N/A: ¡Hola a todos! En primer lugar, agradeceros que os paséis por aquí a leer este fic, que espero que os guste. Mi nombre es Cris, aunque por cuestiones de la vida suelen llamarme Mis, y aquí, quería explicaros un poco el por qué de esta historia. Bien, esta idea surge a cabo de mi mejor amiga, Row, a la que va dedicado este fic, pues empezó siendo la que me enseñó a hacer este tipo de cosas, pero no solo de eso, sino de un rol que llevábamos entre ambas, en el cual, Loki viajaba a Midgard cuando era pequeño y conocía a una chica, creando un lazo muy estrecho con ella durante una noche, pero que con sus ideas posteriores de conquistar la Tierra se queda como un recuerdo.
Nunca me ha gustado crear un Loki desfigurado en el sentido de maldad, pero como todos, tiene corazón, así pues, dentro de su maldad, tendrá momentos y momentos que ni ahora mismo yo se explicar, momentos que esconde tras su fachada, pero que al fin y al cabo están ahí.
A la hora de poner caras a los personajes, obviamente me decanto por los de la película, pero a la hora de hacer un balance sobre ¿Quien es Row? No puedo dejar de imaginarme a Ksenia Solo (Conocida por Lost Girl) aunque no deja de ser una simple mancha borrosa, quiero decir. Para mi la cara de Row es, principalemente la de la real (Porque si, Row existe) aunque a veces pueda imaginarla de otra forma. De todos modos, eso queda de la imaginación de cada uno.
Un fuerte abrazo, y espero que lo disfruten.
- Prólogo -
El ya cansado Loki salía de aquella acogedora cueva de Jotunheim, claro que lo que significaba acogedor en ese mundo no era precisamente lo mismo que en otros. Esta cueva era fría, y no solo por la temperatura del lugar, si no por el ambiente que había en ella. Angerboda, su amante, ya parecía más una carga que cualquier otra cosa, y sus hijos… Sus hijos pasaban por el aro de la suerte, puesto que aquellos monstruosos pequeños le servirían en el futuro como ya había hecho el caballo de ocho patas, Sleipnir.
Todo parecía tranquilo, apaciguado, perfecto para salir de aquel lugar y transportarse a Asgard, cuando los suaves pasos de uno de los pequeños le hicieron percatarse de que andaba despierto, o mejor dicho, despierta. Se giró lentamente, para ver a la demacrada Hela, con el pelo enredado, y a penas vestida con harapos, rasgándose el único ojo que estaba completo en su rostro.
– Papá… No puedo dormir. – Murmuró la pequeña, entre bostezos. – Cuéntame una de tus historias. – Hela clavó su ojo verde en los de su padre, y él, por mucho que deseara resistirse, no podía. Hela era un monstruo, eso era algo obvio, pero él no la juzgaba por su físico. Él mismo había sido juzgado por ser un monstruo o por el hecho de ser adoptado, por no ser igual que su hermano mayor, Thor.
– Está bien… – Murmuró él incapaz de no darle el capricho a su hija, repitiéndose para sí que aquella sería la última vez. La cogió en brazos y la llevó hasta su habitación, volviendo a acostar a la pequeña y arropándola, con cierto fingido cariño, tumbándose a su lado para rodearla con un brazo. - ¿Cuál quieres que te cuente?
– Me da igual, papá… Cualquiera estará bien. – Dijo Hela, emocionada ante la idea de una de las historias de su padre, siempre tan realistas. De caballeros o dioses. Siempre eran leyendas espectaculares.
– Entonces… Te contaré una que nunca he contado. La historia de un Dios.
– ¿Un Dios como tú, papá? – Interrumpió la pequeña, sobresaltándose en la cama, como si los nervios porque empezara la removieran hasta más no poder.
– Si no te tumbas no podrás dormir, Hela. – Dijo volviendo a arroparla, rodando los ojos. – Un Dios… Un Dios como yo, si. Su nombre era Loki.
– ¿Tenía tu nombre, papá? – Hela quedó asombrada, esta vez bajo las mantas, con las cuencas de los ojos bien abiertas, sorpresivas, tanto que su padre hizo una caricia sobre estas, calmándola, con cierta gracia ante su gesto.
– Si, se llamaba como yo… Todo comenzó hace mucho, muchos años. Loki era un niño de apenas quince años. Tenía un hermano mayor, una madre y un padre.
– ¿Eran Thor, Frigga y Odín?
– Si, ellos mismos… Pero esta historia es diferente.
– ¿Y de qué va entonces la historia, papá?
– La historia… La historia habla de cómo puede cambiar las personas, los jotun, los dioses… Como cualquiera puede cambiar. Él era solo un niño travieso, corrompido por los celos, aunque su madre le quisiera más que nadie, y él a ella. La leyenda cuenta que bajó a Midgard una vez, y conoció a una joven, pero nunca más volvió a saber de ella, hasta que muchos años después, fue con un propósito… Destruir la tierra tal y como los humanos la conocen y hacerla suya, pero lo único que pudo hacer suyo fue el corazón que aquella joven, Rowenna.
Hela soltó una carcajada, negando ampliamente y volviendo a incorporarse, mientras el fruncía el ceño, mirándola, cambiando su gesto melancólico por uno más enfadado.
– ¿Se puede saber de qué te ríes?
– Lo siento padre… Solo que no puedo creer que alguien con tu nombre se enamorase de una mísera midgardiana.
El interior del Dios se redujo a cenizas, y si de haber muerto a causa de un disparo hubiera sido posible, Loki sintió como una bala le atravesaba, arropando por tercera vez a la pequeña y negando.
– Es hora de dormir, Hela. Mañana te contaré la historia. – Dio un beso en su frente y salió rápidamente de aquel lugar, comenzando a andar. Andar, andar, andar ¿Hacia dónde? Él bien lo sabía.
Atravesó todas las frías dunas de Jotunheim, hasta que encontró un acantilado helado. Aquel sitio estaría bien. Miró hacia abajo, contemplando como el abismo se abría ante él, y miró hacia arriba, donde la estrella más reluciente solo tenía un nombre para él, pensando en que quizás, en otro mundo, en otra dimensión, en otro lugar, esa estrella luciría para otra persona, que esperaba que también la estuviera mirando. Negó rápidamente, echándose las manos a la cara para suspirar, sentándose a contemplar el cielo estrellado.
– Toda leyenda que se cuente es poca… Pero esta leyenda que hoy le cuento al cielo, fue escrita por las estrellas. Dos jóvenes conocidos, que se volvieron completamente desconocidos. La realidad más verdadera jamás contada.
