Hola, mi nombre es Lara, soy española, tengo 18 años y este es mi segundo ff (el primero que publico en FanFiction, el primero está en el foro oficial de HP). Bueno, espero que os guste la historia y según me vayan llegando vuestros reviews os iré contestando y aclarando las dudas que tengáis. No se que más deciros excepto que este ff es estrictamente Draco / Herm (al menos al principio) y bueno, todos sabéis ya eso de TODOS LOS PERSONAJES DE ESTE FF SON PROPIEDAD DE J. K. ROWLING (al menos, claro está, que me de por inventar alguno…) Bueno… espero que os guste y si no es mucha molestia… ¡dejadme rr's!
Mi complicada historia de amor.
Capítulo 1: Recuerdos del comienzo.
Era una mañana calurosa del mes de marzo, concretamente la mañana del 27 de marzo, era realmente el primer día bueno desde septiembre. Me levanté temprano, como siempre, y me dirigí a la ventana que había al lado de mi cama, procurando no hacer ruido para no despertar a mis compañeras de habitación, contemplé la hermosura de ese nuevo día. No se si os habrá pasado alguna vez, pero mientras estaba ahí, apoyada en la baranda, tuve un presentimiento, presentí que ese día mi vida iba a volver a la normalidad, que iba a dar un giro de 180º. Entré en el baño y con un montón de favorables pensamientos me di una ducha y me vestí. Cuando salí del baño parte de mis preocupaciones de días de atrás se habían esfumado, con lo que, contenta, me dispuse a bajar a la sala común.
Era temprano, y me sorprendió que ya hubiese tres personas levantadas teniendo en cuenta que era sábado, esas tres personas no eran personas cualquiera, eran los que habían sido mis amigos durante toda mi estancia en Hogwarts, mis únicos amigos, que ahora me daban la espalda por una tontería Al verme todos giraron la cara y siguieron a lo suyo, como hacían siempre que me veían desde hacía un par de meses que les revelé el único secreto que he tenido con ellos en mi vida. "¿Cuándo piensan perdonarme?" pensé yo "Vale, entiendo que a ellos mi relación con Draco no les guste, pero no entiendo por qué me tienen que retirar la palabra…." Crucé la sala y me fui a desayunar, aún tenía unos minutos antes de mi cita con Draco. Tomé zumo de naranja y un par de tostadas y al salir me metí en la boca uno de esos caramelos de vainilla que tanto me gustan.
Mientras me dirigía a los terrenos del colegio me prometí a mi misma que ese día hablaría con Harry, Ron y Ginny… "Estoy harta de que me ignoren" pensé al recordarles. Puse rumbo al lago, había quedado con Draco allí, pero no en la parte a la que solía ir con los chicos, sino a la parte donde una vez Harry salvó a Sirius de un centenar de dementotes… Al recordar la escena sonreí, ese día me sentí realmente orgullosa del niño que vivió. Adoraba esa parte del lago, era tan romántica… y para mayor dicha a Draco también le gustaba, era nuestro nidito, nadie solía ir por allí excepto nosotros.
Habían pasado algo mas de cuatro meses desde que empezamos a salir, antes de eso habíamos tenido un par de "encontronazos" (por llamarlo de una manera decente) en varias aulas vacías del colegio. En todo este tiempo pasó algo que nunca pensé que pasaría, Draco aprendió a amar, aprendió que el mundo no era lo que le habían enseñado sus padres, ya no creía como antes en lo de la limpieza de sangre; y aunque yo había conseguido que no se iniciara en los mortífagos en enero (como había planeado su padre) aun no había conseguido que abandonara las malas artes del todo, aunque su magia negra a veces nos era muy útil. Y él había conseguido que yo dejara de despreciar las artes oscuras, ahora me enseñaba cosas, cosas realmente útiles. Tenía un conocimiento de la magia superior a casi todos los del colegio, ya que aparte de dominar la magia buena estaba haciéndome toda una experta en magia negra. Cada uno de nosotros había cambiado un poco, y ahora estábamos más unidos que nunca ya que él conocía mi mundo y yo el suyo.
Al llegar, me senté apoyando mi espalda en uno de los árboles, saqué un libro de uno de mis bolsillos y me puse a leer un rato. Estaba concentrada en mi lectura cuando oí unos pasos a mi espalda… Siempre lo hacía, siempre intentaba asustarme, pero de momento no lo había conseguido nunca. Apareció una sonrisa en mis labios. Generalmente dejaba que intentara asustarme (aunque ya sabía que estaba ahí), pero esta vez tenía demasiadas ganas de verle así que me levanté de un salto y exclamé:
- ¡Draco! Ya se que estás aquí… Nunca conseguirás asustarme, no eres para nada sigiloso.
- Algún día lo conseguiré Hermione, algún día… - dijo él con una sonrisa.
Que diferente era todo, hacía cinco meses que Draco sonreía así, nunca lo había hecho, nunca había experimentado más emociones humanas a parte de odio, rencor e ira; ahora era todo diferente, ahora amaba, sentía felicidad y pena, antes solo rabia.
Tras decir esas pocas palabras nos fundimos en un apasionado beso, al que le siguieron otro, y otro, y otro más… Llevábamos varios días sin poder quedar a solas, él tenía que procurar que nadie de Slytherin se enterara de lo nuestro, sino estaba muerto ya que se lo contarían en seguida a su padre. La puñetera de Pansy no se había despegado de Draco en dos días, por eso no nos habíamos visto a solas desde el miércoles. En esos momentos yo estaba hechizada, el terciopelo de sus labios, sus ojos grises que dejaban de ser fríos solo para mí, su sabor mentolado… Yo estaba en una nube, no sabía lo que hacía. Cuando desperté del hechizo me di cuenta de que... ¡Estábamos los dos bañándonos desnudos en el lago!
- ¿Quieres dejar de intentar ahogarme? – exclamé indignada
- Oh, vamos Hermione… ¡Sólo es un juego! Pero si prefieres otras cosas… - dijo él de forma seductora.
- Esa idea me va gustando mas – dije yo juguetona.
Estábamos en una zona de lago en la que hacíamos pie, lo que hacía todo mas divertido. Draco se iba acercando lentamente, me rodeó con sus brazos y empezó a darme besos en el cuello… En ese momento pensé en arrojarme a él como una posesa, estaba invadida por la lujuria, pero el momento se estropeó en cuanto oí como alguien se acercaba, estaban hablando. Maldije a esas voces por interrumpir tan apasionado momento. Draco siempre había sido un mujeriego, pero desde que me "conoció" todo cambió. Abandonó sus dotes de seducción para las demás y dejó de ser el promiscuo de siempre, me era completamente fiel, y en todo este tiempo que llevábamos juntos no había conseguido lo que antes no pasaba ni tres noches sin que el tuviera, sexo. Yo no quería ser simplemente una mas de su lista, por eso le hacía esperar, para que cuando ese momento llegase fuera especial para él, igual que lo iba a ser para mí. En ese mismo instante, mientras las voces se acercaban, me di cuenta de la paciencia que tenía Draco, y decidí que ya era hora de darle lo que quería, pero en ese instante no, alguien se acercaba… Él seguía besándome, pero ya no solo en el cuello, su boca se deslizaba por mi cuerpo, al igual que sus manos que, bajo el agua, me recorrían entera. Yo le seguía el juego, mis besos, mis caricias, cada vez adquirían mayor energía, mayor pasión. Me aparté de golpe y le miré, en sus preciosos ojos se veía el amor, el deseo, la pasión que sentía en ese momento; cuanto ansiaba consentir lo que me suplicaban sus ojos… pero esas malditas voces se acercaban más, y él no se había dado cuenta aún.
En seguida me alejé de él, y le arrastré hasta donde el agua nos cubría hasta los hombros. Él me volvió a mirar y de repente la expresión de su cara cambió, él ahora también oía las voces. Los dos nos giramos y miramos el sendero que llegaba hasta la orilla del lago, y lo que vi allí me dejó helada, aunque a Draco la situación pareció divertirle, porque se acercó a mi me abrazó por la detrás, me retiró el pelo y empezó a darme mordisquitos en el cuello mirando con una sonrisita a las personas que nos observaban perplejos desde la orilla. Allí estaban los que hasta hace un mes eran mis mejores amigos, Harry, Ron y Ginny. El tenso ambiente que se formó fue roto por la inconfundible voz de Harry que me gritaba a grito pelado:
- Por amor de Dios Granger, hay moteles… ¿Sabes?
- ¿Moteles? – Exclamaron a la vez Ron, Ginny y Draco.
- Olvídenlo… - dijo el chico de pelo azabache, y volviéndome a mirar con un asco infinito me dijo – No me esperaba esto de ti…
- Harry, por favor escúcham… - pero fui cortada por el que antes fuera mi mejor amigo, el niño que vivió.
- Cállate – me dijo – no pienso oír nada de lo que tengas que decirme, por Dios¡te llamaba sangre sucia y ahorra te revuelcas con él a plena luz del día y en un sitio público!
- Mira Potter – intervino Draco – vas a escucharla tanto si quieres como si no – y diciendo esto puso cara de concentración y murmuró algo que nadie logró entender, justo cuando acabó de murmurar una neblina negra nos rodeó a todos dejándonos encerrados en su interior.
- ¿Qué coño has hecho Malfoy? – dijo Harry dirigiéndose hacia el humo.
- Yo que tú no haría eso… - dijo divertido al ver como se disponía a tocar la negrura – nadie puede salir de este círculo sin mi consentimiento, si lo haces no morirás pero estarás inconsciente durante un mes – dijo sonriendo, él siempre a adorado la utilidad de la magia negra.
- ¡Gracias Draco! – exclamé yo emocionada dándole un apasionado beso – ahora podré explicarles todo.
- ¡Y una mierda! – dijo Ron sacando la varita – Yo te quería Hermione, te quería y tú te arrojaste a los brazos de ese bastardo como una cualquiera, como una de sus rameras – escupió señalando a Draco - ¿Y ahora pretendes que te escuche? Estando tú desnuda en sus brazos… - dijo con ira contenida.
- Claro que me escucharás Ron, me escucharéis los tres, que no lleve la varita encima no significa que no sea peligrosa, soy mas peligros de lo que os podéis imaginar – escupí – y todo gracias a ti amor mío, muchas gracias por enseñarme – dije dulcemente mirando a Draco.
- De nada – dijo él, y susurrando para que sólo yo pudiera oírle añadió – ¿les hago un hechizo silenciador?
- Está bien – le susurré. Y Draco puso otra vez cara de concentración, me cogió la mano por debajo del agua y otra vez murmuró algo que esta vez yo sí entendí. En el futuro di gracias a Dios muchas veces, ya que ese hechizo me ayudó en múltiples ocasiones. Aunque os cueste creerlo hay mortífagos que no dominan los hechizos no verbales - Ahora que no podéis hablar me escucharéis – ellos intentaron protestar pero de su boca no salía ni el más mínimo ruido, los tres se miraron con caras asustadas y Ginny comenzó a verter lágrimas en silencio. Al verlos y sin poder contenerme sonreí, estar tanto tiempo con Draco hizo que se me pegaran algunas cosas suyas – Tranquila Ginny, el efecto es temporal, solo quiero que me escuchéis. Ron, ni se te ocurra intentar un hechizo no verbal, no eres capaz de dominarlos, ninguno de vosotros lo hacéis. Bien, comencemos… lo primero, daos la vuelta, Draco y yo queremos salir y vestirnos – ellos obedecieron y mientras salíamos del agua observé lo que nunca había visto, el cuerpo desnudo de Draco, y que queréis que os diga a parte de que estaba y sigue estando buenísimo. Nos vestimos, y cuando acabamos continué con la charla – Bien, ahora ya sí que podemos empezar. ¡No entiendo por qué me dejasteis de hablar cuando os enterasteis de lo nuestro! – el tono de mi voz había cambiado, ahora era duro, frío, digno de un Slytherin – Sabéis algo – proseguí – me dolió, me dolió mucho, para mi siempre habéis sido una parte muy importante de mi vida, no tenéis ni idea de lo que vuestra falta de comprensión significó para mi… el dolor que me causó que me hicierais escoger entre vosotros y Draco. No tenéis ni idea de lo que sentí cuando me despreciasteis y abandonasteis… Harry, acabas de llamarme Granger, a mi¡a mi! Después de todo lo que yo he hecho por ti… te ayudé con los estudios, te ayudé a conseguir a Ginny, te ayudé en tu lucha contra Voldemort durante todo el verano, estuve a tu lado los tres interminables días en los que te debatiste entre la vida y la muerte, siempre a tu lado, sin moverme de tu cama… Has sido mi mejor amigo durante los seis últimos años de mi vida y, ahora, en nuestro séptimo año, me abandonas porque no te gusta el chico con el que salgo. Pues entérate, a ver si te va entrando en la cabeza, Draco me quiere, ha hecho cosas que tú no puedes ni imaginar por estar conmigo, ha desafiado a su padre negándose a iniciarse como mortífago, me ha dado información muy valiosa sobre los planes de Voldemort de los próximos seis meses y gracias a esa información la Orden del Fénix está mas a salvo que nunca, tú estas más a salvo que nunca gracias al plan que hemos elaborado Dubledore, McGonagall y yo. Y todo esto lo ha hecho por mi ¡POR MI! Porque me quiere y quiere estar a mi lado a pesar de todo, está arriesgando su vida, si su padre se entera de esto le matará. Escúchame bien Harry, él ha puesto su vida en peligro por salvar la tuya, porque él sabe lo mucho que me importas. Deberías estarle agradecido, en vez de odiarle tanto, al igual que deberías avergonzarte por insultarle e insultarme a mi, que lo hemos arriesgado todo por ti. No se como no te da vergüenza mirarte al espejo después de todo lo que me has hecho sufrir, sin ni siquiera pensar que aunque me estabas haciendo daño yo seguía protegiéndote. Aunque me cueste admitirlo a Ron le entiendo perfectamente, sé que le tiene que doler verme con Draco, sé que hace cinco minutos cuando me ha visto desnuda con él se le ha partido el corazón, y espero que pueda perdonarme. Pero tú, que derecho tienes tú de hacerme daño, lo único que yo he hecho a sido enamorarme, ser feliz al lado de alguien que me quiere y me respeta. Porque sí, Draco me respeta, ya le dan igual todas esas chorradas de la limpieza de sangre que le inculcaron de pequeño, le da igual que yo sea una sangre sucia sabelotodo – Y después de este largo discurso que me quitó un peso de encima me giré, me abracé a Draco y le dije – Vamos a tu habitación, haz que desaparezca la neblina pero conserva el hechizo de silencio hasta que lleguemos a la sala común, no quiero hablar con ellos hoy. Vamos amor – apremié tirándole suavemente del brazo.
Draco murmuró algo y acto seguido la neblina desapareció, ambos nos dirigimos hacia su sala común y mientras caminábamos él me iba diciendo lo bien que lo había hecho, y me corroboró que no me había equivocado en mis afirmaciones sobre lo que él sentía, me dijo que me quería y me respetaba. Llegamos a la sala común de Slytherin en unos minutos y antes de entrar Draco volvió a murmurar algo y supuse que el hechizo que tenían mis "amigos" se habría evaporado. Luego murmuró otra vez y yo me convertí en la chica invisible (lo siento, tenía que hacer la gracia, es un chiste fácil) N/A (nota de la autora, o sea yo): las cosas que escribo entre paréntesis las escribe Hermione, esto son sus memorias o autobiografía, como queráis llamarlo. Pasamos a la sala común y de allí a su habitación, donde yo dejé de ser invisible.
Me encantaba esa habitación, al pasar había visto algunas de las otras habitaciones, ya que había algunas puertas abiertas, pero ninguna se parecía a aquella. Adoraba la habitación de Draco desde que entré en ella por primera vez. No era fría y elegante, como yo me esperaba, si no que era acogedora y nada recargada. Las paredes eran verdes y el techo beige, el suelo era de tarima de color cerezo. Los muebles eran una combinación de beige y verde y los tiradores y patas eran de color plata. La cama tenía los doseles verdes y la colcha beige. El conjunto era muy agradable, muy moderno. Me senté en su cama mientras él le echaba varios hechizos a la habitación (para no dejar salir ningún sonido y para no poder abrir la puerta desde fuera). Una vez hubo acabado de echar los hechizos se sentó a mi lado y me cogió de la mano. Yo le miré, clavé mis pupilas en esos ojos grises por los que tanto había suspirado y luchado.
- Gracias por lo que has hecho hoy por mi Draco – dije yo – Llevaba mucho tiempo con ganas de decirle un par de cosas a Harry…
- De nada princesa, sabes de sobra que por ti haría cualquier cosa – me dijo él acariciando mi pelo de forma inconsciente.
- Te gustaría si paso contigo todo el día – dije yo, y mientras mis labios se acercaban a los suyos añadí de forma pícara – y la noche…
- Claro que me gustaría, pero estas segura de que quieres quedarte¿no? – Me preguntó él con tono preocupado, pero en sus ojos se veía verdadero deseo ante la propuesta.
- Claro que quiero… - dije yo fingiendo que me había ofendido – Te quiero Draco, y me gustaría que acabásemos lo que empezamos en el lago…
- Está bien entonces. Qué te parece si nos damos una ducha y luego vamos a las cocinas a por comida, conozco un sitio que te encantará, podríamos comer allí… - dijo él.
- Lo de la ducha es una buena idea, pero con respecto a lo de dónde comer… yo tengo una idea mejor. Somos premios anuales, y se supone que deberíamos cumplir las normas, pero que te parece si nos saltamos unas cuantas y nos vamos comer y a pasar la tarde a Hogsmeade, nadie se tiene por qué enterar y no nos verían… - me levanté de la cama y me acerqué a él que estaba en el armario cogiendo ropa limpia - Y luego vendríamos aquí… Se me ocurren unas cuantas cosas que tú y yo podríamos hacer aquí esta noche – añadí, mientras hablaba el brillo de mis ojos iba en aumento, la pasión cada vez era mayor, sin esperar respuesta suya le quité lo que tenía en la mano, y le obligué a que me arrinconara contra la pared, mientras nos besábamos apasionadamente. Cuando nos quedamos sin aliento él dijo:
- Tú idea eres mucho mejor, me parece que te estoy pegando un poco mi maldad…
- Tú no eres malo – dije yo – Vale, sigues siendo una persona horrible con todo el mundo, pero yo se como eres en realidad, yo se lo que hay en tu corazón…
- Te equivocas cariño – me interrumpió él – yo siempre me he comportado como era en realidad, antes era así, hasta que te conocí, de todos modos no te ilusiones, aunque no crea en la limpieza de sangre hay personas a las que no me importaría infringirles un poco de tortura – dijo con una sonrisa sádica en su rostro – Me voy a duchar, ahora vuelvo.
- Muy bien, ahora te veo – dije yo mientras él se metía en su cuarto de baño (en Slytherin cada alumno tenía su propia habitación y su propio baño.)
- Me tumbé en la cama de Draco y empecé a recordar el momento exacto en que mi relación con Draco pasó del odio al amor.
Flash Back
Me desperté sobresaltada, sabía que algo en mi sueño no encajaba. No sabía por qué pero desde hacía varios meses, casi desde principio de curso (séptimo, para más información), había empezado a soñar con cierto rubio de Slytherin. No quería admitirlo, pero en el fondo sabía que me gustaba.
Draco Malfoy, mi peor enemigo, había vuelto muy cambiado del verano, y no me refiero a comportamiento, si no físicamente, si antes era guapo ahora era guapísimo, era el chico más atractivo, más deseado de Hogwarts. Cada día que pasaba él iba ocupando más y más espacio en mi mente. Cuando me cruzaba con él en el pasillo no podía dejar de admirar esos preciosos ojos grises que, por alguna extraña razón, se iluminaban al verme. No estaba muy segura de si el brillo era de odio o de otra cosa, pero cabreado estaba guapísimo.
Me levanté de la cama tras llevar casi cinco minutos pensando en él. Eran las seis de la mañana de un martes. Faltaban aún tres horas para que empezara la primera clase del día, doble hora de Pociones con todos los estudiantes que aún tenían la asignatura (que eran más bien pocos). En tres horas vería al causante de todos mis sufrimientos, y aunque ya no me insultaba tanto como antes sus insultos cada vez me afectaban más.
Entré en el baño y me di una ducha fría. Me sentía especial, así que decidí arreglarme un poco. Hacía tiempo que había dejado de ser la chica modosita y recatada de mis primeros años en Hogwarts, puede que fuera la influencia de compartir habitación con dos adictas a la moda, pero había empezado a preocuparme por mi aspecto físico. Al salir de la ducha me coloqué frente al espejo y en cuanto acabé de secarme me empecé a maquillar, todo muy natural, pero aún así se notaba. En los ojos me puse una sombra de color rosita y tras ponerme máscara de pestañas y un poco de colorete finalicé poniéndome un poco de brillo en los labios. Miré el resultado en el espejo y quedé satisfecha, había quedado muy femenina y natural. Con unos toques de varita me alisé el pelo, cosa que llevaba sin hacer desde el baile de cuarto curso, pero como el resultado me parecía un poco soso decidí que era hora de cambiar de peinado así que con otro toque de varita mi pelo se acortó casi diez centímetros, ahora me llegaba un poco por debajo de los hombros. Volví a observarme, estaba perfecta aunque con otro toque de varita aparecieron pequeñas ondulaciones en varios mechones estratégicamente colocados de mi cabello. Miré por última vez al espejo y no pude evitar exclamar…
- Divino…
Desgraciadamente el grito despertó Parvati y Lavander que cuando me vieron salir del baño se quedaron con la boca abierta.
- ¡Chica! Te ves estupenda… - exclamó Lavander – Ahora nosotras te vamos a vestir, verdad Parvati.
- Por supuesto – corroboró esta.
- Hoy hay clase¿recordáis? – dije yo – tengo que usar el uniforme.
- Ya, pero aunque tu no lo creas con el uniforme se pueden hacer maravillas – dijo Parvati emocionada – Ponte la falda, la camisa y el chaleco… Si, eso esta genial.
- Chicas, estamos en octubre, hace frío¿no sería mejor el jersey? – dije yo.
- Ni hablar… el chaleco es mucho más sexy. – Dijo Lavander.
Me puse lo que ellas me indicaron a parte de mis manoletinas y mis calcetines largos, de esos que llegan hasta un poco por debajo de la rodilla. Cuando acabé de vestirme las dos me miraban detenidamente, estaban evaluándome.
- Hay que acortarle la falda varios centímetros – dijo Lavander con ojo crítico y con un movimiento de su varita, pasando inadvertida mi mirada fulminante, la falda se acortó hasta quedar cuatro centímetros por encima de la rodilla – ¿Algo que añadir? – dijo de nuevo mirando a Parvati.
- Claro, quítate ahora mismo la corbata y ponte esto – dijo mientras me pasaba un elegante colgante de acero con el cordón de color rosa y una pulsera a juego – Ah se me olvidaba – añadió, y apuntando con su varita a mis uñas murmuró algo y estas quedaron cubiertas por laca de color beige con unos dibujitos rosas – Ya está todo.
"Por fin" pensé yo. Volví a mirar el reloj, eran las siete y media.
- Chicas, muchísimas gracias, me voy… os veo en el desayuno.
- ¿A dónde vas? – preguntaron curiosas.
A la lechucería, voy a decirles a mis padres que me quedo aquí en navidad, quiero preparar mis EXTASIS a gusto – les expliqué yo, y no me sorprendí nada en ver sus caras de desilusión.
Salí a los pasillos del colegio y me dirigí a la lechucería. Tras enviarles una carta a mis padres con una preciosa lechuza parda, me dirigí al gran comedor para desayunar. Me gustaba desayunar temprano, así podía leer el periódico tranquila sin que nadie me molestase. Cuando acabé de desayunar miré a la mesa Slytherin y en ella había pocas personas, pero entre ellas estaba Draco Malfoy, el rubio que protagonizaba mis sueños últimamente. Me levanté, aún quedaban tres cuartos de hora para que empezaran las clases, así que decidí ir a dar una vuelta por el castillo. Fui al cuarto piso, allí había un corredor en el que había unos balcones desde los que se veía una vista estupenda. Observé el horizonte, me encantaba esa época del año, las hojas cayendo y ya no hacía el calor agobiante del verano pero tampoco llovía ni hacía un frío espantoso. De repente sentí que alguien me observaba… me giré y allí estaba Draco, contemplándome embobado. Decidí no mostrarme fría y le dije.
- Hola¿me buscabas? – pregunté, pero al ver que estaba tan absorto en mí que no se enteraba me acerqué y le sonreí.
- ¿Qué te crees que haces sang…? – Pero se cayó de repente y cambiando el tono de voz dijo – ¿Me has hechizado o es que hoy te ves realmente bien? – "Pero qué he dicho" pensó "Definitivamente me ha hechizado, yo nunca encontraría atractiva a Hermione sangre sucia sabelotodo Granger…" – Quiero decir… ¿Por qué crees que te buscaba?
- Porque me estabas mirando en vez de seguir tu camino.
- Muy astuta Granger, McGonagall quiere vernos después de Pociones, por eso te buscaba, me ha dicho que te lo dijera, y ahora me largo, no quiero seguir respirando el mismo aire que tú.
- Pues antes parecía que no te importaba… - dije yo picarona.
Inmediatamente después pensé "Dios… él es mi peor enemigo" y otra voz me dijo "Ya, será tú peor enemigo, pero estás deseando irte a la cama para soñar lo que sueñas con él… ¿No me negarás que te gusta? Porque es evidente…" Al darme cuenta de que era mejor salir de ahí antes de que respondiera me fui a la sala común a por los libros. Allí me encontré con Harry y Ron, que cuando me vieron se quedaron mudos y con la boca abierta. Yo sonreí, por una vez me alegré de que me encontraran atractiva… No quería reconocerlo pero estaba deseando que llegara la hora de ir a ver a McGonagall, y no por saber que quería sino por encontrarme con cierto rubio que me tenía loca. Harry y Ron dijeron que se iban a desayunar y desaparecieron. Así que yo cogí los libros y me fui a pociones. Cuando llegué a clase me senté en primera fila y me dispuse a colocar los ingredientes como siempre lo hacía, meticulosamente. Oí un ruido y me giré, aun era pronto y me sorprendía que alguien fuese a clase tan pronto. No podía creer lo que estaba viendo, Draco Malfoy se acercaba a mí sin ese gesto de frialdad en la cara, parecía relajado y hasta simpático…
- Hola – dijo, y sin más rodeos preguntó - ¿Tienes idea de por qué quiere McGonagall hablar con nosotros?
- No tengo ni la menor idea, aunque espero que sea por lo de los premios anuales… - dije con un brillo extraño en la mirada.
- Vaya, eres incluso más arrogante que yo… - Dijo Draco.
- Si eso es un cumplido te ha salido bastante mal - dije yo.
- Eso no era un cumplido, hoy estás preciosa - dijo mientras me miraba de arriba abajo - Eso si puedes tomártelo como un cumplido - añadió y con un guiño se dio la vuelta y se sentó al en el sitio que ocupaba siempre.
"Algo raro ha pasado, el mundo se ha parado y ha empezado a girar al revés… Draco Malfoy me ha hecho un cumplido… ¡A mi! Definitivamente algo está pasando" Pensaba la morena.
"Dios, que me pasa, ella me mira con una cara… y lo peor es que yo a ella también. Va a ser la ropa que lleva… Siempre ha sido tan descuidada… ¡Y ahora se maquilla, se corta el pelo y se acorta la falda de golpe! Algo ha cambiado en ella… Y no entiendo por qué pero me gustaría saber que es. Dios está buenísima… nunca me había fijado. En Sly no hay tías así… todas son rubias que se hacen las interesantes. Sin embargo Hermione es interesante. Un momento… ¿Desde cuando la llamo Hermione¿¿Qué me pasa¡¡¡Ahhhhhh!..."
- Nuestros pensamientos quedaron interrumpidos, la gente entró de golpe y Severus Snape al frente.
- ¿Qué hacían encerrados aquí¡Y solos! – dijo Snape con cara de asco.
- ¿Encerrados? – dijimos los dos a la vez.
-¿Qué pasa¿Es que no os habíais dado cuenta? – dijo sonriendo irónicamente.
- No – volvimos a decir los dos a la vez. Nos miramos y sonreímos.
- ¡Pero que te pasa! Deja de decir lo mismo que yo… - exclamamos a la vez. Esta vez nos echamos a reír, mientras Snape nos miraba de hito en hito.
- Vale, ahora en serio – dije yo – no tengo ni idea de quien ha sido el imbécil que nos ha encerrado aquí. Pero créame profesor Snape, si yo pudiera escoger compañía para quedarme encerrada en un aula no escogería a Draco Malfoy – mentí, aunque como Snape sabía Legeremancia pues no me sirvió de nada.
- Señorita Granger, no se moleste en mentir, he visto en su mente que lo que ha dicho es mentira, a usted le parece que Draco Malfoy es el chico más apuesto de todo el colegio – dijo Snape con malicia… Claro, mi cambió de color a la velocidad del sonido, pasó del blanco al rojo en una milésima de segundo.
- Pero como se atreve… - intenté decir yo.
- Señorita, no se moleste en intentar arreglarlo, no va a conseguir engañarme – volvió a decir con malicia y para rematar añadió – no se moleste perdiendo el tiempo, nunca conseguirá nada con Draco Malfoy – dijo como si el mencionado no se encontrara en la sala – usted carece de muchas de las cosas que él busca en una chica.
- Pero que se cree usted, que sabrá usted de lo que yo busco en una mujer – Exclamó Draco indignado "pero que hago, si casi acabo de decir que me gusta Hermione Granger, que coños me pasa" – Lo que quiero decir es que deberíamos empezar con la clase, no tenía ni idea de que estábamos encerrados y si sigue retrasándose no vamos a dar casi clase.
- Oh, claro que vamos a dar clase, de aquí no sale nadie hasta que no hayamos completado la hora media exacta – dijo Snape con una sonrisa ladeada.
- En eso se equivoca usted, ambos debemos estar en el despacho de la subdirectora McGonagall – dije yo con énfasis en la palabra subdirectora – dentro de exactamente 47 minutos – "Aivá" pensé "hemos perdido mas de media hora de clase... Genial"
El resto de la clase pasó normal, con unas cuantas miradas de desprecio de Snape a Hermione y de decepción a Draco, pero por lo demás fue normal. Casi cuando ya se estaba acabando la clase, cuando solo quedaban dos minutos, Snape se portó pésimo y les puso una montaña de deberes impresionante. Hermione y Draco estuvieron toda la clase pensando en como narices tenían la mente tan conectada para decir esas cosas a la vez.
Salieron de clase, y por separado fueron al despacho de McGonagall, Draco fue solo y entró primero, mientras que Herm fue acompañada por Harry y Ron y entró algo tarde. Una vez todos los invitados dentro, McGonagall empezó a hablar.
- Bien, ahora ya podemos empezar, señorita Granger tome asiento al lado del joven Malfoy – indicó la subdirectora – se preguntarán que por qué los he convocado aquí hoy – ambos asentimos – verán esta mañana he recibido la notificación de quienes serán los próximos premios anuales, y me siento feliz al comunicarle que son ustedes dos.
- Bien, lo sabía – exclamé yo sin poder contener acaparando la atención de la profesora y del joven – quiero decir… ¿A si? No me lo esperaba…
- Jejeje – se rieron a la vez la profesora y Draco.
- ¡Hey! Ya basta, tampoco es para tanto, solo que ya me lo esperaba. No me miren así, me he matado a estudiar para esto.
- No hemos dicho nada – dijo la profesora.
- No, nada en absoluto – aportó Draco.
- Bueno, de todos modos no me miren así – exclamé yo indignada.
- Sigamos. Este nombramiento como bien saben les da poder por encima de los prefectos, pueden quitarle puntos si se portan mal. También tendrán obligaciones, como darles una charla a los alumnos de primer curso contándoles su experiencia en el colegio, esta es una nueva obligación, creemos que si los alumnos escuchan las anécdotas divertidas de labios de otros alumnos se aplicarán más con sus estudios.
- Eso no tiene porqué funcionar, profesora, y menos viniendo de nosotros dos, todo el colegio sabe que no nos soportamos – interrumpí yo.
- Eso es cierto – corroboró Draco.
- Bueno, de todos modos lo intentarán – dijo convencida la profesora Minerva McGonagall.
- Está bien – dijo Draco resignado, por aquella época odiaba estar mucho rato cerca de mí, aunque ninguno de los dos sabíamos que ese mismo día, por la noche, todo cambiaría.
- Sigamos, también quiero que realicen una serie de actividades, tengo entendido que ambos tocan el piano, y que usted, Señorita Granger, también toca el violín y canta. Vayamos al grano, quiero que organicen un recital de forma conjunta. Tienen un mes para prepararlo.
- ¿Qué? – Exclamamos los dos a la vez – No puede hacernos eso profesora – seguimos al unísono, nos miramos y volvimos a decir a la vez – Deja de hacer eso, llevas toda la mañana igual… ¿Quién yo? Que dejes de hacerlo…
- ¡Chicos cállense! – Exclamó la profesora que ya estaba de los nervios – ¿Y dicen que llevan toda la mañana así? Eso es sumamente extraño… bueno, no pasa nada, vayamos otra vez a lo importante ese recital es obligatorio, y espero que salga perfecto, así que quiero que ensayen todas las noches juntos un par de horas y que al finalizar patrullen por el colegio. Sé que me van a decir que no van a tener tiempo de estudiar, pero ustedes son unos genios, claro que tendrán tiempo. Ya pueden irse, tengo mucho que hacer – ambos nos levantamos y nos dirigimos a la puerta, pero antes de llegar la profesora continuó – ¡Ah! Quiero que algunas canciones del recital sean suyas, así que también deberán componerlas, tanto la melodía como la letra. Buenas noches.
Ahora sí, nos dirigimos a la puerta, y al llegar Draco, como el caballero que era, me abrió la puerta y me hizo un gesto para que saliera delante. Ambos cogimos el corredor de la derecha, y al llegar al final yo giré otra vez a la derecha y Draco a la izquierda, cada uno se dirigió al gran comedor, ya que ya era hora de comer. Sin darse cuenta habían estado media hora más en pociones aun con las insistencias de ambos de que tenían que salir antes pero con una clase tranquila y en el despacho de McGonagall habían estado también una hora y pico. Cosa que les extrañó a ambos, ya que la conversación se les había hecho corta. Al llegar se sentaron en sus correspondientes mesas y empezaron a contarles lo ocurrido en el despacho a sus respectivos amigos.
Esa tarde fue tranquila, fuimos a las correspondientes clases y tras haber quedado en vernos a las nueve en el aula de música yo me fui a cenar con mis amigos. La cena fue deliciosa, estaba cansada, el día había sido agotador, así que decidí subir a mi habitación a darme una ducha para espabilarme, aún me quedaban varias horas antes de poder dormir. Una vez hube salido de la ducha decidí vestirme para la ocasión, Draco había estado todo el día sorprendido por mi aspecto, así que decidí dejarle con la mandíbula desencajada de la impresión, me puse unas manoletinas negras y unos calcetines blancos hasta un poco antes de las rodillas, una minifalda roja de tablas (de estas que parecen escocesas pero muy corta) y una camiseta blanca de manga corta y escote en uve con bordados en rojo y verde (el dibujo era una especie de rosal). El pelo lo dejé ondulado, pero ya no enmarañado, sino con las ondulaciones bien definidas. Me maquillé un poco: pintalabios rojo, sombra de ojos blanca que contrastaba con mi piel bronceada, me pinté la raya negra alrededor de los ojos y me apliqué rimel (como podéis comprobar lo de poco es relativo). Tras coger mi precioso violín Stradivarius salí de la sala común y me dirigí al aula de música deseando que él no estuviera aun ahí.
Llegué con media hora de antelación, pero lo hice a propósito para poder preparar el ambiente. Encendí unas pocas de velas, para que la sala no estuviera a oscuras sino en una romántica penumbra, con un hechizo hice que todos los instrumentos desaparecieran menos dos pianos de cola negros, y coloqué un par de sofás de cuero negro por el salón. Me dirigí a un balcón y lo abrí, allí conjuré un taburete de los altos pero justo a la medida que necesitaba, me senté con una pierna apoyada en el suelo y la otra en la barra que tenía el taburete para darle seguridad (supongo que sabréis de que barra hablo…); una vez todo listo comencé a tocar, elegí una pieza de un conocido autor de música clásica muggle. Iba por la mitad de la pieza cuando noté que la puerta se abría sigilosamente, el rubio pasó por ella intentando no meter ruido puesto que no quería molestarme (como sabréis es de mala educación interrumpir una pieza), se sentó en uno de los sofás que había colocado estratégicamente para ese momento, este miraba hacia el balcón, pero estaba en una zona con mucha penumbra ya que sabía que Draco querría pasar desapercibido, él pensaba que yo no había notado su presencia. Cuando acabé la pieza sin girarme ni cambiar de posición dije…
- Espero que te haya gustado, es de uno de mis compositores favoritos.
- ¿Mago o muggle? – dijo él.
- Muggle – contesté yo.
- Me parece que cada vez tu mundo me sorprende más, es una pieza realmente buena – dijo él asombrado.
- He pensado que podría pasarte varias partituras de autores muggles para que te decidas a tocar alguna, se que detestas lo muggle, pero creo que el recital sería más espectacular si la mayoría de los alumnos no conociesen las melodías – propuse.
- Pásame alguna, pero tienen que ser muy buenas para que yo las toque.
- Está bien – dije yo mientras me dirigía al piano de la izquierda – quiero que escuches esto – volví a decir mientras comencé a tocar mi pieza breve de música clásica favorita para piano. Tras varios minutos, alrededor de diez, acabé con la lenta melodía – ¿Te ha gustado?
- Es preciosa, pero es muy lenta – dijo él.
- Lo sé, pero he pensado que podríamos empezar con algún clásico para que los profesores sepan que sabemos lo que hacemos, luego podemos pasar a música más marchosa compuesta por nosotros para que los alumnos se diviertan un rato, y luego podemos tocar esta pieza para relajar el ambiente antes de la explosión final.
- Parece que lo tienes todo muy pensado teniendo en cuenta que nos acaban de encargar el recital… - dijo él suspicaz.
- Bueno… - empecé yo poniéndome roja – no es el primer recital que doy, lo que te acabo de explicar es lo que hice en mi recital más elogiado.
- Estoy de acuerdo en que hagamos eso, es una buena idea, pero tenemos que tocar a parte de nuestras propias piezas y piezas muggles alguna que otra pieza de compositores magos – impuso él – Y hay algo que se te olvida, McGonagall dijo que tú tenías que cantar…
- Lo sé – dije tragando saliva.
- Asustada Granger… - dijo burlón.
- Eso no te incumbe Malfoy – exclamé indignada, ya me parecía a mí que sería muy extraño tener una conversación totalmente civilizada con él – Toma – dije arrojándole la partitura de la pieza que acababa de tocar al piano – El compositor se llama Erik Satie y la obra 'Gymnopédies' Tú puedes tocarla con el piano mientras yo te acompaño con el violín.
- De acuerdo – dijo arrogante – creo que esta primera reunión ha durado demasiado, me voy a la cama.
- No – dije yo tajante – Quiero oírte tocar, necesito saber como lo haces para poder ir pensando en la forma de acompañarte con el violín.
- Oh… Está bien – dijo resignado, él sabía que se lo debía, después de todo él ya le había escuchado tocar el violín y el piano. Se sentó en mi mismo piano y dijo – tocaré la pieza que acabas de tocar tú – y sin mirar la partitura la ejecutó con total maestría. Yo no cabía en mí de asombro, sin poder contenerme le pregunté…
- ¿Ya habías tocado esta pieza?
- No – dijo él orgulloso – con oír cualquier pieza de menos de quince minutos sólo una vez puedo memorizarla.
- Vaya… - exclamé yo asombrada de nuevo.
Estábamos separados por apenas unos centímetros y no puede dejar de admirarle, era perfecto, no sólo su físico era despampanante, ni su inteligencia abrumadora, encima era un magnífico pianista… Draco era sin lugar a dudas una caja de sorpresas. Mientras le admiraba nuestras miradas chocaron. Lentamente fui cayendo en su embrujo, en el embrujo de esos ojos grises por los que hacía tiempo suspiraba, sin poder aguantarlo más retiré la mirada. Él, para salir del silencio incómodo, dijo…
- Aún hay algo que quiero antes de retirarme – dijo él ocultando cualquier emoción, comportándose como el Slytherin que era.
- ¿Sí? – dije yo algo cohibida.
- Canta, canta para mí – dijo él con un extraño brillo en los ojos.
- No… - me apresuré a decir.
- ¿Por qué no? – dijo él suplicante.
- Me da vergüenza – dije yo.
- Granger, vas a tener que cantar ante todo el colegio… Como te dé vergüenza cantar frente a mi no se que vamos a hacer – dijo él, y empezó a tocar una lenta melodía – Inténtalo…
- Está bien – susurré mientras prestaba atención a la canción que el rubio tocaba, otra vez volvió a dejarme de piedra, esa canción era de un grupo muggle muy conocido, el grupo se llamaba Evanescence y la canción era una de mis favoritas, se titulaba 'Hello'. Lentamente empecé a cantar, al principio con miedo, pero en seguida cogí seguridad y comencé a cantar con energía y de una manera espectacular.
Playground school bell rings again if I smile and don't believe suddenly I know I'm not sleeping
rain clouds come to play again
has no one told you she's not breathing?
hello I'm your mind giving you someone to talk to
hello
soon I know I'll wake from this dream
don't try to fix me I'm not broken
hello I'm the lie living for you so you can hide
don't cry
hello I'm still here
all that's left of yesterday
Esta vez fue él el que se quedó de piedra. No le cabía en la cabeza de que alguien como yo, una impura, sacaba mejores notas que él, tocaba el piano con la misma maestría, tocaba otro instrumento más a la perfección y que encima cantaba como los ángeles.
Una vez que finalicé la pieza abrí los ojos (los había cerrado para conseguir mayor concentración) y observé que el rubio me miraba completamente embobado. Lentamente y sin entender muy bien porqué ambos fuimos acercando nuestros rostros para fundirnos en un beso, al principio tierno pero después se tornó apasionado. Cuando nos quedamos sin aire nos separamos, y entonces es cuando nuestros cerebros volvieron a funcionar y nos dimos cuenta de que éramos enemigos mortales. Nos separamos a tal velocidad que ni que hubiera una bomba de reloj a punto de estallar justo entre nosotros. Cuando ambos estábamos a un par de metros de distancia ambos comenzamos a hablar.
- ¿Qué coño te crees que haces? – dijimos a la vez.
- ¿Que qué hago? – volvimos a exclamar al unísono.
- Quieres parar ya… - seguimos.
- ¡Maldita sea! – gritamos.
- Esto empieza a dar miedo… - susurramos.
- ¡Quieres callarte! – volvimos a exclamar.
- Pero si el/la que no se calla eres tú – dijimos.
Mientras nos gritábamos volvíamos a acercarnos. Lentamente. Cada vez más rojos de ira… Cuando estábamos a pocos centímetros volvimos a fundirnos en un beso apasionado, este de mayor intensidad que el anterior. Pero esta vez al faltarnos el aire no nos alejamos, seguimos así, liándonos de una manera apasionada, cada vez más… Estuvimos así como mínimo media hora. Al separarnos nos dimos cuenta de que no teníamos ni idea de porqué coños había pasado eso. Yo me giré y me puse a recoger el violín con intención de irme, en el fondo estaba supercontenta con lo que acababa de pasar, mis sueños se estaban convirtiendo en realidad. Sentí como Draco cogía su capa y se disponía a irse de la habitación, así que le dije sin girarme…
- Malfoy, mañana aquí a la misma hora, tenemos que empezar a seleccionar las canciones que vamos a tocar en el recital, aunque creo que las dos que ya hemos tocado, la de Evanescence y Satie, deberíamos incluirlas ya en el recital.
- Está bien Granger, hasta mañana a las nueve – aceptó él sin dejar de mirar la puerta, y justo cuando iba a salir dijo – estas preciosa – tras estas palabras salió dando un portazo.
Fin del Flash Back
