Por fin me he decidido a publicar un fic largo…jejej. Está inspirado en lo que es cenicienta y especialmente en la película por siempre cenicienta, no se engañen pensando que todo va estar a los mismos pasos que esa historia, tengo unas cuantas intrigas que diferencian este fic y también intento mantener la esencia de los personajes de Bleach. Por lo anterior esta de más decir que esta historia es un AU.
A por cierto gracias a los Reviews que me han escrito en mis one-shots, de verdad me animan a seguir publicando.
Espero que les guste y disfrútenlo.
ACLARACIÓN: Los personajes de Bleach no me pertenecen son de propiedad de Kubo Tite. Al igual que el popular cuento de Cenicienta, y la película "´Por siempre cenicienta", que sirvieron como inspiración para esta historia, intertextualización como me dirían en lingüística.
Por siempre un cuento de hadas
Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano donde la paz reinaba, vivía la hermosa familia Kuchiki. Byakuya era un acomodado duque que heredó su título por largas generaciones de servicios al rey, quien estaba felizmente casado con una dulce y amable joven de nombre Hisana. Su posición dentro de la nobleza no causaba grandes problemas para sus vidas, por el contrario tenían muchos privilegios y recompensas por su trabajo. Cuando pensaron que no podían ser más dichosos, la Duquesa se enteró que estaba esperando una niña. Fueron los días más alegres para la pareja.
Pero nunca se puede prever la llegada de la desgracia y como nunca esta llegó; pues al nacer la pequeña que con tantas ansias habían esperado la madre murió en el parto. El carácter y la sonrisa de quien vive la desgracia no volvieron a ser los mismos. Sin embargo debió retomar fuerzas para afrontar y criar a su hija, Rukia.
Así fue como Byakuya debió lidiar con el crecimiento y desarrollo se su heredera hasta que cumplió 6 años, criarla bajo ninguna tutela más que la suya fue un gran desafío. Su rigidez y auto exigencia lo llevaron a pensar que no era suficiente para el buen desarrollo de una dama como su hija. Por eso, y pensando que era lo mejor para su pequeña, decidió casarse para así darle una vida más tradicional; con una mujer que pudiera brindarle el amor como el de una madre, que a su corta edad no había conocido.
-¿Rukia?-se oía la inalterable voz del Duque, que provenía desde adentro de un gran despacho perteneciente a la cabecilla de la familia.
- si padre, ¿me llamó?- contesto una muchacha que se asomó por la puerta, de ahora unos 10 años de edad, con la misma tez brillante y blanca de su madre, y los anochecidos cabellos de su padre.
-si pasa y siéntate- tomó aire mirando hacia la amplia ventana que daba a los jardines, un suspiro se escapo de sus labios y volvió la vista a su hija, quien esperaba expectante sus palabras mientras tomaba asiento frente al gran escritorio. El peli negro la observó por unos segundos más y decidió hablar.
- hija, debo partir. Es un largo viaje ….el rey pidió mi presencia para actuar como intermediario entre este y el reino aledaño…puedo demorar unos meses en volver. Las mantendré informadas. Así que…cuida de tu madre, tus hermanas, y tú también…cuídate mucho - Sus palabras la sorprendieron y la reconfortaron. Sin embargo, un mal presentimiento se albergó en su corazón, "un adiós sin retorno" pensó, intento manifestar su tormento, pero la firme mirada de su padre la obligaron a callar.
Rukia no era una chica de formas superficiales ni ligeras, por el contrario sabía lo dura que era la vida y el empeño que debía poner en todo lo que hiciera para que las cosas resultaran. Poseía un carácter fuerte, un poco introvertido, pero jamás aceptaría intimidaciones ni provocaciones, y ante todo obedecería a Byakuya. El tiempo que convivió con su padre logró aprender distintas disciplinas, entre tocar el piano, la forma correcta de comportarse y lo más apreciado para ella, manipular una espada. No era lo más convencional, pero su padre la preparó para enfrentar el mundo con o sin él.
Todos la admiraban por su carácter, y por supuesto su belleza, era una joven de poca estatura, 1,30, pero eso no quitaba que poseyera un brillante cabello color negro como el abano, una piel como la nieve, suave y blanquecina, unos ojos enormes de iris oscuros indescifrables, un andar que cargaba una elegancia sin igual, cualquiera que la viera la confundiría con una princesa. Solo tres personas no podían soportarla, y que por desgracia eran sus parientes, por lo menos políticos. Soi fung, la mujer con la que contrajo matrimonio el duque; Viuda, proveniente de una familia de condes de gran ambición, tenía una cabellera oscura y corta hasta la nuca, delgada, con ojos furiosos, jamás vio asomarse una sonrisa. Y sus dos hijas, la primera Orihime; una chica no muy vivaz, infantil y un tanto atolondrada, su cabello era esplendoroso de color castaño que tomaba tonos rojizos, pero todos sus atributos se veían opacados por su carácter indeciso, la inseguridad en sí misma y la perversa genética heredada de su madre; La segunda llevaba por nombre Nell; una chica de mirada triste y larga cabellera de color verde, su carácter era muchas veces una incógnita, generalmente era callada como si viera más allá de los simples ojos. Las tres, las dos últimas a retaguardia de su madre, solo deseaban deshacerse de la chica, para así lograr apoderarse de todo lo que esta poseía.
Tras la pequeña conversación con su hija, Byakuya tomo su equipaje y fue rumbo a su destino, se despidió de su familia y se hizo camino hacia su carruaje, cuando subía dedico una última mirada a su pequeña, quien no permitió a ninguna lagrima correr por su rostro. Kuchicki se marcho dejando tras él nada más que el barro, la lluvia y las huellas del carro. Al desaparecer el coche, la familia se adentro a la mansión. Rukia, mientras entraba, sintió recorrer un escalofrío en su espalda lo que hicieron que caminará de forma pausada. Cruzó el corredor, subió las escaleras y abrió la última puerta al final del pasillo de la planta alta, llegando al fin a su habitación. No quería ver a nadie, tenía un mal presentimiento que le acongojaba el pecho, un sexto sentido le decía que algo iba a pasar, algo que cambiaria el rumbo de su vida. Cansada y acongojada se durmió.
A la mañana siguiente llegó un mensajero, con el remitente de "Urgente" y dirigido especialmente para la Señorita "Rukia Kuchicki".
-¿señorita Kuchiki?- pregunto el hombre frente a la joven, quien había corrido desde la cocina al oír su nombre para recibir la correspondencia, mientras unos ojos venenosos la observaban a cada paso que daba, el trío de culebras que no soportaban la importancia que le daban a la legítima Kuchiki.
-sí, soy yo- respondió sorprendida y agitada- Por favor pase- lo llevo a la amplia sala de recepción.
-tome asiento- le indicó el sillón frente a la chimenea, mientras todas tomaban sus respectivos lugares alrededor del mensajero. El hombre tomó una bocanada de aire cerrando sus ojos, se levanto de su lugar, mientras ponía sus manos tras su espalda, dirigió la mirada a la pequeña de cabellos negros.
- Lamento informar a usted y las damas-todas se respingaron ante el encabezado del mensaje- que el Duque Byakuya Kuchiki -El corazón de Rukia comenzó a palpitar con gran fuerza, la angustia la estaba matando- sufrió un terrible accidente…y no logró sobrevivir- el hombre desvió la mirada al suelo
-…-todo fue silencio
- ca…camino a los confines de las tierras del reino-retomó el relato tal cual se lo pidieron- el coche en que viajaba el duque se volcó. El mal tiempo causó la tragedia. El cochero sobrevivió de milagro, y logró llegar a un pueblo a pedir ayuda pero era demasiado tarde. Un golpe en la cabeza fue la causa de que su padre falleciera al instante- acabó el nefasto mensaje.
-Muchas gracias…-dijo casi en un susurro. Rukia se levanto con pesadez mientras su mirada se veía perdida-ahora si me disculpa- salió camino a su cuarto, sin poder reaccionar, las lagrimas inundaba sus ojos. El mensajero tomó su sombrero y se retiró de la casa, despidiéndose de las damas.
La tarde fue de tono gris en todos los rincones de ese hogar, los empleados y las damas no daban crédito a lo acaecido esa mañana. Sin embargo era el escenario propicio para que la actual señora comenzara a correr con sus planes. Por su parte Rukia no quiso ver a nadie, solo lloraba desconsolada en su cuarto. Pero mañana sería otra persona, mañana se levantaría, elevaría la cabeza y soportaría lo que se aproximaba, porque sabía que no iba ser fácil, no solo quedaba sin padre, quedaba a la merced de sus no tan apreciada parentela, porque ella no era tonta, y sospechaba que todo sería distinto, nada volvería ser a como era con su padre. Jamás vería los fuertes ojos y las enseñanzas de su progenitor, ya no le darían el consejo oportuno y las palabras precisas, no sería la misma Rukia Kuchiki.
-Rukia- un horrible y agudo tono se filtro por sus oídos
-ya voy –respondió una chica de 16 años, más alta que la vez anterior con unos ropajes muy poco, convenientes para la hija de un duque, pero al morir este su condición como tal también murió. Relegada por sus hermanastras y Madrastra al mismo estatus de una sirvienta.
-que te apures- otra voz diferente más ronca, tenebrosa y en unos decibeles más bajo.
- ¡ya!-intentaba defenderse, tomo las tres bandejas en sus manos dos en la derecha una en la izquierda. Pese a las pesadas tarea que fue sometida, no perdió la elegancia; su figura era de una armonía sin igual, su piel seguía igual de delicada y bella. Vestía un vestido de tono celeste, con un delantal blanco, un paño en la cabeza y un mechón rebelde en medio de su rostro.
Tras atravesar la cocina, el salón de bienvenida, luego subir una enorme escalera de alfombra aterciopelada roja y caminar por el pasillo, por fin se encontró con una inmensa puerta de color rosa pálido. Abrió lentamente, en medio del cuarto encontró la enorme cama llena de encajes vistosos de color blanco y rosa, y entre las sabanas se hallaba la muchacha, una castaña de larga cabellera y enormes atributos, sin embargo seguía igual de atolondrada e insegura que siempre.
-Kuchiki, deja eso allí, recuerda llevarte mi ropa se encuentra al lado del ropero, cuidado que es muy delicada- La actitud con Rukia era de indiferencia, y actuaba como si fuera inferior a ella; una sirvienta más, por lo que la inseguridad ante ella era nula.
-así lo hare, ¿algo más señorita Orihime?-Rukia se retiro con una enorme cantidad de ropa en una especie de sabana, ganas no le faltaron para patear esa gran cantidad de encajes ridículos, pero la "señorita", ya le había advertido de aquello.
Salío con la ropa en un brazo, y una bandeja en cada mano, que fastidio pensó para si, no podía creer lo sínicas que se podían mostrar, con todo el mundo; eran el amor en persona, rebosantes de ternura; pero dentro de aquella casa ufff… se transformaban en el demonio en persona.
La siguiente puerta era enorme y de un clásico color verde, al entrar un aire de melancolía le atravesó el corazón, Nell no era de las que hablara demasiado, pero eso no quitaba lo irritable que podría resulta ser. Entro de forma sigilosa.
-deja eso allí- apunto la mesa frente a la cama de sabanas verdosas, no alzo la mirada estaba sumida en un libro de extraña procedencia.
-…-no dijo nada y dejó las cosas donde le indicaban.
-no olvides la ropa- Apuntó un rincón de la habitación. La chica, al igual que su hermana, tenía una figura despampanante.
-con su permiso- se retiro Rukia.
Al salir, Nell quedo mirando la puerta, con el gesto que se les dirige a la gente indeseable, que pronto traerá enormes problemas que afectaran sus beneficios.
Por último, la morena se dirigió a la más tétrica de todas las habitaciones, las anteriores habían sido solo un pequeño calentamiento para lo que venía a continuación, su madrastra.
La chica se acercó a la enorme y horrible puerta de color blanco invierno, la abrió causando un pequeño chirrido. Dejó afuera la ropa sucia entrando con tan solo la bandeja del desayuno.
-¡LLEGAS TARDE!- la muchacha dio un respingón, y por fortuna no tiró la bandeja al suelo.
-lo siento, señora- dijo rápidamente la morena dirigiendo la mirada a la mujer, quien estaba acostada en una enorme cama da sábanas blancas. La chica de ojos violetas se aproximó a la mesa al costado derecho de la habitación y dejó la primera comida del día allí.
-saca todas las cortinas de nuestra casa, las quiero impecables para la tarde. La próxima no te saldrá tan fácil.- ordenó severa, la fría criatura.
-¡retírate ya!-remató.
-Sí, señora- Respondió Rukia, cerrando la puerta trayendo la ropa sucia. Bajó con toda la ropa a cuestas hasta la cocina. La vida de sirvienta no había sido fácil, más para una enorme mansión como lo era la de la familia Kuchiki. Pese al poderío y la fortuna con la que gozaban en los años que vivía el líder de la familia, no alcanzaron para cubrir los gastos de la actual viuda, se gasto todo antes de un año y apenas había para la comida. La renta que le daba la corona no servía de mucho, por lo mismo se empezó a deshacer de casi todo el patrimonio que contaba el nombre Kuchiki, quedando con apenas lo primordial. Rukia vio como a cada momento su malvada tutora le arrebataba cada uno de los recuerdos de su familia, sin poder hacer nada, de lo contrarío un castigo ejemplificador o un grato recuerdo le destrozaba ante sus ojos, y eso era peor que verlo en otras manos.
Caminó al patio hacia la lavandería; que era una casona de madera con una enorme artesa de loza con fregaderos para la ropa, en ella estaban todas las ropas separadas por color y delicadeza al fondo, en un rincón dejó la ropa, para ir por las cortinas. Entre las torres de prendas apareció un chico bajito, de cabellos oscuros con mirada tímida y amable semblante.
-este… señorita Rukia, buenos días, ¿puedo ayudarla?-se acercó a la morena
- Hanantarou, que amable, pero ¿ya has terminado tu parte?- el muchacho había llegado hacia 3 años, y como todos, sentía un cariño especial por Rukia, su servicial carácter era una de sus grandes virtudes, pese a su torpeza siempre lograba hacer sus mandados a la perfección y una de sus misiones era curar a quien se lastimará o cayera enfermo, una suerte de médico. Desde su llegada fueron construyendo una linda amistad.
-ah..no se preocupe, volveremos pronto y terminaremos en pocos minutos -sonrió el chico, y fueron tomando rumbo a la mansión para retirar lo que necesitaban.
Pese al dolor que le producía la pérdida de su padre, Rukia intentaba sobrevivir a su vida, sabía que sería un caso perdido intentar arrebatar a ese trío de abusadoras el control de la casa, pero muy en el fondo de su corazón aún no perdía la fe, aunque ni ella misma se había dado cuenta.
El terreno de Kuchiki era un vasto y amplio sitio, con llanos de hermosos pastos verdes y armónicos, un lago en medio de un gran bosque que se perdía en el horizonte. Pero por lastima eran muy difíciles de mantener, por lo que poco a poco se fueron perdiendo sin remedio, conservando en un salvajismo apenas los árboles y arbustos con la laguna. En medio de este espeso campo verde un joven corría a gran velocidad esquivando escasamente a los troncos frente de sí. El caballo que montaba estaba fuera de control y no lograba dominarlo.
-¡DETENTE ALTO, SOOOO…OBEDECE! ¡KON!-un chico de llamativa cabellera intentaba, en vano domar a su caballo- ¡ARRRRREEEE….!- Un grito casi desesperado intentaba para calmar al descontrolado animal. En ese último intento por poco se estrella con un grueso árbol, pero la frenada en seco del caballo lo salvó del impacto. Sin embargo esto causó que el jinete saliera volando y callera muy cerca del lago quedando completamente enlodado, de pies a cabeza. El corcel asustado por su propio movimiento, y preso de la desesperación salió nuevamente en carrera.
Por otra parte Rukia y su amigo iban en camino a la mansión, cuando llegan a sus oídos los gritos
-¿Oíste eso?-preguntó la chica
-me parecen gritos…-dijo el joven con cara de sorpresa
-espera aquí. Enseguida vuelvo-La peli negra salió corriendo en dirección de la voz.
-¡Espere..!-intentó en vano, Rukia ya iba llegando a gran velocidad al bosque.
Los gritos se hacían más fuertes a lo que avanzaba, cuando llegó al corazón del bosque, vio cruzarse al descontrolado caballo, era un hermoso corcel de tono café, huía con tan solo la montura. En un rápido movimiento la chica subió a unos árboles y siguió al caballo en una hábil maniobra de manejo del trapecio, cuando encontró el momento ideal saltó sobre el animal tomando las riendas con decisión, domando fácilmente a la bestia.
-tranquilo amiguito, tranquilo, no hay porque huir…-decía la pequeña mientras masajeaba el lomo del potro.
-gran manejo, no creí ver a una mujer, manejando así a un caballo- el joven salió entre las ramas cubierto de lodo, con el seño fruncido y una hojas pegadas en todo el cuerpo, sus ojos eran lo único "visible".
-¿quieres decir que por ser mujer es casi imposible que dome a un animal tan dócil como un caballo?-dijo al tiempo que se bajaba-aunque viendo de quien proviene no debería importarme demasiado…jajaja-miró al chico de arriba abajo, con evidente burla en su tono.
-¡ja!...por lo general esto no ocurre, es solo un susto del animal, pero no podemos culparlo por eso- respondió el muchacho con una sonrisa socarrona, mientras el dichoso animal le relinchaba enfadado a su dueño.
-¿ah sí?...solo a un idiota se le podría ocurrir algo como eso- desafío al muchacho, acariciando de nuevo al animal, formándose una sonrisa con la intención de irritar al dueño.
-ese vocabulario y esa forma de actuar, dejan mucho que desear de una dama, sin mencionar lo ENANA, que es usted- el chico se aproximó para arrebatar las riendas de su caballo para robar la sonrisa de la chica.-pero como yo si soy un caballero, te agradezco enormemente a tus poco femeninas formas de reaccionar- Rukia se irritó en demasía, pero no se iba a dejar provocar.
-no hay de qué, señor descerebrado, y recuerde domar como se debe a su poni- dijo esto mientras se dirigía a la espaldas del animal, luego volvió su mirada para ver la reacción de su contrincante.
-¡ja!, dama, perdone usted mi torpeza… ¡mocoso! Te quedaría mucho mejor-bajo ningún protocolo le grito.
-que dijiste!-le devolvió el grito en la cara.
-tanto te duele duende…-saco su mejor burla
-me las pagas!-y le dio justo en las costillas con su codo, lo que provocó que el muchacho se inclinara de forma brusca, y Rukia que no había retirado su brazo causo un choque entre sus cabezas. Ambos se tocaron su cabeza y se alejaron quejándose del dolor.
-Idiota!-volvió a decir la chica, que lo miraba intensamente queriendo matar al muchacho.
-maldita-le devolvió el insulto, mientras levantaba su rostro para enfrentar la furiosa mirada de la chica. El duelo de miradas estaba a punto de acabar, pero…
-¡Señorita!-la llamó una voz familiar
-ap..-se sorprendiendo rompiendo el desafío- me tengo que ir-
-oe…espera-dijo el joven sin pensar, ella le sonrió y lo miró directo a los ojos, no se había percatado de los brillantes que eran, le causó gracia.
-a si, llámame Rukia… nos vemos, tal vez en otro accidente…adiós- se fue corriendo. El chico quedó pasmado, esa última actitud de verdad lo había dejado sin palabras.
- gracias…adiós- dijo sin que nadie lo escuchara más que su caballo, sin querer retrocedió para apoyarse en este, pero el animal con la clara intención de darle una nueva lección a su amo, se corrió un poco haciendo que cayera directo al suelo sacando al joven de su estupor.
-¡ah!…caballo estúpido- el chico se levantó mientras dirigía una mirada acusadora a su mascota, este le respondió la mirada despreciativa con un relinche con clara intención de burlarse del chico
-voy a necesitar un baño- dijo mientras se levantaba, luego se dirigió al costado del caballo y abrió un pequeño saco que portaba en la montura, y tomó un paño para limpiarse la cara y sacar un poco de barro de su cabello dejando ver el llamativo color de su pelo, un naranja. Al rodear a Kon se percató que en la parte trasera del corcel había unas letras de lodo.
-I-D-I-O-T-A-deletreo.
-Enana- murmulló irritado. Una chica poco común, muy diferente a las que estaba acostumbrado a ver: Sumisas, dulces, tímidas, rodeadas de esa aura tan poco natural e inhibidas por el protocolo de la sociedad. Nunca se habría imaginado encontrar una joven así, lo intrigaba…de verdad le quitaba de su órbita de pensamiento.
Intentaré publicar el segundo capítulo pronto, creo que esta primera parte es un poco lenta porque se debe ir presentando el escenario, el próximo capítulo tendrá más problemas e intrigas. Cualquier comentario pueden hacérmelo saber. Se cuidan y nos leemos pronto.
Claw-13
