-Nee, Ailess, tendremos luna de sangre en pocos días.

-Ya lo sé, Warren.

-Me pregunto... ¿quién será la bella señorita que nos servirá de sacrificio?

-Esa no es una decisión que nosotros tomemos, lo sabes.- respondió sin darle ninguna importancia.

-Bueno, solo debemos desearle buenas noches a la chica y esperar a que venga a nosotros.- suspiró él pelinaranja.

~BLOODY SHADOWS~

-Se me hace tarde.- se quejó el chico mientras corría por los pasillos de la mansión. Había vivido allí toda su vida, pero justo ahora, no encontraba la habitación que necesitaba encontrar. Cuando al fin la encontró, se tomó un poco para recuperar el aliento e intentar poner su atuendo y cabello en orden, la adrenalina de la carrera se había esfumado pero su corazón seguía latiendo al 1000%. Tocó a la puerta con nerviosismo.

-¿Quién es?

-M-Masaferry.- murmuró apenas con la suficiente voz, respiró para darse seguridad, no podía permitir que lo vieran tan ansioso.

La puerta fue abierta por una de las costureras que atendía a su prometida. De espaldas, frente a un juego de 3 espejos, podía ver sus bellas facciones a través de cada uno de ellos, el vestido deslumbraba pero él sólo podía observar sus bellos ojos rojizos, sus labios carmesí y los rizos de pelirrojo cabello cayendo por su espalda cual cascada; bañada en los rayos de luz que se escurrían por la ventana, era una vista que le parecía simplemente hermosa. A su alrededor, otras mujeres tomaban medidas y ponían alfileres para marcar los mínimos arreglos que tenían que hacérsele al vestido.

-Te ves hermosa.- sonrió el ojiazul.-El vestido te queda perfectamente. Si te ves así de bonita el día de la prueba, el día de la boda te verás como un ángel.

-Gracias.- dijo ella con un atisbo de sonrisa mientras se giraba muy ligeramente a mirarlo.

-Tomochika-sama, ¿gusta que los dejemos a solas?- preguntó una de las costureras.

-No habrá necesidad.- respondió Masaferry.- Terminen su trabajo, lamento haber interrumpido.- se marchó sin antes darle una última mirada a la chica que se había vuelto de nuevo al espejo.

Suspiró mientras cerraba la puerta. Caminó por los pasillos, en algún momento, su madre había estado ahí, y su abuela, y su bisabuela, cada mujer de su familia había estado ahí parada, probándose un vestido y su padre, su abuelo y bisabuelo habían estado ahí para observarlas y halagarlas. Pero él sabía que su casi era diferente, sabía que Tomochika no lo quería realmente, él era el único que había caído tontamente enamorado. Claro, desde un principio el matrimonio había sido arreglado por sus padres para el bien de ambas familias, no podía hacer nada al ser el hijo del alcalde de la aldea, pero nunca pensó que tuviera que ser con ella. Había estado enamorado de ella desde siempre, y la noticia del matrimonio le había caído de maravilla, pensó que tal vez, Tomochika también podría sentir algo por él, pero, hasta ahora, jamás habían tenido ni un momento para hablar a solas siquiera. Y ese mero deseo le había hecho quedarse vagando cerca de la habitación donde había ido a visitarla, pero no se podía, no interrumpiría el trabajo de las costureras.

-Su prometida se verá encantadora el día de la boda, se lo prometo.- le dijo desde atrás una de las costureras. Él se volteó a mirarla, impactado por el hecho de haber estado tan sumergido en sus pensamientos que no la había escuchado.- Puede ir a hablar con ella ahora, dijo que todavía no se iría a dormir. Yo me retiro, con su permiso.- hizo una pequeña reverencia y siguió su camino, perdiéndose entre las tantas puertas del pasillo, apenas iluminados por los pocos rayos del Sol de la tarde. El chico dudó un poco, pero se dirigió a la habitación que sabía le habían asignado a la chica. Tocó algo indeciso todavía, porque disipar sus dudas era algo que quería hacer pero no estaba seguro de tener la fortaleza necesaria como para escuchar la respuesta.

-Pase.- escuchó desde dentro.

-Buenas noches, Tomochika.- dijo mientras entraba. La buscó con la mirada por todo el cuarto, pero no la encontraba.

-Masaferry, que sorpresa.- admitió mientras se levantaba de entre las sábanas, su cabello sólo un poco desarreglado y vistiendo un fino vestido de cama blanco. El peliazul se sonrojó ligeramente al verla de esa forma, además de que se avergonzó al notar que tal vez acababa de despertarla.

-Lamento haber molestado tu sueño.- se apresuró a decir.

-Ah, no es nada, ¿sucede algo?- preguntó ella, rehusándose a salir de la comodidad de su cama.

-No realmente.- respondió el muchacho.- Pero, me di cuenta que no hemos conversado sobre éste matrimonio desde que nos dieron la noticia.- sentenció.

-Entiendo.- murmuró ella.- Toma asiento.- invitó señalando un pequeño sillón individual que estaba cerca de la cama. El ojiazul se aproximó, con cautela, algo incómodo.

-Tomochika...

-No sé realmente de que quieres hablar, Masaferry.- interrumpió la chica.- Tú y yo sabemos que este matrimonio fue decidido y nosotros no tenemos otra elección más que la de cumplir con lo que nos han asignado.

-Entonces has respondido a todas mis preguntas y hecho realidad todos mis temores.- se rindió el chico.- Tenía la esperanza de que pudieras ver mis verdaderos sentimientos y que éstos pudieran ser correspondidos, pero ahora veo que estas aquí sólo por el acuerdo y que no me amas como yo lo hago...Tal vez jamás llegues a hacerlo.

-Masaferry...

-Lamento haberte molestado esta noche.- le dijo levantándose para irse.

-Lamento no corresponder tus sentimientos.- susurró por despedida.

Miró al chico irse y después de eso, no pudo recobrar el sueño. Pensó en lo desafortunado que debía de sentirse él, pero había sido sincera, por lo menos, no podía fingir el amor que no sentía por él, pensó en lo amable que era el chico y en qué sería de su vida si tendría que estar cada día de su vida ahora en adelante con él.

-Por el bien de nuestras familias, ¿no?- susurró a la nada.

El buen Morfeo por fin se estaba apiadando de ella, arrebatándola de este mundo para llevarlo a uno mejor donde no tuviera que preocuparse por nada más, un momento para que la ansiedad desapareciera...excepto que este no era el conocido y suave tacto del dios del sueño, era como si la preocupación y el miedo la presionaran, quería gritar, pero no salía nada de sus labios, quería moverse, pero sus músculos no respondían y tampoco podía ver nada. La oscuridad la consumía y una voz profunda resonaba en su mente.

"Buenas noches, corderita. Mañana es luna roja, ¿sabes?"

La voz hacía eco en su mente, llenándola en absoluto, no podía reconocerla, pero la odiaba, realmente la odiaba, no quería oírla, quería escapar, tenía que hacerlo.

"Y adivina quién nos servirá de sacrificio a nosotros los vampiros. "

Sugirió una voz más suave pero aún con ese toque especial que le provocaba tanta ansiedad. Haciéndola sentir atrapada, como presa siendo depredada.

"Tú."

Dijeron ambas, la profunda y la suave, ambas tintadas de travesura, casi rozando lo malvado. Luego una risa, de ambos, sentía que se estaban burlando de ella, ¿lo estaban haciendo? El ruido se fue acallando, ¿o a hacerse más fuerte? No lo sabía, se sentía en un remolino de oscuridad que, aunque no sabía si giraba, le estaba dando náuseas. Gira, gira, gira, ¿o no? Tal vez estaba siendo aplastada, ¿o volando por los aires? Justo cuando se sentía a punto de desfallecer...

Cayó sobre el piso de su habitación, enredada en las cobijas, con el rostro empapado en sudor y un constante pitido en los oídos a causa del golpe en la cabeza. Algo había de diferente en la habitación, ella no había comido ninguna manzana, y aunque lo hubiera hecho, no le habría dado solo una mordida, ni tampoco sus colmillos dejaban marcas tan profundas.


Siempre que estaba en una situación bastante complicada o simplemente necesitaba tiempo para reflexionar o relajarse, acudía al bosque. Y sabía montar a caballo, pero prefería ir a pie, le permitía quedarse más tiempo y estar completamente a solas, por supuesto le suponía de más tiempo, es por eso que siempre que salía, lo hacía desde temprano, un poco antes de que el sol empezara a despertarse y despertar a las demás personas que advertirían su ausencia tarde o temprano.

Así que allí estaba, ya bien profundo en el bosque y el sol mostraba sus primeros rayos apenas. La calma se respiraba en el aire y el silencio lo relajaba, no había más que el suave murmullo de las ramas con el viento o el paso de algunos animales que despertaban, nada que le preocupara.

-Muy temprano para un paseo, ¿no, Masaferry?

El chico asombrado por la repentina voz que lo sacó de sus pensamientos, se giró a buscar al propietario. Bien protegido de los primeros, pero peligrosos, rayos solares, descansaba el aparentemente joven hombre de cabellos anaranjados, sentado en una de las altas ramas del roble que Masaferry tenía detrás.

-¿Warren?

El mencionado sonrió y se inclinó hacia delante sobresaltando al peliazul. Aterrizó ileso en el suelo, haciendo muy poco ruido, se tomó un tiempo para admirar la expresión sorprendida del otro chico antes de levantarse.

-No hagas eso.- le pidió el peliazul.

-Bueno, tu vampírico amigo no puede sufrir un daño por tan banal acto.- respondió Warren, despreocupado.-¿Qué haces aquí? ¿No es muy temprano?

-¿Y no es muy tarde para ti? Deberías de estar refugiado del sol.

-Soy rebelde, lo sabes, me escapé de Ailess en cuanto se quedó dormido.- contó recargándose a la sombra de un pino.- Y...¿cómo va la boda? - el ojiazul emitió algo parecido a una risa que a Warren no le hizo nada de gracia por el rostro triste que su amigo cargaba.

-Perfecta si fuera una boda normal.- respondió.- Hablé con ella anoche, yo soy el único que está feliz por esta unión.

-Estoy seguro que sus padres también lo están. - dijo con un sutil toque de burla. El chico bufó.- Tranquilo, era una broma.- aclaró.- Estoy seguro que ella debe de sentir algo por ti o lo terminará sintiendo.

-No lo creo. No puedo obligarla a sentir algo que no siente.

-Sólo dale tiempo, tienes toda una vida con ella, no apresures las cosas.- le aconsejó, retrocediendo unos pasos por la inevitable salida del sol. Masaferry se acercó hacia la sombra también, con paso lento.

-¿Cómo puedes...dar ese tipo de consejos cuando no has sentido nada parecido?- dijo con cautela mientras se recargaba en un árbol.

-Bien, mi mortal amigo, aunque no lo creas, a pesar de mi inhumana naturaleza, he llegado a estar en una situación parecida a la que estás tú.- contó Warren.- El problema es que ella era una humana así que...bueno-

-Lo entiendo.- dijo él.

-La cosa aquí es que, debes tomarte un tiempo, esperar, y pronto las cosas se aclararan, en tu mente o la de ella. Tómalo con calma, hay mucho tiempo.- siguió el vampiro sonriéndole un poco, el ojiazul le respondió de la misma manera.

El humano se permitió mirar la salida del sol unos momentos, la tonalidad naranja pintando todo el cielo, colándose entre las ramas, despertando a las aves que comenzaban a cantar a sus alrededores, se preguntó sí a Warren le agradaba, o tal vez le mantenía inquieto ya que tenía poco tiempo para estar afuera.

-¿Cómo era ella? - preguntó Masaferry después de un rato.

-Era...- lo miró sonreír de manera inconsciente, y el otro se perdió en sus recuerdos, dejándose llevar por esos ojos, esos rojizos labios, su hermosa actitud y...su inevitable mortalidad.- Era la chica más gentil que he conocido, pero también fuerte, una vez la vi casi golpear a un mercader por quererla timar con el cambio que le había dado.- se permitió reír un poco.- Era hermosa, como un ángel, lástima que yo soy todo lo contrario.- Suspiró, no podía culparse por ello, tenía que aceptarlo. Él jamás podría estar con ella.- El amor es una cosa que ni ustedes ni nosotros podemos comprender, bueno, lo mío sólo debe de ser una vieja añoranza de mi humanidad, se supone que nosotros no podemos sentir, pero mi humanidad sigue presente, Masaferry. Es extraño, Ailess ha olvidado eso completamente, pero, a veces siento que...soy humano.

-Warren...- empezó, pero realmente no tenía palabras para lo que el pelinaranja acababa de decirle. No solía tomar aspectos muy profundos, mucho menos tocar el sensible tema de la condición de Warren, y eso que él recalcaba mucho ese aspecto suyo.

-Ah~- suspiró después un rato tratando de sonar divertido.- Tengo una eternidad para quejarme y te arrebato tu poco tiempo de vida.- se burló, echándole en cara de nuevo su inmortalidad.

-Bueno, te estoy quitando horas de sueño.- respondió él.

-Anda ve con tu prometida.- lo animó mientras se apartaba de él.- Espero no despertar a Ailess con mi llegada, sino estará enojado conmigo por la eternidad que tenga que estar con él.

-Warren.- lo detuvo antes de que se marchara.- Gracias, por aconsejarme y oírme. Siempre hay alguien que me saca de mis problemas, ese alguien casi siempre eres tú, así que gracias.- El vampiro sonrió, una sonrisa sincera y sin rastro de tristeza esta vez.

-Vaya, esto de que estés casado te sienta bien, podría acostumbrarme a ti de esta manera.- dijo. Su sonrisa dejaba ver sus afilados colmillos, advirtió Masaferry. Pero jamás había tenido miedo de que Warren lo lastimara, estaba convencido que no lo haría porque como había dicho él mismo, no era un vampiro del todo, su humanidad todavía estaba presente.

Observó cómo Warren se perdía entre las sombras de los árboles, una manzana salió de entre la oscuridad directo a su mano. La típica despedida del vampiro, ya que sabía que jamás comía antes ni llevaba comida.

Siempre recurría al bosque cuando estaba en una situación difícil, a veces no tanto por el mismo bosque.

Siempre acudía a Warren cuando estaba en una situación difícil.


Tenía el estómago vacío cuando llegó a la mansión, el desayuno por supuesto ya había pasado, faltaba todavía para la hora de la comida y él apenas había comido una pobre manzana que Warren le había lanzado antes de desparecer. Pero, no le quedaba de otra, tendría que esperar hasta la comida.

Decidió pasearse por toda la mansión, en fin, esta era tan grande y sus pasillos tan amplios y confusos que probablemente no tendría que encontrarse con nadie en un rato.

-¡Masaferry!– el chico se extrañó por el grito, pero se giró a tiempo para ver a Tomochika casi estamparse contra él. Vestía sencillamente, apenas un vestido ligero, sí era sincero, se veía desarreglada, no parecía haber tenido mucho sueño.

-¿Qué sucede?- preguntó una vez que la vio ligeramente más calmada.

-T-Tengo que decirte algo…iba a contárselo a mi padre, pero de seguro se volvería demente, o peor aún, ¡me creería demente! – exclamó, supo que esa afirmación era cierta ya que se le veía bastante alterada de por sí.

-¿Qué sucede?– repitió el chico.

-Bueno…bien sabes que hoy es Luna de sangre, ¿no?- preguntó, él asintió.– Y cada tres años una joven sirve como sacrificio para mantener la paz entre la aldea y los vampiros…

-¿A dónde quieres llegar con esto?– preguntó con algo de miedo.

-Y-Yo soy la próxima, Masaferry...soy la chica que servirá de sacrificio esta vez.- sollozó contra sus manos que ahora le cubrían el rostro para evitar que el chico la viera, sabía que era inútil llorar y que estaba fuera de sí, pero estaba demasiado desesperada, demasiado asustada, no le gustaba saber que su muerte se aproximaba.

-¿Q-Qué? ¡No, no, no! ¡No puede ser! ¿Por qué crees eso?- le preguntó mientras la tomaba de los hombros para que lo mirara, el miedo también estaba acumulándose en sí mismo.

-Ayer tuve un sueño, unas voces me decían que yo era la próxima, que esta vez sería yo.– se estremeció un poco mientras se enganchaba de la ropa del ojiazul en un intento desesperado de abrazo.– Cuando desperté…supe que eran ellos por los colmillos que estaban marcados en la manzana que apareció en mi habitación.

-"Warren"- pensó el muchacho inmediatamente.- Tomochika.- llamó mientras la abrazaba.– Yo trataré de resolverlo, iré a hablar con los vampiros.

-¡No puedes!- exclamó horrorizada.– Te harán daño o mucho peor.

-No lo harán.– le aseguró el chico.– Por lo mientras, tienes que decirle a tu padre, al mío, a todo quien puedas. Deben de vigilarte, he oído que las otras chicas acuden a ellos como los niños al flautista de Hammelin.– la sintió estremecerse entre sus brazos de nuevo y la separó ligeramente de él para mirarla los ojos; esos inigualables ojos de tonalidad rosada que ahora lo miraban con tanta esperanza, con tanto miedo, estaba punto de llorar de nuevo, se dijo; acunó su rostro y besó suavemente su coronilla.– Nada te pasará, lo juro por mi vida.- le aseguró.– Iré a hablar con ellos, haz lo que te he dicho, por favor.– le pidió antes de soltarla completamente y darse la vuelta para dirigirse al establo, sería más rápido ir a caballo.

-Masaferry.- llamó la chica corriendo a duras penas hacia él a causa del vestido. Tuvo que pararse de puntillas para alcanzar a abrazarlo por el cuello.– Por favor, ten mucho cuidado.- le dijo al oído. Y dicho eso se separó apenas unos escasos centímetros para besarlo, porque pensaba que no regresaría, él o ella, que ella a pesar de las medidas que tomaran sería el sacrificio de los vampiros, y que el chico estaba arriesgando su vida por ella…y no sabía de qué otra manera agradecerle…

-No dejaré que nada te pase.– fue lo último que Tomochika escuchó de su prometido antes de que éste saliera a toda prisa, así que ella hizo lo mismo, para avisar a todos que la nueva ofrenda de paz a los vampiros se había acobardado este año.


La noche estaba empezando a caer, los últimos rayos del sol no eran tan dañinos como los primeros, así que cierto vampiro se había dado el lujo de escaparse de nuevo para buscar al sacrificio de esa noche.

-Tal vez, aún es muy temprano para que llegue…

-No puede ser.- se oyó el murmuró lejano.– No puede, no puede, no puede.- ahora sí, sus vistosos ojos rojizos, escudriñaron el bosque en busca del dueño de aquella voz. Su respuesta fue un pequeño punto a lo lejos que reflejaba el poco sol con sus azules cabellos. Abrió los ojos con sorpresa y se desplazó hasta donde el chico se encontraba.

-¿Masaferry? ¿Qué haces aquí? Estuviste aquí en la mañana, ¿por qué…?

-W-Warren.- murmuró el chico, era más bien un sollozo, advirtió el vampiro.- Ella va…ella…

-¿Ella? ¿Tu prometida? ¿Qué pasa?- preguntó al estar a su lado. El asunto le estaba preocupando, era muy tarde para que el chico estuviera ahí, probablemente él ya no podía ver con claridad, ¿qué tan malo tenía que ser el asunto como para que saliera a esa hora.

-Ella va a ser su sacrificio.- sollozó frustrado, con enojo, mirando al otro directamente a los ojos a pesar de estar colapsando.– Tomochika…ella…

-¿Tomochika?– preguntó asombrado.

-¿Por qué tanto asombro? - preguntó tratando de recuperar la compostura.

-N-Nada. Es muy conocida en la aldea, solo eso.- contestó.-¿C-Cómo sabes que será ella?

-Ella tuvo el mismo sueño que tienen todas las que después son sacrificadas…aparte, era tu manzana, Warren, estaba en su habitación, ¡dime a que otro idiota vampiro se le ocurriría hacer lo mismo!– le gritó el ojiazul.

-¡Oi! Espera un minuto, Masaferry.- le dijo tratando de no sonar molesto por lo que acababa de decirle.- Yo…yo no hice eso. Ailess dijo que nosotros no teníamos jurisdicción en la elección de los…sacrificios.– su voz se fue callando poco a poco.

-¿Warren?

-Yo no tengo jurisdicción.- murmuró, cayendo en cuenta de varias cosas.- Fue él, Masaferry. Es Ailess, siempre ha sido Ailess.- sus ojos se abrieron como platos y sabía que sí tuviera un corazón vivo aún, este se hubiera detenido de la sorpresa.

-Tenemos que hacer algo.

-No, no tenemos. O al menos no tú, no tienes ninguna oportunidad contra Ailess.- le dijo él.

-¿Y tú sí? - respondió a la defensiva mientras inconscientemente dirigía una mano a la empuñadura de la espada que descansaba en su cintura.

-No es eso.- respondió tratando de no reír en un momento tan serio, pero la incredulidad de Masaferry estaba siendo increíble.- Ailess es un vampiro, pero no como yo, olvidó su humanidad, no se detendrá con nada ni nadie.- le explicó.- Tú retén a Tomochika, ellas acuden como si se tratara del flautista de Hammelin, no la dejes venir por ninguna razón.

-Sé que no es el momento, pero... ¿por qué estas aceptando ayudarme?

-Tomochika era la humana de la que te hablé.

-No me digas que-

-Me enamoré tontamente de ella, no conocía mi condición al principio, y me trató con tanta dulzura...pero, soy un vampiro. Era la única luz de mi vida...y yo la alejé por revelarle mi naturaleza. Así que... ¡no te perdonaré si algo le pasa!- gritó mientras lo tomaba del cuello de la camisa.

-Espera, déjame, me lastimas, ¡Warren! - exclamó el chico mientras intentaba que lo bajaran, por supuesto, la fuerza sobrehumana del otro era increíble y justo ahora, en el estado alterado en el que estaba, no la estaba midiendo.

-¡Debes protegerla, no importa qué! Ailess...él irá por ella. ¡Haz todo lo que esté en tus manos! ¡Haz más de lo que puedas por ella!- le gritó por último y lo soltó, el peliazul cayó al suelo tratando de respirar.-¡Ailess no se detendrá, él la matará si tiene la oportunidad, matará a cualquiera que se interponga en su camino!

-A pesar de ser un vampiro, no puede ser tan cruel.- dijo Masaferry.

-No sabes de lo que es capaz.- le contestó dándole la espalda.- Escóndanse...Y protégela con tu vida. Su destino está en tus manos, Masaferry.- fue lo último que le dijo antes de volar y confundirse con el resto de las sombras de la noche.

-¡Warren, espera! - gritó a la oscuridad.-Su destino...


Llegó a la entrada del templo en el que Ailess y él solían estar, era una iglesia antigua que la aldea había olvidado al ser escondida por los árboles del bosque. Usualmente las puertas se atoraban, pero esta vez, la patada que las abrió era por pura ira.

-¡Ailess!- gritó.- ¡Déjala ir!

-No sé exactamente a qué te refieres, Warren.- le dijo el otro vampiro que se encontraba sentado en un trono labrado en madera, ya vieja, tenía una pierna sobre el brazo de éste, el codo recargado en el otro extremo y su mejilla descansaba sobre la palma de su mano.- Explícate- le pidió mirándolo con curiosidad.

-El sacrificio, no puede llevarse a cabo.- le dijo.

-Ah~ no puedo permitir eso.- suspiró mientras volvía la mirada al techo.

-¿Porqué?- exigió saber, no era que supiera que Tomochika era especial para él pero por lo menos debía de tomar su opinión en cuenta para decidir.

-Eso es porque necesitamos de un humano, cada tanto tiempo, para seguir gozando de la eternidad, ¿o quieres seguir el camino de la luz ahora?- sus colmillos se asomaron al formar una sonrisa desafiante.

-Ya lo sé...-respondió rendido.- ¡Pero no puedo dejar que uses a esa chica! Podemos tener a cualquier otra, ¿por qué ella?- preguntó desesperado.

-Somos vampiros, es lo que hacemos.- le respondió mientras se sentaba correctamente y lo miraba con interés.- Además, ¿qué tiene de diferente ella con las demás chicas que han venido?

-Lo digo en serio-

-Acaso, ¿está chica sí es diferente?- preguntó con otra sonrisa, Warren ya llevaba poco más del tiempo de una vida humana con Ailess pero jamás lo había visto sonreír de esa forma, podría atreverse a decir que se veía malvado.

-Tsk.- emitió mientras miraba hacia otro lado. Ailess suspiró mientras se acomodaba en el trono, se levantó para caminar hacia él mientras sacudía la cabeza en manera desaprobatoria.

-Warren, ¿qué te está pasando? No me digas que...¿sientes algo por una humana?- el mencionado se removió, sintiéndose acorralado por el otro.- Debí imaginarlo.

-Ella es...jamás había sentido eso con nadie, no puedes hacerle daño.- se trató de imponer el pelinaranja, aunque una parte de él sabía que más que nada sonaba como una súplica para Ailess.

-Warren~Warren~- reprochó negando con la cabeza. Un paso hacia delante.- Eso que dices sentir es nada más que un recuerdo de lo que queda de tu humanidad. El amor es la cosa de la que es más difícil desprenderse.- explicó alejándose unos pasos de él solo para poder llevarse una mano a donde se suponía debía haber un corazón y después hacer un ademán de quitarlo.- Se te pasará pronto, no debes dejar que eso te impida divertirte.

-Sé que no puedo estar con ella, pero yo...

-¿Pero tú?- lo invitó a seguir, desafiante.

-Deseo que sea feliz con alguien más, puede que sea un vampiro, pero ella puede ser feliz con un humano, que sea feliz, que la proteja, le dé calidez.

-¿Calidez?- emitió algo parecido a una risa. Dio otro paso hacia él.- Bueno, ¿prefieres que la tenga contigo o con otro?

-¡Ah!- trató de decir algo, pero nada salió.- N-No me importaría nada con tal de que ella esté segura.

-¿Y estás dispuesto a dar tu inmortalidad por la felicidad de alguien que no te dará nada a cambio? Es más, ¿que probablemente te teme? Ella solo se irá con alguien más, mientras que tu abandonaras todo a cambio de nada.- le dijo con voz suave mientras disfrutaba de la expresión confusa del otro.

-¿Dar todo…sin nada a cambio? Ella sería feliz con alguien más...

-Exacto, ¿y todo tu esfuerzo a dónde iría? A ningún lado por supuesto. Es por eso...que todo sería más simple si siguiéramos como lo fue predicho, así podrías beber su sangre y estar juntos...por siempre.

-¿Por siempre?- repitió como en un trance, la posibilidad pasó por su mente, al fin tomándola en sus brazos, cepillando su cabello, descubriendo la blanca piel de su cuello y...- ¡No, no puedo hacerlo! - exclamó casi horrorizado con la idea, Ailess hizo una ligera mueca de descontento al fallar con su encanto.

-Warren.- suspiró algo aburrido.- Empecemos con que eres un ser de la oscuridad, una unión como esa no es adecuada para nuestro clan. Ella sólo ha traído problemas, así que, fue elegida para resolver todo.- otro paso adelante.

-Pero-

-De todas formas, ella ya debe de venir en camino, tu amigo no podrá retenerla para siempre, si es que alcanzó a llegar a tiempo.

-¿Mi amigo?- preguntó preocupado.- "Masaferry"

-¿Creerías que no me enteraría de todas las veces que sales a verlo? No te preocupes por él, yo estoy contigo, y tú estás conmigo.- no supo cuándo, pero el más bajo ya lo tenía literalmente acorralado. Estaba entre la pared y.…Ailess, con un rápido movimiento, atrapó su cuello mientras lo presionaba contra la pared, trató de luchar, pero a pesar de ser más alto, la fuerza del menor era mayor.- Mírame bien, tu apariencia no es diferente de la mía, sea por dentro y fuera. Ahora mírate con un humano, deja de fingir ser uno. Sus ojos rojizos resplandecían, con una sed de sangre que no había visto nunca en él.

-Ailess.- jadeó intentando soltarse.

-No deberíamos de estar discutiendo por esto. Somos casi dioses.- agregó en un tono más alegre.

-Nosotros no-

-Es cierto, déjame corregirlo.- aceptó mirándolo completamente a los ojos.- Somos lo más parecido a dioses en la tierra, claro que sin la bondad y oscuros. Dejemos de jugar a ser humanos, ¿sí?- preguntó con falsa inocencia, el pelinaranja solo pudo asentir levemente.- Al fin lo entiendes.- dijo feliz.- Nosotros vamos a estar siempre los dos, eternamente.- lo soltó y dejó que se recuperara un poco, mirándolo como si fuera un ser patético.-"Tampoco necesitas ese aire, idiota."

-Entiendo, Ailess.- dijo después de recuperarse.- Estaremos juntos, siempre.

-Así me gusta.- respondió.- La función sigue en pie.- dijo mientras se acercaba a la puerta del templo para contemplar la luna, alzándose, de un color rojizo.

-Está bien, Ailess.- dijo con dolor.- Seguiremos con esto.- se aproximó hacia donde estaba el otro sin hacer ruido.

-¿En serio creíste que bajaría la guardia así?

Su velocidad, al igual que su fuerza, era mayor que la del pelinaranja, por lo que, cuando Ailess se giró y atesto un golpe a su mandíbula no pudo ni siquiera advertirlo...ni ver el segundo venir cuando trataba de recuperar el equilibrio. Con el paso del tiempo, la transformación te quita características humanas, pero él seguía sintiendo dolor, su tolerancia era mucho más alta, pero el otro no se detenía para darle respiro, solo sentía golpes a los costados, el rostro, el torso, no le daba tiempo ni de pensar por donde atacaría ahora. Lo que lo derribo fue un golpe que, si aún necesitara respirar, le habría hecho mucho daño.

-Podría seguir golpeándote, por la eternidad, ¿sabes? Nosotros no podemos morir, solo sufrir...mucho.- sonrió, Warren notó sus ojos brillar de nuevo, estaba ansioso, emocionado incluso.

-A-Ailess-

-Cállate.- ordenó el otro. Así como estaba, en el suelo, lo arrastró hasta otro lugar, otro cuarto de la pequeña iglesia.- Ella está llegando, y no quiero que interrumpas. Trata de pensar en todo lo que dije.- y cerró la puerta, desde fuera.

Se volvió a la entrada del templo, y a lo lejos, pudo notar una pequeña figura. Vestida de blanco era más vistosa en el bosque ahora oscuro, sus cabellos rojizos a pesar de haber cruzado todo el bosque estaban intactos, y ella solo avanzaba, paso tras paso, sin consciencia de lo que hacía. Una sonrisa cruzó por el rostro del vampiro.

"Esto empezará a volverse interesante"


En cuanto estuvo dentro del mismo establo, saltó de su caballo sin fijarse en nada más, corrió dentro, varios empezaron a hacerle preguntas- después de todo no había estado en la casa desde la mañana- pero él solo habló hasta que encontró a las cabezas de ambas familias.

Entró como una ráfaga a la sala en la que estaban ambos, al parecer discutiendo alguna situación económica que traería el matrimonio, iban a reprenderlo por su indiscreción al entrar, pero él habló primero.

-¿Dónde está Tomochika?- exclamó preocupado.

-Cálmate, Masaferry. - dijo su padre, molesto por su inapropiada actitud.

-Tenía una prueba para que arreglaran su vestido.- contestó el padre de ella.

-¿No les dijo nada?- preguntó en peor estado, dejando que el pánico se apoderara de él.

-¿Decirnos qué?

-¡Ella es el próximo sacrificio de los vampiros!- exclamó y corrió hasta donde el día anterior había visto a la chica. No sabía si lo seguían o no, si lo creían loco o no.

Cuando lo encontró, el cuarto estaba vacío, nadie más que dos mujeres con aspecto preocupado.

-¿Dónde está ella?- preguntó de nuevo.

-No lo sabemos.- admitieron. - De un momento a otro ella salió de aquí, las demás fueron a perseguirla, pero no han regresado, ninguna.

-¿Salió de aquí? ¿Por su cuenta? ¿No estaba extraña?- preguntó alterado.

-¿Extraña? N-No.- dijo una.- Sólo muy callada, no dijo ni una sola palabra, hasta que se fue, dijo algo como…"Es hora".

-No puede ser...- murmuró el peliazul y corrió de vuelta al establo.

El día ya había dado lugar a la noche, entrar en el bosque a tales horas implicaba un suicidio, era demasiado oscuro y podías perderte, tropezar con algo, toparte con algún animal...o vampiro. Pero, Masaferry conocía el bosque como la palma de su mano y tenía la certeza de que de cualquier forma se las arreglaría para llegar a Tomochika.


Una vez un paso dentro de la iglesia, Tomochika recuperó la consciencia, no sabía dónde estaba, ni por qué, hasta que una suave voz llamó su atención.

-Bienvenida.

Ailess sonreía, el alma de la chica cayó a sus pies. ¿Qué había pasado? Lo último que tenía en su mente era a Masaferry diciéndole que nada le pasaría y después...recordaba todo lo que había pasado, pero lo veía como si no fuera ella, porque en realidad no era ella quien había actuado.

-¿Te gusta que te haya arreglado para la ocasión?- preguntó el vampiro.- Es decir, el vestido que traías antes era bonito, pero pensé que a Warren le gustaría verte vestida así.

-¿Warren?- preguntó con asombro al escuchar ese nombre, tan antiguo pero tan conocido para ella.

-Nee, no deberías de actuar tan sorprendida, ya sabías lo que él era, y lo abandonaste.- la sonrisa de Ailess desapareció tras ello, la pelirroja observó sus rojizos ojos centellar en la oscuridad del templo y sintió un escalofrío recorrerla por completo.

-Y-Yo n-no...

-Lo sé todo, no intentes negarlo. Le causaste muchos problemas, por lo tanto, si eres eliminada se resolverá todo.- su rostro se iluminó de nuevo en una sonrisa sádica, retorcida, sus colmillos se mostraron.

Tomochika trató de levantarse al entenderlo, el ostentoso vestido obstaculizándole las posibilidades de correr, se dirigió a las puertas con la mayor velocidad que pudo pero estas se cerraron.

-¡No!- gritó con todo el aire de sus pulmones mientras golpeaba con sus puños inútilmente las puertas.

-¡Ailess!- el otro vampiro golpeaba la otra puerta por dentro, tratando de salir a ayudar a la chica, seguía recuperándose de los golpes de Ailess así que aún no podía liberarse del cuarto.-¡Déjala en paz!

-¡Warren!- gritó ella, si no podía salir, tal vez el vampiro podía ayudarla, así que trató de ubicar de donde venía la voz del otro vampiro.

El de cabellos cian estaba a punto de echarse a reír con tal escena, patética e inútil para él. Sería una noche entretenida.

"Estamos esperando, Masaferry"


Hi~! Bueno...no he actualizado DCT pero se me ocurrió esto después de escuchar (y entender el 0.000000000000000002%) de Bloody Shadows x3 dioses las voces de todos, en especial de Shoutan *-* tuve varios problemas porque casi casi estaba haciendo traducción con las pocas palabras que entendía y después a media historia dije (y cito xD) "Al chile, lo hago como se me de la gana" xD así que salió esto, la verdad me gusto mucho mi trabajo x3 y espero que ustedes también puedan disfrutarlo :D esta es la cosa más oscura que he escrito en mi vida se los juro xD y puse a Tomochii porque pensé que sería divertirlo después escribir como un backstage de como hubiera sido si de verdad hubieran grabado una película (sip, tengo planes a futuro xD) pero lo puse como K+ porque a pesar de toda mi oscuridad reprimida aquí (XD) no tiene nada malo mas que vampiros bonetos *-*

Así que me despido por ahora xD , dejen reviews! :D