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El viento golpeaba agresivamente contra todo lo que se interpusiera en su camino. El cielo dejaba los vestigios de lo que sería seguramente una futura tempesta. De hecho, comenzaba a lloviznar levemente.
Su pelo rizado y castaño fue zarandeado por otra fuerte brisa, pero no se detuvo, continuó andando. Caminaba lentamente, intentando no hacer ruido y expectante, esperando en cualquier segundo el ataque de un enemigo. Sobre el pequeño claro se instalaba un silencio casi sepulcral, a excepción de su respiración nerviosa y algún que otro canto lejano. Se aferró con fuerza a la varita que tenía en la mano. Su varita.
Lo único que le quedaba después de todo. Estando ya segura de que no había nadie por allí acechándola, lanzó un par de conjuros protectores no demasiado elaborados y se sentó en el suelo, desgarrándose.
Todo, absolutamente todo, era un jodido desastre.
Los acontecimientos habían pasado de una manera casi fugaz en las últimas horas. Calculaba que ahora mismo eran más o menos las nueve de la mañana.
Se dispuso a tranquilizarse, mientras intentaba que sus ojos marrones no desbordaran y dieran paso a un mar de lágrimas desconsoladas y sin sentido.
Ella, Ron y Harry habían ido a Hogwarts. Habían destruido al fin todos los Horrocruxes. Habían luchado. Muchas personas habían muerto. Muchas personas se habían ido para siempre. Harry se había ido a sacrificar. Volvió. Mataron a Voldemort. Hubo un gran revuelo. Los mortífagos se pusieron como locos a lanzar maldiciones, intentando ganar una batalla ya perdida. Y de repente... Un rayo de luz alcanzó a Ron. Cayó al suelo y comenzó a convulsionarse, soltó un grito ahogado justo antes de quedarse inmóvil.
Se repitió todos los hechos varias veces para creérselo. Estalló en lágrimas sin poder evitarlo más.
Ron estaba muerto.
Después de eso todos comenzaron a correr, los hechizos y estallidos volaban de aquí para allá. Hermione sin poder aguantarlo, salió de allí en cuánto pudo.
Se odiaba por ser una cobarde.
Pero sentía que se había quedado sin fuerzas.
Sin fuerzas para ser valiente. Sin fuerzas para seguir luchando. Sin fuerzas luchar en una guerra que ya no sentía ía que había perdido el razonamiento y sentido común. Se sentía paranoica. En alerta permanente. Por eso caminaba cautelosa por aquel bosque inglés en el que había decidido derrumbarse. Si no recordaba mal, estaba cerca de un conjunto de mansiones en las que solían vivir las familias sangre pura.
Nott, Parkinson, Zabini, Malfoy, Bulstrode, Avery, Rosewood. Tenía unas ganas terribles de ir y lanzar un bombarda máxima a todas aquellas mansiones.
Que se quedaran en ruinas, destruidas. Tal y como estaba ella ahora.
Tenía una gran y sangrante herida en el estómago. Estaba segura de que también la muñeca izquierda fracturada y un esguince en el tobillo que la hacía cojear.
Deshizo los encantamientos y empezó su búsqueda: Malfoy Manor...
Esa casa no le aguardaba en absoluto ningún buen recuerdo, y teniendo en cuenta para que había servido y quienes eran los propietarios, solo conseguían que le hubiera cogido un asco terrible.
Le dolía mucho el tobillo al caminar, pero no podía permitirse arrastrarlo y hacer ruido. Estaba segura de que deberían buscarla por cielo y tierra, si quería vivir tenía que ganárselo.
Después de lo que calculó que habían sido unos cuantos minutos de recorrido, divisó un gran muro de color gris.
Apretó los puños por el dolor que le generaba su cuerpo malherido, y pensó las cosas dos veces. ¿Estaba actuando correctamente? Tal vez les destrozaría la vida a personas que no habían hecho nada.
Pero se le vino a la cabeza la muerte de Ron, y la gran cantidad de muggles a los que las familias sangre puras y de mortífagos habían matado. Gente inocente.
Aquellas horribles personas no merecían perdón ninguno.
— ¡Bombarda! —exclamó. Los pequeños ladrillos que formaban aquella pared estallaron y volaron en pedazos. Una gran nube de polvo se levantó y tosió levemente antes de abrirse paso entre los escombros.
Aquel hueco en el muro daba acceso a un pequeño pasadizo entre dos de las grandes casas. Caminó entre la penunmbra hasta llegar a lo que parecía una rotonda muggle. Pequeños arbustos y flores cubiertos de un pequeño polvo blanquecino. Dió una vuelta alrededor y una gran sonrisa se asomó por su rostro. Era una sonrisa irónica.
Aquí, las casas de los causantes de la guerra, impolutas, alejadas del horror causado por sus dueños. ¿Por dónde empezar? Sólo quería destruirles todo, dejarles sin nada, desvastados. Su sonrisa se ensanchó, tan solo imaginar sus caras pálidas al ver el desastre en sus magníficas y caras mansiones, las casas hechas pedazos, quemadas hasta los cimientos.
Decidida, se acercó a la primera casa que sus ojos localizaron. Temblaba un poco, no sabía si era por el frío o la emoción (aunque probablemente del miedo).
— Es ahora o nunca —. susurró para si misma más que para otra persona, ya que no había nadie más allí. O eso se suponía.
Ante ese pensamiento un escalofrío recorrió su nuca e inevitablemente dió media vuelta, casi cayéndose por el impulso. Sentía unos ojos incesantes sobre ella, ¿qué haría si había alguien más? Malherida, sola y sangre sucia era un objetivo divertido (y bastante fácil) para cualquier mortífago. No pensaba gritar algo del estilo ¿hay alguien ahí? porque era una evidente estupidez. Centró su atención nuevamente en la casa. Leyó un pequeño grabado en una placa de oro: Familia Zabini.
No era la Mansión Malfoy pero algo era algo. Si mal no recordaba Zabini era de ese grupo que junto con Nott, Malfoy, Parkinson, Crabbe y Goyle se habían iniciado con mortífagos (o al menos iban encaminados a ello).
Preparó su varita, tosió levemente para aclarar su voz y esperó un segundo, mientras meditaba si no era mejor usar algo más dañino, antes de gritar:
— ¡Bombarda máxima!
Cayó hacía atrás, saliéndose por el golpe todo el aire que almacenaban sus pulmones. Un trozo de piedra rozó su cabeza, durante unos segundos no le dolió nada, pero después comenzó a notar la sensación de sangrado, además de un fuerte quemazón por el interior. No podía ver más allá de sus propias narices, porqué el polvo que se había levantado habia envuelto todo. Escuchó un gran estruendo y segundos después más pequeñas piedras saltaron, aunque esta vez se tapó el rostro con los brazos.
Una gran bocina empezó a sonar fuertemente, tenía los oídos un poco aturdidos pero llegaba a distinguir lo que decía: ¡Intruso, intruso!
Tal y como había sucedido en Hogwarts hace unas horas, las enormes estatuas del jardín de los Zabini comenzaron a moverse.
Todavía en el suelo trató de moverse, pero se percató que tenía el pie debajo de un enorme pedrusco. A decir verdad, ya ni lo notaba ¿se había quedado sin pie izquierdo? El dolor taladrante en su cabeza aumentó y una gota de sangre resbaló por su barbilla, y pensó en que seguramente la herida de su estómago estaría infectándose a una gran velocidad. Ya está, hasta aquí llegaría Hermione Granger. ¿Cómo iba a poder superar a esas decenas de estatuas de diferentes rocas macizas?
— ¡Impedimenta!
Una voz masculina se acercaba. El hechizo dio de lleno en la estatua y esta se quedó quieta.
— ¡Impervius!
Otro hombre se acercaba. Las cuerdas ataron a otra estatua que se acercaba de pies a cabeza, haciéndola caer.
Rápidos sonidos de pasos se acercaron hasta la castaña, que no podía ver bien todavía por el polvo (también creía que sus múltiples heridas le estaban adormeciendo su capacidad mental). De repente alguien la cogió por las axilas y otra persona movió el gigante pedrusco, dejando libre su pierna y agarrando ambas.
Se movilizaron hacía un costado con rapidez, fuera del frente de los Zabini. Sentía que sus ojos se cerraban y el cansancio se apoderaba de su cuerpo.
— No te duermas —. le dijo una voz firme. El polvo se estaba disipando y llegó a ver la cara de... ¿Nott? ¿Theodore?
Intentó decir algo pero no pudo, porque sintió que se dormía de nuevo.
— ¡Joder, que no te duermas! —gritó el otro individuo mientras le regalaba un pequeño tortazo. Era ni más ni menos que el mismísimo Draco Malfoy.
Antes de sentir que abandonaba su mente lentamente, oyó unas puertas cerrándose fuertemente y la sensación de altibajo al subir una escalera.
Un último pensamiento estúpido cruzó su cerebro: Malfoy Manor no está en un complejo de mansiones.
Después solo hubo oscuridad.
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nuevo fanfic! espero que os guste. Una pequeñilla introducción.
