Un peculiar San Valentín

Manta Oyamada

El amor está en el aire.

Al menos eso decían todas las publicidades del día. En la televisión no se oía nada más que no fuera el día de los enamorados. Desde el noticiero matutino hasta los pocos programas de revista que alcanzó a escuchar antes de marcharse a la escuela. Todos se abocaban en hacerle publicidad a la festividad.

Tomó el desayuno en la bolsa, que se había encargado su cocinera de prepararle. Tan metódico como lo había ordenado su nutricionista. Un poco de fibra, un poco de carbohidratos y algunos azucares de una manzana o naranja, la cual terminaría obsequiándosela a su amigo.

Sonrió sin poder evitarlo. Y entró al vehículo que lo llevaría a la institución.

Muchas cosas habían cambiado en su mundo, pero pocas valía la pena rememorar como la amistad que mantenía con Yoh desde hacía bastantes meses. Varios recuerdos pasaron volando por su mente, en especial por la tan afamada pelea de shamanes que estaba por comenzar. Sabía que muchas cosas cambiarían y probablemente ya nada sería igual.

Por ende, debía valorarlo y disfrutar cada minuto. Pero era difícil, pasar tanto tiempo libre como al principio, cuando Anna no estaba.

Y hablando de ella… si bien no era tan cercana como el castaño, él la consideraba una buena amiga. Aunque no sabría si ella lo ponía en esa misma categoría. Sería interesante preguntarle, después de todo, conviviría mucho cuando Yoh se marchara a la pelea de shamanes.

—Bien, hemos llegado, joven Manta —dijo con emoción Tamurazaki—Qué tenga un buen día.

—Gracias, Tamurazaki—dijo con una pequeña sonrisa—Oh y no te preocupes por pasar a recogerme, iré a casa de Yoh en la tarde.

—Está bien, lo agendaré para después.

—Sí, hoy no habrá clases nocturnas.

—Me alegro, así podrá pasar tiempo con alguna chica—dijo como si nada.

Intentó no sorprenderse por la propuesta o burlarse, no quería parecer grosero. ¡Una chica con él! ¿En qué mundo cabía eso?

—Claro…. Me aseguraré de pagar la cafetería más cool de la zona.

—Las mujeres adoran los postres—dijo abriendo la puerta del coche—Le recomiendo que vayan al Spike´s dream. Hay todo tipo de pasteles y bebidas dulces con muchos adornos. Le encantará.

—Sí… gracias, lo tomaré en cuenta.

—Bueno, aquí tengo el cupón—añadió sacando de su bolsillo un papel—Por si se llega a necesitar.

Tomó el papel con una pequeña, casi diminuta sonrisa, igual que su estatura. Agradeció la recomendación, mientras buscaba un espacio para el papel en su pantalón. A medida que iba entrando al recinto, pudo ver en el patio frontal a varias chicas abrazándose entre sí, obsequiándose chocolates.

Algo bastante clásico para la época, porque lo que más se regalaba eran chocolates. Al menos era la tradición, que las mujeres regalaran y los hombres recibían, pero también era válido entre los mismos grupos genéricos. Más raro entre hombre, pero más común entre mujeres.

Ustedes entienden, es más fácil para una mujer regalarle a una amiga, que un amigo le dé a otro.

Como por ejemplo, Yoh y él. Su relación era sólida, no necesitaba de chocolates para demostrar que había vínculo entre ellos.

Fácil y sencillo.

Lo verdaderamente difícil fue cruzar los pasillos y ver a chicas entregarles chocolates a sus compañeros y otros alumnos. Todos sabían quiénes eran los populares, y estos días sólo se hacía notar más.

Por ejemplo, aquel chico Tsubasa, capitán del equipo de fútbol. Era asediado por más de cinco chicas al mismo tiempo. Es más, tenía una que era la capitana de su club de fans, al menos decía que lo era del club de fans del equipo en general. Pero por dios, no había que ser tontos como para notar que el más perseguido era el chico en cuestión. Y hoy, parado frente a su casillero, estaba recibiendo casi en fila a más de diez chicas con un chocolate de corazón.

¿Coincidencia? No lo creo.

Y qué decir del Subaru. El tipo podía ser de lo más frívolo, pero eso parecía ser algo que les encantaba a las chicas. Las niñas se volvían locas cada vez que él las rechazaba. Es más, ahora mismo estaba rechazando a más de cinco mujeres, que llevaban no sólo chocolates, sino libretas. Libretas como las que él solía usar para escribir, porque habían de saber que tiene fama de ser un prospecto de escritor.

—Oh… dios—apretó el puño pasando por alto el amontonado.

Subió por las escaleras, buscando el salón de algebra, donde tomarían su primeras dos clases. Igual que en el piso de abajo, las mujeres estaban vueltas locas, entregando chocolates. Esto sólo lo molestaba, no es que fuera el primero y el único en no recibir nada, de hecho había bastantes chicos que se unían a él en la lista. Pero si analizaba el listado, de todos, era el que menos probabilidades tenía de tener algo especial con una mujer.

Eso… lo hacía sentir triste.

Antes, sin Yoh, la vida era algo monótona. Pero al irse él, qué quedaría. Otra vez el aburrimiento, la… ¿melancolía?

No estaba desesperado como Horo Horo. Buscar novia no era su prioridad, pero… tenía que admitirlo, sería… lindo experimentarlo aunque fuera sólo una vez.

¿Era mucho pedir? Cuando había chocado con alguien. Evidentemente, su corta estatura sólo lo hizo rebotar al piso.

—¿Estás bien, Manta?—escuchó la voz de una Sakura, preocupada.

Incorporó su cabeza y asintió un tanto sonrojado por la castaña que le había tendido la mano.

—Iba muy aprisa, espero que puedas disculparme.

—Sí, no hay… problema—respondió mirándola fijamente, hasta notar en su otra mano un chocolate blanco bastante grande.

Mentiría si no dijese que tenía esperanza.

—Oye… ¿crees que le gustará? —preguntó mirándole cohibida—Yoh Asakura no es muy conversador, pero… escuché que los chocolates blancos y los de almendras son sus favoritos, ¿es cierto?

Y sólo pudo emitir una sonrisa nerviosa.

—Ammm…. No sabría decirte, ¿dónde lo averiguaste?

—En el club de atletismo—confesó adentrándose al salón, buscando también la banca de su amigo.

¿Tendría que extrañarse? Anna lo mataba haciendo toda clase de ejercicios. Con lo flaco que era el hombre, sólo era cuestión de semanas para que empezara a marcar musculatura. A parte, más de una decía que lo encontraba sexy, en la forma tan despreocupada que tomaba las cosas, la camisa abierta… Mil detalles para tomar en cuenta.

Quién lo diría, Yoh Asakura, uno de los chicos más atrayentes físicamente.

—Es que no quiero dar un mensaje que no es—agregó llegando a la fila donde acostumbraban sentarse, uno junto al otro—No quiero que entienda que quiero ser su amiga.

¡Ouch! Era una lástima. Porque podía asegurar que Sakura no sólo era una de las chicas más bellas de todo el salón, sino una de las más bonitas de toda la escuela.

—¡Oh! Demonios—dijo ella al ver el pupitre con más de diez barras de almendra y chocolate blanco sobre la banca.

Suspiró al verla colocar su regalo sobre el escritorio de su amigo, para luego marcharse. Evidentemente, esos sólo eran regalos dentro de su mismo salón.

Era irónico.

Es decir, Yoh ni siquiera prestaba atención a ninguna mujer. Era amable, pero hasta cierto punto era… distante. No es que fuera grosero, para nada lo era, pero no tenía el más mínimo interés en marcar amistad con alguna fémina. Y aun así, había chicas que se asomaban de la puerta para ver si ya estaba en su sitio, porque para su suerte, casi siempre llegaba rallando el horario de entrada.

Dejó de contar cuando la tercera se acercó a dejar un osito hecho de chocolate blanco en una envoltura de lo más vistosa y llamativa.

Al menos tendría que ayudarle a comérselo, pensó sentándose en su pupitre.

Bufó cansado, sacando su libreta de la mochila. Sería un día largo y eso que este sería el primer San Valentín en compañía de su amigo Yoh. Quién por cierto, parecía ser la novedad del Instituto Shinra.

Y hablando del susodicho, que por fin hacía su entrada triunfal en el marco de la puerta. Adormilado, pese a tomar una ducha, o eso evidenciaba su cabello castaño húmedo. Se tallaba los ojos, mientras caminaba con la camisa desfajada y desabotonada en los tres primeros botones.

Yoh lo ignoraba, pero a cada paso que daba, sin querer iba arrancando suspiros de sus compañeras mientras buscaba su lugar. Levantó la vista y alzó una mano en forma de saludo.

—Hola, Manta—dijo sonriente a su lado—¿Sabes dónde me voy a sentar hoy?

¿Era en serio?

—En el mismo lugar que siempre, Yoh—suspiró cansado, señalando su lugar, lleno de chocolates y tarjetas.

Él pareció dudarlo cuando quitó un gatito de felpa color oro del asiento. No sabía bien del por qué pero se veía hasta conmovido por el detalle y más al notar que llevaba una tarjeta en el lazo del cuello. Se sentó y parecía absorto.

Y quizá no se enteró, pero era el chico más asediado del 2B en ese momento.

Y también el más odiado por todos sus compañeros.

Continuará...


N/A: ¡Hola! El día de hoy les presento un fic de varios capítulos con el tema de la festividad del día de hoy. Lo dividí así porque como siempre, es más fácil de escribir o leer. Pero ya que lo voy a subir todo hoy, también era una opción subirlo en una emisión. Pero es mejor para no revolver. Disfruten el día y si tienen tiempo, lean este especial con la perspectiva de tres personajes: Manta, Yoh y Anna. Inspirado en una parte del manga, algo líneal en el tiempo que estaban definiendo cuándo sería el torneo y esas cosas. Supongo que hay un breve lapso en eso que les permitió interactuar más.