"¿Sabes guardar un secreto? Ese que solo compartes con esa persona, ese del cual hablas a solas con esa persona, ese que solo le cuentas o te cuenta esa persona..."
-¡ES UNA PROMESA! –gritaron al unísono los tres niños, su ultimo día de clases, el festival había terminado exitosamente con un esplendoroso y hermoso juego de pólvora, el pequeño de ojos ónix miraba a su compañera de reojo, el pequeño kitsune, la miraba también, una atracción, una sola tierna e infantil atracción.
El acuerdo, luchar limpiamente por el amor de la Hyuuga, acuerdo y sobre todo promesa, nunca, nunca en lo les resta de su pequeña vida; dejarla sola ni un momento, apoyarse mutuamente. Ahora era la niña que los miraba con fascinación, sus mejillas enrojecidas y su hermosa sonrisa, el regalo más hermosa que los Dioses han dado a los mortales.
-¡WOOW! ese es mas grande! –menciono asombrado el pequeño kitsune, al ultimo destello que quedaba en el cielo
-E-Es cierto –un poco mas tímida pero realmente impresionada
-Este es el final perfecto –hablo el tercero. Al mismo tiempo que tomaba la mano de ella, y el kitsune no se quedaba atrás.
-L-Les contare un secreto... –mencionó con un ligero tono nostálgico- Ustedes dos, me hacen ser mas valiente, ser diferente, solo con ustedes dos –sujeto las manos que ellos tenían sostenida con mas fuerza- Mi lazo nunca se va a romper, nuestro lazo... jamás se romperá.
Un estruendo, un choque, llanto, sangre y noche... El destino no es hermoso...
Salía del aula del profesor de historia agotada, como siempre, ese día fue el peor de todos para ella, se notaba en su mirada, con grandes ojeras y cansancio, tal vez por una noche o varias noches en vela, para que solo le dijeran que no era lo suficientemente buena. Odiaba, odiaba que el mundo se enganchara tanto con ella, tal vez por nacer, o tal vez por no ser lo suficientemente buena; quien sabe, ni ella misma lo sabía.
El atardecer era lo más hermoso, le gustaba, se enamoro de los colores naranjas y rojizos que el cielo ponía, no le gustaba la noche, le temía; y odiaba las mañanas, ¿Por qué? Quien sabe, pero el atardecer era diferente era calido y frío, como a ella le gustaba, como le gustaría ser pero por algún motivo no podia
-Hey Hyuuga –la voz de un chico sonó en uno de los tantos casilleros, mientras ella se ponía sus zapatos- recuerda mañana traer mi almuerzo
-Hai –un leve asentimiento.
Veía como poco a poco el atardecer descendía, odiaba con todo su ser esa hora del día, no era como la noche, pero lo que mas odiaba era la mañana, recordándole siempre a cierto rubio hiperactivo, su dolor de cabeza constante. Pero también reviviendo un pasado que no existía o que no recordaba, una de las dos.
Castigado por enésima vez, que mas podia hacer, sabia que su padre le pagaría a los profesores de nuevo a sus profesores para que ellos subieran su mala conducta a "chico ejemplar" y no le importaba, para eso tenia dinero ¿no?. Para que su alma ya fría, se volviera completamente indiferente.
-Sasuke-kun, ¿esta noche si? –pregunto melosamente su compañera de castigo
-Ya te dije que si, deja de molestar –su rostro indiferente, pero para esa chica escuchar un "sí" era todo lo que bastaba, por que muy pocas chicas del instituto tenía el placer de acostarse con Uchiha Sasuke. Lo tenía todo, absolutamente todo lo que quería, pero... pero siempre estaba ese extraño hueco en su corazón.
¿Por qué no podia tenerla?, ¿Por qué?, si en estos cuatro años le había confesado un amor verdadero, ¿Por qué ella siempre tenia que estar detrás de su amigo?, el sabia bien que su amigo nunca amaría a nadie, pero por que de todas la chicas del lugar, tenia que escogerla a ella, revolcarse con ella, ¿acaso se le estaba riendo en su cara?. El rubio no soporto más, agarro a su amigo de cabellera negra con ligeros toques azulados, lo agarro del cuello de la camisa para darle un golpe en la cara, le partió el labio. Estaba mas que cabreado.
-¡Naruto!... baka, deja ya a Sasuke-kun! –grito su amada pelirosa, se quedo frío, frío al escucharla a ella, por defender a un tipo que solo se acostaba con ella por placer.
-Eres un bastardo teme -le dijo este con un tono mas triste, agachando su mirar, cuando dio la vuelta vio a esa chica que todas las noches aparecía en sus sueños, la vio con lastima- Nunca me vas a mara, ¿cierto? –ella solo bajo su rostro.
El rubio de hermosos ojos azules como el cielo, odiaba por completo la noche y sentirse solo, no le gustaban los atardeceres, pero si mas las mañanas, pero siempre estaba solo, y con ese vacía en su mente y corazón, vacío que no llenaba, vacío que no recordaba por mas que trataba. ¿Cómo poder llenarlo si no sabes con exactitud que fue lo que perdiste? Le faltaba algo, de eso estaba seguro, pero no sabia que era. Un lagunazo en su mente espantoso, el rubio se toco su cabeza por detrás, le dolía ese punto y mucho, no de un golpe, pero si de un accidente, un accidente del cual no recuerda nada.
