Disclaimer: o…PKMN no me pertenece, si lo fuera tendría el dinero suficiente para dedicarme a ser mangaka (aunque no sea japonesa XD) y esta historia sería uno de mis proyectos ;D O en su defecto ser escritora de "light novels" y contratar a Shibamoto Thores para ilustrarlas ;O;
Advertencias:
-AU (Ósease que la historia a desarrollarse es completamente MÍA, solo adapto a los personajes de pkmn special a ella de la mejor manera posible).
-OoC en algunos personajes por el simple propósito de la historia :D
Este capítulo fue terminado de editar el 20 de Mayo del 2013.
Arcano I. Juramento a Los Enamorados. Parte 1
A veces, solo a veces, la manera en que las cosas se llevan a cabo no es la correcta. Pero es imposible negar, que el hacerlas nos brinda resultados más rápidos y efectivos que si las pensáramos. Lástima que nunca sabemos si dichos efectos serán positivos o negativos… ni la duración de los mismos.
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Si había algo que a Sapphire le encantaba era al aire fresco que topaba contra su cuerpo al correr. Era una sensación sumamente gratificante y lo que podía hacerla mejor era el momento del día en el que ocurría. Como unos minutos antes de que el sol empezara a salir. Ya que no hay mejor vista que la del cielo nocturno aclarándose ante la llegada de la luz solar.
Todo un espectáculo natural que era un goce para sus sentidos.
Pero dicha apreciación terminó al escuchar la alarma de su reloj de muñeca. Lanzo un bufido molesta. Miró el aparato para reafirmar lo que había pensado: "6:30"
Tan solo media hora antes de entrar a la escuela.
—Hora de regresar —se dijo con cierta desilusión. Prefería mil veces estar a campo abierto que ser prisionera de cuatro tristes paredes.
Empezó el camino de regreso a su casa a trote por todo el campo.
Ella vivía en un pequeño pueblo muy alejado de las grandes ciudades para su gusto y buena fortuna. Por lo que no era raro que mientras pasaba por algunas casas, quienes estuvieran despiertos la saludaran con singular alegría.
Dio vuelta en un sendero rodeado de arboles que tomaba como atajo a su casa, no sólo por lo corto sino por lo verde que lucía. Y también por otra razón.
A medio camino del sendero, se encontraba una reja negra que daba a la entrada de una vieja casona. Era muy antigua, decían que tenía ahí desde antes de la fundación del pueblo hace mas de cien años. Pero a ella le encantaba por la simple razón del aire fantasmagórico que de ahí emanaba. De pequeña, ella y sus amigos siempre iban a investigarla durante las noches vacacionales…nunca encontraron nada sobrenatural. Pero la adrenalina, la aceleración del ritmo cardiaco y la sensación de peligro que sentía bien valían las desveladas. En especial cuando por un ruido provocado por algún animal ella y sus amigos salían despavoridos del lugar para terminar partiéndose de la risa de lo asustadizos que se habían visto…pero eso era antes. Ahora ya no podía…
—Buenos días Sapphire —saludó una voz masculina atrás suyo.
—¡AH! —soltó espantada, dio media vuelta para después toparse con un chico de pelo rubio y ojos violetas.
—Morty —dijo ya calmada, al reconocer al actual dueño de la casona y causa principal de que sus amigos ya no fueran a visitarla en las noches—. Buenos días… ¿Qué haces aquí afuera? —preguntó.
—Lo mismo podría preguntarte —replicó con ironía el chico.
—Yo —empezó señalándose así misma con el dedo pulgar— iba para mí casa, después de mi rutina de ejercicio, cómo bien sabes. En cambio tú —lo señaló con el dedo índice—; es raro verte tan temprano afuera.
—Sabrina se sintió mal en la madrugada fui a la farmacia para comprarle algo pero no estaba abierta —mencionó con calma, levantando levemente la bolsa de plástico que cargaba en una de sus manos.
—¿Está bien? —preguntó preocupada. Sabrina era la prima de Morty. Ambos se habían mudado al pueblo hace unos meses.
—Sí, creo que fue una migraña.
—Oh bueno, ojala se mejore, me voy porque se me hace tarde —y empezó a trotar una vez más despidiéndose del rubio, sin darle si quiera tiempo para despedirla.
El chico se limitó a seguirla con la mirada hasta que se perdió en la lejanía.
—Que atenta —comentó a nadie en especial, con una extraña e inusual sonrisa.
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Al llegar a su casa su padre estaba en la cocina corriendo de un lado para otro. A él ya se le había hecho tarde.
—¡Sapphire te deje el almuerzo en la mesa! —decía el hombre mientras se intentaba abrochar bien el cinto, al tiempo que se abrochaba los zapatos y acomodaba la playera.
—Sí, papá —contestó con parsimonía, pasando del dilema de su padre directo a la escaleras, subirlas e ir a su cuarto, si ella no se apuraba también se le haría tarde.
—Y otra cosa.
Sapphire se detuvo en su camino al baño ya con el uniforme limpio en mano.
—¿Qué?
—Apenas salgas de la escuela quiero que vayas a la central de autobuses. Hoy llega el hijo de Norman.
—¿!Ruby!? —exclamó con obvio fastidio desde el segundo piso.
—Sí, así que trátalo bien, yo llegaré tarde. Otra vez.
—¡Esta bien, papá! —exclamó aunque sin disimular un poco su molestia— Que te vaya bien.
Después de eso entró al baño, dispuesta a bañarse, sin embargo, la mueca no desaparecía de su rostro.
Se le había olvidado ese pequeño detalle.
Ruby, el hijo del mejor amigo de su padre, se quedaría unos días. No sabía muy bien porque. Según le había explicado su padre, era porque el chico necesitaba relajarse y distraerse pero a ella le parecía una razón muy tonta. Ya que no era secreto que la familia de ese chico tenía suficiente dinero como para mandarlo a distraerse a la playa o las montañas…no a un pueblo olvidado por la mano de Dios (citando palabras de su creídas compañeras) donde ella vivía felizmente, sin preocuparse de atender a un invitado que ni se molestaba en disimular que le desagradaba.
Si, a ella no le caía muy bien el chico. Cuando se conocieron de pequeños, como todos los niños, lograron llevarse bien, hasta se hicieron los mejores amigos. Pero solo convivieron alrededor de una semana, y de eso ya once años. Desde entonces solo lo había visto 3 veces siendo la última hace dos años, cuando tenían 14 y se hizo notar la diferencia de gustos e intereses. A ella le encantaban los deportes y la vida de campo valiéndole un comino si se ensuciaba o no, mientras que el otro por alguna extraña razón era un maniaco de la limpieza, diseñador de modas wannabe y puramente superficial. La clase de personas con las que ella evitaba involucrarse, al considerarlas falsas. Por lo que obviamente se la pasaron de pleito en aquella ocasión.
La verdad que no tenía idea de cómo soportaría tenerlo tan cerca esos días, pero ni modo. Ahora tenía que ir porque su padre estaría trabajando.
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Afortunadamente la escuela no fue tan pesada y no encargaron tarea lo cual hacía de su día un poco más prometedor. Pero aun así, la sensación de enfrentarse a un horrible destino seguía ahí y se intensificó a la hora de la salida.
—Sapphire, vamos a ir a la plaza ¿no vienes? —le preguntó una de sus amigas.
—No puedo —fue su respuesta—, tengo que ir por el fastidioso ese.
—¿El niño afeminado? —preguntó haciendo memoria sobre él, ya que Sapphire obviamente le había hablado de él… aunque obviamente desde su muy subjetivo punto de vista.
—Sí —replicó—. Los veré en la plaza cuando lo deje en la casa.
—De acuerdo.
Y se despidió. Verificó su reloj y para su sorpresa ya iba algo tarde. Pero bueno, eso no fue culpa suya, fue culpa del aburrido profesor de historia que por no tener sentido del humor le dio un sermón a ella y sus amigos de lo malo que era hacerles llamadas a las parejas de los profesores diciendo ser amantes de dicho profesor y exigiendo el pago de la pensión.
En fin, ahora lo único que tenía que hacer era apurarse, por lo que decidió ir corriendo a la dichosa central… la cual estaba hasta el otro lado del pueblo. Cosa que la obligo a tomar uno de los tantos atajos que conocía. Aunque dicho atajo la llevaba por el bosque y áreas no—civilizadas de la localidad.
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Suspiró con fastidio.
Se acomodó su gorro para taparse los ojos de aquella molesta luz solar mientras se cruzaba de piernas y brazos para buscar una posición más cómoda en el banco de la central de aquel pueblo.
Eso no estaba bien. Su papá cometió un error garrafal al mandarlo ahí.
No sólo lo mandaba a un pueblucho sin chiste, sino que también las condiciones bajo las cuales había sido enviado no eran favorables. Para nada.
—Al menos podrían haber vivido en una ciudad. Un pueblo como este es demasiado pequeño —se quejó a la nada—. Todos se conocen y es poco higiénico, no hay centros comerciales, me puedo ensuciar más rápido, mucho campo, muchos bichos, muy aburrido, muchos animales nada domesticables….
Y su lista de quejas seguía y seguía. Aunque la verdad muchas eran muy ridículas y exageradas pero eso a él le importaba un bledo, en especial porque toda y cada una de ellas ya habían sido dichas a su padre, pero este las ignoro de manera olímpica.
—Tienes que ir —recitó imitando a su serio padre—. Norman, esto es un error. No puedo estar cerca de ella. No yo. Pudieron haberle dicho a alguien más.
—¡Oye tú! ¿Dónde estás?
Frunció el ceño, estaba casi seguro que la loca que emitió tan molesto grito solo estaba empezando. Rio para sus adentros, sentía lástima de la pobre persona a la que la loca buscaba, porque él se moriría de la vergüenza si….
—¡Osito mariconcito!
Abrió los ojos como platos y se incorporó en menos de un, dos por tres. Ese apodo. Él lo conocía mejor que un profesor de anatomía los nombres de cada hueso que posee el ser humano. ¡Y no podía ser cierto! Apenas se estaba divirtiendo a consta de la desgracia ajena del pobre ser humano que era dejado en vergüenza ante tal muestra de falta de clase, como para que con tal insulto cayera en cuenta de que era él mismo la víctima de tan corriente acción.
¡Pero esperen un momento!
Él era el único que se sabía aludido con tal apodo (insulto), por lo tanto los demás puede que no se hayan dado cuenta de que él era a quien se refería. Suspiro aliviado, eso arreglaba…
—¡RUBY!, ¿¡DÓNDE CARAJOS ESTÁS!
…Nada.
Soltó un bufido. Tomó bruscamente del suelo su gorro que se había caído y también su maleta de ruedas. Busco con la mirada a la emisora de tan potente voz hasta que se topó con un par de ojos azul oscuro que lo petrificaron al instante.
"Le dije a Norman que esto era un error" pensó con nerviosismo, y sintiendo un hormigueo en su pecho. Había empezado.
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—¡RUBY!, ¿¡DÓNDE CARAJOS ESTÁS! —exclamó lo más fuerte que pudo, le estresaba que encima que venía por él, el tipo no fuera fácil de encontrar. Aunque después de tremendo grito no batallo en hallarlo, pues se topó con los ojos rojo oscuro del chico. Quien al parecer parecía asustado de verla.
—Ahí estás —en unas cuantas zancadas lo alcanzó. Pero justo cuando estaba dispuesta a reclamarle su falta de atención a su llegada (aunque igual fue culpa suya porque ella llego tarde). Se dio cuenta de cómo él seguía mirándola, como si fuera irreal que estuviera ahí frente a él. Se miro a sí misma y entonces frunció el ceño. ¡Claro que la miraba así! Era obvio que un fijado como él no pasaría por alto que el uniforme ahora estaba sucio, lleno de tierra y que ella estaba que sudaba ríos de la carrera que había tenido hace unos pocos minutos para llegar ahí.
—¿Sucede algo? —pregunto arcando una ceja retándolo a que dijera uno de sus famosos comentarios.
—Este.. yo… nada—desvió la mirada a un lado, luciendo incómodo.
—¿Seguro? —preguntó ella extrañada— ¿Te sientes mal o algo? —tal vez el chico no le caía muy bien, pero que no empezara a quejarse por su falta de estilo, era raro y señal de que tal vez algo andaba mal.
—Si estoy bien, sólo… cansado.
Sapphire por su parte no pareció muy convencida con esa respuesta, pero lo dejo así.
—Entonces vamos a la casa de una vez —le dijo.
El ya no contestó, solo la siguió hasta donde estaban los taxis. La chica no podía dejar de pensar en lo extraño que era aquello. Antes, a esas alturas ambos ya estarían discutiendo sobre cualquier cosa en la que no coincidían (que eran bastantes) y en esos momentos Ruby tenía mucho de que quejarse. Pero nada. El chico permaneció en silencio todo el trayecto.
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Al llegar a su casa el chico siguió igual. No habló ni dijo nada, o pregunto por su padre. Sapphire se limitó a guiarlo hasta su nuevo cuarto.
—Tú dormirás aquí— dijo al detenerse frente a una puerta blanca—. Es la habitación de huéspedes y sí, puedes decorarla como gustes y mover los muebles si así lo quieres.
—¿Dónde duermes tú? —preguntó de repente el moreno. Sapphire no pudo evitar mirarlo un poco raro.
—Ahí —y señaló la puerta de a lado—, donde siempre.
—Ya veo —comentó con el ánimo ligeramente renovado.
—¿Por qué preguntas? —preguntó inquisitivamente ella, ya que obviamente no pasó por alto ese cambio en la actitud del chico.
—Oh pues… nada más, por si se me ofrece algo —pero Sapphire no se lo creyó.
—Muy bien. El baño es aquel —apuntó a la puerta al final del pasillo con su dedo índice—,el cuarto de mi papá está a un lado de él. Así que bienvenido…y no me molestes —y se dio media vuelta dispuesta a bajar las escaleras, terminando así con el tour por su casa.
—¿A dónde vas? —preguntó Ruby, pero no fue una pregunta normal. Sapphire capto a la perfección el tono alarmado del chico y se giró de inmediato.
El moreno lucía en realidad preocupado, tanto así que, aunque Sapphire estaba preparando una respuesta como "que te importa" no pudo hacerlo.
—Con mis amigos —fue lo único que alcanzó a decir, y en un tono, que aunque quiso sonará hostil, sólo llego a ser cortante.
—¿Me dejaras aquí solo?, ¿qué clase de anfitriona eres tú, que deja abandonado a su invitado? —preguntó indignado.
Ahí estaba el viejo Ruby. Ni se molesto en girarse por completo, solo movio un poco la cabeza para poder verlo por sobre el hombro.
—Mira, dijiste que estabas cansado, ve y duérmete. Además no eres mi invitada —y enfatizó "invitada"—. Tú viniste porque: el niño quería tomar unas vacaciones —menciono imitando la voz más aguda posible que pudo mientras bajaba las escaleras— ¡¿Por qué no te fuiste a otra parte?
Pero de tan ocupada que estaba ahora ella quejándose, no escucho como el chico contestaba a su pregunta.
—Porque nos necesitaremos.
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Al pasar los días Sapphire podía asegurar que algo había de raro con Ruby. Para empezar, él le daba la razón en casi todo, solo discutían en cosas como la etiqueta y la forma apropiada de vestirse. Además de que él se había hecho muy pegado a ella, si no la sofocaba completamente era porque iba a la escuela, había una pared que separaba sus cuartos y porque ella era mujer y el hombre. ¡Hasta salía a correr con ella en las mañanas y tardes! Cuando antes el chico se negaba rotundamente pues odiaba sudar disque por que dejaba un horrible olor. Y por si eso no era suficiente, le enviaba muchos mensajes a su celular. Obviamente todos los ignoraba, y cuando estaba muy harta le manda uno que decía "deja de estar jodiendo" que hacía que se detuvieran, pero apenas era la hora de la salida el chico le volvía a mandar mensajes. También estaba el hecho de que a su padre le parecía de lo más normal que Ruby fuera tan apegado a ella, cuando un día antes de su llegada le expuso las muchas razones por las que el chico no debió haber ido, y porque eran tan diferentes, además de ser uno de los principales testigos de las muchas peleas que tenían.
Aunque ahora tenía otro problema. Empezaba a salir una especie de irritación en su pecho. Tal vez era salpullido, pero no le daba comezón ni nada. Solo estaba roja esa zona. Le pregunto a sus amigas y enfermera de la escuela si sabían que era, y en ambos casos le aconsejaron ir a ver a un doctor. Y aunque al principio no hizo mucho caso, ahora era diferente porque desde ayer empezó a sentir una presión que se hacía cada vez más intensa, cosa que la preocupaba. No vaya a ser que tenía alguna enfermedad como el cáncer de mama o algo.
—Ruby, saliendo de la escuela iré a ver al doctor —le dijo una mañana antes de ir a la escuela. En la casa solo estaban él y ella en la cocina. Obviamente no quería preocupar a su papá y si no le decía al tipo donde estaría igual se la pasaría mandándole mensajes.
—¿Qué paso, estas bien? —El chico sinceramente preocupado se acercó a ella y puso el dorso de su mano en su frente —¿tienes fiebre? —fue entonces que puso su frente contra la de ella. Acción que tomo desprevenida a la chica quien no pudo contener un sonrojo en sus mejillas. Era la primera vez que Ruby (y un chico) se le acercaba con tanta confianza y de esa manera. Pero logro reaccionar rápidamente y dio un paso hacia atrás dándole de pasada un manotazo al chico—¡Ouch!
—Si estoy bien, solo es un chequeo médico de rutina. Nada que mi papá no sepa —mintió.
—¿Segura que estás bien? —preguntó otra vez.
Sapphire lo miro una vez más antes de salir. Repasó sus posibilidades de decirle al chico, y aunque últimamente estaba un poco más soportable que antes, no podía negar que ese problema era demasiado para el nivel de confianza que tenía con él.
—Sí, solo es algo de rutina —reiteró, y con eso se fue.
Ruby la miró salir, luego llevo sus manos a la cabeza y después las deslizo por su pelo hasta posarlas en su nuca. Y dejo salir un suspiro de cansancio.
—Esto no está progresando como debería —mencionó con un deje de cansancio y llevo con cuidado su mano derecha a su pecho—. Necesito que confíes en mí o no podré ayudarte.
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Su caminar era lento y pausado. Algo inusual cuando se trataba de ella. Pero no podían pedirle otro tipo de reacción. Acababa de salir del hospital. Su diagnóstico había sido negativo. No tenía absolutamente nada. No eran problemas respiratorios, y el doctor descartó inmediatamente el cáncer. Entonces… ¿Qué tenía? Y aunque otras personas estarían rebosando de alegría ella no podía. Muy en el fondo presentía que esa sensación en su pecho no era normal. Era como si algo estuviera apoderándose de ella.
En eso pensaba cuando se dio cuenta por donde pasaba. Era la vieja casona que tanto le agradaba. Con cierto cuidado se acercó a la reja negra que separaba el sendero del jardín frontal de la casa. Ahora estaba más cuidada que antes y había rosales que empezaban a florecer. Al parecer Morty y Sabrina le habían echado muchas ganas a sacarla adelante. O mejor dicho, Morty. Porque era bien sabido por todos que Sabrina solo lo veía desde el portal de la casa y le decía que hacer… y él nunca se quejaba.
—¿Otra vez por aquí?
Sapphire se volteó al reconocer esa voz y nuevamente se topó con Morty y sus ojos violetas. A su lado estaba la joven prima del muchacho: Sabrina.
—Aja —contestó como si nada—. No es culpa mía que su casa sea el parque de juegos de mi infancia —Entonces reparo en la chica de largo pelo negro y piel pálida—. Hola—saludó por mera cortesía.
—Hola —respondió de manera cortante. La chica era demasiado callada para el gusto de Sapphire, ella siempre creyó que era tímida aunque Morty diera otras razones como: "es una amargada, engreída…" y otros apelativos parecidos. Aunque, si era cierto o no, era algo que nadie sabía a ciencia cierta. Sabrina siempre estaba en la casona, debido a una enfermedad que padecía.
Sin mucho por decir la morena pasó de largo de ella, con obvias intenciones de dejar a Morty con el trabajo de atenderla. O eso creyó Sapphire porque apenas abrió la reja la morena se le quedo viendo.
—Morty —habló sin quitarle la mirada a Sapphire, quien en ningún momento la desvió.
—¿Si?
—¿No ibas a invitar a Sapphire a cenar? —miró al rubio con expectativa y curiosidad.
Sapphire, al oirla tuvo que procesar varias veces lo dicho por ella hasta que le quedo absolutamente claro.
¿Morty quería invitarla a cenar?
Aún sorprendida miro a ambos varias veces.
Morty quien lucía sorprendido ante la pregunta de su prima, al fin miró a la menor con esa apacibilidad que lo caracteriza.
—Lo olvide por completo —mencionó golpeándose levemente la frente con la palma de su mano— ¿te gustaría acompañarnos a cenar?
—¿Yo? —preguntó señalándose a sí misma dudosa.
—Aprovecha —escuchó decir a Sabrina—. No todos los días Morty invita a una chica a cenar.
—No es una cita, ¿o sí? —preguntó nada convencida de aceptar si así era. Tal vez si ella fuera otra clase de persona; estaría sonrojada y fantaseando sobre futuros escenarios románticos entre Morty y ella (porque el chico SÍ era guapo). Pero pues, ella era Sapphire y la idea de una "cita" con el rubio, no era algo que la emocionara, menos cuando lo conocía muy poco.
—No, claro que no —dijo para tranquilizarla—. Es sólo que vienes tanto, que tal vez quisieras entrar otra vez a la casa. Es tu infancia de la que hablamos después de todo. Y ¿qué clase de anfitriones seríamos si no te ofrecemos algo de cenar?
—Bueno —Definitivamente esa razón era muy pobre, pero no quería despreciar la comida que Morty le ofrecía—…no creo que haya ningún problema.
Y ante esas palabras el rubio no hiso más que sonreír.
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Se sorprendió de que Morty fuera tan buen cocinero. El chico había estado preparando pasta a petición de la misma Sabrina, quien los dejó para subir a su cuarto ya que tenía cosas que hacer. Así que Sapphire le había hecho compañía al rubio mientras cocinaba, ya sea como solo apoyo moral o haciendo una que otra platica casual.
Para cuando la comida estuvo lista ya sabía que ambos chicos en realidad no eran primos, sino que Morty fue adoptado por la familia de Sabrina a los cuatro años, y que cambiaban seguido de ciudad porque por la enfermedad de la chica, pues decían tenía que "probar nuevos aires" de vez en cuando, y como su familia en parte estaba ocupada, era él quien la acompañaba.
—¿Y no te cansas? —le preguntó en algún momento de aquella conversación.
—¿Cansarme?
—Sí, ¿no te cansas de estar siempre con Sabrina? —volvió a preguntar de manera aún más directa ignorando por completo que la pregunta pudo haber ofendido al muchacho.
El rubio detuvo lo que estaba haciendo y miro a la chica con una expresión indescifrable para ella.
—No —declaró con simpleza regresando a lo suyo—. Ella me escogió de entre todos los niños del orfanato para ser parte de su vida. Si ella va hasta el mismo infierno la seguiría sin chistar.
Y hasta ahí quedo ese tema.
Por su parte ella le contó cosas que la mayor parte de las personas sabían en el pueblo: era hija única, vivía con su padre en el pueblo desde los cuatro años, edad que tenía cuando murió su madre, pero que no recordaba mucho al respecto. Pero eran cosas que la mayoría de las personas sabían y que a esas alturas ya no le importaba comentar.
Al escuchar los pasos de Sabrina bajando las chirriantes escaleras de madera, el rubio apagó la estufa, pues justamente había terminado. Le pidió a Sapphire que pusiera la mesa, la cual ella acató al instante. Menos de tres minutos después y Morty ya le había servido a ambas chicas y a él mismo.
—Wow, esta delicioso, Morty —felicitó la castaña al probar de su pasta. Era de lo más rico que habría probado, tanto así, que podría apostar que el chico superaba por mucho los restaurantes más finos de la región.
—Le sigue faltando sazón —comentó entonces Sabrina con una sonrisa de autosuficiencia—. Has mejorado pero sigo percibiendo el sabor insípido de tus primeros intentos.
El comentario provoco que Sapphire frunciera el ceño molesta con la actitud de la chica, pero para su sorpresa Morty ni se inmuto. Provocando un ambiente demasiado tenso para el gusto de la castaña pero al parecer sólo ella fue capaz de percibirlo ya que los otros dos seguían comiendo con total naturalidad.
El rubio notó la incomodidad de su invitada.
—No te preocupes, Sapphire, Sabrina jamás estará contenta con lo que hago —dijo restándole importancia al asunto—. Pero tiene razón, le sigue faltando sazón.
—Pues para mí está perfecto.
—Tal vez, pero para mí siempre le sigue faltando algo —comento la otra mientras se llevaba el tenedor enredado en pasta a la boca.
—Y hasta entonces no será perfecto —terminó Morty, para seguir comiendo.
Ambos sin estar pendientes de la curiosa mirada de la castaña. Tanto el comentario de Sabrina como el de Morty le parecieron…eso, curiosos. La chica había insultado a su propio primo y el no hizo nada para defenderse, lo había tomado como si fuera cosa de todos los días. Pero lo que más le llamó la atención fue la manera en habían hablado. No se quiso quedar con las ganas y se aventuró a preguntar:
—¿Tiene que gustarle a Sabrina para que sea perfecto?
El rubio y la chica dejaron de comer y se miraron a los ojos por lo menos un segundo, antes de que fuera Morty el que contestara con absoluta solemnidad:
—Si para Sabrina es perfecto, para mí lo será también.
Provocando una mueca en Sapphire. Había algo muy raro pasando entre esos dos. Pero nada comparado con la muy profunda sensación que surgió en ella de que debía de ser así: Si Sabrina quería la perfección, era deber de Morty dársela.
Hubiera seguido intentando descubrir que era lo que escondían el par de parientes de no ser porque escuchó que su celular sonaba.
—Ups—exclamó la castaña, tomó el aparato del bolso de su pantalón para ver el número y era de su propia casa. Dándose cuenta de que no le dijo absolutamente nada a Ruby de donde estaba…que de igual manera no tenía por qué decírselo, él no era nada suyo y podría hacer lo que le viniera en gana sin necesidad de darle explicaciones. Aunque si fuera su padre la historia sería distinta, ¿verdad?
—¿Si?—contestó al fin.
—¿Dónde estás?—fue lo primero que le dijo Ruby.
Suspiró con fastidio.
—En casa de unos amigos.
—Ya anocheció —replicó él con seriedad, demasiada a decir verdad.
Sapphire se separó un poco del celular, lo miro como si su mirada de fastidio fuera posible de llegar hasta Ruby, después lo volvió a poner en su oreja.
—¿Y? —dijo con obvio tono de desinterés.
—Vente para la casa —y ahora si se sorprendió la chica, eso era una orden no un favor ni petición.
—No tengo porque ¿o sí? Además mi padre sabe que estoy aquí —mentira pero eso él no lo sabía.
—¡Sapphire, no me interesa que sepa o no tu padre, lo que me interesa es que estás YA en la casa o voy por ti! —espeto molesto.
Algo tonto porque ese tono solo hiso enfurecer más a la chica.
—Ya estoy HARTA, de que me estés hostigando, HARTA. No sé qué chingados pase por tu cabeza Ruby, pero no eres NADIE COMO PARA DECIRME QUE HACER Y MUCHO MENOS PARA ANDARME HOSTIGANDO COMO VIENES HACIENDO. VEN POR MI SI QUIERES PERO CONTIGO NO IRE A NINGUN LADO —y colgó para después lanzar el aparato al suelo como única salida de todas sus emociones. Había subido el tono de su voz sin percatarse mucho de ello y no solo eso, algo en su pecho empezaba a molestarla. Se llevó la mano instintivamente como queriendo reprimir la molestia pero obviamente no funcionaría.
—¿Estás bien?—pregunto Morty quien sin darse cuenta había llegado a su lado. Su mano derecha estaba en el hombro de ella.
—Sí, es solo que ese chico…nunca me ha caído bien, y me estresa que últimamente se quiera acercar taaanto a mí y que encima de todo quiera darme órdenes —explicó, intento sonreir pero le fue imposible. El malestar en su pecho rápidamente se volvía dolor.
—Pues está bien, no deberías dejar que nadie te de ordenes….—comento de manera casual la Sabrina. La chica se había levantado de su sitio e iba hacia donde estaba ella—. Hay ciertas personas que deben saber su lugar y reconocer el nuestro.
—¿Eh?—La castaña miro confundida.
—Eh….Sapphire—intervino Morty—¿Llevas mucho tiempo conociéndolo? Pareciera como si fuera un viejo amigo.
—Desde que éramos niños, se supone que antes de la muerte de mi madre pero no recuerdo mucho —confesó sin darle mucha importancia, tantas veces había dicho la historia que ya no le producía molestia—. Pero crecimos, nuestros gustos cambiaron, peleábamos casi por cualquier cosa, pero ahora….
—Solo quiere estar contigo—terminó Sabrina.
—Sí.
—Como si nadie más en el mundo importara—la chica empezó a caminar por el comedor.—Fueras el centro de su Universo, como si tuviera la extraña necesidad de protegerte, que todo lo que desearas se cumpliera tal cual, de ser parte de tu mundo...—Se giró solo para verla con malicia—Como si fueras su reina.
Y algo reacciono en Sapphire. No sabía el que, pero algo que le alertaba a salir de ahí. Pero justo cuando se iba a levantar Morty la tomo de los brazos aprisionándola por detrás de la silla. Impidiendo que se levantara y se moviera.
—¿¡QUE ESTÁN HACIENDO!
—Debiste haberle hecho caso a tu amiguito, Sapphire —comentó Sabrina llegando a donde estaba y poniéndose frente a ella. Y sin pena ni gloria abrió los primeros botones de la blusa del uniforme que aun llevaba.
Sapphire lanzo un grito ahogado y la vergüenza la invadió, afortunadamente Sabrina no fue tan maldita como para abrirlos todos. Solo dejo ver su pecho, sus senos seguían siendo cubiertos.
—¿Sabrina que estás haciendo?—pregunto con nerviosismo y porque no, asustada. Intentando inútilmente deshacerse del agarre de Morty.
Ella no le contestó, sino que con su dedo índice y medio juntos, presionó su pecho provocando un dolor insoportable en ella. Apretó los dientes y sus manos, que casi sintió que le sangraba la palma por la fuerza con la que lo hizo. No iba a gritar. Hace muchos años, se juró así misma jamás demostrar debilidad, y hasta ese día lo había cumplido, aún y si el dolor era como el azote de diez látigos.
—Lo sabía. Es ella Morty.
Sapphire entre abrió los ojos, logrando ver la cruel sonrisa de Sabrina y sus ojos brillantes de pura felicidad de verla sufrir. Y cuando al fin la miro directamente a ella, se encargó de decirle con sus ojos todo el desprecio que sentía por ella en esos momentos por hacerla sentir tan débil.
—Después de todos estos años…al fin la encontramos —su expresión no cambiaba, seguía feliz.
Pero Sapphire no podía seguir sosteniendo la mirada, ni si quiera mantener los ojos abiertos, se le empazaban a cerrar, las fuerzas se le iba y el dolor crecía y crecía… la estaba ahogando.
—Encontramos a la Reina incompleta —y fue lo último que logró percibir antes de que la inconciencia tomara control de ella.
—.—.—.—.—.—.—
Iba por las calles del pueblo. No sabía dónde estaba Sapphire pero sin lugar a dudas la encontraría. Sabía que no la debió haber dejado ir sola. Aunque a decir verdad, también le debió haber dicho la verdad desde que llegó. Tal vez así ella hubiera entendido todo y se hubieran ahorrado muchos problemas.
Bueno, al encontrarla se lo diría. Ella tenía que saberlo todo. Sus papeles, el rol que jugaban, lo que su seguridad significaba para el mundo entero.
Un grito desgarrador fue ahogado en su garganta antes de salir, se llevó la mano al origen del dolor que sintió: su pecho. Apretó fuertemente y frunció el ceño.
Sapphire estaba en peligro. Tenía razón.
Y lo peor de todo es que la habían descubierto.
Se irguió, se tambaleó un poco y empezó a correr hacia las afueras del pueblo. Sabía dónde estaba, ya lo sabía. Podía encontrarla. Ahora era más fácil.
Mientras corría sólo pensaba en como Sapphire ya no podría ser la chica normal que pretendió ser todo ese tiempo. No cuando el destino la alcanzo para reconocerla como lo que ha sido destinada a ser…Su Reina.
Conitnuará...
Me salió largo el cap, y me reuní con mis allegados y editores (amiga Elyon, amiga Kodak y amigo Aaron) y llegamos a la conclusión de que era preferible dividirlo.
Espero les guste esta nueva historia que apartir de este momento amo con todas las fuerzas de mi alma. Es de mis favoritas a decir verdad, en especial porque desarrollarla me representa un desgaste mental como no tienen idea...ya sabrán porque en el siguiente capítulo ;D y los que le siguen si la termino ewe.
Otra cosa existe la posibilidad de que la llegue descontinuar, y si ese momento llegará les explicaré porque. Pero por el momento disfrutenla.
No me queda mas que decirles, que sus reviews son muy importantes para mí, pues como dije, la historia es completamente mía y la AMO. Me gustaría saber que piensan de mi bebé X3
Nos vemos en el next chap!
PD. Gracias a Falk quien se encargó de ser quien checará el cap!
EDITADO EL 20 DE MAYO DEL 2013: Cambié la división del capítulo así como algunas cositas. Voy de poco a poco, pero espero que la re-edición me ayude a volver a tomarle el hilo a la historia y poder seguir en la parte donde me quedé :)
