—Tantas aventuras juntos, tantos años a tu lado, Natsu Dragneel… tu mirada angelical y tu sonrisa que era capaz de iluminar cada uno de mis días, creo que eso será una de las cosas que más más echaré de menos… Hubo un día en el que ambos fuimos inseparables, yo incluso fantaseaba con que algún día me convertiría en tu mujer, creo que escribí "Lisanna Dragneel" en unos cuántos árboles cuando era pequeña. Pero llegó aquel día, aquel día en el que me tuve que ir contra mi voluntad, aquel día que Edolas me llevo consigo y tú pensaste que yo había fallecido, fue entonces cuando todo cambió. Me han dicho que nunca me olvidaste, y puedo asegurarte que el sentimiento era recíproco ya que no había día en que tu imagen no se pasase por mi cabeza. Recuerdo aquella vez que te dije "Hey... Si vuelvo a desaparecer en algún momento... ¿Vendrías a buscarme, Natsu?"; supongo que esas palabras te atormentarían esos dos años, ¿no? Pero inexplicablemente lo hiciste, hiciste lo que creía imposible, venir a Edolas y encontrarme de nuevo. Ahora dime, ¿a dónde debo ir a buscarte yo, Natsu? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tuviste que desaparecer si eras una de las cosas que yo más preciaba? Fuiste un buen amigo… y quiero que sepas que en mi corazón siempre seguirás vivo.
—Y en el mío— aportó Happy. Ambos, como la familia que años atrás habían formado pero que por mala suerte del destino se había disuelto, miraban llorosos la tumba simbólica que le habían hecho a Natsu, al igual que la que le había hecho Natsu a Lisanna años atrás.
—¿Regresamos ya al gremio? Lucy debe estar preocupada por ti
—Aye sir…— dijo completamente desanimado y Lisanna lo cogió en brazos para acto seguido acariciarlo— No quiero irme…
—No seas injusto, en estos momentos todos necesitamos el apoyo de todos. Además tú y Lucy eráis a quiénes Natsu más apreciaba, debéis permanecer juntos, llorar juntos…
—A ti también te quería— Lisanna negó con la cabeza
—Desde que regresé de Edolas ya nada ha sido igual, pero no me importaba, no me importaba porque él era feliz… pero ahora…
—Yo… lo siento… mamá
—¿Mamá?— preguntó perpleja la muchacha.
—Sí, mamá, cómo en los viejos tiempos… tú la mamá, Natsu el papá y yo el hijo. No me importaría regresar a aquellos tiempos— la peliblanca notó un nudo en la garganta ante las palabras de "su hijo" e hizo un esfuerzo sobrehumano para intentar no llorar.
—Ya… a mí tampoco… pero debemos avanzar para adelante si lo que queremos es vivi; y debemos vivir por él…
FIN
