Tomoyo estaba de pie fuera del salón de clases esperando que el profesor le diera permiso de entrar. Había sido transferida y ahora era la niña nueva en este lugar. Miró alrededor mirando lo que desde ahora sería su nueva escuela.

"No creo que tenga mucha importancia." – Pensó tristemente.

Le daba lo mismo que fuera aquí o al otro lado del mundo, nunca habría suficiente distancia. Una voz la sacó de sus pensamientos.

"Ya puedes entrar".

Con paso lento ingresó en el aula y se puso de pie enfrente de las demás alumnas. Tomoyo desvió su mirada a un lado evitando mirar a los demás y dejó que el profesor la presentara.

"Les presento a Tomoyo, a partir de ahora formará parte de nuestra clase. El año pasado estuvo enferma y no pudo asistir al colegio por lo que se atrasó un año así que sean amables con ella."

Un ligero murmullo se hizo sentir en el salón con el comentario en voz baja de todas las niñas que fue interrumpido al abrirse la puerta del salón intempestivamente.

"Señorita Sakura. Otra vez tarde."

"Perdón profesor. Es que me quede dormida."

La voz de la niña estaba agitada, obviamente había hecho un gran esfuerzo para tratar de llegar a tiempo, sin buenos resultados. Se quedó un momento de pié en la puerta mientras tomaba una bocanada de aire y se recuperaba del agite.

"Mejor tome su asiento señorita Sakura... y Tomoyo, puede tomar asiento libre al lado de ella."

Las dos chicas se dirigieron a su lugar y antes de sentarse Sakura le regaló una sonrisa a su nueva compañera. Tomoyo se estremeció un poco ante esa reacción y solo se limitó a tomar su lugar en el salón.

El tiempo pasaba lento y Tomoyo estaba totalmente ausente, su mente completamente en otro planeta. Miraba por la ventana con melancolía queriendo estar en otro lugar y momento.

Un lápiz rodó del escritorio de al lado llamando su atención. Sakura se había quedado dormida en clase, lo que hizo sonreír a Tomoyo. Se veía linda como su cabello castaño claro ligeramente alborotado caía suavemente sobre su rostro y que no podía, por algún motivo, dejar de mirar.

Detalló el rostro de Sakura. Sus mejillas ligeramente enrojecidas, sus finos y bellos labios y su linda nariz que se contraía levemente con su respiración, lo que le robó otra sonrisa de Tomoyo.

"... deja quieto... ese postre es mío..." – Susurró Sakura entre sueños.

Tomoyo tuvo que contenerse para no reírse ya que si lo hacía seguramente se metería en problemas.

Una de las niñas cercanas a Sakura trató de despertarla, sacando a Tomoyo de su admiración. Se retrajo otra vez y puso de nuevo su atención en el profundo azul del cielo.

Sonó la campana que marcaba el comienzo de la hora de receso y todas las niñas salieron del salón. Tomoyo salió al último y caminó por unos minutos por los pasillos y caminos de la escuela. En un momento se topó con unos arbustos que formaban algún tipo de pared pero ella se decidió cruzar al otro lado. Había llegado a un hermoso jardín lleno de lindas y fragantes flores que rodeaban una estatua de la Virgen María.

Tomoyo se adentró en este lugar fascinada por su belleza. Era un lugar muy tranquilo, el sol brillaba y una ligera brisa refrescaba el lugar. Caminó por los caminos y finalmente se sentó al pié de la estatua de María y por la calma del lugar se quedó dormida.

Sakura caminaba con sus amigas mientras se quitaba la pereza estirando los brazos.

"¿Dormiste bien Sakura?" – Comentó burlona una de las niñas.

"¿Hoe?" – Contestó desprevenida – "Si, lo que pasa es que anoche vi una película de terror y luego no me pude dormir U"

"Y todo el esfuerzo que tuvimos que hacer para que el profesor no se diera cuenta y por eso hoy tu tendrás que ir a comprar la comida."

"¡¿Yo?!... pero... pero..."

"Pero nada... es lo mínimo que puedes hacer después de evitar que te castigaran."

Sakura bajó la cabeza con resignación.

"Esta bien. Iré."

Después de ir a la cafetería y comprar algunas cosas volvió al lugar donde habían quedado en encontrarse pero no estaban allí. Sakura hacía lo posible para no dejar caer nada el suelo pero cada vez se le hacía más difícil por la cantidad de cosas que traía.

Dio una vuelta por el lugar y no las encontró.

"Tal vez fueron al jardín" – Pensó.

Se dirigió allí y con mucho cuidado para no botar nada atravesó los arbustos. Dio una mirada alrededor y notó una figura al pié de la estatua de la Virgen María, creyendo que era una de sus amigas se dirigió a toda prisa pero cuando ya estaba a unos pasos se tropezó dejando caer todo al suelo y una de las bebidas terminó encima de Tomoyo.

Tomoyo al sentir el líquido caer sobre ella dio un saltó automáticamente producto de la impresión.

"Yo... yo lo siento mucho, perdóname no quise hacerlo..."

Inmediatamente al notar el desastre que había provocado Sakura se acercó a Tomoyo pidiendo un millón de disculpas.

"Vamos al baño te ayudaré a limpiarte."

Sin darle tiempo a Tomoyo de responder ni menos de asimilar lo sucedido Sakura la tomó de la mano y la arrastró con ella.

Ya en el baño Sakura intentaba de limpiar torpemente el uniforme, su rostro y el cabello con un pañuelo húmedo, estaba tan nerviosa que ni sabía lo que estaba haciendo.

"Sakura, tranquilízate un poco... me lastimas."

"Perdona, perdona." – Exclamó con nerviosismo. – "Ya ni sé lo que hago o"

Tomoyo le tomó las manos de Sakura con delicadeza y le quitó el pañuelo. Sakura un poco avergonzada y mirando al suelo se hizo a un lado mientras Tomoyo se arreglaba.

"¿Cómo sabes mi nombre?"

"Lo oí mencionar al profesor cuando llegaste tarde esta mañana."

Sakura se sintió algo ridícula porque Tomoyo ya la recordaba por algo así.

"Te llamas Tomoyo¿verdad? Oí de unas de mis amigas que estuviste enferma el año pasado y por eso estas atrasada ¿cuántos años tienes? Yo tengo 10 años."

Tomoyo dejó de hacer lo que estaba haciendo y quedó algo paralizada por el comentario y no pudo evitar sollozar levemente.

"Yo tengo 11 años y no... no estuve enferma."

"¿Entonces?" – Sakura había notado el cambio en Tomoyo pero no pudo evitar preguntar.

"Mis padres... ellos... ellos murieron el año pasado en un accidente."

Los ojos de Tomoyo estaban llenos de lágrimas y cuando se volvió hacia Sakura esta la recibió con un abrazo.

"Yo... yo lo siento mucho Tomoyo... nuca debí preguntar, debí quedarme callada."

Tomoyo quedó petrificada pues no se lo esperaba, pero era reconfortante sentir ese cálido abrazo, tanto, que se dejó llevar y le respondió apoyando su cabeza sobre el hombro de Sakura.

"Conque aquí estabas, donde rayos te habías metido Sakura." – Una de las amigas de Sakura irrumpió en el lugar sorprendiendo a las dos chicas – "¡Vaya! Veo que ya se hicieron amigas."

Tomoyo y Sakura se miraron mutuamente y se separaron lentamente algo cohibidas por el comentario de la recién llegada

"Vamos, ya casi es hora de la clase."

Sakura siguió a su amiga pero Tomoyo se quedó en el baño un momento aún aturdida por lo ocurrido.

"Tomoyo¿te vas a quedar ahí parada?" - Sakura se había devuelto al notar que Tomoyo se había quedado atrás. – "Mira que vamos a llegar tarde."

Sakura se acercó y sacó un broche con la forma de una rosa de su bolsillo y se lo puso en los negros cabellos de Tomoyo.

"Perdona otra vez por el desastre, por haber derramado el refresco sobre ti. Usa ese broche al menos hasta que llegues a casa y te puedas arreglar."

Entonces Sakura con una sonrisa tomó las manos de Tomoyo y gentilmente la invitó a seguirla de regreso al salón.

Notas de la autora: Hola a todos!! aqui estoy de regreso con otra historia que incluye a Sakura y Tomoyo. Esta historia está especialmente dedicada a una niña muy especial para mi y espero que te guste.