Disclaimer: Los personajes no son de mi propiedad, yo sólo los utilizo para hacer fanfics gays.
Aclaraciones: Basado en una canción de Emmanuel —llamada como el fanfic—, porque al escucharla no dejaba de pensar en el TouMaki.
Crecer apresuradamente no era precisamente lo que él buscaba al comenzar algo con una persona tan ruidosa como Toudou, en esos momentos lo único que quería era pasar desapercibido, nadie quiere cargar con un calvario con solo doce años, ¿verdad?
Su romance infantil se baso en cartas. Algo simple a la vista de sus demás compañeros, quienes mantenían relaciones públicas con otros miembros del instituto, pero ellos lo veían un tanto diferente.
Makishima Yuusuke tenía una altura notable para su edad, extremidades largas y un extravagante cabello verde. Poco le importaba la opinión de los demás sobre su persona, y vaya que lo demostraba con las pintas con las que se paseaba orgullosamente fuera del plantel educativo, así que su creciente homosexualidad no le causó el más mínimo temor al rechazo.
Sí, leyeron bien.
Al cumplir oficialmente los diez años se había aceptado tal y como era, después de todo ya recibía burlas de sus coetáneos por su extraña manera de escalar en bicicleta, nada ganaba y tampoco perdía. Mas al conocer al narcisista que tiene como pareja al día de hoy su vida dio un giro completo.
El azabache venía de una familia bien acomodada, cosa que no le llamó la atención al encontrarse en iguales condiciones. Jinpachi solía hablar y hablar sin parar, no existía alma que lograra que callase. ¿Quién pensaría que dentro de unos meses Yuusuke lograría sellar sus labios con un golpe seco en el rostro? La verdadera importancia de un Atlas fue descubierta, servían para silenciar enanos ruidosos.
Con el paso del tiempo profundizaron su extraña amistad, soltando habladurías de la gente por su repentina relación, mas en ese momento no eran más que simples amigos cercanos que compartían una confianza inimaginable.
En medio de la celebración alegre y llena de vida en honor a Yuusuke, con tal ambiente gracias a los hermanos de este mismo, el de hebras verdes fue arrastrado sigilosamente del bullicio, Toudou necesitaba su atención solo para él.
Fue en aquel momento que su extraña relación amorosa daba indicios de querer florecer en una esquina de su extravagante casa. Todo por una pequeña carta escrita con la letra pulcra y fina que solo Jinpachi podría tener, una hoja de papel abrió un capítulo en su historia de amor.
—Esto es algo que sólo los adultos y alguien como yo se pueden permitir a regalar —soltó de la nada citando las palabras dichas por su hermana antes de arribar en la fiesta de su amigo. Un fugaz sonrojo surco su rostro y le extendió un par de acianos— Te compré estas flores el otro día cuando pasaba por la floristería, las compre casualmente pero son hermosas.
Mintió. No había descansado correctamente dos noches seguidas pegado al computador, el lenguaje escondido detrás de las bellas flores lo había cautivado.
El aciano, una planta que se da para expresar los sentimientos más puros y limpios, siendo claros y precisos, una flor perfecta que sirve le para expresar los silenciosos sentimientos que tenía por Makishima Yuusuke.
Por lástima, o tal vez suerte puesto que aún no logra hallarle explicación al extraño suceso, Makishima sabía el significado de las hermosas flores. El azabache lagrimeo y temió lo peor, si Maki-chan lo apartaba de su vida por algo tan tonto como el expresar sus sentimientos se culparía por su estupidez al pensar que tenía una oportunidad.
En lugar de ello el más alto le sonrió de lado con una lágrima surcando su rostro, pero no era lástima ni tristeza por descubrir sus sentimientos. Era una sonrisa alegre y aliviada.
—¡Jinpachi! —la madre del menor llegó gritando sumamente alterada, rompiendo la atmósfera que habían formado— ¡¿Como te atreves a arrancar las flores de la señora Sumire y dejarle una tarjeta como paga?! ¡En este preciso instante regresamos al ryokan!
—Aún no he cenado, mamá. Además es el cumpleaños de Yuusuke.
—¡Luego puedes recompensarlo! ¡Ahora a la casa y no se te ocurra bajar a comer!
Alejado de la pequeña discusión el peliverde observaba la escena con el sonrojo causado anteriormente y sonrió como sólo lo hacía con Jinpachi. Le causaba gracia ver como escondía los acianos de la vista de su progenitora, el numerito le había costado caro, pero si Yuusuke era feliz Jinpachi también.
Con el tiempo su relación había evolucionado, pasando de simples sonrojos y comentarios más dulces a miradas furtivas y sonrisas inconscientes. Ningún acercamiento carnal ni besuqueos, pues el corazón de Makishima explotaría con un leve roce de manos.
Y tal como he dicho, la araña de las cumbres se propuso sostener la mano de su amada entre la suya. Maldita timidez que le impedía demostrarle su infinito cariño y aprecio, mas una mirada del más bajo le hacían sentirse un príncipe.
No. Más que eso, no se sentía el típico príncipe azul de los cuentos de hadas que rescata a la princesa del peligro. Junto a Jinpachi se sentía un rey, una mirada suya lo transformaba en un resplandeciente rey azul.
—¡Maki-chan!
Estaba seguro, al lado de Toudou era un rey; él, su reina. Y como no pensarlo, si el cabello del azabache se movía al compás del viento, danzando como la tela de un vestido en pleno baile.
Su delicada piel resaltaba con la luz lunar de aquella noche y las estrellas les brindaban el más bello de todos los espectáculos que sus jóvenes ojos pudieron llegar a visualizar. Con el viento chocando contra su ventana, arrastrando las palabras que pensaba en decir con él, pasaron volando los minutos. Ambos se contemplaban y apreciaban, sus ojos no tenían malicia, en ellos estaba el encanto y la pureza del primer amor.
Ambos contaban los días para verse, no importaba si lo conseguían de forma efímera y fugaz, ellos esperaban el momento donde sus miradas chocasen y les apareciese un rayo electrizante por sus espinas dorsales.
Sin evitarlo las lágrimas surcaron su rostro, tantos recuerdos contenidos en un solo lugar lo tomaron por sorpresa.
Su pequeña historia de amor con su mejor amigo de la infancia era de las cosas que más atesoraba en su vida, como no sorprenderse si te encuentras caminando tranquilamente por la calle y observas una carta, sospechosamente parecida a la de tus recuerdos, encontrando toda tu historia romántica con la mejor persona que se pudo cruzar en tu vida.
Yuusuke levantó la mirada.
Frente a él se encontraba su primer amor, el tiempo no lo había cambiado, seguía igual de hermoso como en sus recuerdos. A paso firme se fue acercando decidido, Makishima no podía estar más nervioso.
—Te esperaba, Maki-chan.
