Notas de autor: espero que sea de su agrado.
Summary: Después de una enorme perdida a veces sientes que es imposible recuperarte. Helga lo siente así. Que seguirá por siempre hundida en aquellos recuerdos. "Me gusta tu moño" Suplicaba no recordar más esa frase. Justo entonces conoce a un joven que le recuerda a su tormento. ¿Porque la vida la odiaba tanto?.
Disclaimer: Es bastante obvio que nada me pertenece ¿verdad?.
Prologo.
"¡Criminal! Están muy cerca de atraparnos, tenemos que hacer algo ¡Pronto!" suplico una jovencita de cabellera rubia a sus dos acompañantes. Los tres corrían de un peligro acechante, a pesar de sus descachas ropas y sus tenis rotos no paraban en el frio ni en el agua. Seguían corriendo ya que su vida si dependía de ello.
Un hombre adulto moreno de cabello corto, pantalones cortos, camiseta de color azul y un chaleco rasgado en la parte de la manga derecha. El otro un chico de cabellera rubia y pelo corto. Sus enormes y hermosas esmeraldas resplandecían con la obscuridad de la noche.
"Tal vez deberíamos..." Pero fueron interrumpidos por un grupo de hombres armados. La rubia miro a su alrededor, al menos 5 hombres los rodeaban. Estaban por ser capturados, sin pensarlo mucho tomo la mano del joven rubio y comenzó a arrastrarlo lo más rápido que pudo. No iba a permitir que nada le pasará. Estaba decidida a hacer cualquier cosa con tan de protegerlo. Sólo tenía una opción para salvarse de esta, pero tenía que hacerlo en el momento adecuado. Si era suficientemente perseverante e inteligente seguramente podría sacar a ambos de esta incómoda situación. Noto que un par de hombres se acercaban demasiado cerca de ellos abrió su bolso y saco un pequeño artefacto que lanzo contra los hombres que los perseguían. No respires le había dicho a Arnold.
Aunque los perdieron por algunos minutos, no paso mucho tiempo hasta que volvieran a acorralarlos. Esta vez sin salida alguna. Estaban en la cima de un acantilado. Sintió que la mano del chico la apretaba con más fuerza y se giro. Hacía rato que habían perdido a Eduardo. Esto no podía ser una buena señal. Y las ideas se le estaban acabando. ¡Piensa niña, piensa! Se repetía en su mente como una queja desesperanzada.
"Vamos chicos cooperen con nosotros y los dejaremos ir" decía una figura de entre las sombras, no podían verlo pero sabían perfectamente de quien se trataba.
"¡Nunca!" Arnold fue el primero en responder. Su rostro luciendo lleno de valor y coraje a pesar de la situación en la que se encontraban. Casi podría haber sonreído deleitada de verlo. Oh su amado Arnold siempre tan correcto y perfecto. Pero ahora estaban en una situación de vida o muerte así que sus neuronas debían trabajar en como sacarlos de ahí y no en apreciar al hermoso rubio de ojos esmeraldas y cabeza de balón.
"¿No ven que no tienen otra salida?" el hombre estaba disfrutando mucho ese espectáculo. Iba a matarlos incluso si le entregaban el corazón. Pero jugar con sus pequeñas y quebradizas mentes era algo que quería saborear hasta el ultimo instante.
"¿Quieren el corazón?" pregunto al fin l rubia. Era un poco apresurado su plan, pero no podía permitir que Arnold corriera más riesgos. "Atrápame bastardo" Y con eso salió corriendo entre los árboles. Tal vez su ingenua mente de 10 años le había hecho creer que la sombra correría tras de ella y dejaría olvidado al rubio. Tal vez había sido su incontable estupidez, pero al escuchar un grito a sus espaldas. Supo que había cometido un error. Un error que jamás podría perdonarse.
Arnlold colgaba de entre unas lianas, apenas sosteniéndose para no caer por el acantilado. Su respiración se corto, su amado estaba en un riesgo inegable. Por su culpa. Por haber corrido sin asegurarse que le siguiera. Por ella y sólo por ella.
Corrió con fuerza y logro esquivar a un par de hombres que intentaron taclearla. Se encontró frente a frente contra la sombra. Que no era más que un hombre de estatura promedio que usaba una capucha para cubrir su rotro y en realidad su poder se basaba en que era un genio para manipular mentes.
"¡Déjalo en paz!" Había gritado con toda la fuerza que le quedaba. ¿Dónde estaba el resto?. Una advertencia por parte de Arnold le hizo darse cuenta que la liana estaba rompiéndose. Pero esa distracción le costó ser atrapada por uno de los secuaces. Forcejeo lo más que pudo pero ya no pudo zafarse.
"¡Suéltenla!" Ese era Arnold gritando por su bienestar. Helga sonrió a pesar de la situación. El era el que estaba en mayor peligro y ahí estaba preocupándose por ella.
"¡Quiétenle el corazón!" Trato de resistirse un poco más pero era inútil y pudo ver como se lo arrebataban del cuello. Lagrimas de frustración se asomaron por la comisura de sus ojos, su cuerpo se contraía de ira bajo el agarre de aquel musculo y torneado cuerpo. Y sabía que todo estaba perdido. No podía mover ni un solo dedo gracias a la gran masa de músculos que tenía encima.
"Ahora mátenla..¡AGH!" La sombra caía tendido por un ataque certero a la espalda de Eduardo. Aquel ataque había logrado sorprender al resto provocándolos quedarse petrificados unos segundos, comprobándolo Helga sintió que el agarre sobre sus hombros se relajo y aprovecho el momento para deshacerse de su prisión y golpear al sujeto en la quijada y después en su parte intima. El hombre calló al suelo chillando de dolor. Ella no reparo en mirarlo por segunda vez para correr a ayudar a Arnold.
El rubio alzo el rostro. Clavando aquellas hermosas esmeraldas sobre ellas. -"¡Voy a ayudarte a subir Arnold!"- Le había gritado mientras le extendía la mano. El rubio asintió y trato de alcanzarla. No había miedo en los ojos de Arnold. Únicamente confianza, confianza en que aquella chica le salvaría. Como en todas las ocasiones anteriores que el corría peligro, ella siempre lo sacaba.
Sólo un poco más, un par de centímetros más. Las yemas de sus dedos se rosaban con desesperación. Un apresurado y sutil pero urgente roce. Cada vez que lo hacían un calor inundaba su pecho. Un poco más por favor. Sólo un poco. Arnold alzo el rostro y pudo darse cuenta de dos cosas. En aquellos milisegundos antes de enfrentarse a lo inevitable. La primera era que había sido un estúpido por no haberse dado cuenta de la maravillosa chica que siempre le había socorrido, de lo hermosa que era, de lo increíble y valiente y por sobre todo. Por no haberse dado cuenta a tiempo que la amaba y que ahora no podría decírselo nunca más. Y eso lo llevaba al segundo punto. El estaba por morir.
"Adiós Helga" Alcanzo a murmurar antes de que la liana terminara de romperse y el cayera por el acantilado sin que la rubia pudiera hacer nada por detener su letal caída. La chica grito su nombre infinidad de veces, lloro, pataleo, forcejeo contra los brazos amigos que le impedían lanzarse tras de él.
Y así lo ultimo que podía ver eran esas esmeraldas que se alejaban de ella.
"¡Helga!" Escucho que le llamaban por milésima vez en el día y abrió los ojos para toparse con un par de perlas negras. Observo a su alrededor, no estaba en la selva, no estaba en san Lorenzo ni tampoco tenía 10 años. Estaba en su cuarto en Hillwood con 17 años de vida. Y a su lado estaba su compañero de clases y amigo de infancia.
"¿Se puede saber que haces en mi habitación cabeza de capillo?" Otra vez ese sueño, ese tormentoso, maldito, ponzoñoso, lastimero y despreciable sueño.
Ese sueño que le recordaba como una película que se repetía una y otra vez aquel miserable día. Del día en que la única cosa en este mundo que le hacía feliz había desaparecido. De como su maldita incompetencia había provocado que la única persona que la había notado tuviera un fatídico desenlace. Y todo era su culpa.
"Vamos tarde a clase. Tienes 5 minuto para cambiarte o tendré que forzarte yo mismo" La rubia le lanzo una mirada asesina, pero el simplemente se encogió de hombros. Sabiendo que Helga detestaba que la apresuraran y que además de todo invadieran su espacio personal.
"¿No se molesta tu novia que entres a la habitación de una chica mientras ella está durmiendo?" Le escupió, aunque en cierta forma obedeciendo y dirigiéndose al closet. Si Geraldo estaba ahí significaba que de verdad iba muy tarde. Realmente no tardo mucho, tomo lo primero que encontró y lo lanzo sobre la cama. Unos jeans de color azul claro y una blusa tipo polo de color rosa.
"Phoebe fue la que dijo que hiciera lo necesario por sacarte de esa cama" Respondió cruzándose de brazos con una sonrisa triunfante. Ella simplemente rodo los ojos. Típico de Phoebe, desde el incidente de San lorenzo no la habían dejado ni a sol ni a sombra. Casi colocándole a Gerald como niñero y guardaespaldas permanente. Por dios ya no era una niña de 10 años.
Estaba tan sumergida en sus quejas internas contra su mejor amiga que no noto cuando Gerald ya estaba por salir, sólo deteniéndose un segundo para mirarla una vez más.
Arnold había muerto durante el viaje a San Lorenzo, mientras protegían el corazón de los ojos verdes. Había sido un golpe muy fuerte para todos, Arnold era amigo importante que todos apreciaban, no había nadie pero absolutamente nadie que no hubiera llorado su partida en todo Hillwood. Era un héroe, un buen estudiante y un buen amigo. Y por supuesto su partida había roto el corazón de todos pero nadie había sufrido tanto como él y Helga. El resto salió adelante con el pasar de los meses, pero Gerald y Helga no. Y a pesar de que ya habían pasado 6 años desde aquello -casi siete-. Aún tenían pesadillas sobre aquello. Y sin embargo, ni siquiera él podía comparar el dolor que sentía con el de Helga. Era como si Helga la vieja Helga que conocían también hubiera muerto ese día. Ahora era sólo una sombra.
"Helga sé lo difícil que es para ti" comenzó a decir. Su mano presionando la perilla de la puerta y su mirada perdida en el infinito. "Arnold era mi mejor amigo y eso no cambiara. Lo recordare por siempre. Como el chico optimista y alegre que tenía un escaso sentido de la realidad" Helga no pudo evitar soltar una sonrisa ante aquella declaración, pero casi de inmediato se esfumo al escuchar que el moreno seguía hablando. " Pero creo que es tiempo de que lo dejes ir-Que lo dejemos ir."-Se corrigió. -"El no querría que ni tu ni yo viviéramos siempre en el pasado. En un pasado que no podemos cambiar ni mejorar." Ella no respondió. "Por eso no pienso dejarlo libre y creo que deberías hacer lo mismo. Es tiempo de que sigamos nuestras vidas" Y sin decir más salió de la habitación. Helga le agradeció mentalmente al sentir que la energía de sus piernas había sido drenada. Cayendo sin reparo sobre sus rodillas. Justo como aquella vez -pensó con amargura.-
Ella no podía, no podía olvidarlo. Gerald no lo entendía, nadie podía entenderlo. Ella era la culpable de todo. Ella Helga G Pataki no pudo protegerlo.
Lagrimas saldas y amargas comenzaron a correr por sus mejillas sin que hubiera fuerza capaz de detenerlas. Arnold era un imbécil, un imbécil por haberse ido, por haberla dejado a ella y a todos los que la amaban. A sus padres que acababan de encontrar y poco después tuvieron que encontrarse con la terrible noticia de volverlo a perder. Esta vez para siempre.
"¿Estás segura de que esto es lo mejor?" Pregunto Phoebe a su amiga de toda la vida.
"Positivo Phoebs. No puedo seguir aquí."Se sincero ante la mirada de tristeza de su única y mejor amiga de toda la vida. -"Todo me recuerda a él y como dicen ustedes. Creo que es justo para el cabeza de balón que lo deje ir. "-suspiro pesadamente. -"Además si vuelve a ocurrir lo del otro día seguro mis padres me enviarían a un psiquiátrico" Sonrió cínicamente. A pesar de estar hablando de otra ruptura emocional que había tenido hace apenas unas semanas. Tras perseguir a un joven rubio jurando que era Arnold y que había regresado. Resultando en casi ser arrollada por un camión en su fallido intento de buscar a alguien que ya no estaba más. Por mucho que le llorará. Arnold se había ido.
Era tiempo que lo asimilara.
"Te vamos a extrañar Pataki" La rubia se giro a ver a su otro acompañante. Helga no podía estar más agradecida con ese par. Phoebe por ser siempre su amiga fiel desde pre escolar y Gerald por estar ahí con ella desde que ambos habían perdido a un gran ser querido.
"No te pongas cursi cabeza de cepillo"
"Llámanos en cuanto estés en casa" La rubia giro los ojos pero asintió.
"De acuerdo mamá"
"¿Olga te acompañara?" Pregunto Phoebe ignorando el comentario burlón y desviando su mirada a la otra rubia que se encontraba facturando las maletas e imprimiendo los boletos de avión.
"Si al parecer Bob no quiso arriesgarse que su hija la loca corriera por las calles de Londres asaltando a cuanto joven rubio con cabeza de forma anormal se encontrara creyendo que era su amor de la infancia" Dijo un una sonrisa. Ambos le miraron con simpatía. "Agh odio cuando me miran así. Estaré bien. ¿Si?" pero era mentira, si se alejaba ahora es porque quería dejar de ser una carga, más que por que quisiera olvidarse de él. Rara vez replicaba ese nombre.
"Helga trata de olvidar..."
"No. Por favor ya no quiero hablar de eso. Prometo que hare lo mejor posible, regresare pronto y verán que ya habré dejado este agujero en el que me estoy consumiendo. Pero no hables de él. No ahora." Ambos chicos parecieron comprender y le dieron un fuerte abrazo. Ellos ambos, simplemente querían lo mejor para ella.
"Cuídate" Murmuro el moreno extendiéndole una sonrisa. Ella respondió de la única forma que sabía hacerlo, golpeándole el hombro.
"Ya te dije que nada de cursilerías." Entonces fue llamada por Olga. Era tiempo de abordar.
"Nos vemos Phoebs, cabello de espagueti":
Y así sin mas se dirigió a la zona de chequeo. Despidiendo así su anterior vida y a sus muy queridos amigos. Y a ese amor que la abandono, que la dejo rota por dentro.
"Adiós cabeza de balón" Murmuro al vació. Una lagrima traicionera se dejo escapar de su mejilla izquierda.
"De verdad espero que este bien, Gerald. Ha sufrido tanto desde aquello..." chilló la menudita chica mientras un par de fuertes y masculinos brazos rodeaba sus hombros. "Sé que es egoísta, pero como deseo que lo olvide" murmuro entre sollozos. Gerald no pudo más que asentir. Por mucho que amaba a su viejo amigo, no podía evitar sentir lo mismo. Era tiempo de que Helga fuera feliz. Ya eran 7 años y ella seguía sin poder sonreír, sin poder dejar de mirar la luna suspirando por alguien que no va a regresar. Sin poder discernir entra la realidad y sus sueños.
"Regresa pronto Hell" murmuro para si mismo al ver que la chica rubia se desaparecía tras las puertas de migración.
Adiós cabeza de balón.
Notas finales. ¿Y bien? Espero que empezara bien. No estaba segura si empezar este fic o comenzar otro que tengo en mente. Pero yolo xD
Comencé otro fanfic pero no estoy muy convencida de publicarlo. ¿Les gustaría leer un fanfic donde quienes terminan reuniendo a Hel y Arnold son sus hijos? Una versión de ellos mismos pero en sus hijos y terminan re encontrándose por ellos?. Ah xD que raro suena.
¿Reviews? :3
