¡Hola! Como están, espero que muy bien. Mucho gusto Soy Sakura Tachikawa y les agradezco que se hayan tomado la molestia de clikear mi historia!
Espero que les guste y la comenten! Es mi primer historia de S&W así que piedad -_-
Cualquier cosa, RR
La Verdadera Felicidad.
El mercado de Kumerot era un caos total, como siempre. Vendedores ofreciendo sus productos, compradores buscando obtener la mejor oferta.
Todo era igual que siempre.
En esos momentos un joven adolescente ayudante de comerciante acababa de recoger un encargo de su mentor. Caminaba por la concurrida calle cuando sintió como su hombro chocaba con otro.
-¡Perdón!-Se disculpó el muchacho haciendo una reverencia.
-No hay problema niño.-Se disculpó el hombre amablemente.
El muchacho de cabellos castaños alzó la vista y se encontró a si mismo viendo la espalda del hombre con el que chocó, esa cabellera blanca…
-¿Señor Lawrence?-Llamó inconscientemente y el hombre se detuvo-¡Señor Lawrence!
El hombre se volteó y luego de reconocer al muchacho como el pupilo de su amigo Mark le sonrió como saludo.
-Lanton, cuanto has crecido.-Dijo el joven comerciante.-Ha pasado mucho tiempo.
-Así… es.-Comentó el menor quedándose mudo al ver que Lawrence no iba solo, sino más bien iba bien acompañado por un par de personitas en sus brazos.
Lawrence observó la sorpresa marcada en el rostro del muchacho y como su mirar bailaba de la carga de un brazo a la del otro.
Mejor dicho, de uno de sus hijos, al otro.
-Lanton, te presento a mis hijos.-Dijo mientras enseñaba a los pequeños colocándolos en el suelo.-Ella es Yuuki.-Dijo señalando a la pequeña de cabellos blancos como los suyos pero los ojos dorados de la madre.-Y él es Lewis.-Presentó al pelirrojo, ambos niños hicieron una educada reverencia.
-Mucho gusto.-Lanton hizo lo propio sorprendido por la educación de los menores, aunque teniendo de padre al señor Lawrence no tenía porque dudar de ello.-Quien diría que han pasado cuatro años.
Lawrence sonrió con añoro. Sí, cuatro años desde la última vez que estuvo en ese pueblo. Pueblo donde estuvo a punto de perder lo más preciado de su vida.
Aunque si lo ve desde otra perspectiva también fue gracias a ese incidente que sus sentimientos se aclararon y ahora puede ser feliz con su familia.
-¿El señor Mark sabía que vendría?-Preguntó el joven adolescente de catorce años actualmente.
-No, apenas llegamos.-Lo que le recordaba qué estaba buscando.
-Entonces sígame, estoy seguro que el señor estará feliz de verlos.-Apremió el castaño apurando al hombre al cual no le quedó más remedio que seguirlo.
-Señor Lawrence.-Llamó el menor mientras caminaban-¿Dónde está la señorita, perdón, señora Horo?
Lawrence se detuvo y empezó a buscar a su mujer por el concurrido mercado.
-Papá, ¿Mamá?-Preguntó su pequeño mirándolo interrogante desde el suelo. Él se acercó a recogerlos a ambos del suelo.
-Eso quisiera saber papá.-Susurró con un poco de preocupación. Con un poco de suerte y Horo estará en lo de Mark.-Por eso a ustedes los cargo no vayan a perdérseme.
Caminaron un poco hasta llegar al puesto de su amigo. A lo lejos pudo ver como su amigo se hallaba acuclilladlo frente a su mercadería y a un pequeño niño.
-¡Señor Mark mire quién apareció!-Vitoreo eufórico el joven, haciendo que su amigo se volteara y con su pequeño en brazos empezara a saludarlo.
-¡Lawrence!-Saludó el hombre a su amigo igual de sorprendido que su pupilo al verlo acompañado de sus pequeños. Su peso parecía haber aumentado con los años y una disimulada barba empezaba a aparecer en su rostro. El niño en sus brazos, con tímidos tirabuzones cayendo alrededor de su bonita cara.
-¡Mark!-Saludo igual de entusiasta en hombre de cabellos blancos-¿Quién es el hombrecito que te acompaña?
-Sabes muy bien que es mi hijo pero, ¿y ellos?-Inquirió señalando a la pequeña con el cabello blanco y al pequeño pelirrojo.
-Mis hijos, Yuuki y Lewis.-Le presentó a sus retoños.
-Vaya, menuda sorpresa.-Se sorprendió el hombre de negros cabellos examinando a los pequeños-¿Qué edad tienen?
-Dos años, en unos meses tendrán tres.-Explicó mientras colocaba a los niños en el suelo, sobre la limpia tela destinada al pequeño.-Él es Vince.-Presentó al hijo de su amigo.-Vayan a hacer amigos.-Apremió a los pequeños.
Los hombres mayores se sentaron e inmediatamente Lanton apareció con un par de grandes vasos de cerveza para el deleite de ambos caballeros.
-Tengo que admitirlo hermano.-Habló Mark luego de ingerir el primer sorbo de su vaso.-Esos niños son hermosos.
-Tengo que devolver el halago, el pequeño Vince es un masculino retrato de Adelle.-Bromeó Lawrence a su amigo.
-Dos años.-El joven dueño de la tienda meditó por unos momentos.-La princesa y tú no perdieron el tiempo y dos por falta de uno.
El hombre de mirar amatista se ruborizo por el pícaro comentario. Y bueno, sus dos hijos son una bendición, se siente afortunado de tenerlos sin mencionar que Horo le contó que los lobos pueden llegar a tener hasta cuatro crías por camada. Fue una bendición que sus niños fuesen únicamente mellizos.
Y modestia aparte, sus niños eran una preciosura. Al igual que incansables y traviesos.
Eran una perfecta mescla de ambos. Yuuki había heredado su pasividad, aunque cuando se enojaba sacaba a relucir toda su sangre de loba. Sin mencionar que su cabeza tenía que estar cubierta por un lindo sombrerito que cubre sus hermosas orejitas. Lewis, por el contrario heredó el explosivo carácter de su madre. No era nada raro verlo molestando a su hermana, a pesar de ser sumamente protector con ella.
Y eso lo podía apreciar frente a sus propios ojos.
Vince quería jugar con Yuuki solos pero Lewis no lo permitía. Celoso y sobre-protector y eso no le molestaba. Puesto que si sus presentimientos eran ciertos y su niña se volvía igual de bella que su madre iba a necesitar de toda la ayuda para protegerla de moscones a su alrededor.
-¿Qué te parece si arreglamos el matrimonio de Yuuki y Vince desde ahora?-Soltó Mark abruptamente mientras él tomaba su cerveza.
-Estás loco.-Le dijo molesto, Yuuki era su princesita no se la iba a dejar a nadie tan chiquita.
-Tal vez deba tratarlo con la princesa.-Canturreó el hombre.-Por cierto, ¿Dónde está?
-Esperaba que estuviera aquí pero…
-Mamá…
La frase de Lawrence se vio interrumpida por el balbuceo de su pequeño que olfateaba el ambiente, al mismo tiempo que las orejitas de su pequeña se movían a través de la fina tela del sombrero.
Horo estaba cerca.
-Ya vuelvo, Mark.-Dijo levantándose y tomando a sus pequeños en el camino. Horo estaba cerca, tenía que decirle donde estaban.
-Así que, los negocios te han resultado de maravilla. Me alegro.
Esa voz, era ella. Giró rápidamente a su izquierda y efectivamente encontró a su mujer. Pero, no iba sola, sino que estaba siendo acompañada por un alto y apuesto caballero de cabellos rubios y ojos azules.
¿Quién era ese tipo?
-¡Mamá!-Gritaron al unísono ambos bebés peleando entre sus brazos porque los soltara y fueran dejados donde su progenitora.
Benditos sean sus hijos.
-Oh, Lawrence.-Horo saludó a lo lejos mientras se acercaba con el muchacho siguiéndola de cerca.-Mis cachorros.-Apremió recibiendo a ambos niños en sus pequeños brazos.
-¿Dónde estabas?-Preguntó Lawrence un tanto impaciente. Si bien Horo ya no tenía el aspecto de una quinceañera, ahora lucía un poco más madura pero no por eso menos hermosa a la vista de todo hombre.
-Fui a buscar manzanas para los niños y para mí y cuando me di cuenta os había perdido.-Explicó sin cuidado.-Es una suerte que me haya encontrado con él en mi búsqueda de ustedes.
Lawrence frunció el ceño molesto y tomó a Yuuki de entre los brazos de su madre y se colocó protectoramente delante de ellos.
-¿Y usted es?-Demandó saber el comerciante al rubio que lo vio y sonrió.
Horo no aguantó más y se echó a reír sin decoro, sorprendiendo, incluso al pequeño Lewis en sus manos.
-¿No lo reconoces?-Preguntó la sabia diosa a su mortal esposo que negaba con la cabeza.-Es Fermín Amati. Nada más que ha crecido un poco.
¡¿Un poco? El muchacho le pasaba con un par de centímetros y era mucho menor que él. El desarrollo le llegó y le sentó. Involuntariamente recordó como en el pasado él había sido quien había intentado alejar a Horo de su lado y tenía que ser casualmente con él con quien su mujer se encontrase.
-Amati.-Saludó recuperando su sereno semblante.-Ha sido mucho tiempo.
-Así es.-Afirmó el rubio.-Supuse que te encontrarías con la señorita Horo cuando la vi.
Comentó con un deje de desdén viendo a sus pequeños. Lawrence sonrió complacido, era claro que no esperaba encontrarla con sus hijos. El joven de cabellos plateados se aclaró la garganta antes de hablar.
-Ellos son Yuuki y Lewis Craft.-Dijo presentándolos.-Nuestros hijos.
Lawrence pensó que nunca había dicho eso con tanto orgullo.
-Oh, ya veo.-Se limitó a decir el muchacho.-Son unos niños muy lindos.-Afirmó el rubio mirando a la beba embelesado.
-Si te apuras en tener un hijo podríamos estar hablando de compromiso, después de todo un hijo tuyo será muy bien partido para Yuuki.-Habló Horo la sabia, con el único afán de molestar a su esposo.
-¡Horo!
Plan que resultó a la perfección. Amati se limitó a reír.
-Bueno, ha sido un placer verlos, señor Lawrence, señora Horo.-Se despidió el educado caballero haciendo una reverencia.-Encantado de conocerlos pequeños.
Y tal como llegó se marchó.
Horo lo despedía con la mano ignorando adrede el malestar de su esposo. Sabía que era celoso y temía perderla. Aunque desde que los niños nacieron parece darla por seguro y aunque hasta cierto punto lo era. De vez en cuando es bueno que vea que no debe confiarse tanto.
Y que Amati apareciese le cayó de anillo al dedo. Recuerda que incluso cuando su hijo nació y decidieron nombrar uno cada uno se molestó cuando le dijo que los únicos nombres de varón humano que conocía eran Wes, Mark o Fermín.
Por eso terminaron cambiando y así terminó nombrando Yuuki a la niña que originalmente se llamaría Isabelle y Lawrence llamó Lewis a su pequeño hombrecito.
-¿Señor?-Llamó a su esposo con esa voz de niña mimada y lo vio girando el rostro ofendido.-No te enojes.-Le reclamó.
-¿Te parece que no debería estarlo?-Preguntó molesto.
-Sí, porque no le he dicho de mi familia al joven Amati. Te he cedido ese placer.-Confesó altiva.
Touché
-Vale, vale.-Aunque no le guste darle siempre la razón a la loba se sintió muy bien dejarle en claro a Amati quien era el único dueño de Horo.-Pero no vuelvas a hablar de compromisos con mi hija.
-¿Celoso mi señor?-Preguntó la diosa pícara.
-Claro.-Admitió abiertamente compartiendo una sonrisa con su mujer.
-¡Horo!
Mark apareció saludando a la familia, acompañado de la suya, esta vez con Adelle incluida.
Lawrence observaba encandilado como Horo saludaba y congeniaba con todos y se sintió el hombre más feliz de la tierra.
Ya en la noche en el hotel en el que se hospedaron, el hombre de ojos amatistas dibujaba algo a la luz de las velas.
Su casa.
No le había dicho nada a Horo, pero, estaba apunto de asentarse y Kumerot no le parecía una mala opción. Tenía el dinero y la mercancía, pero aún era sorpresa. Por lo que tenía que pensar desde ya en función a una casa más grande.
Regresó a ver a las tres personas que dormían a pierna suelta en la cama. Lewis había desarreglado su lado de la sábana, para variar. Por lo que como todo buen padre se acercó a arreglarlo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo apreciar como la cálida y espesa cola de su mujer abrigaba aún más a sus retoños y se enterneció ante la estampa.
Él siempre creyó que ser un vendedor ambulante bastaba para llenar su vida. Pero sólo ahora que tiene una familia podía sentirse completo.
Los amaba.
Había encontrado algo que amaba más que hacer un buen negocio y obtener buenas remuneraciones y eso era:
La verdadera felicidad, su familia.
Fin.
Notas de la Autora:
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Son bien recibidos, gracias por leer, espero tu comentario :D
Se despide con un beso:
Sakura Tachikawa.
