Blake caminaba hacía su habitación muy molesta, su familia no apoyaba su relación con Adam. Ya estaba lo suficiente grande como para decidir con quién tener una relación o no, además el resto de los faunos eran unos idiotas y él era diferente, era tan comprometido, apasionado, independiente y revolucionario. Existían tantas cualidades en él que la hacían sentir segura.
El miedo al futuro se desvanecía a su lado, pensó en todo esto hasta quedarse dormida, a la mañana siguiente su familia no quiso tocar el tema de nuevo, era la edad de la rebeldía después de todo. Los adolescentes creen que un adulto no los entiende o que todos están en su contra.
—¿Cuándo nos lo presentarás formalmente como tu novio? —preguntó su madre de la manera más amable que pudo.
—Tu mamá tiene razón, ese muchacho ni se pasa por esta casa y más le vale que siga así, pero también debería dar la cara.
—¿Dar la cara de qué? No hacemos nada malo.
—¿Iniciar una revolución no es nada malo?
—Es por nuestro bien, los humanos nos tratan horrible. Necesitamos esto y yo estoy con Adam —dijo Blake y se levantó de la mesa.
Salió de su casa sin escuchar palabra, fue a encontrarse con Adam inmediatamente, después de pelear en su casa por su relación, él era lo único ser en la tierra que podía hacerla animarse.
Cuando se encontraron, él la abrazó de una manera protectora y ella lo correspondió con dulzura. Se sentaron debajo de un árbol, se besaron y poco a poco fue subiendo de tono el ambiente que los rodeaba.
—¿Quieres hacerlo aquí? —preguntó Blake con la respiración agitada.
—Si quieres vamos a mi casa —respondió entre besos.
—No, está bien —la verdad era que el peligro de ser descubiertos la excitaba al igual que a él.
La tomó de la cintura y se colocó sobre ella, la contempló un rato, jadeante y suplicando que se apurara, ambos estaban al borde del deseo y la desesperación por unir sus cuerpos en uno solo. Él sonrió y se bajó los pantalones, ella hizo lo mismo con su ropa, se maldijo internamente por no llevar falda, pero no creyó que les ganaría la pasión.
Preparó a su chica gato por un momento, pero su cuerpo ya estaba listo para dejarlo entrar, se preguntó en varias ocasiones si era cosa de faunos ser tan calientes o si sólo eran ellos dos así, aunque eso no importaba ahora.
Ella gimió su nombre y le mordió la oreja, Adam se prendía cada vez más. La pelinegra con cada embestida pedía más y más, la movió en diferentes posiciones y hasta acabar dentro de su amada. Belladonna se estremeció y arqueó su espalda al sentir lo caliente de su esencia.
Se vistieron y se tiraron al suelo, él la rodeo con el brazo, ella se acurrucó en su pecho.
—Te amo Adam.
—Te amo cariño, siempre lo haré —terminó su frase con un tierno beso en su frente.
