Una melodía que los unió, pero también que los separó.

Inspirada en La La Land

Noviembre, 01, Rusia San Petersburgo.

8:20 p.m

Las noches frías eran una costumbre para él, después de todo nació en Rusia, soportaba sus heladas era algo normal para el albino, pero, las noches llenas de soledad y tristeza era algo a lo que jamás podría acostumbrarse.

Simplemente, podía sentarse y pasar sus finas manos por las delicadas teclas del piano, al menos así podía expresarse. Tocando en una fría noche, junto a su fiel perro Makkachin, y una melodía que simplemente nació de su mente, aunque le causaba nostalgia.

Caminaba sin rumbo fijo en aquella nevada noche, pasó por el restaurante en donde su amigo Chris trabajaba como pianista. Decidió entrar solamente para echar un vistazo.

Entró a aquel restaurante y vio a su amigo hablando con su jefa la cual al final de la charla asintió y se fue, seguramente a su oficina. El rubio se giró y vio al ojiazul.

-Viktor, necesito tu ayuda-Se acercó a él y lo tomó por los hombros dejando extrañado a Nikiforov, parecía realmente importante.

-Claro, ¿qué pasa?-Encarnó una ceja mirando fijamente a Chris.

-Mi madre se ha enfermado y está en el hospital, pero no puedo dejar el restaurante sin el pianista, ¿podrías reemplazarme?-Al escuchar aquellas palabras frunció ligeramente los labios, pero, era su madre, después de todo no se sabría que le podría pasar, podría morir y Chris no hubiese podido pasar sus últimos momentos a su lado.-Te lo suplico, tú eres mucho mejor que yo tocando el piano así que no habrá problema, la jefa te lo permitirá ella sabe lo ocurrido.

-De acuerdo, suerte.-Sonrió, su amigo asintió y su expresión se tornó aliviada. Salió corriendo del restaurante, miró el piano y se acercó a paso lento a este, se sentó y se quitó la chaqueta junto con sus guantes, los colocó a un lado y posó sus delgados dedos sobre las teclas cerrando los ojos, automáticamente sus manos comenzaron a moverse, tocando la canción que le causaba nostalgia pero a la vez calidez en su solitario corazón.

(...)

A pesar de llevar viviendo años en Rusia aún no se podía acostumbrar al frío, podía ver su aliento en el aire, le parecía hermosa esa noche nevada pero el frío lo estaba matando y no mencionemos el hambre que sentía. Desde que salió de la pista hace cuatro horas no había comido nada.

Siguió caminando y se acomodó el gorro hasta que alguien chocó con él.

-Lo siento mucho.-Habló, levantó la vista y vio a un chico rubio, le ayudó a levantarse y se fue corriendo, se veía alterado miró nuevamente hacia delante y divisó un restaurante, se veía cálido y aparentemente el chico salió de ahí.

Su estómago rugió y no titubeo en entrar al restaurante, apenas entró y el calor lo abrazó, cerró los ojos disfrutando del ambiente, los abrió y se fue a sentar. Se quitó la chaqueta y el gorro y empezó a apreciar el restaurante, era elegante pero a la vez acogedor.

Pidió finalmente lo que iba a comer, hasta que una hermosa melodía hizo que mirase al centro del restaurante, y entonces lo vio, vio un ángel de cabello largo, albino y de piel blanca. Al momento en que el chico abrió sus ojos dejó más sorprendido a Katsuki sus ojos eran de un hermoso tono azul.

Pero, aquellos ojos zafiro estaban llenos de tristeza, y aquella canción era nostálgica.

El albino siguió tocándola, le fue inevitable no apartar la vista de él, parecía disfrutar tocando, pero su mirada estaba perdida, provocando que Yuuri se preguntara. ¿Qué clase de joven era él?

(...)

No sabía que le pasaba sus manos tocaban por si solas, mientras que él, se encontraba perdido, su mirada estaba concentrada en la nada hasta que sintió una mirada puesta en él. No era la de las personas, sus parejas, amigos y demás era una mirada atenta. Miró de reojo y vio a un joven de cabello azabache y ojos chocolatosos, sonrió levemente era un chico muy tierno con ese brillo en sus ojos y su pequeña nariz roja por el frío.

Centro su mirada en el piano nuevamente tocando con pasión, no pudo borrar esa pequeña sonrisa de sus labios por primera vez su corazón se sintió cálido.

Y entonces se preguntó. ¿Qué clase de chico era aquel azabache?