*Title: I'll be your Owner (Seré vuestro dueño)*
*(First) Uploading Date: 06.01.2011
*Summary: Alguien ha decidido romper la tranquilidad existente entre los representantes. Pero, ¿quién sería capaz de matar a un país? y, lo más importante, ¿con qué fin?. M por asesinatos *Yandere face*
*Pairing: LudFeli principalmente (No. No es adrede. Es que lo escribo ya sin darme cuenta (manías que se pegan) Aún así, habrá algunos fanservices por ahí escondiditos~ xD)
*Disclaimer: (IMPORTANTE) Ni Axis Powers - Hetalia ni sus personajes me pertenecen. El mundo es injusto, ¿verdad? XD Es broma, están genial con su dueño, Hidekaz-sama~ Yo no sería capaz de hacer tanto trolling como él *Reverencia* Eres nuestro Dios. Te adoramos, Hidekaz-sama~
*Advices: Muerte, sangre y destrucción (?) Pero sin destrucción. Es decir, solo muertes crueles y sangre a tuttiplay que irán aumentando de nivel a medida que avance la historia, (me esforzaré por que así sea~) Ah, pero son muertes de los personajes de la serie C: También un poco de gusto Yaoi, pero eso no es lo primordial en estos momentos XD
I'll be your Owner
Capítulo 1 – Shock
Un gran grupo de curiosos se encontraba rodeando aquel cuerpo ya inerte, formando un círculo casi perfecto.
- ¡Q-Que alguien llame a la policía, a la ambulancia o a lo que sea, pero que llame ya! – Gritó alguien, con cierto tono asustado, de entre la multitud.
Y allí se encontraban todos.
Hacía poco tiempo desde que el primero había llegado. Alguien, muy alarmado, les había llamado, avisándoles que se dirigiesen inmediatamente hacia aquel lugar y evitando en todo lo posible que los mandatarios se enterasen.
Y, como efecto consecuente, allí se hallaban todos los países que habían sido informados de tal atrocidad.
- Parece increíble. ¿Quién sería capaz de hacer una cosa como… ésta? – Dijo un rubio alto, Ludwig, con una voz que, si de por sí era ya grave, por tal imagen chocante que acababa de ver se había duplicado su profundidad. Fue de los últimos en llegar, acompañado de Feliciano.
- Sea quien fuere, se nota que le tenía mucho odio reservado… – Habló Arthur, posiblemente el único capaz de reaccionar casi con normalidad.
El resto de los presentes se hallaban serios, callados y, junto a los dos anteriores, observando a sus pies el cuerpo mutilado del que, en su vida pasada, fue el representante del mayor país en hectáreas del mundo: Rusia.
- Oh, mon Dieu… Parece tan… irreal que alguien… Ug… - Comentó Francis, incapaz de terminar la frase por las crecientes náuseas que comenzaba a sentir.
Se había dado cuenta, al igual que todos, de los profundos cortes que tenía el cadáver del ruso en ambas muñecas y en todo el cuello, de los cuales bajaba lentamente y de un modo nauseabundo el líquido color carmín de la vida, la sangre, que al llegar al suelo se unía a un gran charco sanguinolento. En su rostro había plasmada una cara de total asombro.
- El señor Rusia tenía muchos enemigos. Cualquiera pudo haber sido – Comentó Edvard, sirviente, o más bien esclavo, de la víctima. Detrás de tal comentario y ante la ignorancia de la identidad del asesino y el shock producido por tal hecho, la habitación entera se sumió en el más puro silencio.
Y el sosiego se mantuvo hasta pocos minutos después, cuando alguien irrumpió, de un portazo en la habitación. Era Toris, el cual se encontraba apoyado contra el marco de la puerta, recomponiendo su respiración después de lo que, por lo visto, había sido una larga carrera.
Todos se le quedaron mirando, esperando algo. Una respuesta, una pista o, simplemente, la identidad del asesino eran cosas que en el fondo, y casi en vano, esperaban que dijera el lituano.
- Letonia… ¡No está! – Dijo apenas hubo recuperado la respiración lo suficiente como para hablar de manera entendible.
- ¿¡Qué! – El estonio pareció ser el único capaz de procesar una respuesta. Los demás se hallaban mudos, mirando a Toris.
- Lo que oyes. Letonia ha desaparecido… ¡No está! – Volvió a repetir la frase anterior – Lo he buscado por toda la mansión del señor Rusia y no hay rastro de él. Es… como si se hubiese esfumado – Terminó.
- Ay Dios… ¿Seguro que has mirado en todos los sitios? ¿En el almacén? ¿En la habitación de la vodka? ¿En la buhardilla? – Comenzó a enumerar Edvard, el cual fue rápidamente interrumpido por el lituano.
- ¡En todos! Y nada… … No está – Repitió por tercera vez, bajando la voz y mirando al suelo, mostrando su gran preocupación por el pequeño desaparecido.
Y de nuevo se formó silencio. Solo que éste era aún incómodo por esa nueva noticia que trajo el lituano. Los que permanecieron mudos durante tan dura noticia seguían mirando de la misma forma a los muy afligidos países bálticos, hasta que alguien decidió hablar:
- Letonia era aquel pequeño país que siempre estaba temblando, ¿no? – Preguntó el alemán. El uso del pasado para referirse al letón daba a entender que veía muy crudo el hecho de encontrarlo.
- … Así es… Siempre está temblando y cuando hablaba solía tartajear bastante. Seguramente le hayáis visto en algunas reuniones. El señor Rusia acostumbraba mucho a llevarlo consigo a donde quiera que fuese. Le tenía demasiado… apego… - Pareció costarle encontrar la palabra adecuada. De reojo miraba a Edvard, buscando de él algún comentario que respaldase su pequeño testimonio.
Como si realmente lo necesitase. En aquellos momentos que se tornaban casi irreales, cualquiera era capaz de creerse casi cualquier cosa, por descabellada que pareciese.
- Tal vez… - Volvió a hablar el alemán, volviéndose el centro de las miradas de todos los presentes – Tal vez fue él el asesino… Es posible. Le tendría demasiado odio guardado al ruso, me imagino.
- ¿Eh? N-No… ¡Imposible! Letonia es incapaz de matar a nadie… - respondió rápidamente Toris.
- Es verdad. Además, no parece ser muy fuerte. Sería imposible que hubiese podido con un mastodonte como lo es Rusia… - Habló Arthur con su 'ingeniosa' manera de expresarse.
- Sí si hubiese sido un ataque por la espalda. Podría haberle hecho el primer corte en el cuello. Más tarde podría haberle cortado las venas de las muñecas por miedo a que sobreviviese o por simple inexperiencia. – Respaldó su teoría mirando a Arthur fijamente.
- ¡Pero eso no explica los golpes! – Dijo el inglés, señalando fuertes contusiones por la cara y los brazos del ruso. - Y seguramente esos no sean los únicos…
Ludwig se llevó las manos a las sienes, pensativo. No se había percatado de este hecho. Arthur lo miraba con una ceja alzada, como pensando "¿Y qué fue de tu fantástica teoría?". Ya casi parecía una batalla campal entre ambos.
- Bien… Podría haberle golpeado por la espalda. Eso explicaría el único golpe en la cara. Después podría haber descargado su ira y luego, por miedo de lo que ocurriese cuando Rusia de recuperase, lo asesinó… - Explicó su nueva teoría, alzando más la voz al ver que el inglés se disponía a replicar sin que él hubiese terminado siquiera -… asegurándose de que no conseguiría sobrevivir de ninguna manera.
- ¡Eso carece de sentido! ¿¡Acaso no ves que el chico es demasiado débil! ¡Si hubiese conseguido solamente golpearle una vez, eso no sería suficiente para paralizar a Rusia e impedir que contraatacase! – Contestó, alzando cada vez más y más la voz - ¡Además, ni siquiera explicas la cara amedrentada que tiene!
El alemán iba a objetar cuando Alfred salió corriendo, desapareciendo de la habitación, sin mediar palabra alguna. Esto pareció disipar la disputa existente, atrayendo la mirada de todos hacia la puerta por la que había salido el americano.
- Yo… Ug… Lo siento, no puedo aguantar más en esta habitación con… el cadáver… - Dijo rápidamente Francis, saliendo también de la estancia.
Los que quedaban se hallaban callados, mirando al francés irse.
- Doitsu… - Murmuró Feliciano, agarrándose de la chaqueta del alemán y pegándosele, como indicando que no le apetecía para nada seguir allí.
- Creo… - Dijo Edvard, mirando de reojo y rápidamente al lituano, el cual se hallaba mirando al suelo – que deberíamos irnos a hablar a otra habitación.
Los demás simplemente asintieron y siguieron el camino de los que antes habían abandonado la sala.
Avanzaron en silencio por un largo pasillo que conectaba únicamente con un gran salón en el cual habían estado ya cuando llegaron. Ludwig caminaba con Feliciano agarrado a él de la chaqueta, el cual estaba mirando al suelo, callado y demasiado tranquilo para lo poco que era con normalidad. Arthur y Yao también andaban cabizbajos. Al principio del grupo estaba Edvard, el cual no dejaba de mirar cada dos por tres, preocupado, a Toris.
En poco llegaron a la estancia donde se encontraban las dos primeras personas que habían salido de la habitación.
Y, como un pesado manto que cae por su propio peso, un incómodo silencio se estableció en aquel lugar de nuevo, apoderándose de todo aun no siendo físico. Todos los países se miraban furtivamente entre ellos y, en cuanto su mirada se cruzaba con la de otro, apartaban la vista inmediatamente. No se oía nada, a excepción de alguna tos incómoda o algún suspiro.
- Creo que lo mejor sería que nos fuéramos a descansar… - Dijo el alemán, mirando por un momento al italiano, que estaba abrazado a él, antes de mirar a los demás allí presentes.
- Buena idea, aru… - Habló, por primera vez desde que había llegado, Yao.
- Sí… no está mal. Ya seguiremos investigando mañana… - Dijo el inglés.
Y así, entre afirmaciones quedas, todos se dirigieron a la salida, dispuestos a volver a sus países y descansar un poco, alejar la mente tanto como pudiesen del tremendo shock que provocó la imagen del cadáver ruso y volver al día siguiente a investigar.
Ya estaban en el pequeño patio de enfrente de la mansión cuando algo les hizo detenerse:
- ¡T-Traigo noticias! – gritaba un señor con muy marcado acento ruso, posiblemente un representante perteneciente a la policía privada del asesinado, mientras se acercaba corriendo hacia donde los demás países.
- ¿Qué ocurre, Dmitri? – preguntó Edvard a la vez que el interés de todos los demás se posaba sobre el nuevo allegado.
- Acaban de encontrar un cuerpo sin vida en el fondo de un barranco… - se interrumpió al intentar recuperar el aliento – en un barranco en Volgograd… Por lo visto puede tratarse del pequeño Raivis… - Dijo con la voz descompuesta, principalmente por la carrera que había hecho antes de llegar ante los países – Me han pedido que os avise… - A la vez que decía esto último, un gran helicóptero negro, de dos hélices y con la bandera rusa dibujada, aterrizaba no muy lejos de ellos, por fuera del porche.
Todos comprendieron lo que este hecho significaba. Querían que fueran para corroborar si se trataba realmente de Raivis o si resultaba no serlo. A paso no muy lento, pero tampoco demasiado acelerado, se encaminaron hacia la aeronave.
Tardaron poco tiempo en llegar, puede que porque no les apetecía para nada encontrarse ante el posible cadáver de otro país o porque realmente el lugar quedaba cerca. Todo el trayecto había sido monótono, con caras largas, mirando al suelo y suspirando quedamente.
Una vez hubieron pisado tierra se encontraron con la escena. El helicóptero les había dejado en el fondo del barranco, en un lugar en el cual las paredes se ensanchaban y no existía tanta pendiente. Unos cuantos kilómetros, en una zona abrupta, se hallaba el cadáver.
Se acercaron con desgana y un nudo en el estómago y, con gran pesar, al llegar pudieron confirmar que efectivamente se trataba de Letonia.
El cuerpo de letón se encontraba boca arriba, totalmente lleno de golpes y magulladuras. En una mano se encontraba lo que parecía ser la base de una lámpara de mesa, finamente ornamentada. A pocos metros había un cuchillo.
- N-No puede ser… - Toris se arrodilló, a pocos metros del cuerpo, sollozando – No puede ser real… ¡No puede ser Letonia!... – Rápidamente alzó la vista, mirando desde donde estaba a Edvard, con lágrimas en los ojos - ¿P-Por qué…? ¿Por qué él, Estonia?... ¿¡Por qué tuvo que ser él!... – Repetía, quebrándosele la voz al final de la frase.
- N-No lo sé, Lituania… - Fue lo único que pudo responder Edvard, al cual también le comenzaba a flaquear la voz.
- Deberían volver a sus países – Hablaba, por otra parte, Dmitri a los demás países, que habían permanecido a cierta distancia – Les enviaremos en informe sobre el posible asesino tan rápido como lo tengamos. Ahora solo vayan a sus casas y descansen.
El resto simplemente afirmó. Realmente necesitaban descansar, y aún más después de esta otra noticia.
Poco a poco, cada uno de los representantes volvió a sus respectivas casas, a la espera del informe. Nadie estaba a salvo. Alguien, que lo más probable era que estuviese loco, sabía donde vivían, quienes eran y les podía espiar desde cualquier rincón, esquina o callejón, a la espera de encontrarlos indefensos. Para entonces, acabarían, si no igual, peor que los dos asesinados.
¡Esperen! ¡No me maten aún! Que todavía continúa (cuando suba el próximo capítulo). Ya cuando hayan terminado de leerlo todo podrán sacar sus navajas multiusos de primeros auxilios suizas y me podrán sacar las tripas en un canasto, pero yo habré cumplido mi cometido =w=
Reviews constructivos no despectivos, tomates, DSi XL's, banderitas de España y toros serán bien recibidos (Aunque ni punto de comparación con lo primero :3) en este mi primer fanfic sobre asesinatos que se prolongará por más de dos capítulos :3
PD: Aún no pongo pareja porque no tengo ni idea de cuál poner y no quiero poner al asesino porque estropearía la sorpresa (Si no, no tiene gracia, JO :C ) Así que se queda en Hetalia simplemente. Se aceptan ayudas y demás :3
Ciao~
