Lloraba desamparado en una esquina de mi habitación. Todo se veía más grandes desde aquí, mientras yo me volvía más pequeño e insignificante.
Las cosas no van bien, no estoy bien. Nunca creí llorar así, hasta el momento en donde me miraste con esos profundos ojos, y me dijiste que volverías con ella. A pasado mil veces ya, su relación se basa en que ella te abandone, tu llores conmigo, te pida volver por el simple capricho de tenerte otra vez, y tu aceptándola sin importar que. Se ha vivido este ciclo desde que empezó a los 8 años, pero ya tenemos 16, y estoy frustrado.
Esta vez tenía esperanzas, tenía fe y valor para declarar mi sentir. Pero otra vez, ella me ganó. Ella siempre gana. Ella siempre es la que te roba el aliento y te saca las más hermosas sonrisas. Nunca me has dirigido una sonrisa como lo has hecho con ella. Estoy cansado de esperar, y exactamente por eso estoy aquí. Llorando, sintiéndome vacío y sin valor, acurrucado en mi mismo como el débil que siempre he sido.
Me dormí en esta incomoda posición, y al día siguiente fui a la escuela. Me preguntaste porque tenia una apariencia tan andrajosa, pero sólo te sonreí. Siempre cedes ante mi silencio, aunque no estoy seguro porque. Sólo sé que cuando pusiste tu mano en mi mejilla con unos ojos tristes, mi corazón fue más feliz de lo que jamás imaginé que podría ser. Y cuando yo me acerque decidido a no perder la oportunidad, con la intención de besarte, vi un rastro de esperanza en tu mirar.
En este preciso momento, el mundo no es tan mal lugar para existir. Porque estas tú, a mi lado, y eso es suficiente.
