Una nueva familia se declara en guerra contra los Vongola...y ellos jamás se imaginaron que el líder sería una persona que conocen muy bien. La pregunta es ¿por qué?

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Alguna vez, con la más pura inocencia de mi alma, llegué a preguntar por qué la gente moría, por qué había gente mala... y una persona muy sabia me dijo: "las personas mueren para ir a un lugar mejor y si son asesinadas, porque no eran lo suficientemente fuertes. Y ¿Por qué hay gente mala? es fácil, porque no todos pueden ser buenos, mínimo a tus ojos, porque esa persona mala...es un Dios a los ojos de otra persona, y todos buscamos complacer a Dios, no?."

No sé qué era lo que había en su mirada; asco, enojo, coraje, pero cada una se clavaba como una estaca venenosa.

La furia corría por mis venas pero-muy contrario a lo decían mis puños cerrados, que intentaban golpear a aquel hombre - mis ojos reflejaban la tristeza que había en mi alma. Y no sé si era por la decepción...pero mis lágrimas eran amargas.

- ¡¿Por qué?! ¿Por qué haces esto?- grité sin contenerme. Cada una de las palabras que salían por mi boca trataban de expresarle lo que estaba sintiendo.

- ¿Qué clase de pregunta es esa?- disparó un par de veces pero mis llamas de la última voluntad lograron detenerlas.- Mejor dime, ¿he llegado a ser una mala persona ante tus ojos?

Ante la pregunta bajé la guardia, lo que provocó que varias balas pasaran mi barrera de llamas. Pero ninguna llegó más lejos, terminaron congeladas y cayendo al piso. Rápidamente retomé la postura defensiva y me preparé para dar el siguiente golpe.

- ¿Cómo podría?- mi mente repetía que todo debía ser un error pero mis ojos mandaban la clara evidencia a mi cerebro de que no lo era- ¡Dime! ¿Qué Dios buscas complacer ahora?- y no pude decir nada más, las palabras murieron en mi boca.

Él rió irónicamente, como si estuviera recordando algo y bajó su arma para encararme. Pareció meditarlo unos segundos y finalmente respondió. - alguien mató a mi Dios- comenzó a caminar a mi dirección- y decidí matar al Dios de esa persona. No es difícil de entender, pero alguien como tú- disparó muy rápido que casi me daba el tiro de gracia.- ¡Alguien tan imbécil como tú no entendería!

Disparos, llamas, gritos...-Entonces ¡¿es por venganza?! Tú- más gritos y sangre, mucha sangre derramada en el piso- ¡Tú no eres así…

Capitulo uno

La carta

- Usted lo sabe Décimo, hay alguien en su famiglia que lo ha traicionado.

- No sé de qué habla, Primo.

La voz de Vongola Primo ahora no es más que un eco en la cabeza de Tsunayoshi y cuando despierte no será más que un triste olvido y una ciega negación.

El castaño estaba cansado. Llevaba diez horas seguidas sentado en esa silla firmando papeles y rechazando otros. Ser el jefe de la famiglia era duro y ahora que no podía contar con la ayuda de su auto-proclamada mano derecha era peor, tenía que hacer el doble de trabajo. No era que le hubiera pasado algo grave a la tormenta entusiasta, era algo más común para los de su especie, él estaba...en cinta. Recordarlo le causaba algo de gracia, pero luego miraba la montaña de hojas sobre su escritorio y la sonrisa se desvanecía.

Uno de los sobres llamó su atención. Entre todos los presentes era el que más se imponía. Tenía un sello que jamás había visto: un ave envuelta en sus propias alas y con los párpados cerrados. Pensó que se trataría de alguna nueva famiglia que buscaba el cobijo de Vongola, siempre recibía cartas de ese tipo.

Al abrirla se encontró con el título de "UnderAll Famiglia". No era un nombre muy común pero, por lo que Reborn le había comentado, sabía que era muy valioso. Era el nombre de la Familia de la mafia más antigua-incluso más que Vongola- y más poderosa de la mafia. Lo único que se sabía de ella era que era muy grande y que contaba con un poder que nadie más poseía.

Por un momento sintió que el oxígeno no llegaba a sus pulmones. Era una carta del jefe de esa familia que, posiblemente, hablaba sobre la petición de Vongola de formar una alianza. Y efectivamente, así era. Terminó de leerla con rapidez pero sin quitarle toda la atención que se merecía, no quería perder ningún detalle. "El jefe"-que en ningún momento mencionó su nombre- quería reunirse con él en persona y también escribió que alguien de su familia lo visitaría pronto para hacer el acuerdo. Y se sintió intrigado. No por cuál sería el nombre del jefe, ni mucho menos por quién sería la persona que iba a enviar aquel hombre; lo que realmente le intrigaba era la letra que estaba en el papel...porque le resultaba extrañamente conocida, pero no lograba recordar dónde la había visto antes.

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- ¿Puedo matarlo con mis propias manos? Quiero sentir como se retuerce como la rata que es.

- Ya te habías tardado en comprenderlo. Y no, no puedes hacerlo, yo me encargaré de darle fin a su patética vida.

La mujer frunció el ceño, no estaba acostumbrada a recibir órdenes de cualquier persona pero ahora debía aprender a aceptarlas, ahora tenía un nuevo jefe. Pero eso no significaba que no podía joderle la vida.

- ¿Y el décimo Vongola? No me digas que tú vas a matar a ese niñato. Lo amas más de lo que tu conciencia te deja saber.

- ¿Es tan evidente?- sonrió con arrogancia- Sí, me gusta, pero eso no significa que lo considere un posible amante. Soy un alfa y él también es un alfa, después de todo.

La peli azul sonrió, ese hombre era todo un caso. - Bien, ya vámonos, nos esperan.

El hombre asintió y salió de la habitación seguido de la mujer. Con ella en el plan, en poco tiempo podría iniciar con su venganza.

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Eran las cuatro de la tarde y por fin había acabado el papeleo. Lo único que deseaba en ese momento era salir y encerrarse en su habitación para dormir todo el día. Pero sabía que eso era más imposible que evitar que Reborn acosara sexualmente a el pobre de Lambo. Y la primera señal de que no dormiría en un largo rato se la dio un par de ojos grandes y dorados que lo observaban desde la puerta de su oficina.

- Ya te he visto, Rin.

El niño de casi tres años de edad salió de su escondite y corrió para aferrarse a las piernas de su progenitor.

- ¿Qué sucede, mamá no estaba contigo?

El niño asintió con la cabeza - Vamos jugar papa. Mama fue con abuela a comprar.

- Esta bien, vamos a jugar.- el niño sonrió.

Rin Di Vongola era el nombre del hijo del décimo Vongola y Kyoko Sasagawa. Era un niño bastante alegre y exótico. Sus ojos eran de color dorado y su cabello, extrañamente, no era chocolate ni anaranjado, Rin había heredado el tono albino de su tío Ryohei.

Tsuna era padre primerizo pero siempre se esforzaba. En algunas ocasiones pedía consejos a Yamamoto porque él ya tenía más experiencia. Tenía dos hijos gemelos y Gokudera pronto iba a dar a luz a el tercero. En otras ocasiones pedía concejos a Ryohei, el cual era bastante serio y responsable en ese aspecto. E inclusive pedía consejos a Dino, quien hace algunos meses se había convertido en padre por segunda vez.

Su familia estaba recuperándose satisfactoriamente de la ruptura que había sufrido. Aunque aún quedaba ese hueco que no lo llenaría nadie porque no había nadie que pudiera llenarlo.

Y pensar en eso aún le ponía triste. La muerte de Chrome que trajo consigo la depresión de Mukuro, la desaparición de la Alondra- del cual no se sabía nada desde hace más de tres años- y la desaparición de Haru, que se había marchado tiempo después de que se confirmara su relación con Kyoko. Todo eso lo había llevado a pensar que su familia no volvería a ser la misma, pero ahora las heridas ya no estaban tan abiertas como antes. Todo estaba mejorando, los niños alegraban su día.

Tomó la mano de Rin y salió de su oficina. - ¿Qué es lo que quieres hacer?

- Jugar con...

- Dame-Tsuna- interrumpió al pequeño. - no se dónde jodidos vas pero espero que tu trasero este sobre una silla que conozco en la brevedad posible.

- Reborn! Te he dicho que no utilices expresiones de ese tipo cuando Rin este presente.

- Como sea, te espero, es urgente.- dijo restándole importancia. El pelinegro iba a comenzar a andar y algo cayó de su bolsillo, sin que se diera cuenta. Pero Tsuna lo notó y lo recogió.

- Espera- detuvo al hombre sosteniendo su hombro- ¿Por qué acaba de caerse de tu bolsillo un boxer de Lambo? No puedo creer que fueras a su habitación a robar su ropa interior, Reborn.

El hombre sonrió.- Que idiota- le arrebató la prenda- no se si eres inocente o te haces el que no sabe nada.

Tsuna observó al sicario alejarse por el pasillo. No había entendido la indirecta de Reborn.

- Lo siento, Rin. Tendremos que jugar en otra ocasión, el tío Reborn me necesita.

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- ¿No me ibas a informar de la carta de "UnderAll Famiglia"?

- eh? ¿Cómo lo sabías?- preguntó algo sorprendido puesto que se suponía que él era la primera persona en ver las cartas que llegaban a Vongola. Pero después de todo era Reborn, al cual nada se le escapaba. - Pues sí, te lo iba a decir.

- Debes de prepararte, estar alerta para que nada te tome por sorpresa. Sabes que no siempre voy a estar a tu lado para salvarte el trasero.

- Eso ya lo sé, aunque en la forma en que lo dices pareciera como si fueras a irte mañana.

- Quisieras. No te vas a librar de mí tan fácilmente.- le fulminó con la mirada. - Y bien, cambiando de tema ¿ya enviaste una respuesta a Mukuro?

- Sí, acepté.

- Eres muy blando, Tsuna.

- Déjalo, se lo merece. Mukuro ha sufrido bastante.

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Observó de nuevo la carta que sostenía su mano derecha...era su letra. Por fin había llegado la hora de regresar a Namimori y tal vez podría quitarse la máscara que llevaba puesta desde hace años.

Un tirón en su mano izquierda le hizo voltear la vista. Era su hijo Kai ¿o era Saai? Era un mal padre, ni siquiera podía distinguir a sus hijos, pero siempre se disculpaba a sí mismo diciéndose que era imposible distinguirlos ya que eran idénticos- aunque fuera el único que cometiera ese error-. Su querida Nagi estaría decepcionada de él.

Eso sí- ¿Qué sucede Kai, amor mío de mi corazón?- Mukuro amaba a sus hijos.

- Quiero agua- infló sus mejillas- y yo soy Saai.- corrigió.

- Kufufu, perdona a papi y pronto le daré el agua al bebé. Ya casi llegamos.

El niño rodó lo ojos. Solo tenía cuatro años pero parecía que él era el mayor entre los dos.

Rokudo regresó la vista a la carta que sostenía en su mano derecha. Una interrogante pasó por su cabeza, ¿por qué una carta? Eran bastante anticuadas y ya casi nadie las usaba.

- Bueno, él siempre ha sido así de anticuado. -susurró.

Veinte minutos después divisó Kokuyo Land, donde sabía que lo estaban esperando ciertas personas y no, no era ni Ken ni Chikusa.


Gracias por leer!