Por fin, después de tan larga espera, aquí está el primer capítulo del Jinete.
Un par de avisos. 1) Esta historia debería ser, hasta cierto punto, dramática, pero no lo es, es justo lo contrario; es, en mi opinión, humor macabro. Pero esta es mi manera de afrontar la muerte de Kai. 2) Esta historia es una continuación a mi drabble "Losing his mind". Si queréis saber por qué Kai está "vivo", recomiendo que os lo leáis. 3) La muerte de Bonnie estará separada en dos partes, y será algo más seria que las otras. 4) Como esta historia tendrá diez capítulos y la usaré para un desafío, publicaré un capítulo cada 5-6 días.
Esta historia está dedicada a mis queridas pervertidas del grupo de WA (cuyo nombre no voy a mencionar), por haberme matado esta mañana con casi 500 mensajes. Y porque llevan esperando esto desde que esta idea se me pasó por la cabeza.
AVISO: Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
DISCLAIMER: Ninguno de los personajes me pertenece, son propiedad de la CW.
#PALABRAS: 1,313
EL JINETE SIN CABEZA Y SIN MONTURA
CAPÍTULO I
ALARIC SALTZMAN
El hombre lloraba. Tenía sentido. Su vida era un completo desastre. Su casi mujer había sido brutalmente asesinada el día de su boda, provocando así también la muerte de sus hijos nonatos. Su ahijada había sido hechizada, así que no volvería a verla, ni a hablar con ella. Su mejor amigo estaba sufriendo también, y no podía darle su apoyo.
A Alaric no le quedaba absolutamente nada.
Kai lo observaba desde fuera de su apartamento. El humano estaba sentado en un sillón junto a la ventana, con una botella de bourbon en una mano y una foto en la otra. Las lágrimas caían descontroladamente por su cara, pero él no hacía ningún sonido, ni ningún movimiento por detener el llanto. A lo lejos, Kai sonreía.
Por suerte, la calle estaba vacía. Si alguien lo viera, un cuerpo degollado sujetando su propia cabeza con una de sus manos, se metería en problemas. No podía hablar, así que le resultaría claramente complicado explicar que un vampiro le había arrancado la cabeza pero que él había poseído su propio cuerpo para cumplir con su venganza.
Kai abrió la puerta de entrada con un hechizo, y se detuvo a observar los buzones. No sabía cuál de los apartamentos era el que Alaric ocupaba. Cuando encontró su nombre sonrió. O lo intentó. Porque, por mucho que su espíritu estuviera sonriendo, no tenía labios que pudieran curvarse para formar una sonrisa.
El fantasma subió las escaleras de dos en dos. Cuando ya estaba en el segundo piso, una de las puertas se abrió y una señora mayor salió de su apartamento con bata y zapatillas de casa, dispuesta a tirar la basura. Vio el cuerpo de Kai frente a ella e intentó gritar, pero Kai la empujó hasta el interior de su casa y cerró la puerta tras él.
La anciana soltó la bolsa de basura, que se rompió y empezó a manchar la moqueta, y salió corriendo por el pasillo. Kai hizo el intento de rodar los ojos y se dirigió a la cocina. Dejó su cabeza sobre la encimera de la cocina y cogió un cuchillo del variado surtido de la señora. Fue tranquilamente hasta la habitación de la que salían los temerosos gemidos de la mujer, su dormitorio.
La señora estaba acurrucada en una esquina de la habitación. No había intentado huir. No había llamado a la policía. Se había resignado a morir. O tal vez pensara que estaba loca. A su edad, tampoco sería muy extraño. ¿Quién la creería si ella contaba que un hombre sin cabeza la iba a matar? Nadie, probablemente.
Kai decidió darle una muerte rápida. No tenía sentido hacerla sufrir. Y Kai tenía mucho trabajo que hacer. La decapitó al instante, y permitió que la sangre le manchara el traje. El cuerpo de la señora cayó al suelo, despatarrado; y su cabeza giró en el suelo un par de veces antes de detenerse, mirandod fijamente a Kai, que la saludó con la cabeza. Recogió la cabeza del suelo. Tenía que dejarla en un sitio en el que alguien fuera a encontrarla. Salió de la habitación y volvió hacia la cocina. Estuvo a punto de caerse al resbalarse con el aceite que se había salido de la bolsa de basura. ¿Pero es que esta mujer no sabía que el aceite no había que tirarlo al contenedor de basura orgánica? Por lo visto no. O tal vez lo sabía y no le importaba.
Enfadado, Kai soltó la cabeza, que cayó en medio de la basura, salpicando su traje de aceite. Pronto tendría que cambiarse de ropa. No podía permitirse que la gente notara que se les estaba acercando por el olor. Y además, Kai siempre intentaba dar una buena impresión.
Recogió su propia cabeza, y lamentó una vez más no tener boca. La señora había preparado una tarta de manzana antes de morir, y él no sería capaz de probarla.
Salió del apartamento y siguió subiendo las escaleras, tan animado como antes. Ya había perdido mucho tiempo. Había pensado en hacer sufrir al novio de su hermana, pero no le daba tiempo. Tenía mucha gente a la que matar. Mucho caos que causar.
Dejó su cabeza en la alfombrilla de Alaric y llamó al timbre. Se escondió antes de que Alaric se acercara a la puerta, y esperó.
La puerta se abrió lentamente, como si la persona al otro lado dudara. Alaric estaba horrible, pensó Kai. Tenía unas enormes ojeras, una barba descuidada, estaba totalmente despeinado y no se había duchado en, al menos, una semana. Le hacía un favor matándolo.
El hombre no reaccionó ante su cabeza como Kai había esperado. Simplemente, no reaccionó. Se quedó quieto, mirándola fijamente como si fuera la causa de todos sus problemas. Ni siquiera parecía preocupado por cómo había acabado la cabeza del asesino de su novia en su casa. No parecía preocupado por nada.
Y entonces todo sucedió de golpe. Alaric empezó a llorar, al mismo tiempo que apretaba los dientes y sus manos se convertían en puños. De una patada, lanzó la cabeza por las escaleras. Kai se enfadó. Menuda falta de educación.
El fantasma salió de su escondite. Alaric abrió los ojos como platos, y luego pestañeó, intentando averiguar si lo que estaba vendo era producto de su imaginación. Debió concluir que sí lo era, porque se giró y volvió a entrar a su apartamento, cerrando la puerta tras él. Aquello no estaba saliendo como Kai había esperado.
Volvió a llamar al timbre. Oyó ruidos tras la puerta, pero no se abrió hasta varios minutos después. Y cuando se abrió, Alaric le disparó. Usaba alas de madera, que podrían haber resultado útiles si Kai siguiera siendo un vampiro. Pero no lo era, así que apenas notaba las balas que penetraban su abdomen y pecho. Estaba sufriendo un dejá-vu.
Phesmatos Incendia pensó Kai, y el apartamento de Alaric comenzó a arder. El humano retrocedió hasta chocar contra la pared, pero se apartó al instante al notar las llamas que le estaban quemando la espalda y los brazos. Kai lo había acorralado. Alaric se dejó caer al suelo. No parecía especialmente asustado. Quería morir. Desde la muerte de Jo, Stefan y Caroline se habían asegurado de que no se suicidaba, a pesar de saber que la muerte era lo único que lograría traerle la paz que buscaba. Los vampiros de Mystic Falls, tan egoístas como siempre.
Kai preparó otro hechizo. Le arrancaría la cabeza, pero primero quería matarlo con sus propias manos. Darle un trato igual o peor que el que él le había dado a su cabeza.
Lo agarró, y lo obligó a mirar hacia arriba, hacia el lugar en el que había estado su cabeza. Desplazó ambas manos hasta su cuerpo. Una vez más, Kai lamentó no poder sonreír. De un gesto, le partió el cuello. O al menos, aquella había sido su intención. Había partido varios cuellos a lo largo de su vida, y sabía la fuerza exacta que necesitaba para matar a alguien a quién tomaba desprevenido.
Vaya, Tal vez no necesitaría la magia, se dijo, mientras que el cuerpo de Alaric caía al suelo. Su cabeza seguía en las manos de Kai. No había contado con tener la fuerza que había obtenido al convertirse en vampiro, pero por lo visto no la había perdido. Aquella era una buena noticia, incluso si aquello significaba que no podría comprobar cuán afilados estaban los cuchillos de Alaric.
Kai se marchó del apartamento, y bajó las escaleras en busca de su cabeza. No podía dejarla allí. Si alguien a encontrara… Seguro que la trataban fatal.
Con una cabeza en cada mano, Kai se fue a casa de su hermana. Jo no le hubiera permitido que viviera ahí, mucho menos si le llevaba como regalo la cabeza de su prometido.
Por suerte, Jo estaba muerta. Y todo iba a la perfección.
