UN MUNDO FUERA DE LA HABITACIÓN


Por Level Nine utilizando el universo creado por


Capítulo 1

Martes.

Si, creo al menos, que era un martes.

No es algo que pueda decir con certeza ya que contaba los días según me encontraba despierta.

Mi particular manera de creer que todo era normal. Aunque para mi, todo era normal.

Vivía en un lugar bonito. De eso no puedo quejarme. Era bonito. Siempre lo he visto de la misma manera.

Una enorme cama en el centro con sabanas rosas y una cocha con dibujos de mariposas y un dosel azul y amarillo.

Un armario que parecía la torre de un castillo con algo de ropa dentro. Un peto tejano, unos pantalones verdes, una sudadera roja mi jersey morado camisetas de algodón lisas de manga larga y manga corta. También había un vestido, pero no me gustaba demasiado.

El armario, también tenía algunas cajoneras en las que había un par de pijamas y ropa interior. Y encima, entre la ropa colgada y los cajones guardaba mis zapatillas negras y unas sandalias que ya no podía ponerme porque se rompió la cuerda que las ataba y la suela es más pequeña que mi pie.

Tenía también juguetes. Un cuaderno y lápices de colores, una pelota, un aburrido cubo de rubik, algunos puzzles. Antes tenía muñecas, pero Theodore dijo que ya no necesitaría jugar con ellas, porque tendría una de verdad.

Las paredes eran rosas también.

Había una estantería apoyada en una de ellas en la que guardaba mis juguetes y un libro de cuentos con muchos dibujos de colores. No sabía que era lo que decía, pero me gustaba mirarlo. En muchos de ellos salía un agujero en la pared desde donde se veía un lugar donde jugaban. Theodore me dijo una vez que eso se llamaba ventana y que yo no tenía una porque estaba mal tener ventanas. Yo no necesitaba una ventana.

También había una puerta que conducía a un baño de paredes recubiertas con azulejos lila y porcelanosa a juego. Allí tenía algunas toallas, un peine, un cepillo de dientes, jabón, una pistola de agua y un barco que flotaba en la bañera.

Era martes y yo tenía hambre. Theodore desde el jueves que no venia. Si el no traía comida, no podía comer.

Fui a la puerta por la que Theodore siempre entraba y lo llame parada enfrente. Pero no contestaba. Yo sabía que no debía gritar… pero… tenía hambre y me dolía la tripa.

-¡Theodore!- gritaba -¡Theodore!-

No sirvió de nada. Así que me decidí por poner la mano en la manija de la puerta y abrirla tal y como hacía siempre con la del baño.

La puerta se abrió. Pero yo seguí dentro de la habitación. No podía salir. Theodore me castigaría, y no me gusta cuando Theodore me castiga. Hace daño.

-¡Theodore!- grité -¡Theodore!-

Theodore no vino.

Temblando de miedo caminé hacia delante. Me daba miedo, nunca había salido de mi habitación. No debía salir de mi habitación.

Olisqueé el aire y pude percibir el olor a comida, así que, fui para allá sin pararme a pensarlo demasiado.

Encima de la mesa había frutas. No me agrada demasiado el sabor, pero tenía hambre y me las comí todas.

Creo que a esa habitación se la llamaba cocina. No era tan bonita como mi habitación.

Corrí de nuevo para salir de allí y recorrer el pasillo en menos de un segundo hasta volver a cerrar la puerta de mi habitación.

Esto se repitió un par de veces más durante la semana. Porque Theodore aún no venia y yo tenía hambre.

Cuando el armario frío que había en la cocina estuvo vacío decidí explorar más el resto de la casa. Había doseles como los de mi cama mucho más oscuros y colgados en las paredes. No los abrí por si había alguien durmiendo. Theodore decía que nunca hay que despertar a la gente que duerme.

Nada. No había comida por ninguna parte.

Bajé las escaleras intentando buscar en la parte de abajo. Aunque no podía oler nada.

Al bajarlas, me encontré con una puerta distinta al resto y la abrí.

Temblé de miedo, mucho miedo.

Detrás de aquella puerta había lo que estaba dibujado en mi libro. Todo era verde y marrón. Theodore decía que eso estaba mal. Pero tenía que buscar comida si Theodore no me la traía. Además, estaba sola, y no sabía hasta que punto me estaba afectando el pasar tanto tiempo sola. Theodore era lo único que conocía y ya hacia demasiado tiempo que no venia a estar conmigo. Es verdad que muchas veces no me gustaba que Theodore viniese porque no me gustaba el daño. Pero Theodore siempre decía que el me hacia daño para hacerme bien. El me quería y por eso me hacia daño, para que pudiera aprender. Era lo que tenía que hacer, aprender lo que Theodore me enseñaba. Theodore estaba allí para cuidarme. El me cuidaba. Y ya no estaba. Tal vez se había cansado de cuidarme y por eso había dejado de venir a la habitación. O tal vez, es que me había portado mal y ya ni con daño podía aprender.

Camine fuera de la casa y sentí una fuerza fría que recorrió mi cuerpo. Era agradable, muy agradable. Olía a muchas cosas, me recordaba al olor de la fruta y las verduras. Era agradable. En ese momento no entendí porque Theodore decía que eso estaba mal, me gustaba. Pero aún así tenia miedo.

Caminé tragándome las lágrimas con algo de dificultad debido a los temblores de mi cuerpo. Pero caminé y me adentre en aquel lugar plagado de verduras gigantes.

Muchos sonidos confundían mis oídos.

Corría.

No se cuanto tiempo pasó.

Caminaba.

No sé cuando dormí.

Bebía agua de un río.

Todo aquello me maravillaba, sorprendía, confundía y aterrorizaba por igual.

Caminaba.

No sé cuanta distancia había recorrido.

Corría.

Pude ver la luna y el sol.

Caminaba.

Bu-bum.

De pronto, algo llamó mi atención. Era un animal. Si, así creo que se llamaba. Animal. Y no se por que, pero tuve la necesidad de darle alcance y morderlo.

Bu-bum.

El líquido que pasaba por su interior sació una sed que no sabía que existiese.

Bu-bum.

Tragaba al son de un sonido que venia del interior del ser.

Bu-bum.

Bu-bum.

Mastique pedazos del animal llenando mi estomago. Buscando más de aquel líquido.

Bu-bum.

Todo ello hasta que el sonido se apagó.

Un vacío se apoderó de mí. Yo quería más de aquello. Pero ya no había más.

Lloré.

Intenté orientarme y volver a casa. Pero ya no sabía donde estaba. Ahora seguro que si Theodore volvía no podría encontrarme. Claro, era por eso que no quería que saliese de la habitación. Porque si salía podía perderme. Era por eso que las ventanas están mal, porque si sales por la ventana te pierdes.

Los sollozos sacudían sin parar mi cuerpo. Estaba perdida y en ningún momento había mirado para atrás para ver si la casa seguía donde la dejé. Ya no podía encontrarla.

Fue después de desahogar mi frustración y miedo en forma de lágrimas cuando me di cuenta de que un olor flotaba en el aire. Ese olor era muy parecido al olor de Theodore.

¡Claro! Theodore había salido por la ventana y se había perdido. Iría a buscarlo.

Con paso medianamente decidido un tanto acobardado me encamine con la nariz en alto dispuesta a encontrar a Theodore para que me llevase de nuevo a mi habitación.

Las verduras gigantes pasaban a gran velocidad a mí alrededor. Saltaba las rocas y hundía mis pies en la tierra sin que nada arañara mi piel.

Un claro. Había un claro y cuatro personas paradas en medio. Ninguna de ellas era Theodore.

Había una pequeñita con el pelo corto como yo, puede que también se lo cortaran en la bañera para que no se enredara, abrazada a alguien muy alto de cabello dorado. También se encontraba una chica de cabello oscuro largo y ondulado. Y un hombre de contextura parecida a la de Theodore pero de pelo corto y parecido al color de un jarrón metálico que pude observar en la cocina.

Ninguno era Theodore.

Todos me miraban entre alertados y curiosos.

-Hola.- saludé como siempre hacia. Era la primera vez que veía a alguien. Seguro conocían a Theodore. -¿Sabéis donde esta Theodore?-

-¡Hola!- saludó la chica bajita haciendo un amago de acercarse a mi impedido por el hombre que la abrazaba- ¿Quién eres?-

-Busco a Theodore- me expliqué- creo que salió por la ventana y ahora está perdido. Tengo que encontrarlo para que vuelva a la casa. ¿Vosotros también estáis perdidos?-

-No sabemos quien es Theodore.- pronunció el hombre bajo y frunció el ceño escuchando algo que yo no podía oír.

El miedo volvió a mi cuerpo desterrando toda la alegría que tenía ante el posible encuentro de Theodore. ¿Cómo no conocían a Theodore? ¿Qué pasaría si no encontraba a Theodore? No podría volver a mi habitación ni tendría a nadie que me llevase la comida y me hiciese aprender.

-Ese tal Theodore… ¿Era tu creador?- preguntó el mismo hombre.

-¿Creador?- por primera vez me di cuenta realmente de las personas que estaban paradas frente a mí. Eran otras personas que no eran Theodore. Quizá fuesen malos y por eso Theodore me decía que la ventana estaba mal. Puede que ellos hubiesen salido por la ventana y fuesen malos.

-Tiene mucho miedo y ansiedad- declaró el rubio.

-Sus pensamientos son muy simples e infantiles.- continuó con su conversación el otro.- Piensa que no tendría que haber salido de la habitación…-

-Pero tenia hambre…- me excusé interrumpiéndole sin percatarme de que había leído mis pensamientos.- Theodore no venia desde el jueves a darme comida. Esta perdido y yo también. Por eso tengo que encontrarlo, para que me lleve a mi habitación.-

-Su futuro esta algo borroso para mi Edward, pero creo que debemos llevarla con Carlisle.-

-No.- me negué con una tranquilidad invadiéndome por dentro.- Tenéis que llevarme con Theodore.-

-Creo que es una semi vampira.- habló por primera vez la mujer de pelo largo.- puedo escuchar su corazón… y algo más.-

La chica de pelo corto se quedó mirando al vacío un momento siendo sujeta fuertemente por el de pelo rizado y rubio.

-Está embarazada.- afirmó el tal Edward.

-¿Embarazada?- pregunté confusa. Theodore había pronunciado alguna vez esa palabra… si, cuando quitó mis muñecas.- Si, si… Theodore dijo que ahora ya no podía jugar con las muñecas porque tendría una de verdad aquí…- puse mis manos sobre mi vientre.-

-Yo soy Alice- se presentó la pequeñita zafándose suavemente del agarre del alto y viniendo hacia mi despacio- el es Jasper, Edward y Bella.- Señaló a cada uno de ellos.

-Yo soy Willow.- pronuncié alzando la mano para que la alcanzase. -¿Me llevareis con Theodore?-

-No.- negó Edward.- Te llevaremos a otra habitación.-

-Pero yo no puedo ir a otra habitación. Solo puedo estar en mi habitación.-

-Solo será hasta que encontremos a Theodore.-

Eso me hizo feliz.

Decidí ir con ellos.

Saliendo por la ventana