Hola a todos. Este fanfic es una continuación de la serie de Gravity Falls. Transcurre un año después del final de la serie. A su vez, es un prologo de otra historia de GF que tengo planeada para mas adelante. En esta ocasión conoceremos a un nuevo personaje que sera vital para el futuro del pueblo. Espero que les guste.


Su nombre era Howard Fiddleford McGucket. Nació en Gravity Falls hace 13 años y era nieto de un afamado científico que había llegado al pueblo hace mucho tiempo. Sin embargo, este hombre sufrió una etapa de inestabilidad mental que había generado problemas en su familia. Su padre Tate quería dedicarle más tiempo a su abuelo para cuidarlo, pero su madre Cecil había recibido una oferta de trabajo en una ciudad de Portland y quería mudarse. Finalmente, llegaron a la conclusión de que era mejor la separación. Howard se mudó con su mamá a la gran ciudad justo antes de empezar la escuela primaria. A pesar de no ver a su papá seguido por la distancia y no tener muchos amigos en el colegio, el chico era feliz junto a su madre. Pero la felicidad no es eterna…

A principios de junio de 2013, mientras trabajaba Cecil sufrió un dolor en el pecho. Un dolor espantoso. Fue llevada al hospital mientras que un amigo fue a buscar a Howard a su casa para que vea a su mamá. El doctor dijo que no era algo repentino, sino que padecía una enfermedad de las arterias coronarias que se fue desarrollando desde hace mucho tiempo, pero ella nunca dijo nada. Unos días después, Cecil falleció…

Destrozado por dentro, tuvo que mudarse con su papá a Gravity Falls, su lugar de origen. A pesar de que habían pasado varios años, conservaba buenos recuerdos de su primera infancia, aunque algunos bastante confusos a tal grado que dudaba si habían sido reales, como cuando se topó con una tribu de gnomos o unas hadas que revoloteaban en la ventana de su habitación de noche. Pero lo que menos se imaginaba es que conseguiría algo que nunca tuvo en Portland: amigos.


-No te preocupes, hijo. Te adaptarás rápido a Gravity Falls. La gente del lugar es algo torpe pero buena-

Howard no prestaba mucha atención a lo que decía su padre. Aún no asimilaba el fallecimiento de su madre. Trataba de engañarse así mismo, simulando que se iba de vacaciones y cuando regresara a Portland, su madre estaría en casa viva y recibiéndolo con una sonrisa. Pero no. Él nunca volvería a Portland. Ni la volvería a ver…

En unos minutos, llegaron a casa junto con el camión de mudanza. En la puerta los esperaba un anciano calvo y de barba larga, vestido formalmente con un traje marrón, aunque de aspecto anticuado.

-Howard, seguramente no te acuerdes de él. Este es tu abuelo, Fiddleford Mcgucket-

El joven se sorprendió. Sus padres le hablaron pocas veces de su abuelo, aquel que fue el causante de su separación. Le dijeron que había sufrido una amnesia que derivo en demencia, pero en su momento era un científico muy respetado. Sin embargo, ahora parecía recuperado y hasta rejuvenecido. Ya no caminaba erguido ni vestía ropas sucias, aunque aún conservaba dejos de locuras, principalmente a la hora de hacer inventos extravagantes o decir expresiones raras cuando se sorprendía de algo.

-Hola muchacho. Cuanto has crecido. La última vez que te vi eras un bebé. Bueno…de hecho, fue la única vez.

El chico no le gustaba escuchar sobre este hombre, porque sentía que era el responsable de la separación de su familia. Pero ahora no tenía motivos ni ganas para pelearse.

-Hola, este…señor McGucket-

-Oh, no tienes que ser tan formal. Dime "abuelo", por favor. - le dijo el viejo McGucket cariñosamente. Le daba ternura la cortesía de su nieto.

-Ah, sí. Disculpe, se… abuelo- se corrigió Howard.

Luego de esta incómoda presentación, los tres entraron a la casa para empezar la mudanza. Tate había vaciado una habitación donde guardaba mercadería de pesca para que su hijo la usara. Su abuelo también viviría con ellos, puesto que había hecho de la vieja mansión Northwest un centro de investigación donde fabricaba máquinas y robots de todo tipo. Tranquilamente podría residir allí, pero el viejo McGucket siempre fue un hombre sencillo que no gustaba de los excesos ni lujos. Por ende, al poco tiempo de comprar la mansión se dio cuenta que extrañaba la sencillez de un hogar y habló con su hijo para mudarse a su casa. Después de muchos años volvieron a ser una familia. Y ahora se agregaría un miembro más. Sin embargo, la situación era demasiado agridulce como para hacer una fiesta de bienvenida. Cuando terminaron de bajar todas las cosas y muebles, Howard se quedó en su nueva habitación acostado sobre la cama. A los pocos minutos, lo llamó Tate para la cena, a lo que el chico le dijo que no quería porque se sentía muy cansado y necesitaba dormir. Tate lo comprendió y decidió dejar que su hijo durmiera. Apenas se fue su padre, se sentó en el escritorio y empezó a escribir en un cuaderno que tenía en blanco:

15 de junio de 2013

Paso una semana desde que falleció mamá. Desde entonces estuve mis últimos días en Portland junto a mi papá, que se quedó conmigo hasta terminar de organizar la mudanza. Aún faltan algunas cosas para trasladar que traeremos en otro momento. Pero eso no es lo que me preocupa. Hoy es mi primer día en el pueblo de Gravity Falls desde que me fui. Sin embargo, apenas tengo recuerdos de cuando era pequeño y son muy confusos. Además, mi relación con mi padre es distante. Y con mi abuelo es directamente nula. Ni siquiera tengo amigos en este lugar. En realidad, nunca tuve amigos y dudo que pueda tenerlos aquí. Por lo general, las personas de pueblos son muy cerrados a la llegada de nuevos vecinos y temo que me rechacen por venir de la ciudad. Me siento más solo que nunca y no sé qué me depara el futuro…

Cuando terminó de escribir, guardó su diario, se quitó la ropa, se acostó en su cama y, mientras trataba de conciliar el sueño, se puso a llorar.