Este fic participa en el "Minireto de octubre" para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera". Los personajes no son de Collins y esta arena tampoco.


Holocausto Caníbal


Lukas despierta. Todavía siente los ojos brumosos, náuseas en las tripas y una incipiente arcada que le obliga a vomitar. No suelta más que bilis, eso le otorga una idea del tiempo que le han dejado ko. Morgan se encuentra a su lado, apoyada en ambas manos haciendo lo mismo. El líquido verde mancha su pelo negro y él se apresura apartarlo de su boca. Cuando termina le mira a los ojos, la pregunta es obvia: ¿qué ha pasado?

El paisaje que los rodea es otro, el verde frondoso y húmedo sustituye a la aridez anterior, el calor recuerda a zonas del planeta que ninguno ha visitado. Gritos animales inundan el aire; parecen casi humanos. No es descartable que se trate de otros tributos.

Ambos tragan saliva amarga, ninguno de los dos tiene algo que decir, ambos recuerdan lo mismo. Se miran, lo saben: una niebla densa embadurnando el ambiente hasta absorberlos, luego vacío, negro detrás de los ojos y así hasta ahora. Deciden seguir el rastro de rugidos humanos, son altos y desgarrados, no hay pérdida. No hablan de ello, pero sus rostros delatan terror.

El bosque se ha vuelto tan denso que dificulta el avance. Por suerte los dos van armados con filos punzantes que les permiten despejar el camino. Morgan ya no puede morderse la lengua por más tiempo y empieza a soltar improperios por la boca. Ya tardaba, opina Lukas.

Un grito en concreto, uno femenino, agudo y entrecortado al final, hace que el aliento se les congele a ambos. No cabe duda que el sonido provenía de las tripas de alguna persona, esa entonación, ese timbre no puede emitirlo ningún animal. Lo sienten hasta en las venas, retumbando en aire que reverbera de lo caliente que es. Deben de estar cerca.

Quedan agazapados entre las sombras de algunos arbustos inmensos. Parece imposible que en el poco tiempo que estuvieron fuera de juego las plantas hayan crecido de forma tan desmesurada. Plantas irreconocibles para ellos, troncos y flores que ninguno ha visto en la vida en las inmediaciones de la alambrada de su distrito. Se preguntan —todavía en silencio, parece que se les hubiera comido la lengua el gato—, si es posible que los Vigilantes hayan manipulado de esa forma el medio y el clima de la Arena. No han vuelto a encontrase ninguna puerta, a las cuales Lukas ya se había aficionado: trasporte rápido y sin esfuerzo, quién quería más. Vía libre a la Cornucopia. Se sentía el rey del mambo controlando esos artilugios.

La imagen que encuentran tras los arbustos les deja aún más mudos de lo que estaban. Tienen que volver la cara del horror. Y eso que ni Lukas ni Morgan son especialmente remilgados y los dos han visto correr sangre anteriormente. Pero esto es distinto. Es un río de lava roja desprendiéndose del cuerpo inerte de una mujer. No le ven la cara, la oculta una nube de tributos enloquecidos que arranca intestinos y engulle órganos aun calientes con glotonería voraz. El corazón late en la mano de uno de ellos, la mirada de la mujer, también tributo, queda despejada un instante para congelarse en el parpadeo final que culmina con un ojo abierto. Se la han comido viva, ¿qué atrocidad es esa? ¿Qué le han hecho a ella? ¿Cómo han drogado al resto para que compartan banquete de forma tan amistosa? ¿Terminaran con la chica y comenzaran a devorarse unos a otros?

Morgan vomita de nuevo. Lukas no iba a ser menos. Intercambian una mirada de ojos vidriosos y medios idos y sin mediar palabra, huyen de allí.