TEAM FORTRESS 2 PERTENECE A VALVE


Al menos ya iba pareciendo una casa. Había costado meses y meses de duro trabajo y Dell se alegró de ver que lucía mucho mejor que en el papel. Tuvo que admitir que, durante un tiempo, pensó que acabaría haciéndolo todo solo, ya que Pyro no sería de mucha ayuda por sus continuas distracciones y su nula idea sobre construcción (siempre se había encargado más bien de destruir); pero ella terminó por demostrar lo contrario, esforzándose por aprender. Puso buena parte de sus ahorros en aquello, cosa que no era moco de pavo porque no había gastado de su antiguo sueldo de mercenaria más que para comprar ocasionalmente cerillas, bidones de gasolina y chucherías, y, aparte de eso, no dejaba de seguirlo para observar lo que hacía para poder repetirlo ella misma.

Ya tenían el salón de estar hecho y la cocina casi terminada, aún estaban con las tuberías del baño y planificando los dormitorios, porque no se ponían de acuerdo respecto al número. Tenían que hacer sus necesidades fuera y ducharse con una manguera, una auténtica pesadilla en invierno, pero se las apañaban. Era una buena vida: siempre trabajando, sin tiempo para pensar en los tiempos en que se dedicaban a matar gente por dinero. Aunque eso no evitaba que Mann Co. y su gente siguieran ahí, como una huella imborrable. Dell se había quedado con el mote de Engie y como Pyro nunca le dijo su nombre real, siguió llamándola Pyro.

Al principio, había dudado, pero Dell se convenció pronto de que llevársela consigo a Texas fue una buena idea. ¿Qué iba a hacer él solo por ahí? ¿Y qué iba a hacer ella, sin un lugar al que volver y sin nadie que la supiera manejar? Era lo único que podía hacer, cualquier otra opción le habría dejado remordimientos. Pero Pyro era una chiquilla muy cariñosa y agradecida, estaba encantada de seguir con él después de la rescisión del contrato, y se enamoró enseguida de Texas. Construir un nuevo hogar junto a él era una maravillosa experiencia para ella y ayudaba en todo lo que podía, aunque siempre tenía una nueva sugerencia alocada, como incluir muchos colores, toboganes y animalitos. Dell había cedido en la cuestión de tener un perro, que habían adoptado la última vez que pasaron por el pueblo a por más material. Era más que probablemente un cruce entre dálmata y labrador al que habían consensuado llamar Saxxy, de alrededor de un año, la causa de la mayoría de las distracciones de Pyro.

— ¡Pyro, nena, ven para acá! ¡Descansa un poco!

Dell ya estaba convencido de que la mejor parte de la casa era el porche. Habían colocado un bonito banco de madera que daba justo frente a la carretera, donde no había más casas aparte de la suya y, por tanto, podían ver perfectamente los montes y la puesta de sol en el horizonte, sin vecinos molestos que se pudieran quejar de los destrozos que causaba Pyro y sin compromisos vecinales absurdos. Era solitario, sí, pero mucho mejor de lo que había soñado. Con eso y una cerveza fresquita en la mano, Dell estaba seguro de que aquello era el paraíso.

— ¡Py!

— ¡Voy, ya voy!

Por fin Pyro salió del interior de la casa, aún con el libro en la mano. Uno para niños pequeños, aquella vez no de la biblioteca del pueblo, porque no le apetecía dar explicaciones sobre por qué lo devolvían medio carbonizado. Al ver que aún estaba intacto, Dell pensó que estaría esperando a comprenderlo completamente antes de prenderle fuego. Igualmente, se fijó en que se había quitado la máscara pero no el traje.

— ¿Cómo vas?

— Bien. Creo.

— Dentro de poco, serás tú quien me cuente cuentos a mí—Pyro sonrió y él sonrió también—. Venga, siéntate y relájate. Ya seguiremos mañana.

Pyro obedeció encantada y se sentó a su lado para contemplar el sol ocultarse.

— Es bonito, ¿verdad?

— Sí...Oye, Engie...

— ¿Qué?

— ¿De verdad te vas a ir?

— No me iría para siempre, solo por unas horas. Así funcionan los trabajos normales. Y...bueno, no lo sé. Tenemos bastante ahorrado, pero la casa se va a llevar un buen pellizco. Ese dinero no va a durar para siempre. Así que es más que posible que, cuando terminemos, eche un vistazo, a ver qué encuentro. Puede que vaya a los pozos petrolíferos, esos montones de chatarra tan altos que vemos desde el coche cuando vamos al pueblo. Estuve en uno de esos hace muchos años.

— Pero te echaré de menos.

— Ya te lo he dicho, Pyro, aún no está decidido. Y seguiré viéndote todos los días.

Dell le ofreció su botella y Pyro la aceptó en silencio y le dio un sorbo.

— No estarás sola. Tienes a Saxxy para que te haga compañía.

Pyro asintió lentamente con la cabeza. Dell sonrió y la rodeó con su brazo de carne y hueso. Pyro apoyó la cabeza en su hombro y sonrió un poquito.

— Sí que es bonito...

La oscuridad pronto cubrió el desierto y el hambre llegó a sus estómagos, así que no tardaron en entrar dentro de la casa, aunque no descartaban salir, como hacían muchas noches, para contemplar las estrellas. Mientras Pyro estaba dentro, Dell preparó la cena, que, aun teniendo el fuego que Pyro preparaba encantada y un hornillo, no fue muy elaborada. Le apetecía algo simple. El salón ya estaba completamente amueblado, incluyendo la pequeña televisión que habían encontrado de saldo, así que era con diferencia la estancia más cómoda de la casa. No tenían que comer más en el suelo ni usar velas ni sacos para dormir. Dejó la comida sobre la mesa y después de comprobar que Saxxy tenía pienso de sobra, se sentó.

— ¡Py, la cena!

Aquella vez no necesitó repetir la llamada. Pyro salió de la cocina con un aspecto bastante diferente: se había puesto un vestido rojo que parecía un poco demasiado ancho para ella. Pero a Dell no le importó, nunca había visto a Pyro sin su traje y aquello era algo completamente nuevo para él. Se quedó quieto mirándola, mientras ella se acercaba y sonreía tímidamente.

— ¿Qué te parece?

— ...Estás muy guapa, Py.

— ¿Sí? ¿En serio?—Pyro se giró a su izquierda y sonrió a alguien que no estaba allí—. Globunicornio dice que parece una carpa de circo...

— Globunicornio no tiene ni puta idea. Vaya...¿De dónde lo has sacado?

— Lo vi en el mercadillo, cuando compramos la tele, y me gustó. Quería que fuera una sorpresa. Siempre estás diciendo que no puede ser bueno llevar el traje todo el día, Doc también lo decía, y bueno...

— Te acostumbrarás. Pero si no te gusta, no tienes por qué llevarlo.

—Pero a ti te gusta, ¿no? Y has dicho que...

— No todo lo que digo va a misa, ¿sabes? Venga, siéntate y a cenar. No sé tú, pero ¡yo tengo un hambre de coyote!

Pyro sonrió y fue directa a atacar el queso cortado. Dell empezó a comer, siendo evidente que no estaba bromeando cuando decía que estaba hambriento, pero, a medida que su estómago se iba saciando, su atención se desviaba hacia su compañera.

Ahora ya no recordaba las masacres que cometía en RED; sin la máscara ni el traje, parecía alguien completamente distinto...humano. Casi inocente. Sin ser su ideal de belleza, Dell se sintió seguro de que no mentía cuando le dijo que la encontraba guapa. Y que dijera que lo había hecho por él...No era consciente de que Pyro también lo miraba sumida en sus pensamientos, de la excitación que le había producido saber que le gustaba y que hubiera sido capaz de sorprenderlo guardando un secretillo, algo que no se le daba muy bien.

La cena transcurrió más que tranquila, sin conversaciones largas. Cuando acabaron, siguieron el ritual de todas las noches: recogían todo bien, Pyro compensaba el no cocinar (porque Dell prefería hacerlo él mismo, por seguridad) fregando los platos y, cuando terminaba, Dell ya había abierto el sofá-cama, encendido la tele y reservado un hueco a su lado. Pyro, como siempre, se sentó en él, hecha un ovillo, y se unió a su compañero a ver la tele antes de dormir. En aquel momento sí que se quedaban en el más absoluto silencio, aunque, esa noche, Pyro no hizo ni caso al programa. Su mirada se volvió hacia Dell en unas cuantas ocasiones, sin mucha discreción, hasta que terminó por abandonar aquella postura y rompió toda distancia con Dell, abrazándolo. El ingeniero se volvió hacia ella y sonrió.

— Hoy estamos mimosos, ¿eh?

— Engie...

— Dime, cerilla.

Pyro volvió a mirar la pantalla, justo a tiempo de ver a un tipo disfrazado de bogavante bailando para la cámara, aunque no se detuvo a intentar encontrarle un sentido. Volvió a mirar a Dell, se inclinó hacia él, posando una mano sobre su mejilla, y lo besó en los labios. Fue un beso corto e inexperto, tal vez demasiado húmedo. Cuando lo rompió, Pyro se abrazó a Dell...No se veía capaz de mirarlo a la cara después de aquello.

— Te quiero, Engie...Dell...Yo...Muchas veces no entiendo lo que dices o lo que no dices pero quieres decir...Pero siempre has estado ahí...Cuando nadie quería jugar conmigo, cuando me regañaban, para todo, todo, tú siempre estás ahí...Tenía miedo de que te fueras igual que los demás y no volver a verte nunca más, de verdad, y vivir contigo, aquí...Es...Es...

Sentía que estaba a punto de echarse a llorar por no saber muy bien cómo expresar lo que sentía. Por tantas cosas que quería que supiera. Aquello la superaba por completo. Qué chica más tonta, estaría pensando Dell.

Pero, en cambio, Dell se separó de ella y acarició su pelo.

— Ssssh...Tranquila, tranquila. No llores, anda.

Inmediatamente después de pronunciar aquellas palabras, aprovechó que tenía sus manos acariciando su cabeza para atraerla hacia sí y devolverle el beso. Al principio, Pyro se bloqueó un poco, pero luego se aferró a Dell para corresponderlo. Ahora que sabía lo que era un buen beso, uno que era cosa de dos, pensó en lo raro que era. Había creído que eran algo extraño y un poco asqueroso que hacían en las películas, y cuando, con la ayuda de sus amiguitos de Pyrolandia, comprendió que eso lo hacían quienes se querían, ya no le quedaba ninguna duda de que quería, y mucho, a Dell. Habría permanecido así durante años enteros. Él tampoco hizo intención de terminar con ello. Sus brazos la apretaban con fuerza contra su cuerpo, dejándola sin escapatoria, si es que ella hubiera querido alejarse, para empezar. Las manos de Pyro recorrían todo su cuerpo, acariciándolo, desde su cuello hasta el pecho, pasando por el brazo artificial y terminando en su pierna.

No supieron con exactitud cuánto tiempo permanecieron así. El suficiente como para tener que hacer unas cuantas pausas muy breves para respirar. Ya hacía calor pero estaban empezando a sudar y a tener la piel rojiza. Pero eso no era todo. Dell no lo percibió al principio pero, finalmente, se dio cuenta, sin dejar de besar a Pyro, de que se le estaba poniendo una erección considerable. Dudó. No creía que Pyro supiera qué era el sexo ni cómo funcionaba, ni siquiera sabía por qué sangraba por la vagina una vez al mes. Pero la urgencia era tan imperiosa...

— Pyro...—susurró, rompiendo el beso pero aún aferrado a ella—. Pyro, cielo...

— Engie...—su voz sonaba como un gemido, mucho más aguda de lo que era normalmente—. Te quiero...

— Y yo a ti...Y yo a ti, cariño...Dios, estoy tan...

— ¿Estás bien?

— Dime, ¿qué sientes ahora mismo?

Dell estaba muy raro...Y ella, la verdad, también se sentía rara. Notaba latir su corazón fuertemente en su pecho, como si quisiera salir, y arder su piel. No era fácil de describir. Dell parecía sentirlo también, a juzgar por su inquietud y su rubor. Se lo quedó mirando y pudo ver cómo él, convencido de que no sería capaz de encontrar las palabras adecuadas, se comenzó a desnudar frente a ella. Pyro no se quedó sorprendida al verlo como Dios lo trajo al mundo, al menos, no tanto como Dell esperaba, claro que él no sabía que los cuerpos de sus compañeros, tan diferentes al suyo, habían llamado poderosamente la atención de Pyro en las duchas; tan sólo se preguntó por qué el pene tenía una forma distinta entonces. Estuvo a punto de preguntarle qué hacía cuando él terminó y se acercó a ella para quitarle el vestido. Ella le dejó actuar sin decir nada, incluso cuando se deshizo de su sostén y sus bragas. Dell volvió a besarla, brevemente, la estrechó entre sus brazos y descendió hasta que Pyro quedó tumbada en la cama y él encima de ella. Pyro estaba confusa pero tener a Dell tan cerca hacía que su cuerpo siguiera ardiente como una hoguera.

— ...¿Dell?

Dell se inclinó para llenar su cara de besos, mientras sus manos bajaban, pasando por su entrepierna, que notó húmeda, hasta llegar a los muslos, que separó suavemente.

— Te prometo que no te haré daño. Si te duele, si no te gusta, dímelo y pararé, ¿vale? ¿Vale? Te quiero...

Pyro respondió tímidamente a los besos. No tenía ni idea de lo que pretendía hacer pero Dell, su Engie, no iba a hacerle ningún mal a propósito, ¿verdad?

Al cabo de unos segundos, lo sintió. El pecho de Pyro se hinchó y abrió la boca ligeramente. Dell la miró y al no ver ninguna señal de dolor ni rechazo, continuó, aumentando el ritmo poco a poco.

Al principio, Pyro estaba tan perpleja que no dijo nada ni se movió un centímetro. Pero, pasados unos segundos, empezó a notar una sensación placentera que empezaba ahí abajo, un lugar casi desconocido para ella, y se extendía por todo su cuerpo. Era Dell, estaba dentro de ella, y era maravilloso. Alzó la cabeza para mirarlo y lo abrazó, atrayéndolo hacia ella. Dell llenó su pelo de besos mientras aceleraba un poco más sus penetraciones, ya que ahora estaba seguro de tener su consentimiento y de que no le dolía. No tardó en dejar escapar pequeños suspiros de placer. Pyro se mordió un labio. Nadie nunca le había hablado de aquello, nadie le había dicho que dos personas podrían estar tan juntas ni que existiera aquella clase de gozo. Se sorprendió a sí misma siguiendo el ritmo de Dell moviendo sus caderas y soltando pequeños gemidos. Los besos no cesaron en ningún momento, al igual que Dell no aflojó su abrazo. No podía decir que aquella fuera su primera vez pero sí que, sin duda, aquella era la mejor. Tampoco había ninguna duda en él de lo mucho que quería a Pyro, más allá de la estricta relación laboral y la amistad. Ahora estaba más que convencido de que no habría permitido que se fuera de ninguna manera...Tal vez tenían que acabar así, esas chorradas del destino e hilos rojos. Ni siquiera le habría importado que bajo la máscara se hubiera encontrado un hombre o Dios sabe qué.

Pyro soltó un último y sonoro orgasmo poco antes de que Dell llegara también. Los dos se quedaron inmóviles, jadeando, abrazados, Dell encima de Pyro, durante un buen rato. Finalmente, Dell se bajó y se tumbó al otro lado del sofá-cama para secarse el sudor con la mano. Pyro volvió a acurrucarse junto a él y él le dio un beso largo en la mejilla. Ella suspiró por lo bajo y cerró los ojos. Fue difícil librarse de sus brazos como tenazas pero Dell consiguió levantarse, volver a ponerse la ropa y salir para descargar su vejiga. Se permitió desviar sus pensamientos de lo que había pasado por un momento para considerar la compra de un orinal o algo así mientras terminaban el baño. Cuando volvió, Pyro estaba dormida, exactamente en la misma posición en la que la había dejado. Sonrió, apagó la televisión, apartó las sábanas con cuidado para luego meterse en la cama con ella y taparlos a los dos y estiró la mano hacia el interruptor de la luz para sumir la habitación en la oscuridad y dormir.

Aquella noche más cerca que nunca junto a Pyro. Por lo rápido que había vuelto a sus brazos, sospechó que no se había quedado dormida después de todo.


Nada había más excitante que recibir cartas, porque los únicos que osaban darles el coñazo, como decía Dell, eran los viejos compañeros. Era algo raro, el tener noticias de los muchachos, y eso hacía que encontrarse una carta suya en el buzón fuera doblemente emocionante. Esa mañana Dell había traído una y había llamado a Pyro para leerla en voz alta los dos juntos. Se sentaron en el porche, para aprovechar que hacía una buena mañana, y Dell tendió la carta a Pyro, para que practicara la lectura. Como vio enseguida que Pyro iba a destrozar el sobre y su contenido, se lo quitó de las manos y lo abrió él con cuidado.

— S-N-P...No...S-N-I...¡Ah!—Pyro se volvió hacia Dell con los ojos bien abiertos y una sonrisa ancha—. ¡Es de Sniper!

— Léela, a ver qué se cuenta nuestro kiwi—la animó Dell.

Pyro leyó con algunos fallos y a veces con un poco de ayuda:

Hace años que no escribo una sola línea a nadie y no tengo más papel que este folleto que me dieron, así que perdonadme si soy breve.

El otro día llamé a Demo porque oí que su madre estaba muy mal. No vayáis a darle el pésame: la señora está bien. Resultó que lo suyo solo era acumulación de gases. Pero hablando los dos, nos preguntamos cómo os iría. No es que esté muy pendiente de los muchachos, porque yo me paso prácticamente todo el tiempo lejos del mundo y no escribo ni recibo cartas, pero que yo sepa están todos bien. No sabía hasta que Demo me lo dijo que habías acogido a Pyro, Engie...Espero que todo vaya bien y no os hayáis metido en líos, porque ahora no hay nadie cubriendo nuestras espaldas.

¿Sabéis qué? En noviembre tengo un asunto que tratar en América. Ahora que sé dónde encontraros, me pasaré por allí para veros. Después de tantos años compartiendo techo y sangre, no veros las caras se me hace muy extraño.

Un abrazo,

M. Mundy, o más bien Sniper

Pyro leyó y releyó la carta, una y otra vez, y cuando se cansó no le prendió fuego. ¡Hacía tanto tiempo que no sabía nada de Sniper! ¡Cómo echaba de menos su puntería increíble y verlo echarse la siesta en cualquier parte! No, aquella carta no la quemó, sino que la dejó en un lugar seguro, a buen recaudo, para que se conservara bien.

— ¿Cuánto queda para noviembre?—la oyó murmurar Dell, frustrada porque no tenían ningún calendario. Derrotada, fue a su encuentro—. Engie, ¿me pongo con la habitación?

— No, no, déjamelo a mí. Tú ve a barnizar el cabecero de la cama, que se te da muy bien—contestó él.

— ¿Sí? ¿Lo hago bien?

— Como una profesional.

Animada por el halago, Pyro salió a ponerse manos a la obra. Dell se aseguró de que estaba ocupada antes de sentarse a la mesa con una hoja y un lápiz. Se tomó unos minutos antes de encontrar las palabras.

Querido Sniper:

Ciertamente no tiene sentido seguir usando nuestros nombres de clase, pero, como tú dices, después de tantos años, se hace raro llamarnos de otra forma.

Me alegra saber que estás vivito y coleando. Temía que te hubiera zampado un caimán o algo así. Que sí, que eres un profesional, pero podría pasar. Tú ve con cuidado por esos sitios. Espero que hayas cogido un poco más de color en esa piel tan paliducha que se te quedó, y que se te hayan ido las cicatrices, aunque sea un poco. Yo tampoco sé mucho de los otros. Hace semanas recibí una postal de Boston, de Scout. Dice que está asentado y con churri, pero yo solo me creo lo primero. Creo que Soldier se ha ido a Rusia con Zhanna y Heavy por un tiempo, pero no estoy seguro. Su letra es una mierda.

Sí, acogí a Pyro, pero no temas por mí, estoy perfectamente. Pyro siempre ha sido más dócil de lo que creéis. Os echa muchísimo de menos. La carta que nos mandaste le ha hecho tanta ilusión que no la ha quemado, ¿te lo puedes creer? Estamos construyendo una casita con nuestras propias manos. Si no surgen complicaciones, creo que estará para cuando vengas. De todas formas, no estaría de más que te trajeras un casco, por si las moscas.

Esa no va a ser la única cosa que vas a encontrarte. Pensaba reunir a los muchachos y daros a todos la noticia, pero, siendo realistas, es improbable, por no decir imposible, que volvamos a estar todos juntos. Así que te lo digo: voy a llevar a Pyro al médico para que nos lo confirme y me eche una mano, porque estoy convencido de que está embarazada. Tiene los síntomas, y su vientre está comenzando a hincharse, aunque aún no es tan obvio como para que se dé cuenta. Digo que necesito que me echen una mano porque no creo que vaya a comprender lo que eso significa. Se ha quejado de los mareos y nota que todo le cuesta más trabajo que antes, pero no lo asocia con ello. Algo me dice que nunca le dijeron de qué va la reproducción humana. A veces me da lástima lo ignorante que es. En fin, quería decírtelo porque hemos compartido bastante cosas y me gustaría que, cuando vengas a los Estados Unidos, me respondieras a esta pregunta: ¿querrías ser padrino de nuestro hijo? Piénsatelo, sin presiones. Le haré la misma pregunta a los demás, si consigo localizar a los que han desaparecido del mapa. No te voy a mentir: el peque no entraba en mis planes, pero sabe Dios las ganas que tengo de tenerlo en mis brazos. Y pienso que sería estupendo que sus padrinos fueran los hermanos de sangre de su padre y su madre.

Desde Texas te envían un abrazo aún más grande

Dell Conagher, Pyro y quien tenga que venir

Engineer leyó lo que acababa de escribir y, satisfecho, dobló la hoja y la guardó, para mandarla en cuanto fuera posible.