LAS CUATRO ESQUINAS

Un fic de Magia Hispanii

Para Cris Snape

1.- PROLEGÓMENOS

Milán. Mayo de 2011

- Gracias, mamá.

- Quita, quita, que no las merece. Las gracias se las tenemos que dar al abuelo de Stefano, que nos mete en su casa como si tal cosa.

- No tiene importancia. Sois famiglia.

- Famiglia política.-Matizó Ana.- Y en cualquier caso, es muy amable de su parte.- Añadió con afecto. – No os preocupéis, que nos apañaremos perfectamente.

Entendía su punto de vista, pero eso no obstaba para agradecer que se ocuparan durante todo un fin de semana de sus tres nietos pequeños. Los mellizos no habían cumplido los dos años e Ignacio, nuestro pequeño gordezuelo, acababa de cumplir ocho meses. Tres bebés, en definitiva. Tres cherubini que llevaban meses sin dejarnos dormir una noche completa. Porque cuando no era uno el que se despertaba berreando era cualquiera de los otros dos, y en ocasiones aquello iba en cadena, como las piezas de dominó que se empujan unas a otras. Almudena, la mujer más generosa del mundo, casi todas las noches saltaba de la cama como una exhalación, intentando evitar, la mayoría de las veces sin éxito, que yo me despertara. No lo había dicho, pero sabía que pensaba que ella podía descansar durante el día mientras que yo necesitaba dormir bien para atender a mis pacientes en plenitud de facultades, y que esa circunstancia la agobiaba un poco. Por esa razón, un fin de semana fuera, liberados de los niños, nos iba a venir de perlas. Aunque fuera por una actividad tan prosaica y extenuante como haberme dejado embaucar para participar en una regata a remo por la laguna, la famosa vogalonga. Almudena había puesto los ojos en blanco con la excusa pero no había objetado nada, a pesar de poseer un punto sarcástico directamente heredado de su madre que empleaba para parapetarse tras una fachada de mujer dura que era como el cartón piedra de falsa.

- Sobrevivimos a la infancia de Almudena.- Terció mi suegro.- Nos pueden echar encima una horda de niños desatados y hasta catastróficamente mágicos, que estamos preparados.

-¡Eh!- Protestó mi esposa sin ninguna convicción. No había caso en pretender negar la realidad, que no era otra que les había dado unos años agotadores. O al menos, eso contaban todos. – Todavía no hacen magia. Pero no tientes a la suerte, papá, no vaya a ser que se coordinen para hacer que añores la infancia de su madre.

- Lo dudo. Ni siquiera los tres juntos han dado nunca tanta lata como tu solita eras capaz.

-Deja de meterte con ella, anda.- Mi suegra le reprendió con tono zalamero.- Idos tranquilos, que en lo que a los niños se refiere está todo controlado. Con o sin necesidad de varitas. Y pasadlo muy bien. -Tres años viviendo en Italia y todavía no has visto Venecia.- Animó a mi esposa con una sonrisa.

- No hemos tenido tiempo.- Ella nos justificó a ambos. Y era cierto. Mi vida, nuestra vida en realidad, había dado un vuelco radical la noche de San Lorenzo de 2008. Almudena había sido valiente y generosa como nadie y nos liberó de la terrible maldición que pesaba sobre los varones de nuestra rama de la familia Orsini. A partir de ese momento todo cambió vertiginosamente, y en tres años había pasado a ser esposa, madre de familia numerosa y escritora de éxito (en los escasos ratos libres). El diez de agosto de 2008 era la fecha grabada en las caras internas de nuestras alianzas, junto a la fecha de matrimonio de mis padres. Porque aunque mi tío cura (y quizás un poco yo también, todo había que decirlo) se empeñó en que tuviéramos una boda solemne y debidamente organizada, que requirió tres meses de arduos preparativos, la noche en la que verdaderamente nos convertimos en marido y mujer fue el 10 de agosto.

- Pues eso, que ya es la hora.- Mi suegro, como siempre, acabó del lado de mi suegra.- Venga, marchaos. Ah, no te pierdas el reloj astrológico solar… es tan interesante ver las horas astrológicas…

- Creí que te interesaban las fases de la luna.

- Parece mentira que seas hija mía.- Protestó.- Todo influye en la elaboración de las pociones espagyritas. Y los relojes astrológicos del Véneto tienen fama porque dan la hora astrológica con precisión.

- Supongo que te refieres a la Torre dell Oralogio. Pero pensé que era astronómico, más que astrológico. Aunque tenga las figuras del zodiaco alrededor…

- Ah, simple mortal, perdona que te llame así….

- Es más preciso que lo de robahijas, papá. Aunque estrictamente, Stefano no es un simple mortal…

- Eso es opinable, Almudena. Lo de robahijas, me refiero…

- ¡José Ignacio!

Mi suegro puso los ojos en blanco con mucha teatralidad, consciente de que a estas alturas, no engañaba a nadie con sus poses de padre ofendido o de hacedor de pociones escandalizado ante la ignorancia supina de su familia.

- Además de la hora.- El hombre hizo caso omiso de la regañina de su esposa y puso cara de armarse de santa paciencia.-… señalan los grados de la constelación en la que se encuentra en ese momento el sol. Suelen… - Empezó a gesticular emocionado haciendo con que asía con la mano una enorme e invisible aguja y la rotaba cual juvenil Cronos con un juguetito nuevo… -tener esferas concéntricas, y señalar también.- Hizo énfasis en el adverbio y dedicó una elocuente mirada a su hija.-… las fases de la luna.

- Venga, José Ignacio, no los entretengas.- Terció mi suegra.- Típico de la Magia renacentista, especialmente en lugares que dependían tanto del mar, Almudena. Supongo que habrás leído algo al respecto… o estarás a punto de hacerlo. Y luego se lo cuentas a Stefano.

Mi mujer abrió la boca para decir algo, pero no le salió sonido alguno. No tenía que decírmelo. La conocía tan bien que sabía que, de repente, se había empezado a sentir una completa ignorante. Esas cosas a mí no me producían el mismo efecto, quizás porque era, como había precisado Almudena a su padre, lo que en los viejos grimorios de su familia llaman un "tocado por la magia". Alguien que, sin ser un mago, no es un Ingenuo corriente, porque la magia le afecta y es consciente de ella. Muy a nuestro pesar, puesto que fuimos víctimas de una maldición heredable. Pero eso es cosa del pasado, y he vivido lo suficiente aunque no haya cumplido cuarenta años como para saber de sobra que la magia alcanza a todo y a todos, y que su bondad o malicia dependen de la persona que la invoca

Mi suegra volvió a insistir en que debíamos partir y en que todo estaría bajo control y le faltó agitar la varita para Desaparecernos hasta el garaje, donde teníamos el coche.

- Bueno, pues yo creo que podemos sacar a los niños de paseo, y ellos a ver si se relajan un poco…- Dijo Ana una vez que los habían despedido.- No se cuál de los dos tiene más necesidad de desconectar y descansar.

-Pues yo si lo se. Nuestra hija, no te quepa duda.- Interrumpió José Ignacio.- Si resulta que este robahijas se va a remar.

-¡José Ignacio!