¡Hola a todos! ¿Cómo están? Yo acá, de regreso después de años y años de estar desaparecida en el limbo jajajaja.

Estoy entusiasmadísima con este nuevo proyecto que se me ocurrió, luego de ver la última película de Naruto en el cine, y luego de animarme a leer el manga hasta el último tomo y quedar saltando, como una adolescente, por todo mi cuarto, ante los últimos sucesos. Cabe aclarar que soy una fan del SasuSaku a morir, jajaja. Por este motivo, nació esta historia que vendría a ser la continuación de la película THE LAST.

Aviso que esta historia va a tener muchos spoilers para los que todavía están viendo los capítulos de la serie de anime. Esperando, pacientemente a que avance un poco más la historia jeje. Como yo no aguanté me leí el manga jajaja.

¡Bueno ya quedan avisados! No quiero que después se quejen que leyeron muchas cosas que no sabían.

Espero que les guste la historia porque la empecé con muchas ganas. Y si me animan mucho con sus hermosos reviews voy a seguir echándole muchas ganas a los demás capítulos. Si les parece bien, les prometo actualizar todos los viernes. ¿Les parece? Contéstenme en un lindo review.

Desde ya muchas gracias por leer y los dejo con la historia…

Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen, estos pertenecen a Masashi Kishimoto. Sin embargo, la historia sí me pertenece, y está hecha con los únicos fines de entretenerme escribiéndola y entretenerlos a ustedes con la lectura.


Capítulo 1: Acompáñame en mi soledad

Sentada en un banco, alejada del tumulto, se encontraba ella, observando a sus dos amigos y siendo testigo de su felicidad. No pudo evitar sentir lo mismo que ellos, emoción y dicha.

El clima era perfecto. Una suave brisa mecía sus cabellos. El cielo se mantenía despejado, transmitiendo un sentimiento de infinidad. Adornándolo se encontraba el sol. Aquel astro que, con sus rayos de luz, traspasaba sus poros y brindaba una profunda calidez a su corazón.

Era un día perfecto para llevar a cabo esa ceremonia, que reunía a casi toda la población de Konoha. Hinata y Naruto se habían casado y ahora festejaban, rodeados de todos sus seres queridos. Aquel hecho, realmente, ameritaba conmemorarse. Era un hermoso día para ellos y para todos los que amaban a aquella pareja.

Su rubio e hiperactivo amigo había dado un gran paso al confesarle sus sentimientos a la ojiperla. El momento era crucial. La luna caía, literalmente, sobre sus cabezas y no era el momento de dudar. Ellos debían afrontar aquel contratiempo juntos, y así fue. Naruto y Hinata había acabado con ese suceso, unidos por ese sentimiento que todo lo podía. Amor. Sentimiento que aquella joven, alejada de la multitud y sentada en aquel banco, no lograba sacar de su corazón. Sentimiento que no creía correspondido.

Su mirada no se alejaba de aquella pareja. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Cerró los ojos, emitió un profundo suspiro y, finalmente, volteó su mirada por detrás de su espalda. Echó un vistazo de reojo en aquella dirección, aun con esa pequeña sonrisa en sus labios. Al no divisar nada volvió a acomodarse nuevamente en su antigua posición.

- Tal vez fue mi imaginación- susurró para sí misma, con la mirada perdida en un punto delante de ella, pero sin ver nada exactamente. Sus pensamientos empezaron a volar sin ser capaz de detenerlos.


La noche se cernió sobre la aldea de la hoja. Una chica de cabello rosa entró a su departamento con un semblante cansado. Ese día había sido hermoso pero también muy agotador. Luego depositó sus llaves sobre el buró, ubicado a un costado de la puerta, y se deshizo de sus incómodas sandalias de fiesta dejándolas, ordenadamente, en la entrada. A paso lento, se dirigió a su habitación y se acostó en su cama sin tomarse el tiempo de cambiarse la ropa por una más cómoda. Finalmente, se ubicó en el centro, en posición fetal, tomando una de sus almohadas y abrazándola fuertemente.

Realmente estaba agotada, sin embargo, sus pensamientos no la dejaban conciliar el sueño. Su mente estaba empecinada en revivir los últimos años de su vida. Desde el fin de la 4ta guerra ninja, hasta estos últimos acontecimientos en que todos habían logrado seguir adelante a pesar de las adversidades.

La pelirrosa se sentía orgullosa de su villa y de todos los que la conformaban. Estaba rodeada de grandes ninjas y amigos que se habían convertido en su familia. Se decía a sí misma que no podía pedir nada más. Se mentalizaba que debía agradecer lo que la vida le daba y no buscar más. Pero algo faltaba. Había un hueco que no podía llenar y aunque ella se rompiera la cabeza tratando de reprimir esos pensamientos y pretender dejar de lado aquel sentimiento, no podía evitarlo.

Un recuerdo, tal como un flash de una cámara, llegó a su mente. El momento en que Naruto y Hinata se juraban amor eterno, delante de todos sus amigos, testigos de su unión. No podía evitar sentir un poco de envidia. Una sonrisa triste se dibujó en sus labios y mantuvo sus ojos cerrados.

- Veo que no fue mi imaginación- expresó, la chica, en voz alta, pero en un tono suave. Sin embargo, no se movió ni un milímetro, aun habiendo sentido aquella presencia, a unos pocos metros, detrás de ella.

El intruso se encontraba en la ventana, apoyando su espalda en el marco, recargando su pierna derecha en la parte baja del mismo y su brazo derecho descansaba sobre su muslo. Su otra pierna estaba del lado de adentro de la habitación apoyando el pie sobre el piso.

Su mirada, en ningún momento fue dirigida a la pelirrosa. Esta, de hecho, estaba centrada en la luna llena que alumbraba aquella noche. El intruso escuchó aquella suave voz, pero no se vio en la necesidad de continuar la conversación. Más la pelirrosa no esperó respuesta alguna, tampoco la esperaba.

- Sabes, me alegra que uno de nosotros haya logrado ser completamente feliz. Naruto se lo merece y le deseo lo mejor de todo corazón- la chica esbozó una sonrisa sincera con respecto a aquel deseo. No podía evitar querer lo mejor para el rubio. El era como el hermano que nunca había tenido, pero que la vida le había regalado. Su acompañante no parecía escucharla, pero lo hacía, sin embargo, permanecía en completo mutismo. La ojijade sabía que aquella persona no estaba allí para conversar, así que continuó con su monólogo, sintiendo que esa era la única forma que tenía de desahogarse- Kakashi sensei me contó lo que hiciste por la aldea, aquella vez, cuando una fracción de la luna atentó contra Konoha. Me alegra que protejas aquello que es tan importante para Naruto- la chica, de apoco, fue disminuyendo el volumen de su voz, adentrándose lentamente en el mundo de los sueños. Antes de caer profundamente dormida en los brazos de Morfeo, en un suave murmullo, agregó- Gracias... Sasuke kun.

Fue apenas un murmullo, pero el joven pudo escucharlo. Bajó la mirada y cerró sus ojos ocultando esos profundos y oscuros orbes. Al abrirlos se vio un destello de tristeza, pero la frialdad no tardó en apoderarse nuevamente de ellos. Bajó del marco y a pasos lentos se dirigió a la cama constatando que la chica dormía profundamente. A diferencia de cuando llegó, su mirada no se despegaba de ella, sin embargo, aun mantenía una rigurosa distancia entre los dos.

Pasados unos minutos, el moreno se deshizo de su abrigo, el cual se asemejaba a un poncho, y lo colocó sobre la chica abrigándola, ya que la misma demostraba tener un poco de frío, en aquellos, pequeños pero perceptibles, temblores.

- No solo lo hice por él, Sakura- susurró el moreno para luego retirarse por la ventana. Sigilosamente, tal como había llegado.


La luz de un nuevo día se colaba por la ventana del cuarto de Sakura. La chica, lentamente, se fue percatando de los distintos detalles que la rodeaban. La ventana y la cortina permanecían abiertas permitiendo a los rayos filtrarse en su habitación, junto con una suave brisa matutina. Pero eso no era lo que realmente le llamaba la atención, sino la calidez que cubría su cuerpo. Esa prenda que desprendía un aroma varonil y representaba a alguien en su cabeza y su corazón.

- Sasuke kun- lentamente se frotó los ojos, borrando los rastros de sueño para, luego, reincorporarse y dirigir sus jades en la búsqueda de aquel joven dentro de su habitación. Búsqueda que la pelirrosa dio por terminada con un profundo suspiro de decepción- Como si se fuese a quedar conmigo...

Tomó aquella prenda y la acercó a su rostro, inhalando aquel aroma que la hacía soñar. Su corazón se aceleraba pensando en aquel moreno que, aun habiendo transcurrido todos esos años, seguía adueñándose de su amor. Una pequeña lágrima resbaló por la comisura de su ojo derecho cayendo, finalmente, en la prenda de Sasuke.


Sakura caminaba tranquilamente por la aldea. Necesitaba comprar algunas cosas y, aprovechando su día libre, decidió conseguir todo aquello que le hacía falta. Sus jades se paseaban por todos los rincones de su aldea, como rememorando viejas épocas. Últimamente estaba demasiado melancólica y ella misma se percataba de ello.

- Creo que el casamiento de Naruto me afectó demasiado- murmuró la pelirrosa para sí misma con una mirada triste y un atisbo de melancolía.

Sus recuerdos volaron hacía la noche anterior. Realmente se había animado a hablar con Sasuke con tanta confianza. Se había relajado haciéndolo, tanto así que había podido conciliar el sueño. Él no le había seguido la conversación, pero el saber de su presencia cerca la tranquilizaba.

El moreno, luego de la última guerra, y de su última batalla con Naruto, había quedado en paz con la aldea. Naruto se había encargado de ello, con la ayuda del nuevo Hokage, Hatake Kakashi. A Sasuke, al ser una figura clave para finalizar aquella guerra, se le concedió el perdón y la oportunidad de volver a la aldea sin ningún tipo de castigo. Sin embargo, el moreno no tenía pensado permanecer en Konoha. Se impuso un viaje por tiempo indefinido para reencontrarse consigo mismo y redimirse de sus pecados.

Sakura se llevó, inconscientemente, una mano a su frente, recodando el día en que Sasuke partió en su largo viaje y una sonrisa se dibujo en sus labios. Ese Sasuke ya no poseía deseos de venganza. Ese Sasuke se asemejaba un poco al niño de antes, ese niño que trabajaba en equipo con Naruto, Kakashi y ella misma.

Luego de un tiempo, el moreno volvió con el deseo de cooperar con la aldea. Sasuke le propuso al 6to realizar una misión fuera de Konoha. Así fue como se le encomendó una misión que lo mantendría en un viaje constante. Trabajaba para la aldea pero no viviría en ella. Ni Sakura ni sus amigos sabían de lo que se trataba aquella misión. Era un secreto entre Kakashi y Sasuke. Sin embargo, él podría volver cuando le plazca. En definitiva, ese era su hogar.

Sakura sabía que era una decisión del moreno, pero no podía evitar estar enojada con su ex sensei, por no decirles nada con respecto a esa misión, ni a ella, ni a Naruto. Por lo menos ellos, que eran los más allegados al moreno. Luego de pensarlo un poco, se conformaba con que Naruto lo supiera. Ella ya no sabía si era tan importante para el moreno. De repente, un grito la sacó de sus cavilaciones.

- ¡Frentona!- solo había una persona que la llamaría de esa forma. La aludida se giró sorprendida al ver correr hacia a ella a la rubia. Parecía estar ansiosa por contarle algo.

- Cerda, ¿Qué te sucede?- la rubia se detuvo y se encorvó apoyando las manos sobre sus rodillas, tratando de recuperar el aire perdido por la carrera.

- Necesito... hablar contigo- murmuró Ino en una voz apenas audible, pero que la pelirrosa alcanzó a escuchar. La última pudo ver a la rubia desviar su mirada apenada y un pequeño sonrojo se percibía en sus mejillas.

- ¿Tienes fiebre Ino? Estás roja- la pelirrosa colocó una mano sobre la frente de la rubia pero la chica la tomó y la sacó lentamente. Ino emitió un suspiro tratando de calmarse.

- No es eso Sakura, es algo que me pasó y necesito que me aconsejes- Sakura se sorprendió de ver ese lado vulnerable de su amiga y decidió ayudarla.


Las chicas se balanceaban lentamente en los columpios del parque. Estaban solas por lo que era un buen lugar para conversar. La pelirrosa le dedicaba, de vez en cuando, miradas de reojo, ya que su amiga no se animaba a comenzar. Sakura emitió un suspiro cansado.

- ¿Tan grave es que no quieres hablar?- la ojijade le dedicó otra mirada de reojo y, esa vez, la rubia no pudo evitar tensarse. ¿Realmente era tan grave?

- Ayer, luego del casamiento, Sai se me declaró- Sakura se sorprendió mucho. No pudo evitar pararse y ver a su amiga como un ser de otro planeta.

- ¡¿Qué?!- eso fue todo lo que pudo salir de sus labios. Y es que era tan insólito. Pensar en el chico frío confesando sus sentimientos era algo verdaderamente insólito.

- ¡No grites frentona! ¡Creo que hasta en Suna te escucharon!- la rubia le dedicó una mirada reprobatoria, pero luego su semblante nervioso se hizo presente nuevamente- pero eso no es todo, Sakura- eso último alertó a la pelirrosa. Que la llamara por el nombre era signo de algo muy importante- Una cosa llevó a la otra y terminamos... durmiendo juntos- la pelirrosa cayó de sentón al piso de la impresión. Luego, de uno o dos minutos, se levantó tranquilamente y se sacudió la ropa sin dedicarle ni una mirada a la rubia. El comportamiento de la pelirrosa comenzó a desesperar a la ojiceleste.

- ¿y... qué quieres que te diga exactamente cerda?- la pelirrosa volvió a ocupar su lugar en el columpio con un semblante serio, más la rubia había jurado ver un brillo de tristeza y ¿envidia?

- No lo sé. Eres mi amiga. Necesito que me digas si hice bien, si fue apresurado. No lo sé...- las palabras salían atropelladas de la boca de la rubia. Sus ojos se apretaban fuertemente tratando de mantener a raya sus lágrimas. Había pasado todo tan rápido que no se había preparado mentalmente ni sentimentalmente.

- ¿Lo amas Ino? Puede que esto haya ocurrido de repente, pero tu vienes sintiendo algo por él desde hace mucho- la ojijade no se animaba a mirar a su amiga a los ojos. Su mirada estaba perdida en la distancia, pero no viendo nada en particular.

- Si, lo amo. Y estoy dispuesta a demostrarle a él lo que siento. Él puede ser un chico frío que no tiene claros sus sentimientos y se deja llevar por lo que lee. Pero... anoche... pude ver algo en sus ojos, Sakura. Pude ver un brillo que me hizo sentir amada. Incluso su forma de tratarme no fue tosca, fue... dulce- Sakura, finalmente, le dedicó una sonrisa a su amiga. Más a Ino se le hizo familiar esa sonrisa... "Es igual a las que Sai dedicaba hace un tiempo...". La rubia la miró con tristeza y se dio cuenta de lo que ocurría. Iba a emitir una disculpa pero la pelirrosa la interrumpió.

- Creo que ya no me necesitas. No te rompas la cabeza cerda. Si lo amas, eso es lo que realmente importa. La vida de un ninja puede llegar a ser muy corta. ¡Vívela!- dicho lo último la pelirrosa se fue alejando a paso lento, sumida en sus pensamientos. "El amor es lo que importa... ¿verdad?"


Nuevamente se encontraba sola deambulando por la aldea. El atardecer se fue haciendo presente lentamente. Parecía que la realidad buscaba golpearla de la manera más cruel. Como si fuera a propósito, las parejas habían decidido desfilar frente a sus ojos, como si buscaran recalcar su soledad. Incluso había visto pasear al vago de Shikamaru de la mano con Temari. Hacía unos meses que habían formalizado su relación y realmente se veían muy bien juntos.

La pelirrosa volvió a sonreír nostálgica. Quién era ella para recriminarle a las parejas. Ella era la del problema, y tal vez había hecho algo muy malo en su vida como para estar así de sola. Enfrentaría su soledad sin involucrar a nadie. Ya era lo bastante madura para sobrellevar algo así.

Lo mejor ahora era realizar las compras de una buena vez, sino la noche caería sobre su cabeza sin haber realizado los deberes del hogar.


La ojijade habiendo ordenado todo lo que había comprado, en la cocina, se dispuso a realizar una cena sencilla. No estaba de ánimos para comer, de hecho no tenía hambre, pero de nada le servía entrar en una depresión y descuidar su cuerpo. No estaba para hacer esas niñerías. Era una ninja y debía cuidarse para estar fuerte por cualquier misión que se le presentase.

Luego de prepararse dos emparedados y una sopa se ubicó en la pequeña mesa del comedor. Su departamento era chico, pero acogedor. Tenía lo justo y necesario para una persona sola. "Sola..."

Cada detalle le hacía volver a lo mismo. La ojijade comió sumida en sus tristezas. Lo único que deseaba era terminar de cenar e irse a cobijar en su cama y abrazar una almohada hasta hacerla parte de su cuerpo.

Luego de lavar la loza sucia se dio una ducha rápida para relajar sus músculos. Unos minutos después ya estaba acostada en su cama en la misma posición que la noche anterior. Más algo llamó su atención. El abrigo de Sasuke. Estaba bien acomodado a los pies de la cama, tal como lo había dejado ella en la mañana. Lo tomó y lo abrazó volviendo a acostarse entre las cobijas. Ese aroma llenó por completo sus pulmones. "Su aroma... Sasuke kun..."

Sakura había dejado olvidada la almohada para tomar aquella prenda en su lugar. Se sentía protegida solo con tener eso entre sus brazos. De apoco, se fue quedando dormida, sin percatarse que alguien la observaba desde la ventana. La luna resaltó sus facciones demostrando que era el dueño de aquella prenda.

Sasuke se acercó a la cama, y permaneció de pie, ubicándose del lado donde estaba acurrucada la pelirrosa. Su semblante era serio, más un brillo se hizo presente en su mirada. Acercó una mano a uno de los mechones rosa que cubría la cara de la chica y lo corrió suavemente, procurando no despertarla.

Su mirada negra y profunda, fue dirigida a la prenda que ella abrazaba con todas sus fuerzas. Había ido a buscarla pero, al ver que la ojijade la tenía en su poder, no hizo ningún esfuerzo por quitársela. Todo lo contrario, le tapó uno de sus brazos desnudos con un extremo de la prenda. Su mirada no se despegaba del semblante tranquilo de la chica.

- No puedo estar contigo pero, Igualmente, te protegeré, Sakura- la joven pareció estar soñando algo lindo, porque, justo en ese momento, una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios.

El moreno, dándose media vuelta, se dirigió a la ventana y, dedicándole una última mirada de reojo a la joven, se retiró sigilosamente como un gato negro.


Al día siguiente, Sakura, se encontraba revisando unos documentos en la oficina del hospital. Había dormido bien, a pesar de sus malos momentos. Pero algo rondaba su cabeza y era el sueño que había tenido. Se había visto a ella misma en la situación de Hinata, como si el casamiento hubiese sido el de la pelirrosa, pero lo que más le sorprendió fue el que tomó el lugar de Naruto. "Sasuke kun". Sus mejillas se sonrojaron con solo imaginarse en esa situación.

- ¿Qué tan infantil puedo llegar a ser?- murmuró para sí misma, emitiendo un suspiro de resignación. En eso, unos suaves golpecitos llamaron a la puerta- Adelante...- la ojijade se sorprendió de ver allí a la rubia de la arena- Temari... san, ¿qué te trae a mi guarida?- saludó amablemente, forzando el "san" para parecer más formal. Todo en un tono de broma que provocó una sonrisa burlona en la rubia.

- Pues si parece una guarida, Sakura. Esto está en penumbras, mujer- la rubia se acercó a la ventana y abrió las cortinas, provocando que la pelirrosa se cubriera con un brazo, tratando de protegerse de los rayos solares que querían cegarla- ¿Es que acaso te convertiste en vampiresa? ¿Debo irme antes de que me chupes la sangre?- la pelirrosa tenía un semblante sombrío, mientras escondía su mirada debajo de su flequillo.

- Ya me has descubierto, creo que no tengo más opción que deshacerme de ti- dicho esto se lanzó contra la rubia en un ataque de cosquillas, produciendo, a su vez, un ataque de risa en la rubia.

Las dos se habían hecho muy buenas amigas en una misión que Sakura había realizado en Suna. Misión en la que estuvo acompañada por Shikamaru. Kankuro los había ido a buscar a la aldea y los había escoltado hasta Sunagakure. Los tres hermanos, incluyendo al Kazekague se habían vuelto muy cercanos a ella y la valoraban como una gran ninja médico y, sobre todo, como una gran amiga.

- Pero fuera de broma, Sakura, hasta las marcas negras debajo de tus ojos te hacen ver como una chupa sangre- la pelirrosa le dedicó una mirada enojada y sus mejillas se hincharon, dándole una imagen de niña en pleno berrinche.

- Esas cosas no se le dicen a una chica, Temari. No vez que una se desanima al saber que no tiene oportunidades con los chicos. Más encima me estás diciendo que estoy fea- la ojijade se cruzó de brazos y se dirigió a su sillón, sentándose pesadamente en gesto de fastidio.

- ¿Con los chicos en general, o con uno en particular...?- la pregunta provocó tensión en el ambiente. Sakura decidió que lo mejor era cambiar el tema.

- Reitero mi pregunta... ¿Qué te trae por aquí Temari?- la rubia la miro de reojo, sabiendo que su pregunta no iba a tener respuesta, así que decidió seguirle la corriente a su amiga por esta vez- necesito que me digas si lo que tengo es tan problemático como lo imagino- la rubia le dedicó una mirada aburrida a la pelirrosa, tal como las que ponía Shikamaru cuando un tema era demasiado agotador, incluso de solo pensarlo.

- Creo que te está haciendo mal juntarte tanto con ese vago. Hasta sus muecas y sus "Problemáticos" se te están pegando- se burló la ojijade haciendo que la rubia emita un suspiro agotado- y dime ¿qué síntomas tienes?- la rubia le dirigió una mirada de reojo y sus mejillas adquirieron un leve tono carmín. La pelirrosa pudo notar cierto nerviosismo en su paciente.

- Mareos… vómitos… ¿sigo?- Sakura abrió los ojos sorprendida.

- ¿Tu período...?- la rubia negó mientras se rascaba la mejilla en claro signo de nerviosismo- Creo que lo mejor es hacerte los análisis, pero ya tú debes saber que lo más probable sea lo que estamos pensando- exclamó la ojijade con una sonrisa- creo que el vago no solo te pegó sus defectos- la rubia desvió la mirada tratando de no encontrarse con el semblante burlón que la pelirrosa le dedicaba.


Sakura dirigía su mirada hacia el techo de su habitación pero, en realidad no tenía su atención allí. Había decidido acostarse temprano porque estaba agotada, tanto física como mentalmente. Pero, inevitablemente, sus pensamientos vagaban sin rumbo de un suceso a otro y terminaban en lo ocurrido aquella tarde con la visita de Temari a su consultorio.

Como era de esperarse, la rubia estaba embarazada. Los análisis lo habían confirmado. Sakura estaba realmente feliz por ella y por Shikamaru. Sin embargo, otro sentimiento que, últimamente, estaba siendo muy recurrente la atormentaba. Celos.

Podía ver como sus mejores amigos avanzaban mientras ella se quedaba estancada. Veía sus espaldas alejándose y ella permanecía donde mismo. Incluso con ganas de volver hacia atrás y cambiar de camino. Pero eso no era posible, ¿verdad?

La pelirrosa volvía a cambiar de posición en su cama. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que se había acomodado en una posición diferente. Pero el sueño se negaba a poseerla. Finalmente, se sentó en su cama y dirigió su mirada a un cuaderno que descansaba sobre su velador. Aquel cuaderno estaba en blanco. Se lo habían regalado pero no le había encontrado una función específica.

- Creo que ya sé qué hacer contigo- murmuró para sí misma la ojijade. Lo abrió y comenzó a escribir, poniendo en palabras todo lo que sentía. Había encontrado una forma de desahogarse.

Un ruido desde su ventana la alertó. Sin embargo, al momento siguiente, se quedó embelesada. Aquel intruso, que la había visitado hacía dos días, se encontraba en la misma posición que aquella noche. Su mirada se dirigía a la luna. Por otro lado, aquel astro perlado le devolvía una clara luz que acariciaba las finas facciones del rostro del moreno. Esa imagen era digna de un cuadro de museo. Era como un sueño.

La paz que emanaba del moreno, sus facciones hermosas y varoniles y la brillante luz de la luna que daba magia a ese cuadro. Pero eso no era lo que más llamaba la atención de la ojijade. Lo que realmente la atraían eran esos profundos ojos negros. Esos posos que, en años anteriores se veían vacíos, en ese momento, poseían un brillo distinto.

El moreno no pudo evitar sentirse observado. Desvió su profunda mirada hacía la chica que no dejaba de mirarlo atentamente. La pelirrosa, al ser descubierta, volvió la vista a su cuaderno, sonrojándose en el acto. Sasuke no sacaba los ojos de encima de la pelirrosa, ojos que intimidaban a la chica y ampliaban su rubor. Ella, finalmente, decidió romper aquel tenso momento.

- Hola... Sasuke kun ¿qué te trae por aquí?- el moreno no contestó y volvió a dirigir su mirada hacia la luna. Sakura suspiró sintiéndose tonta. Ella ya no correría a saludarlo como en viejas épocas, pero al menos le dedicaba un saludo amable. El moreno, sin embargo, no tenía planeado ser amable- Lo siento. Si no quieres contestar no lo hagas. Igualmente eres bienvenido- la ojijade le dedicó una sonrisa, pero al darse cuenta que la atención del moreno era nula desistió, convirtiendo su sonrisa en una triste.

La chica, tratando de olvidar que tenía una visita poco común, decidió continuar con lo que estaba haciendo, escribir en su cuaderno. En algún momento, su mirada se enfocó en una prenda que permanecía, bien doblada, a los pies de su cama. Dejando su cuaderno de lado, se levantó de su cama, tomó aquel abrigo y se acercó al moreno ofreciéndoselo.

- Gracias por prestármelo. Creo que lo mejor es que te lo pongas porque sino vas a pescar un resfriado- la pelirrosa soltó una pequeña risita. Había sonado como una madre preocupada por la salud de su hijo. El moreno le dedicó una mirada de reojo y tomó aquella prenda, deteniéndose a observar su perfecto doblez. La pelirrosa llevó sus manos atrás de su espalda en señal de clara vergüenza y luego volvió a su cama. El moreno se puso su abrigo lentamente y volvió a su antigua posición.

Sakura se rascó la mejilla nerviosa. Trataba por todos los medios de acercarse al moreno y este no ponía nada de su parte. La chica ya se estaba agotando. Se decidió por llevar a cabo un último intento. Hablar de sus amigos.

- Hoy en la tarde Temari apareció en mi consulta del hospital. ¿Sabes? está embarazada- finalmente, el moreno le dedicó una mirada de reojo. Su atención se enfocó en la pelirrosa, más no por lo que le estaba contando, sino porque sintió su voz quebrarse. La ojijade continuó sin percatarse de que el moreno le prestaba atención, ya que su mirada estaba perdida en algún punto de su habitación- Estoy feliz por ella y por el futuro papá. Shikamaru va a ser un gran padre- la pelirrosa sonrió al aire- Será vago, y todo le resultará problemático, pero igualmente saldrá adelante- una pequeña lágrima recorría su blanca mejilla. Era pequeña pero muy perceptible a los ojos del moreno, el cual no pudo evitar apretar su puño- Ino y Sai comenzaron una relación también. Esa cerda no pierde el tiempo- la ojijade se rió sin ganas para complementar su intento de broma pero, finalmente, su semblante se oscureció con tristeza- Creo que no voy a poder dejar de verle la espalda a las personas que más quiero. Primero fueron tú y Naruto. Alejándose de mí, haciéndose más fuertes. Ahora son Naruto, Hinata, Ino, Sai, Shikamaru y Temari. Ellos continúan sus vidas armando sus familias, mientras yo me quedo estancada en recuerdos- la pelirrosa, no pudiendo evitar más ese nudo en su garganta, soltó las lágrimas que se negaba a dejar escapar enfrente de su acompañante. Escondió su cara entre sus manos, tratando de ocultar su estado, pero sus hipidos no cesaban de escucharse por toda la habitación.

El moreno cerró sus ojos y se recargó en el marco. Su ceño estaba levemente marcado y su puño cada vez más contraído. Sin embargo, no tenía intenciones de participar en aquella conversación ni de consolar a la pelirrosa.

- Creo que no maduro más. No tengo solución ¿verdad?- la pelirrosa se quitaba las lágrimas con desesperación. Una sonrisa falsa cubría su amargura no cumpliendo su función. Decidió que lo mejor era acostarse y tratar de dormir. Ignorar a su acompañante el cual, Sakura estaba segura, no había reparado en ella en todo ese rato. No pudiendo evitar sentirse ignorada. Ella haría lo mismo. Trató de conciliar el sueño y así lo hizo.

Luego de unos veinte minutos, el moreno pudo escuchar la respiración tranquila y acompasada de la pelirrosa. Finalmente se había dormido. El moreno, como la noche anterior, se acercó a observarla, retirando un mechón rosa que cubría su cara. Se dio media vuelta y se fue de allí tan sigiloso como siempre.

Continuará…