Un nuevo día para Félix Agreste en él que tendría que soportar a Bridgette cuando llegue a la escuela.
El chico caminaba por los pasillos de la escuela con total precaución para no recibir un ataque sorpresa.
-Disculpe señor.
-¡Vete de aquí ser diabólico!
El chico quedó estático al ver como unas niñas que vendían galletas se fueron llorando.
-Rayos.
Maldijo por lo bajó.
-¡Hola Félix!
Lo abrazaron de atrás.
-Doble rayos.
Empujó a la chica la cual llevaba un vestido rojo para una fiesta que haría la escuela y le miró con seriedad.
-Hazme el favor de no acercarte a mí.
La chica le sonrió.
-Te quería avisar que hoy estaré ocupanda y no me podrás ver, no te pongas triste, nos vamos.
La chica se marchó y al rubio se le iluminó el día y miró al cielo con una sonrisa.
-Gracias Díos.
-¿Con quién hablas?
Bajó su mirada y vio a Nino.
-Éste es el mejor día de mí vida.
El moreno levantó una ceja sin entender pero se dio cuenta de algo que colgaba de la mochila de su amigo.
-¿Qué es eso?
Felix miró ese hilo rojo que se enganchó a uno de los cierres de su mochila.
-No lo se, pero lo voy a averiguar.
Los dos caminaron buscando de donde provenía el hilo rojo y Nino fue él primero en ver de donde salía.
-¿Eh, Félix?
Le señaló al frente donde estaba Bridgette con la parte trasera de su vestido muy corto y se notaba un poco de su ropa interior.
-¡No mires!
El rubio empujó a su amigo molesto, sacó una remera que tenía en su mochila y la ató en la chica que lo miró confundienda y sonrojada.
-Esto es tuyo, adiós.
Le dio la bolita de hilo rojo que tenía y se fue sonrojado mientras la chica gritaba y se iba a su casa.
-¿De dónde saco ropa interior con dibujos de Cat noir?
Se fue a la escuela mientras su amigo se reía de él.
.
.
Al anochecer.
Ladybug y Cat noir estaban contemplando París desde la Torre Eiffel.
-Muy bonita noche ¿verdad my Lady?
El chico la miró con una sonrisa.
-Si, es una noche maravillosa y ¿sabes quién más es maravilloso?
El rubio se le acercó un poco.
-Tú my Lady.
La chica lo empujó con su mano y le sonrió.
-No, Félix Agreste.
Y la chica se fue alegré.
-¿Qué clase de tonto se llama Félix Agre... no esperen, no es tonto.
Él felino se dio cuenta de que pasaba y se sobresalto.
-¡¿Yo le gustó?!
Y así los hilos rojos del destino comenzaron a moverse.
Fín?
