Notas antes de comenzar: Este es mi segundo fanfic de Death Note, el cual tiene a Mello como protagonista. Ni yo misma sé de donde salió esto… Bueno, en realidad está basado en un sueño que tuve luego de ver un capítulo de Zoey 101 y de ojear muuuuchas fotos de Death Note.
Este es el resultado.
Ojalá les guste y se diviertan. =)
Protagonistas y edades: Mello (12), Near (10), Matt (11), Misa (12), Light (12), Linda (10), Teru (13), L (23), Roger.
Todos viven en Wammy´s House.
Disclaimer: Death Note pertenece a Tsugumi Ohba y Takeshi Obata.
La pelota de beisbol aterrizó por enésima vez en su mano. Mello suspiró con fastidio.
Que aburrimiento.
Se encontraba tirado en la cama de su habitación, hacía poco rato había almorzado y su único entretenimiento parecía ser hacer volar aquel redondo objeto.
De pronto, un golpe a su puerta lo hizo girar la cabeza. Dejó la pelota a un lado y se puso de pie.
Abrió de mala gana, al hacerlo, pudo ver al señor Roger sosteniendo un periódico en su mano.
—Roger, ¿qué ocurre? —quiso saber.
—Mello, estaba leyendo las noticias de hoy y encontré algo que te puede interesar —le dijo, entregándole el diario.
El rubio lo tomó luciendo algo confundido y se dispuso a leer. Al poco tiempo, sus ojos se pusieron como platos.
—¡Por primera y única vez, Convención MegaChocolate abre sus puertas hoy a las cinco de la tarde! —exclamó, eufórico—. ¿Sabes lo que significa esto, Roger? ¿Tienes idea de lo que quiere decir? —preguntó exaltado, tomando al hombre mayor por la camisa y sacudiéndolo.
—Mello, tranquilo —pidió.
—Dice que será en el centro de la ciudad, ¡necesito que me lleves!
—Hoy es imposible, Watari no se encuentra. No puedo dejar el orfanato.
El rostro del rubio palideció.
—¡No! ¡Tú no lo entiendes! Yo tengo que estar ahí, no puedo perdérmelo. ¡Primera y única vez! ¿Ves? —gritaba el joven, poniendo el periódico en el rostro del pobre Roger.
El hombre intentó retirar aquellos papeles de su cara y acomodó sus anteojos.
—¿Por qué no le pides a L que te lleve? —sugirió.
Los azules ojos de Mello se iluminaron.
—¡Sí! ¡Eso haré! Mil gracias, Roger —agradeció el rubio, mientras corría en busca del muchacho ojeroso.
1:43 PM.
L estaba en su oficina, sentado en su particular posición, a punto de terminar una torre hecha con potes de pudín.
Entrecerró los ojos, al tiempo que acercaba el último pote a la cima de su construcción.
—¡L!
La fuerte exclamación hizo que el muchacho de ojos negros se moviera, lo cual causó el inminente derrumbe de la torre.
—¡L! —reiteró el rubio.
El susodicho se volteó para verlo.
—Hola Mello —le saludó.
—Necesito que me lleves al centro de la ciudad hoy a las cuatro y media —informó el rubio, poniéndose frente a él.
—No puedo —L negó con la cabeza.
— ¿Cómo que no puedes? Hoy y solamente hoy es la Convención MegaChocolate. ¡No me digas que no puedes! —Mello comenzaba a exaltarse nuevamente.
—Le dije a Near que lo ayudaría a armar una ciudad con dados.
El rubio lanzó un bufido y se cruzó de brazos.
—Tenía que ser por culpa de Near, ese maldito albino que siempre se interpone en mi camino y… —Mello empezó a insultar por lo bajo, bastante molesto.
—Lo siento, pero se lo prometí —interrumpió L.
El rubio arrugó la nariz, molesto. A continuación, emitió un profundo suspiro e intentó buscar una solución. Tomó su barbilla y se rascó la cabeza.
—¡Ya sé! ¿Qué tal si consigo que alguien más lo ayude? —propuso.
L se encogió de hombros.
—Tendrías que hablarlo con él, si acepta con gusto te llevaré a la ciudad para…
Antes de que el joven morocho terminara su frase, Mello ya se encontraba en camino al cuarto de Near. Lo más probable era que estuviera allí, el muchacho de pelo blanco rara vez dejaba su habitación.
Cuando llegó a destino, Mello pasó sin esperar a ser invitado. No había golpeado para entrar a la oficina de L, mucho menos lo haría para el dormitorio del tonto de Near.
Éste, se encontraba en el suelo, abriendo unas cajas que contenían cientos de dados. Su usual inexpresividad no cambió al notar la irrupción del rubio.
—Escucha, Near. L estará ocupado haciendo algo conmigo así que no podrá ayudarte a construir tu estúpida ciudad —mintió Mello.
—¿En serio? —inquirió el albino—. Bien, entonces no te molestará que se lo pregunte yo mismo, ¿no? —dijo, sin despegar la vista de sus cajas.
Mello apretó los puños y entrecerró los ojos. Maldito Near.
El engaño no había funcionado, no le quedaba otra que conseguir a alguien más que lo ayudara.
—Bien, es mentira. Pero necesito que L me lleve a un lugar hoy a la tarde, así que traeré a alguien más para que te ayude, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, me da igual en realidad —aceptó Near, encogiendo los hombros.
Mello sonrió triunfante y se retiró del dormitorio. Bien, un paso estaba dado. Ahora, ¿quién era lo suficientemente manejable y no tendría nada mejor que hacer más que obedecerlo sin cuestionar?
—¡Matt!
El rubio hacía varios minutos que intentaba descubrir el paradero del pelirrojo. Rayos, ¿dónde podría estar?
Pasando frente a una de las ventanas del orfanato que daba al jardín, le pareció que aquel joven sentado en los columpios era al que tanto buscaba. Sin pensarlo, Mello emprendió el trote.
2:28 PM.
—¿Dónde te habías metido? —el rubio preguntó entre jadeos, poniéndose frente a Matt.
—Eh, no me he movido de aquí desde que terminé de almorzar —informó el pelirrojo.
—Está bien, no importa —dijo Mello, sentándose en un columpio junto a su amigo—. Óyeme, quiero que ayudes a Near a construir una ciudad con… —Pero el joven detuvo sus palabras al notar que la mirada de Matt estaba perdida y este, no le estaba prestando ni la más mínima atención—. ¡Matt! Concéntrate un segundo, esto es importante.
El pelirrojo pareció reaccionar.
—¿Me hablabas? ¿Qué decías? —le preguntó, con una extraña sonrisa dibujada en el rostro.
—¿Qué rayos te pasa? —Mello arqueó una ceja, sin comprender. Hasta que atinó a levantar su vista y ahí lo entendió.
No muy lejos de donde estaban, había un grupo de niñas sentadas bajo uno de los árboles del jardín. Parecía que estaban conversando, pasando el rato simplemente. Matt suspiró, manteniendo esa particular sonrisa. Mello miró a su amigo y luego, nuevamente a las jóvenes.
—¿Quién es?
—¿Eh? —el pelirrojo seguía perdido en su mundo.
—¿Qué quién es la que te gusta? ¡Tonto! —preguntó el rubio, elevando su tono de voz.
Matt se sonrojó de inmediato y no pido evitar mirarla. Mello siguió la línea de los verdes ojos del joven y no tardó en darse cuenta de quien se trataba.
—Entonces es Misa… —adivinó.
El pelirrojo guardó silencio y asintió.
—¿Y por qué no le hablas? —aconsejó el rubio.
—Dudo que sepa que existo…—se lamentó Matt.
Mello rodó los ojos. No tenía tiempo para esto.
—En fin, necesito que vayas con Near y lo ayudes a hacer una ciudad con dados.
—No tengo ánimos, discúlpame.
El muchacho de ojos azules tragó saliva. ¿Por qué todo el maldito mundo estaba en su contra?
—¿Cómo que no tienes ánimos? Vamos, es sólo una chica.
—¡No es sólo una chica! —exclamó Matt, poniéndose de pie y sorprendiendo a Mello—. Ella, ella es… maravillosa —dijo en un suspiro, mientras su vista se perdía nuevamente en Misa.
El rubio mordió su labio inferior. Luego sacudió su cabeza e intentó comprender a su amigo.
—De acuerdo, ¿qué tal si te consigo una cita con Misa? ¿Ayudarás a Near? Así L podrá llevarme a…
—¿Una cita? ¿Lo dices en serio? —Matt tomó las manos de su amigo y sus verdes ojos brillaron cual dos esmeraldas.
—Eh… lo intentaré —dijo Mello, soltando las manos del pelirrojo.
—¡Muchas gracias! Y sí, ya mismo iré a ayudar a Near.
¡Perfecto! Ahora sólo había que convencer a Misa y asunto arreglado.
—¿Misa? —preguntó Mello, interrumpiendo la charla que la rubia mantenía con dos de sus amigas.
Ella lo miró extrañada.
—¿Sí?
—¿Puedo hablar contigo un momento? A solas… —pidió él.
Misa asintió dudosa, luego miró a sus amistades quienes rieron tontamente y se marcharon cumpliendo la petición de Mello.
—¿Conoces a Matt? —el joven fue directo al grano.
—¿Matt? Mmm —Misa colocó el dedo índice en su barbilla y levantó la vista—. Ah, sí. El lindo pelirrojo, ¿qué hay con él?
"¿Acaso dijo lindo? ¡Perfecto! Esto será pan comido."- pensó el rubio, feliz.
—Sí, ese mismo. ¿Qué te parecería tener una cita con él digamos… hoy?
Ella se ruborizó apenas y bajó la vista.
—Bueno, no sé…
—¿Cómo? ¡Pero si acabas de decir que es lindo! —Mello comenzó a frustrarse.
—Sí, es muy lindo, pero no lo conozco. Además a mí me gusta alguien más… —dijo, mirando hacia la puerta del orfanato. Allí sentado en las escaleras, se encontraba un joven castaño que parecía muy absorto en una libreta de negra cubierta.
Una gran gota se hizo presente en la cabeza de Mello.
—¿Ese tipo? ¿En serio?
—¡Ay, ya! ¡Me estás avergonzando! —exclamó ella sonrojada, empujándolo.
Mello intentó guardar la compostura.
—¡Olvida a ese bobo de Light! No le presta atención a nada más que a ese tonto cuaderno. Dale una oportunidad a Matt, ¿sí? Te aseguro que él jamás te ignoraría —dijo, intentando persuadirla.
—Mmm —Misa lo meditó un momento—. ¡OK! —exclamó, sonriendo.
—¿Sí? —una amplia sonrisa comenzó a dibujarse en el rostro del rubio.
—Ay no —dijo ella, de pronto.
—¿No qué? —la sonrisa se esfumó.
—Mi alisador de cabello se rompió y no puedo salir con nadie a menos que mi cabello se vea impecable —informó Misa.
—¿Es una broma? —Mello se golpeó la frente con su mano.
—Mis amigas no tienen… creo que Linda tiene uno. Si consigues que me lo preste con gusto saldré con Matt.
—De acuerdo, ve a aprontarte. Ya mismo voy a buscar esa cosa.
—Alisador —corrigió ella.
—Sí, sí lo que sea —dijo él, marchándose del lugar para comenzar la búsqueda de Linda.
3:05 PM.
La joven castaña se encontraba en el jardín trasero del edificio. Estaba sentada, terminando de dibujar un árbol. Se la veía bastante seria, casi como si algo la molestara.
Mello no demoró en hallarla.
—Linda, hola —saludó, sentándose a su lado—. Preciso que me prestes tu, tu, tu… —el rubio comenzó a chasquear los dedos, buscando en su mente la palabra correcta.
—¿Mi qué? —ella lo miró confundida.
—Tu… ¡esa cosa que es para el pelo! —gritó él, enervado.
—Cosa para el pelo… —ella comenzó a reír—. Perdón, tendrás que ser más específico.
—Grrr —gruñó él—. Eh… ¡ALISADOR! —pudo decir al fin.
La joven lo miró divertida y no tardó en explotar en carcajadas.
—¿Se te rompió el tuyo? —le preguntó, sin detener sus risas.
Mello arqueó una ceja y tomó aire para luego expulsarlo lentamente, tenía que relajarse.
—Es para Misa —explicó, fingiendo una sonrisa.
—De acuerdo, puedes tomarlo. Está en mi habitación.
—¡Genial! —exclamó él contento, poniéndose de pie.
—Aunque… ¿podrías hacerme un favor también?
Mello suspiró resignado. Esto era el colmo.
—¿Qué quieres? —le preguntó, sin mucho ánimo.
—Teru tomó mis pinturas y ahora mis dibujos se ven sin vida. Recupéralas y puedes llevarte el alisador.
—Está bien, está bien. Te las traeré, mientras ve a llevarle el coso ese a Misa.
—Alisador —aclaró ella.
—Se se —dijo él, yéndose para buscar a Mikami.
Bueno, hasta acá el primer capítulo. Son sólo dos, así que en el que viene ya concluye.
Como siempre, todos los comentarios son bienvenidos.
¡Gracias por leer!
