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Best Christmas Ever
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—Resumen Completo: Sakura Haruno era una mujer que no veía en la navidad como todos los demás, pues cada navidad que pasaba vivía siempre una mala experiencia y se había acostumbrado a ver la navidad como una época triste, tétrica y solitaria, además de que se sentía atada a una promesa que le habían hecho que nunca se cumpliría pues el hombre de esa promesa ya había hecho su vida.
Sasuke Uchiha había vuelto al pueblo que lo vio nacer solo para descansar de la ciudad y de sus propios problemas, pero él nunca pensó que volvería a encontrarse con aquella chica a la que había amado por mucho tiempo.
Sakura no sabía que el destino le tenía preparada una sorpresa, la cual la haría pasar la mejor navidad de su vida.
Un milagro de navidad…
—Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, le pertenecen a Masashi Kishimoto pero la historia es de mi total autoría. Lea bajo su propio riesgo y si la historia no es de su agrado, no la lea. Simplemente no vaya por ahí arruinando el trabajo de otro con su envidia. Gracias :)
—Advertencias: Lemmon — OOC — Lenguaje Explicito — Angustia — ¿?
—Rating: M (+18)
—Notas: Esta historia fue escrita en formato original y fue publicada en Wattpad, más adelante los detalles, lo que quiere decir que algunas cosas resultaran, extrañas, digamos, el cambio de los personajes y el ambiente por igual. Por eso señale las advertencias para que esté enterada (o) y no se sorprenda cuando este leyendo.
—Posdata: Puede que la historia este publicada por completo en la página original pero muchas cosas cambiaran por la adaptación.
—Historia Original: «Best Christmas Ever» por «MizzDeedeeBaby» en «Wattpad»
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Capitulo 1
Cinco días para Navidad — 1er Día
Llegada
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Cinco días.
Faltaban cinco días para navidad y ella aún seguía sola. Sakura Haruno soltó un suspiro y se acomodó en un sillón en su consultorio. Era lo mismo cada año, a veces iba a fiestas que hacían sus amigos o compañeros de trabajo, pero no era lo mismo, no se sentía igual. Además siempre se iba antes de que terminaran esas fiestas, es que verlos felices con sus parejas o familiares rodeándolos era como si le clavasen una estaca en el corazón.
Miró por la ventana, la calle ya estaba oscura, de seguro pasaban de las diez de la noche y como no tenía que ir a casa porque nadie la esperaba, mejor se quedaba dando turno en el hospital. Su trabajo a veces la hacía olvidarse de lo sola que estaba, agradecía haber estudiado Medicina, su trabajo consumía todo su tiempo ya que simplemente no quería pasar su tiempo haciendo cosas tontas, la gente en aquella época del año era eso lo que hacía.
Odiaba la navidad. Una época de felicidad, armonía y amor. Ella no lo veía así, la veía como negra, solitaria y triste. Odiaba la navidad porque esa época había marcado tres veces su vida. Sonrió con desgana. La muerte de sus padres, la pérdida del amor de su vida, aquel accidente fatal que casi la deja muerta… ¿Cómo podría amar la navidad si le había pasado tantas cosas malas? Solo una gente demasiada positiva de la vida vería la navidad diferente a ella luego de haberle pasado esas desgracias.
Se miró la mano derecha tenia aquellos recuerdos esparcidos por ella. El anillo de bodas tanto su madre como el de su padre, los dos en el dedo anular, una cicatriz sobre el dorso de la mano y una pulsera de hilos que era el único recuerdo del hombre al que había amado de verdad.
Sakura arrugó los labios al ver la pulsera. No sabía porque seguía usándola, debería quitarse la pulsera, ya que aquella había sido una promesa de regreso que esa persona había incumplido, porque nunca regresaría a ella. Procedió a quitársela, debía de liberar aquel recuerdo doloroso una vez por todas, pero cuando se la estaba quitando, picaron la puerta de su consultorio y luego esta se abrió, miró hacia allí. Una mujer con el pelo rubio platinado entró rápidamente en el consultorio y cerrando la puerta se acercó a ella sonriente.
—¡Hola Sakura!—exclamó la mujer, que se llamaba Ino Yamanaka ahora Himura, su amiga desde el parvulario, sin impórtale la hora que era y que estaban en el hospital.
Sakura, intento sonreír como ella, pero de seguro a Ino, aquel amago de sonrisa le había parecido una mueca porque arqueó sus rubias cejas y se sentó frente a ella.
—Vamos, sonríe con ganas, Frentuda…—dijo Ino sonriendo.
—¿Cuándo vas a dejar ese apodo tan infantil?—dijo Sakura clavando en ella sus ojos verdes fulminantes, aquel apodo era insultante, un imbécil se lo había puesto hace años porque no quiso salir con él y dolido, había comenzado a burlarse de ella, solo por tener un poco la frente grande.
—Ya te he dicho que solo lo dejare cuando me muera, Sakura…—dijo Ino sin tacto.
Sakura frunció el ceño e Ino se dio cuenta de lo que dijo.
—Lo siento…—se disculpó ella.
Sakura se encogió de hombros, restándole importancia. Todos íbamos a morir, era ley de vida.
—Está bien—dijo Sakura—De todos modos algún día todo el mundo va a morir—dijo e Ino la miró sorprendida. Ella volvió a encogerse de hombros.
—¡Sakura!—exclamó—¡Por dios, se un poco positiva!
Sakura hizo un ademan de manos.
—Es simplemente la verdad, es el ciclo de la vida.
Ino se quedó pensativa y luego movió la cabeza, haciendo que su larga coleta rubia se moviese con el movimiento. Sakura sintió una pizca de envidia por el grácil pelo de su amiga, le gustaría que el suyo se moviese así pero, el suyo era corto, sin vida y de un asqueroso color rosa.
—Ya entiendo porque estudiaste medicina—dijo Ino—No le das mucha importancia a la muerte…
Sakura puso los ojos en blanco.
—Eso no tiene que ver con lo otro.
—Si tiene que ver—murmuró Ino frunciendo el ceño—No te sorprendes cuando ves a una persona sangrando o muriendo.
—Es porque estoy acostumbrada…—dijo Sakura, además, con respecto al sangrado. ¿Hello? Pero había estado sangrado toda su vida por sus partes íntimas, era normal que no se asustase al ver sangre.
Ino le sacó la lengua y comenzó a jugar con su pelo. Sakura escaneó a Ino, su amiga era muy guapa, todo lo contrario a ella que era un esperpento o así era que se veía, aunque su amiga decía que era hermosa. Su amiga se veía tan feliz, pero era obvio que tenía que estar feliz. Ella ya estaba casada y había hecho una familia con su esposo, era normal estar feliz. Desearía tener lo mismo pero… Hizo una mueca ¿Qué hombre iba a quererla a ella? Tenía mala suerte… Era mala suerte Sakura…
—Sakura…—la llamó su amiga.
Sakura miró a su amiga a la cara, era tan hermosa… Sakura se dijo que tenía que dejar la envidia. Ino era su mejor amiga, no podía seguir pensado que sería de ella si tuviese una familia como la de Ino o si fuera como Ino. Debía de dejar eso.
—¿Si?—preguntó Sakura.
—¿Por qué te la estabas quitando?—dijo Ino mirándola seriamente.
Sakura arqueó las cejas confusa, pero luego se miró la mano y se dio cuenta de que la pulsera de hilos estaba casi desatada, aún no había terminado de quitársela.
—Ah, es que creo que ya debería quitármela…—dijo Sakura—Me esta molestando.
—Sakura pero si tienes años con ella y déjame decirte que está muy bien hecha. La pulsera que Itachi me regalo hace tiempo que murió, pero la tengo guardada en mi baúl de recuerdos, bueno al menos los retazos de ella…—dijo ella con una sonrisa.
Se le había olvidado que cuando Sakura estaba saliendo con aquel chico que le rompió el corazón, el hermano de aquel chico, Itachi, había tenido un pequeño Crush con su amiga. Había sido una lástima que Ino no vio al chico como una posible conquista, ya que estaba saliendo en ese tiempo con el hombre que sería su esposo, Sai Himura. Cuando los dos hermanos se fueron de la ciudad, el chico que le rompió el corazón le regalo una pulsera de recuerdo e Itachi hizo lo mismo con Ino, las pulseras solo se diferenciaban en el color, pero eran la misma…
—…es algo raro que aun la pulsa este viva—dijo Ino sacando a Sakura de sus pensamientos—Con todo lo que ha pasado…
—Si…—se dijo ella mirando el objeto que rodeaba su muñeca.
—Sakura…—escuchó Ino llamarla una vez más—Creo que deberías dejártela puesta.
Sakura dejó de mirar la pulsera y miró a su amiga. ¿Por qué debería hacerlo? La había estado usando por casi diez años como una promesa que le había hecho a su Amor Perdido, al chico que le había roto el corazón y que según él si usaba la pulsera algún día volvería a ella. Era una lástima que él nunca volvería. Soltó una carcajada. De todos modos. ¿Qué haría él aquí? Estaba casado, tenía una empresa multimillonaria y de seguro una vida de lujos. Él nunca volvería a aquel pueblecito y menos a estar con ella. Sonrió sin ganas.
—Ino estas tan equivocada—le dijo a su amiga—Aquella promesa murió cuando él se casó e hizo su vida—dijo y soltó una carcajada irónica—Además, es de tontos pensar en una promesa tan tonta como aquella, éramos jóvenes, los jóvenes siempre hacen cosas tontas.
—¿Y qué importa?—preguntó su amiga—Eso no hace nada, quizás sea cierto que se haya casado, pero no has pensado que quizás él vuelva algún día.
¿Y qué haría ella con eso? Si él volvería algún día seria para… ¡Quien sabe! Está casado, es millonario y tiene su vida en otro lugar. No volvería a este pueblo de mierda a buscar nada. Una persona como él no pertenecía a este lugar. Además, dado el caso que volviese, no sería a buscarla a ella. Tenía esposa por Dios y de seguro se había olvidado de la tontita de pelo rosa.
—¡Por favor!—se burló Sakura.
—Es posible—dijo Ino—Todo puede suceder.
—Quizás… Posible… Todo puede suceder…—Sakura se rió con más ganas e Ino la miró con una mirada triste—Solo son quizás no hay ninguna palabra afirmativa de seguridad en lo que has dicho de por medio—dijo—¿Sabes por qué?—preguntó e Ino desvió la mirada—Porque él no va a volver.
—¡¿Que sabes tú?!—exclamó Ino—¡No puedes predecir el futuro, Sakura!
—Es cierto, no puedo…—le dijo soltando una carcajada después y Ino la miró con una mirada de lastima. Sakura frunció el ceño y se quitó la pulsera, lanzándola sobre el escritorio—Quédatela…—le dijo. Ella no necesitaba eso. Era una persona madura. Iba a olvidarse de estúpidas promesas de adolescentes. Necesitaba seguridad.
Ino se acercó temblorosa. Sus dedos igual de temblorosos tomaron la pulsera y luego está la alzó para después mirar a Sakura con la boca abierta, quizás porque Sakura se la había quitado. Bueno, era su maldita mano en la que estaba, ella podía hacer lo que quisiese con ella y además, esta estorbaba con su trabajo.
—Sakura…
—Quédatela.
Ino frunció el ceño.
—Sakura…—murmuró con voz temblorosa—¿Acaso no te has dado cuenta de que cuando te quitas la pulsera pasan cosas malas?—pregunto Ino.
—Estás loca—le dijo Sakura, pero sabía que se equivocaba al decirle aquello.
—Estoy muy cuerda y lo sabes.
Sakura arqueó una ceja. Ino y sus suposiciones extrañas. Solo eran cosas que habían pasado, dada la casualidad que había prescindido de la estúpida pulsera cuando sucedieron. Sabía lo que su amiga le estaba diciendo, cuando hacia alguna rabieta, cuando pensaba sobre el pasado y se quitaba la pulsera ocurrían cosas malas. La muerte de sus padres había ocurrido una noche que había hecho una rabieta y se había quitado la pulsera, dejándola en la cama. Sus padres iban a ir a una cena de navidad y ella se había negado ir, consiguiéndolo. Murieron por un accidente de coche esa misma noche. Se preguntó qué hubiese pasado si hubiese ido con ellos… ¿Estaría muerta ahora mismo?
También no tenía la pulsera cuando sufrió el accidente en el parqueo del hospital, la misma noche de navidad, chocada por un hombre borracho que había llevado a su mujer igual de borracha a urgencias. Aunque no se había culpado al hombre por querer salvar la vida de su esposa, había sido casi causante de su muerte. Había durado en coma casi tres meses desde navidad hasta principios de marzo.
—Sakura…—murmuró Ino y Sakura desvió la mirada soltando un suspiro, tenía que admitir que Ino tenía un poco de razón pero aun así, solo eran casualidades que habían ocurrido.
—Es cierto—admitió Sakura a pesar de que sabía que Ino no la dejaría tranquila.
—No debes quitártela Sakura…—dijo Ino lanzándole la pulsera, Sakura la atrapó en el aire y luego la observó mientras se preguntaba por qué debía de conservar aquello que tanto le hacía recordar a su amor perdido.
—Pero yo no quiero usarla ya—le confesó a su amiga.
—Entonces usarla como amuleto.
—No quiero.
Su amiga sonrió.
—Esa pulsera es como un amuleto, Sakura—dijo Ino—Te ha salvado… ¿Recuerdas que cuando iban a desconectarte?—preguntó Ino y Sakura arqueó las cejas. ¿Qué pregunta más estúpida? Obvio que no lo recordaba porque estaba en coma. Ella se dio cuenta de que lo que dijo no tenía sentido y soltó una risita—Es cierto, no recuerdas, pero yo te puse la pulsera y…—se rió con lágrimas en sus ojos turquesas—A la hora despertaste. Fue un milagro, Sakura…
Sakura entornó los ojos. Ino siempre contaba esa historia. Era cierto que había despertado de la nada, pero no creía que fuese por una estúpida pulsera. Como doctora que era, sabía que había sido porque su cuerpo se había curado y había vuelto a la acción. Simplemente era esa la razón.
—Cerda…—murmuró cuando vio que Ino no iba a parar de llorar al menos que se pusiera la tonta pulsera.
—¿Póntela si?—preguntó Ino—¿Por mí?—suplicó.
Sakura sintió como su estómago se revolcaba, ella y su egoísmo había causado que Ino llorara y se sentía fatal verla. Su amiga siempre lloraba por ella, mientras que ella ni siquiera se inmutaba en hacerle caso a Ino. Era una mala amiga. Sakura asintió, lo menos que podía hacer era hacer feliz a su amiga, así que se colocó la pulsera de nuevo, atándola de nuevo a donde había estado antes.
—¿Estas feliz?—preguntó Sakura levantando la muñeca donde estaba la pulsera.
—Así me gusta…—dijo Ino levantándose de la silla—Ya me tengo que ir, mi turno terminó—dijo Ino y Sakura se sorprendió que Ino aun estuviese trabajando, para estas épocas ella hacia todo lo posible por estar libre del hospital—Tú también vete, Sakura—dijo Ino—Te ves muy cansada.
Sakura asintió. Ino tenía razón, ahora que ella lo decía, se sentía cansada y tenía ganas de dormir hasta el mediodía, quizás pediría el día libre de mañana. Ino se acercó a ella y le dio un abrazo, se despidió de Sakura y se fue. Sakura hizo lo mismo, guardó sus cosas y se fue del hospital.
Condujo con una mirada desolada hasta su casa, en el camino veía como las otras casas y otros establecimientos, sentían el espíritu navideño. Quizás ella debía también buscar ese espíritu. Sonrió, Ino la había puesto positiva otra vez, esperaba que aquel positivismo durara hasta finales de navidad. Mañana iría de compras, le daría a su casa un poco de espíritu navideño.
Aparcó frente a su casa, se veía tan oscura y tan tenebrosa, todas las luces apagadas y como sin luz. La nieve inundaba su jardín ya que no había tenido tiempo de limpiarlo solo porque no le había importado. En serio que debía de darle un poco de espíritu. Quitó sus llaves del contacto y salió del auto, cerrándolo. Intento caminar hacia la casa, pero algo la hizo detenerse.
Su bufanda estaba obstruida con la puerta de su auto de segunda mano. ¿Cómo no se había dado cuenta? Sonrió, era una tonta. Comenzó a tirar lentamente de la bufanda, pensando que saldría fácilmente, se equivocó. Buscó las llaves en su abrigo y cuando la llevó hacia el agujero de la puerta, cayeron, así de simple.
Sakura iba a soltar un improperio, pero se contuvo.
—Actitud positiva… Actitud positiva…—murmuró Sakura aquel mantra varias veces para no perder los estribos.
Se agachó a buscarlas pero sus manos fueron tan estúpidas que la movieron hasta debajo del auto. ¿Pero qué mierda? Estaba sin suerte hoy o que.
—¡Oh Dios! ¿En serio?—gritó en voz alta mientras miraba al cielo oscurecido.
Sakura se tranquilizó. Mejor intentaba halar la bufanda más, tal vez saldría si la halaba un poco, así después podría buscar las llaves y entraría a su casa. Si, era mejor intentarlo. Comenzó a tirar otra vez de la bufanda, pero la maldita que era de lana y muy cara, no quería salir.
Soltó un improperio en voz alta y tiró de ella una vez más, por la fuerza, además de quedarse sin bufanda quedo tirada sobre el frió suelo, lleno de húmedo por la nieve derretida. Tanto como su ropa y como su cabello se llenaron de nieve y maldijo al cielo. Era uno de esos días de perros. ¿Acaso dios estaba en contra de ella? ¿La odiaba? ¿Por eso le pasaban tantas cosas horribles? Y ella que había pensado tan positivamente hace unos minutos, pero no… ¡Dios!
Soltó un sollozo. ¿Qué más quería Dios de ella? Ya había sufrido bastante… ¿Acaso tenía que sufrir más? Comenzó a sollozar, ya no aguantaba su vida. Se odiaba a sí misma, odiaba su vida… ¿Por qué no se la llevaba todavía? Dejó de sollozar y se levantó del suelo, limpiándose un poco, para nada, porque tenía el abrigo todo sucio. Era mejor regresar a su casa y llorar en silencio por sus desgracias.
—Tienes un lindo color de cabello incluso con la nieve como adorno…—escuchó decir a una voz masculina cerca de ella.
Sakura se quedó rígida, pero luego recuperó la compostura y se giró rápidamente, topándose con aquella persona que nunca hubiese creído que volvería a ver. Abrió los ojos como platos, totalmente petrificada… Reconociendo a esa persona que pensó que sería su todo cuando era una adolescente pero quien la había abandonado para buscar una mejor vida.
Aquella persona que había anhelado por años, estaba frente a ella…
Su amor perdido. El hombre que le rompió el corazón.
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Sasuke Uchiha se bajó de su auto del último modelo y caminó hacia aquella casa que tantos recuerdos le traía. Sus familiares ya no vivían allí, se habían mudado todos juntos a una ciudad más prospera, no es que quisiese decir que aquel lugar no era prospero, pero no se podía comparar a la gran ciudad donde había hecho su hogar por casi 10 años con aquel pueblo donde estaba ahora mismo.
Abrió la puerta de la casa y entró. Aunque la casa había sido habitada por una familia diferente, aún conservaba el olor de antes, a canela y manzana, como los pasteles que hacia su madre. Sonrió y cerró la puerta detrás de él, dejando su maleta a los pies de esta. Hizo un recorrido rápido por la casa, recordando algunas cosas en el camino. Le había pedido a un amigo que era decorador que su antigua casa restaurara como había estado antes. Gracias a las fotos que su amigo se había llevado, su trabajo había quedado bien hecho. La había dejado casi igual, solo unos pequeños detalles insignificantes daban la diferencia que solo su familia y él notarían.
Ya en la sala de nuevo, se tiró sobre un mullido sofá, acomodándose en él. Se pasó una mano por su cabello negro despeinado. Estaba hecho polvo, había hecho un viaje de 7 horas en coche solo porque deseaba llegar esa noche. Además de que no había querido pasar una noche más bajo la casa que había compartido con su esposa, hizo una mueca. La casa que había compartido con su ex esposa. Así sonaba mejor.
¿Qué había estado pensando antes? Cualquiera se hubiese dado cuenta de lo arpía y manipuladora que era su ex esposa. Karin había sido un ángel cuando se conocieron en la universidad, todo un ángel… Se rió con desgana. Un demonio vestido de ángel más bien. ¿Cómo no lo había venido venir? Había estado tan ciego, tan… ¿enamorado? No, se dijo que aquello había sido un encaprichamiento, solo había sido una forma de olvidar viejos amores.
Pero aun así… ¿cómo diablos se había cegado y no había visto el monstruo que era su ex esposa? Una mujer interesada que solo le importaba el dinero, quien se había acercado a él en la universidad con esa intención, ya que su familia por ser una de las fundadores del pueblo de donde era tenía dinero… ¡Que ciego había estado!
Movió la cabeza e intento despejar sus pensamientos, ya se había librado de Karin hace unas semanas. Le había dado lo que le pertenecía por derecho, había firmado el divorcio y ya se había alejado de ella. Nunca volvería a cometer un error como aquel.
Se levantó del sofá y comenzó a caminar por la sala. Aunque estaba cansado se sentía con energía y no lo entendía. Quizás debería caminar un poco, así el sueño llegaría a él. Agarró la maleta y se la llevó al segundo piso, al cuarto principal, el que había sido antes de sus padres, pero que ahora era suyo. Entró en el cuarto y dejo la maleta sobre la cama, la abrió y buscó una ropa más cómoda, ya que había estado desde esta mañana con aquel traje debajo del abrigo. Se quitó la ropa, y se colocó un jersey negro, unos vaqueros. Se puso un abrigo de cachemir y se quitó los zapatos, poniéndose unas botas, aunque no se había bañado, ya lo haría después.
Salió del cuarto y bajo de nuevo, saliendo de la casa y comenzando su caminata por aquel pueblo lleno de recuerdos. Mientras iba caminando iba recordando todos los buenos momentos que había pasado en aquel lugar. Su primer beso, su primer partido, sus salidas nocturnas, las tardes que frecuentaba junto con su grupo en la cafetería. Se detuvo frente a dicho lugar, pegándose del cristal decorado con imágenes de bolas de navidad y copos de nieve, miró hacia dentro del lugar donde estaba la mesa en la que siempre se sentaba. Todo seguía igual…
Siguió caminando por los lugares que había frecuentado en un tiempo atrás, incluso llego al barrio donde habían vivido la mayoría de sus viejos amigos. Aunque a algunas casas le habían hecho algunos arreglos todas seguían igual que antes.
Era bueno volver… Se detuvo cuando escuchó como alguien que se quejaba en ese momento en voz alta.
—¡Oh Dios!—exclamó una voz—¿En serio?
Miró hacia el otro lado de la calle, había una casa toda oscura, como si estuviese abandonada. Era una mujer la que había hablado en voz alta en lo medio de la noche. Parecía tener problemas. Comenzó a cruzar la calle, dirigiéndose a ella. Mientras se acercaba pudo distinguir que aquella mujer se le parecía a alguien, demasiado diría él.
La mujer cayó el suelo de un pronto y él caminó más rápido hacia ella, pero vio como en unos segundos la mujer se levantaba y comenzaba a sacudirse la nieve de su ropa. Ya cuando estuvo detrás de ella, se dio cuenta de quién era la mujer que estaba frente a él. Soltó una risita, reconocía ese grácil y divertido color de pelo. Nunca había conocido a una mujer que lo tuviese así.
—Tienes un lindo color de cabello…—le dijo y se rió cuando vio que parte de él estaba cubierto por la nieve—Incluso con la nieve como adorno…
La mujer que tanto conocía, se quedó como una piedra, luego de un pronto se giró hacia él, Sus ojos se abrieron tan grandes por la impresión que incluso con la luz de la farola de la calle pudo ver aquellos ojos verdosos que tanto recordaba. Le sonrió.
—Hola…—le dijo Sasuke con cortesía a la chica frente a él.
—¡¿Qué?!—exclamó ella y se rió como una psicópata para luego mirar el cielo y decir en voz alta—¿Acaso estás jugando conmigo? ¡Ya basta! ¡Deja de jugar conmigo! ¡¿Qué acaso no te doy pena?!
—Oye…—la llamo él extendiendo una mano hacia ella.
Ella dejó de mirar el cielo y lo miró con una cara de burla.
—No eres real, eres producto de mi mente…—dijo ella y se agachó a recoger algo del suelo, para después coger su bolso que también estaba sobre el asfalto y caminar hacia la casa oscura—Ino y sus cosas…—escuchó que ella murmuraba.
Él se quedó mirando con las cejas levantadas. ¿Qué no era real? Se rió, ella no sabía lo muy real que era. Caminó hacia ella al momento que la mujer abría la puerta.
—Sakura…—su nombre salió de sus labios, había extrañado mencionar aquel nombre tan hermoso, vio como ella otra vez se quedó como piedra—Soy real…—le dijo Sasuke y se quedó esperando a ver su reacción.
—Estaba deseando que no dijeses eso…—le dijo rápidamente abriendo la puerta y cerrándosela luego entre las narices cuando él había dado un paso adelante.
Sasuke sonrió y se miró los zapatos mientras se reía. Sakura Haruno le había cerrado la puerta entre las narices. Bueno, de seguro estaba enfadada con él. Era de esperarse, habían sido novios en la adolescencia y cuando tuvo que irse del pueblo, le había hecho una promesa de que volvería con ella, algo que no había hecho, aunque había vuelto, aunque no había sido por dicha promesa… ¡Oh maldición! Suspiro.
Mejor se iría y ya más tarde intentaría hablar con ella para arreglar las cosas. Ya que en aquel tiempo, además de ser su novia, ella había sido una gran amiga y le gustaría retomar su amistad. Sasuke se dio la vuelta y se alejó de la casa caminando de nuevo a su vieja casa. Lo haría… Arreglaría las cosas porque no le gustaba deberle a nadie.
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Sakura se quedó pegada de la puerta hasta que escuchó los pasos resonantes sobre el suelo de su jardín, dando a entender que la persona que había estado del otro lado de la puerta se había marchado. Soltó todo el aire que había estado conteniendo y se cayó de rodillas. No podía ser… Era él… No era posible… Sintió su corazón latiendo tan rápido que este podría a salírsele el pecho, algo que no era posible pero si podía darle un infarto allí mismo.
Se agarró la cabeza con las manos. ¿Cómo era posible? Sakura movió la cabeza. Debía de estar desmayada sobre la nieve por la caída, debía de ser eso. Era la única explicación. Se rió como una maníaca. Pues claro que debía de ser eso, Sasuke Uchiha nunca estaría allí. Él era multimillonario, estaba casado, tenía una empresa igual de millonaria que él. ¿Qué iba a buscar un hombre como Sasuke Uchiha en un pueblo tan atrasado como aquel?
Si, mañana despertaría en el frio pavimento y se reiría de sí misma. Se levantó y caminó nerviosa por la sala. ¿Cuándo se despertaría de aquel sueño? ¡¿Cuándo?! ¿Acaso aquello no había sido suficiente para sorprenderla? Espera. Sakura se llevó una mano hacia un brazo y con sus dedos índice y pulgar, pellizco con fuerza su piel. Dolió. Mucho. ¡No! ¡Oh Dios! No estaba soñando, estaba en la mera realidad. Sasuke había estado frente a ella luego de tantos años sin verse… ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué hacia él allí?
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Espero que les haya encantado el primer capítulo de este Fanfiction. Es un Fanfiction viejo que publique una vez pero que elimine, creo que solo subí el primer capítulo antes de eliminarlo, pero volví a traerlo porque lo edite y que además, bueno, es ¡Navidad! Fin de año y todas esas mamadas que vienen con el fin de año xD
Denisetkm - Kisses :*
—Si hay algun error, me avisan para arreglarlo al instante, a veces se me pierden algunas cosas cuando estoy editando— Gracias :)
