puerta de la habitación abrirse. No tenía contacto visual directo con ella, así que se quedó unos segundos en silencio, para asegurarse de que había sido efectivamente la de su habitación. Sintió pasos ligeros y notó la figura de Moriarty recortada entrando al cuarto.
-¿Te desperté? - Preguntó casi en un susurro.
-No, apenas estaba quedándome dormida - respondió ella, extendiendo un brazo, llamándolo.
James entendió el gesto y se recostó junto a su novia, sobre la ropa de cama. Apoyaron sus frentes y Molly acarició su cabello. Él pasó un dedo con delicadeza por los labios de la mujer, que lo miraba intentando leer su expresión.
-¿Le disparaste a alguien? - Preguntó tranquila, aunque frunció el ceño, para evidenciar su preocupación.
-No amor, ¿Por qué? - Replicó James, extrañado ante la duda.
-Tus manos… tus dedos huelen a pólvora. - Respondió ella, llevándose la mano de Jim a las suyas, para jugar con sus dedos.
-Ah… eso es desde… casi no puedo recordarlo… ¿Quieres que lo cubra?
-No… no - respondió la joven, más segura en la segunda negación - Es sólo que cuando te conocí no tenían ese olor…
-Ya veo… me preocupo mucho de ocultarlo cuando tengo que fingir, ya sabes, ningún detalle al azar.
Molly sonrió y dejó ir la mano de su novio, para que se estacionase en su espalda, llevando la propia hasta el cuello del hombre y besarlo. James se dejó guiar y en pocos minutos, la forense estaba sobre él.
Era su último día en Moscú, por lo que aprovecharon de volver a algunos de los lugares que más les habían llamado la atención. Comieron en "Nobu", que quedaba a poco más de cinco minutos en automóvil desde el hotel.
-Entonces… -Comenzó Jim, mientras revisaban el menú - ¿Contenta con las vacaciones?
-Mucho más que eso mi amor. La mejor semana de la vida - respondió la joven, dedicándole una sonrisa de franca alegría.
Jim la correspondió y llegaron a tomar sus pedidos. Mientras aguadaban, hablaron un poco sobre los lugares que habían visto y las cosas que faltaban por ver. Durante la comida, la conversación varió hacia el futuro más cercano. Entonces Jim le contó a Molly sobre lo que había estado haciendo la última noche. La chica apretó los labios un poco, evidentemente preocupada por el evidente riesgo que significaba la exposición del criminal ante el mundo.
-Lo primero que haré al volver a Londres - explicó Moriarty, intentando calmar las dudas de su novia - será asegurarme de que no establezcan los nexos entre nosotros. No voy a dejar que lleguen a ti. Es una promesa.
-Lo sé. - Replicó la forense, con una sonrisa melancólica, acariciando el dorso de la mano de su novio - Es sólo… tienes que prometerme que no fallarás, James. En serio. Ni un solo paso en falso. - Requirió la chica, con firmeza.
Moriarty la miró a los ojos y sonrió. Ahí estaba, esa seguridad que había permanecido oculta bajo capas y capas de buena imagen, que se revelaban con entereza frente a él. No podía negarse a esa petición, no a esa forma de pedirlo.
-Va a ser una obra de arte, Molly, en serio. - Afirmó finalmente, con la misma seriedad. - Pero ahora tenemos que pasar a un tema más delicado aún. - Explicó el criminal, con una sonrisita traviesa en los labios.
-¿Así? - Preguntó Molly, divertida.
El hombre dejó una caja sobre la mesa. Pequeña, rectangular y negra, con un pequeño lazo plateado. La forense la miró dudosa y con la misma expresión dirigió su vista a los ojos de su novio, que parecía no resistir más porque ella la abriese. Molly sabía que no era un anillo o algo por el estilo. Ante las circunstancias, hablar de matrimonio era impráctico. Y por mucho que durante el tiempo que habían estado juntos, James Moriarty había tenido gestos auténticamente románticos, en el fondo, era un hombre práctico.
Molly tomó el objeto finalmente y con mano temblorosa desveló la llave que se encontraba en su interior. Era aun más confuso que las diferentes ideas que se le habían cruzado por la cabeza.
-Iré a la cárcel, por lo menos algunas semanas. La única persona que conoce mi casa también como yo eres tú. - Afirmó James. Ahí estaba, el hombre práctico.
Molly lo miró. Entendía que había algo moviendo el gesto, más allá de lo frío que Jim intentaba sonar.
-Me encargaré de que todo esté en orden - Dijo la forense, asumiendo su tarea.
-Además… - suspiró Jim. Pausa, bajó la cabeza, en un gesto que la joven definiría como melancólico, y luego la levantó, mirando a su novia a los ojos, y esbozó una pequeña sonrisa: - Sé que es algo lejos de St. Bart's, pero hay una planta que amanece más viva cuando tú la riegas, y creo que últimamente siento que mi cama está más grande ¿no lo has notado? Aunque lo dudo, no pasa cuando estás ahí.
La chica sonrió y le dio un beso. Entendió, sin embargo, que la idea inicial de Moriarty no era la que había expresado. Que era otra cosa, quizás miedo. Le acarició el cabello y el hombre cerró los ojos, dándole la prueba definitiva de que en cierta forma, abrigaba algo de temor respecto a lo que pasaría.
-Me voy a encargar de todo, Jim. Te lo prometo. Vamos a estar muy bien, y tu planta lucirá hermosa toda la temporada. - Dijo.
-¿Qué voy a hacer contigo, Molly Hooper?
Ella sonrió. Tenía mil ideas en la cabeza sobre cómo responder esa pregunta, pero cada una revelaba que el criminal había dejado entrever algo de su fragilidad. Y ella no podía hacerle eso, no justo antes de solucionar el problema final.
