Regla # 1: Los malos ganan, los buenos no; y ésta es la norma más importante
Primer banco de Canterlot:
Esa era a simple vista una de esas tardes aburridas, con muy poco movimiento y todos los empleados estaban por dormirse sobre sus registradoras. Pero repito: a simple vista, la verdad todos estaban preparados saltando ante cada pequeño movimiento que escucharan a su alrededor ya que la mayoría de los clientes y empleados no lo eran en absoluto sino Guardias Reales encubiertos dispuestos a atrapar a los dos asaltantes que sin fallar ni una venían a robar el banco exactamente cada tres meses a las cuatro en punto. ¿Por qué? No sabían, pero de todos modos no podían esperar que nada tuviera sentido con esos dos.
—¿Cuánto falta para que dejemos de fingir, comandante Sentry? — Preguntó uno de los 'cajeros' al 'cliente' que atendía en esos momentos.
Flash, líder de la misión, miró su reloj y frunció el entrecejo; otro detalle de esos dos era que eran muy puntuales, no se retrasaban ni un minuto en sus golpes.
—Muy poco: cinco, cuatro, tres, dos, uno…
El tragaluz que se encontraba en el techo se rompió entonces en miles de pedazos y todos los ponis corrieron a refugiarse bajo los escritorios, sillas o lo que tuvieran a casco. Entonces una cuerda apareció en el medio del agujero recién hecho y de éste se deslizó seductoramente una muchacha ataviada en un leotardo negro con botas de diseñador color rojo bermellón a juego con un cinturón del mismo color y una bufanda rojo rubí que se agitaba con gracia ante cada uno de los movimientos finos y artísticos de ésta chica. Finalmente ella se balanceó ligeramente y saltó hacia el frente de las registradoras dando un giro en el aire; con su bufanda rojo rubí moviéndose al ritmo de su caída como si fuese el listón de una sesión de gimnasia rítmica. Entonces levantó su cabeza para que todos pudieran apreciar su rostro, o al menos la máscara que lo cubría. Era extraña en verdad, una máscara como de muñeca de porcelana con dos ojos hechos de cristal amarillo que relampagueaban hermosamente ante los rayos solares, y para completar el conjunto una melena corta gris perla que se asomaba con precisión hasta exactamente la altura de la barbilla. Toda ella irradiaba elegancia y peligrosidad.
—Buenas tardes — dijo ella con marcado acento francés. — Yo, la Muñeca estoy lista para mi retiro del trimestre. La mitad de la bóveda, si vous plèis…
Entonces la puerta principal estalló en miles de pedazos al tiempo que comenzaba a sonar música electrónica a todo volumen. Seguido de lásers de discoteca morados y violetas que se movían dándole un efecto dramático y finalmente entre el polvo que levantó la explosión se asomó él. Si Muñeca irradiaba un aura de elegancia la de él era más bien energética, como un adolescente divirtiéndose los viernes por la noche.
El sujeto en cuestión vestía lo que parecía ser un traje de spandex negro con detalles en violeta y un casco que ocultaba por completo su rostro, lo único que éste dejaba ver era un par de luces moradas a la altura de los ojos.
—¿Qué hubo? Vine por la otra mitad de la bóveda. ¿Les importaría?
Uno de los cajeros se asomó y disparó un ataque mágico al recién llegado, pero éste sólo lo miró y apuntó su casco contra su atacante. Del traje emergió una especie de cañón que disparó una corriente eléctrica contra su atacante que lo noqueó de una.
Flash desactivó el hechizo de camuflaje de su armadura y encaró a los dos con furia.
—Bien, por fin nos conocemos 'Muñeca' y 'Señor Z'. En el nombre de la Princesa Twilight y la Princesa Celestia quedan bajo arresto por múltiples cargos de asalto a casco armado y destrucción de la propiedad pública. Ríndanse ahora o…
Los dos villanos se miraron.
—Por fin aparece la Guardia Real. Y eso que les dimos oportunidad tras oportunidad.
—Sí, digo, hasta nos tomamos la molestia de mantener una rutina cuando atacamos pero hasta ahora reaccionan. ¿Será que no nos toman en serio?
—Bueno sí…
Flash tenía una venita de irritación en la sien, no soportaba que lo ignoraran de forma tan descarada.
—Miren imbéciles si creen que van a salir tan campantes con todo el dinero igual que siempre están muy equivocados, el dinero no se encuentra aquí, sabíamos que vendrían.
—No nos importa el dinero — dijo la Muñeca como quien no quiere la cosa. — Tenemos mucho.
Z entonces sacó un viejo libro de entre su traje y se puso a buscar algo.
—Veamos, veamos… ¡oh, aquí está! Es como dice el código de la villanía, lo importante no es el botín sino tener la oportunidad de cometer una mala acción cada día.
—Un verdadero villano no es malo por un objetivo sino por el mero gusto de serlo — puntualizó Muñeca.
Los guardias estaban desconcertados, pero de todos modos no andaban de humor. Con un grito de furia corrieron ante el par de insolentes. Uno particularmente grande y musculoso se lanzó encima de Z que lo detuvo con un solo casco sin aparente dificultad, Z era un sujeto más bien delgado, ¿cómo era tan fuerte?
Entonces riéndose por la cara del soldado lo levantó con un solo casco, dio un paso para atrás y:
—¡Atrápelo coronel Sentry!
—¿Qué? ¡AAAAAAAAAAAH!
El sujeto tiró al mastodonte encima de Flash que perdió todo el aire ante el peso de su subordinado. Otro de ellos quiso hundir su espada sobre el insolente pero ésta rebotó ante el contacto del spandex, ¿qué rayos?
Algo como una serpiente se enredó alrededor del tipo.
—¿Ah?
La bufanda de la Muñeca lo tenía bien inmovilizado, ¿entonces qué diablos? Una corriente eléctrica recorrió la prenda que dejó frito al sujeto en cuestión de segundos. Otros más intentaron ser más lisos y arrojaron un par de esposas encantadas contra las patas de la Muñeca. Ella quedó inmovilizada de los cascos frontales pero de un simple movimiento rompió las esposas y de un ágil salto quedó frente al que tuvo el monstruoso valor de arrojarle las esposas.
—Bonsoir.
Y le dio un 'empujoncito' que lo lanzó al otro lado del banco causando un enorme bache en la pared.
A todo esto el soldado que cayó sobre Flash se recuperó y trató de tumbar a la Muñeca. De nuevo la bufanda se enredó alrededor de él y a pesar de parecer simple seda logró inmovilizarlo por completo pese a su corpulencia.
—Esto sólo te dolerá un montón.
Entonces la bufanda se enredó sobre sus cascos traseros y de un rápido movimiento los dislocó. Obviamente el tipo gritó pero ya estaba fuera de combare.
Flash se recuperó, veía cómo sus soldados eran apaleados sin dificultad pero no por eso iba a rendirse. Volando alrededor del grupo cada vez a más y más velocidad su plan era taclear a Z sin que éste pudiera defenderse. Cuando finalmente alcanzó los 60 KM por hora voló listo para tumbar al Señor Z. Pero una garra metálica del tamaño de un poni lo inmovilizó.
—¿Espera, qué?
Trató de zafarse pero era inútil.
—¡No, NO!
Miró hacia abajo.
La garra pertenecía a una estructura antropoide hecha de metal negro con detalles púrpura, y por supuesto una gran Z pintada en el torso.
—¡NOOOOOO! — Protestó Flash, pero el agarre de la cosa era demasiado poderoso para él.
Z se encogió de hombros.
—Sorry amigo mejor suerte para la próxima, ¿y qué tal te parecieron mis Z-Bots? Los traje para que me ayudaran a cargar el botín pero también pueden defenderme si lo necesito.
Flash seguía intentando soltarse mientras que la Muñeca miró extrañada a su compañero.
—¿Zeta qué?
—Bots, abreviatura de 'robot'.
Ella suspiró con paciencia.
—Viejo estamos en una sociedad pseudo-medieval, el concepto de robótica ni sueña con inventarse.
Z gruñó y se puso a pensar.
—Bien, ¿qué tal suena 'Z-Golems de cable y metal que funcionan con electricidad en lugar de magia'?
Muñeca hizo un face-hoof.
—Tú ganas, Z-Bot le queda bien.
Z asintió y a una señal suya, el Z-Bot soltó una corriente eléctrica de gran poder que finalmente dejó a Flash fuera de combate. Z sonrió con cinismo y le dejó su tarjeta de presentación antes de encaminarse a la puerta.
—Lo lamento amigo; nada personal pero es como dice la primera regla código de la villanía: 'los malos ganan, los buenos no' y esa es la norma más importante.
Muñeca asintió.
—Y todas las demás en realidad están diseñadas para hacerla cumplir.
Y sin más los dos dejaron atrás a los apaleados guardias. No tenían su botín pero les daba igual, era como decía el código: un verdadero villano era malo no con un objetivo sino por el gusto de serlo.
Ciudad de Ponyville:
El sol se ponía tras el Palacio de la Amistad dándole una apariencia muy hermosa, y justo en aquel momento un potrillo unicornio entraba silbando alegremente. Era gracioso chiquillo de apenas diez años, con el pelaje color lavanda como su madre pero la melena azul cobalto como su padre; sobre la cual destacaba un mechón rosa igualito también al que tenía su madre. Y su Cutie Mark, para sorpresa de nadie, era una estrella morada sobre un engranaje azul. No era ni nada más ni nada menos que el Príncipe Bright Spark hijo de Twilight Sparkle.
—¡Mamá ya vine! — Llamó él alegremente. — ¿Mamá?
La Princesa Twilight se encontraba en la sala revisando documentos, pero cuando vino su hijo lo miró muy seriamente.
—Está anocheciendo jovencito, ¿dónde estuviste?
—Jugaba con Lumi… ¿por?
Twilight suspiró y abrazó a su hijo.
—Bueno, al menos estás aquí, pero la próxima avísame cuando vengas tan tarde querido.
—Se me fue el tiempo jugando…
Twilight sólo sonrió, la verdad no estaba en verdad preocupada sólo cumplía con su papel de madre.
—Bien, bien, pero recuerda que tienes tareas Bright, ya te atrasaste mucho…
—¡Ya las hice allá mamá! — Dijo él muy orgulloso presentando sus cuadernos. — Revisa si quieres.
Era una rutina muy común entre ambos, aunque Twilight sabía que su hijo era brillante y no cometía errores ni mucho menos dejaba de hacer el trabajo que le mandaban siempre insistía en revisar sus tareas escolares más que todo para enorgullecerse del brillante hijo que tenía. Y él sólo sonreía satisfecho.
—De acuerdo, pero igual tienes tus tareas de la casa. ¿No es el turno de cierta personita de desempolvar la sala?
—En eso estoy mamá, sólo voy a dejar mis cosas a mi cuarto y bajo.
Twilight asintió como si nada y tomó sus documentos de regreso a su estudio; ahora que Bright estaba en casa ya se podía concentrar tranquila. Además que necesitaba darle espacio a Bright para cumplir con su encargo, ya se platicarían más en la cena.
Debido a que ella siempre estaba ocupada los tiempos de comida eran sagrados, y amaba pasar tiempo con su hijo. Era un niño casi perfecto, casi nunca le daba motivos de queja y cuando lo hacía era por quedarse hasta tarde leyendo o estudiando; de hecho le preocupaba que se convertiría en un nerd sin amigos como ella lo fue de potrilla pero no, tenía muchos amigos y en la escuela lo apreciaban mucho.
—Es que tengo un niño tan bueno… — suspiraba siempre de satisfacción.
Mientras tanto Bright había llegado a su habitación y simplemente se arrojó sobre la cama perezosamente. Tomó lo que parecía ser una maleta plegable que escondía bajo su colchón y lo arrojó al piso para que emergiera un Z-Bot.
—¿Qué esperas? Ve a desempolvar la sala, la quiero bien brillante.
La máquina emitió una serie de luces y pitidos y luego bajó listo para obedecer a su creador. Entonces tras mirar al techo por cinco minutos Bright se levantó y sacó su 'diario' o más bien el cuaderno de bocetos de armas y otros aparatos que usaba cuando 'jugaba con su amiga Lumi'. Incluso en éste estaban pegadas las envolturas de goma de mascar en donde entre él y su mejor amiga Lumi (Luminositè hija de Rarity) escribieron originalmente el código de la villanía a los cinco años… ¡qué recuerdos aquellos!
—Veamos… ¿en serio qué le falta a esto para que funcione al a perfección? — Se preguntó tachando anotaciones anteriores y reemplazándolas. — Demonios a este paso esta arma se quedará sin armar.
Entonces se levantó hacia su cómoda y tras mover las pocas prendas de vestir que tenía removió el doble fondo y sacó su caja de herramientas. Sin más se dirigió a su escritorio en donde después de tomar una pluma y activar cierto comando se abrió otro compartimiento secreto en donde se mostraba lo que parecía ser un cañón miniatura pero recubierto de cables y una fuente de energía extraña que recién había diseñado. El problema era que no sabía cómo aprovechar al máximo la batería que recién había creado. Cierto que había logrado perfeccionar un cañón capaz de generar un chorro de plasma en estado puro, pero mucha de la energía de su batería se perdía. ¿Cómo eficientizar el uso de semejante fuente de poder, caramba?
Se quedó trabajando un tiempo cuando su madre lo llamó:
—¡Bright a cenar!
Suspiró, su madre no era la mejor en la cocina pero ya qué, bajó corriendo las escaleras con un apetito feroz.
—Aquí estoy mamá.
—Bien, ahora sí platiquemos, ¿cómo te fue en la escuela?
—Lo de siempre, me felicitaron por mi examen de matemáticas y…
Charlaron alegremente del día, al final el chico miró el reloj.
—Las ocho y media, ¿crees que podré ver a papá antes de mi hora de dormir?
—No creo querido, si no ha venido ahora no vendrá hasta las once. Pero mañana en la mañana puedes saludarlo con un gran abrazo, ya sabes cuánto le alegras el día con uno de esos.
No había mucho más que decir, tras agradecer por la comida Bright subió a bañarse y luego dejaría que su madre le leyera un poco la enciclopedia antes de dormir (antes le leía cuentos pero a diferencia de otros niños no toleraba mucho la fantasía). En fin, el remate que necesitaba para el día perfecto.
Ok me disculpo chicos, no pensé claramente cuando publiqué la primera versión de esta historia y les presenté un producto inferior a lo que usualmente hago. Hela aquí de nuevo y mejor hecha. Pero eso sí, aún ni yo me tomo en serio con este trabajo. Espero lo disfruten y:
Chao; nos leemos!
