¡Hola a todos!

Aquí va otra historia, plis léanla, por más tedioso que parezca ok? (si, es que el "como siempre" si lo ven bien, se repite unas cuantas veces ji ji )

Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada; me gustaría que sus personajes me pertenecieran, pero como no, pues les hago sufrir un poquito je je.

Como siempre

Como siempre asomo por la puerta de tu habitación, como siempre busco indicios de ti, pero te has ido, sin dejar rastro, como siempre.

Te fuiste como siempre, sin despedirte. Me retiro a mi habitación, como siempre al ocultarse la luz del sol, como siempre a llorar, como siempre por ti y porque todo a mi alrededor se aleja dejándome solo, como siempre.

Como siempre, asomo a mi ventana, las estrellas han salido, tan brillantes, como siempre. Como siempre las observo, como siempre la nostalgia y el objeto en mi mano se asemeja a ellas en el intenso brillo, falsa esperanza, como siempre.

Nadie lo ha notado, sólo han visto la cicatriz en la muñeca, como siempre le restan importancia, pues siempre les dije que era por causa de la cadena que he llevado desde que me convertí en caballero. 'Las cadenas lastiman' les digo; pero no lo entienden, no pueden saber a qué cadenas me refiero, como siempre.

Como siempre, recuerdo... como siempre mirando al cielo, bajo las constelaciones, como siempre la culpa, siento que no hay disculpa, como siempre. Y me persiguen, ellos, los caídos, fantasmas nocturnos, mis verdugos, como siempre.

Como siempre, lo intento, ahí en mi balcón, el objeto punzante, brillante, hincándose en mi piel, como siempre. La sangre roja, cálida, dolorosa... como siempre dulce, cargada de esperanza, como siempre la incertidumbre, desesperante, asfixiante... y sonrío, esperando el fin, mi fin; como siempre, la esperanza es truncada: inmortalidad amarga, como siempre.

Y como siempre, la herida se cierra en segundos y las gotas claras, que escurren desde mis mejillas hasta caer en mis manos, suplantan a las rojas en las muñecas, dándome el anuncio de un amargo día más, como siempre.

Como siempre, me retiro a mi lecho de sueño, como siempre, limitado, nunca eterno. Tú nunca lo sabrás, ellos nunca se enterarán, nunca sabrán de mi dolor, tampoco de mi destino inmortal.

Pienso entonces, y como siempre, en mi siguiente oportunidad, tal vez el día de mañana despierte, como siempre, sólo que esta vez, libre del peso de este castigo de eternidad. Tal vez el hado tenga piedad de mí, y me deje ir por fin, o tal vez, mi rostro salude a la luz del día, con una máscara de sonrisa fingida, y espere a la luz de luna y los fantasmas de la noche para intentarlo de nuevo, como siempre.