Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia no son de mi propiedad, sino que pertenecen exclusivamente a su autor y mangaka Masami Kurumada. Esta historia fue escrita con motivos de entretenimiento y sin fines de lucro.
Notas autora: Esta historia es de género yaoi de la pareja Mu/Saga. Si este género no es de vuestro agrado por favor busca otra historia, no pretendo dar explicaciones de mis gustos. Esta historia fue escrita para el evento de navidad del "club Azul lila" del foro de Saint Seiya yaoi de foros miarroba, para el cinco de diciembre del año dos mil siete.
Advertencias: Yaoi y puede haber un poco de OC en los personajes. Me disculpo por eso y prometo ir mejorando con mi escritura y narración.
Sin más que decir, muchas gracias por leer esta historia.
Una rosa
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"…Para mi corazón basta tu pecho,
Para tu libertad bastan mis alas…"
-Pablo Neruda-
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Mi respiración está un poco agitada debido a que llegué al puente corriendo. Mis botas se encuentran un tanto húmedas.
Alrededor hay muchas personas caminando, dirigiéndose a ése sitio que les tiene deparado el destino.
Yo en cambio estoy quieto, observando el agua que ahora se puede apreciar casi congelada.
Trato de calentar mis manos con el aire caliente que proviene de mi pecho, y mis dedos tiemblan al posarlos en el respaldo de cemento.
Durante la época navideña la gente suele dar grandes regalos, demostrando el afecto por sus seres queridos. A mí sólo me gusta disfrutarla con mi novio.
Saga no es el hombre perfecto con el que solía soñar desde pequeño. Cuando creía en cuentos de princesas, y bellas durmientes.
No es el más aplicado o atento.
Mis párpados pestañean, enfocando la vista en mi reloj. Cinco minutos que ya tiene de retraso.
Suspiro.
Físicamente es bastante atractivo.
En un instante descubro que otro par de manos se ha colocado al lado de las mías, y las hebras de su cabellera logran ondearse por culpa del viento.
Trata de decirme algo, lo noto por el color carmín que se ha apoderado de sus mejillas.
-Feliz navidad Mu- su voz grave se cola en mis oídos, me doy cuenta de que ha tratado de suavizarla con mucho esfuerzo.
Sus bellos ojos marinos me contemplan, temerosos. Su mano tiembla dejando en evidencia su obsequio.
No tiene grandes bienes.
Mis dedos cogen una rosa de un rojo muy vivo, embellecida por unos rastros de rocío.
Mi boca se junta con la suya, brindándonos un beso prolongado. Siento su lengua jugar junto a la mía.
A pesar de que la gente diga que soy demasiado para él, yo le amo.
-Gracias- y no me importa como sea, porque él logra hacerme feliz.
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-Fin-
