Pansy trabajaba muy duro, su apellido después de la guerra poco valía, pero eso no le interesaba, lo realmente importante era su posición en el ministerio; su realización profesional. Había sudado para llegar a ser la jefa en el piso de relaciones públicas del ministerio, y que si había luchado para conseguir el puesto ¿Una mortifaga haciendo interacciones positivas con todo esa turba enardecida? Agradecía que todo eso fuera parte del pasado, solo le quedaban dos cosas de aquellos días oscuros: la marca tenebrosa y su auror de libertad condicional.

La pureza de la familia Parkinson le había permitido entrar al ministerio pese a sus antecedentes penales pero hasta ahí, el resto había sido a base de su trabajo y esfuerzo.

-Maldita Granger me va matar- Pansy realmente odiaba a la leona, el departamento de Derecho y protección a criaturas mágicas daba mas de que hablar desde las reformas a las leyes que todo el resto del ministerio en meses.

Recién terminaba de redactar el oficio del comunicado 72 respecto a "No-muertos/vampiros requerimientos y documentación para visitar o en su defecto vivir en asentamientos mágicos" Suspiro agotada, eso iba a causar revuelo y tendría que hacer conferencias de prensa donde seguramente habría magos queriendo cruciar a Granger.

Acomodo los mechones sueltos de su coleta y tomo su capa dispuesta a no pasar ni un minuto mas ahí, se dirigió al área de las chimeneas del cual colgaban anuncios que cambiaban de color "Fuera de servicio por remodelación"

Tendría que salir para poderse aparecer en su hogar, de pronto esas hermosas botas de tacón de aguja con altura 12 cm ya no eran tan buena idea, salió de la caseta telefónica maldiciendo a cada trabajador problemático mientras batallaba con su bolso y portafolio.

Una de las hojas que llevaba dentro de un folder en su mano derecha salió volando, obviamente ella tuvo que correr a alcanzar dicho documento, justo cuando la tenia la hoja en sus manos un par de luces se aproximaron peligrosamente. Un auto la había arrollado.

Con sinceridad ella había esperado despertar en San mungo, no en su cómoda cama arropada hasta la nariz, el olor a flores silvestres se colaba por su nariz reconfortándola mientras su edredón violeta se enrollaba sobre ella.

-Señorita Parkinson, le recomiendo volver a leer el contrato y las clausulas de la prorroga ¿entiende usted lo importante es que cumpla? o si no volverá en un abrir y cerrar de ojos al mundo de los muertos.

-Pensé que había sido un mal sueño.

El anciano en su habitación le sonrio condescendiente mientras desaparecia de pies a cabeza fundiéndose en un polvo luminoso rosado.

Se levanto y descubrió no sin cierto asombro que su pijama era de un rosa chillon, bufo, en su mesilla de noche reposaba una carpeta rojo carmín, de la cual emanaba ese olorcillo a flores salvajes, suspiro.

En el universo la energía va fluyendo dentro de las dimensiones mezclándolas entre si, algo había escuchado de antiguos filósofos, pero jamás pensó que se encontraría con la intersección.

Muchas veces había escuchado a magos y brujas que entablaban comunicación con antiguos dioses… siempre pensó que eran producto de pociones alucinógenas, por lo menos hasta anoche.

Abrió la carpeta, mucho bla bla bla y solo unas perturbadoras líneas:

"Yo Eros en representación de Afrodita brindo la concesión como Cupido sustituto a la señorita Pansy Parkinson (descendiente del pueblo de Hecate y por lo tanto con previa autorización de dicha diosa) hasta que cumpla con el objetivo principal situado en el párrafo tercero del presente documento"

Pansy se sintió abrumada, no había firmas en el documento, donde debería estar la firma de Afrodita había la silueta de un beso que cambiaba constantemente de color, donde la de Eros había una pequeña pluma y por ultimo su nombre escrito con sangre.

Los términos del contrato eran claros Pansy continuaba con vida si lograba como mínimo ayudar a dos corazones a encontrar amor.

El real problema es que Pansy no creía en el amor, nunca lo había hecho. Nunca hasta que Eros le pateo el trasero por la noche.

Y venga había sido horrible, siempre pensó que Cupido era un querubín tierno y regordete, no un hombretón de casi dos metros salvajemente sexy que pasaba sus días metido en uno de esos pubs para motociclista, quizá no le hubiera sorprendido ver uno de esos armatrostes muggles cerca de el.

O tal vez Cupido sabia que tenia cierta debilidad por ese tipo de muggles pero que jamás nunca en su vida seria capaz de acercarse a uno, no mientras quisiera llevar el apellido Parkinson.

Menuda mierda.

¡Ah! si faltaba más… tenía un módico plazo de un mes.

Su alarma empezó a sonar… así le quedara solo un mes de vida ella no planeaba faltar al trabajo.