· ¡Márchate!
· ¡No pienso irme de aquí sin ti!
· Por favor… Piensa en tu familia, no se merecen que les hagas esto.
· Pero yo te necesito…
· Demasiado tarde.
· Ante esas palabras, ella notó como de pronto el cielo se oscurecía, y alzando la mirada, lo vio cubierto de aviones que se disponían a sellar el destino de miles de inocentes…
Elisa abrió de repente los ojos. Notaba como su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho, mientras que un escalofrío le recorría la espalda. Había sido tan solo una pesadilla, pero le había parecido tan real, que sentía que verdaderamente había estado en medio de lo que creía que podía ser un campo de batalla.
Una vez se hubo tranquilizado, miró el reloj que había en su mesita, y al darse cuenta de la hora que era, se levantó rápidamente para prepararse. No quería llegar tarde al trabajo, otra vez, especialmente esos días en los que había tanto que hacer en el Ministerio, por lo que cogiendo lo primero que había encontrado en su armario, se metió en el baño y en apenas unos minutos, ya estaba lista.
A continuación, recorrió el pequeño pasillo que separaba su cuarto de baño del salón, y tras acomodarse en el sofá, cogió su varita, la cual descansaba encima de la mesa, y tras agitarla suavemente un par de veces en dirección a la cocina, oyó como empezaba a hacerse su café y sus tostadas. Tras eso, cogió el espejo ministerial, y colocándolo delante de su rostro, mencionó en voz alta:
- Elisa Tormo.
Justo en ese momento, en la pantalla apareció el rostro de una mujer que le devolvía la mirada a Elisa y quien le dijo:
-Bienvenida a la línea de mensajería ministerial del territorio español, por favor indique el nombre del mago o bruja con el que quiera comunicarse.
Elisa se rio para sus adentros pensando en que la persona con la que iba a comunicarse no era precisamente un mago, pero trabajar en el ministerio tenía sus ventajas, como era la de poder hacerte con un comunicador para un familiar normalis.
- Alfonso Tormo- le contestó ésta entonces a la mujer.
- En pocos segundo se activará la comunicación. Muchas gracias por usar nuestro servicio, que tenga un buen día.
De pronto, el espejo se oscureció, algo que extrañó enormemente a Elisa, y cuando estaba ya a punto de volver a hacer la llamada, oyó una voz de fondo, la cual, indudablemente, era la de su padre. Elisa puso los ojos en blanco y suspiró con resignación pues estaba claro que su padre nunca se acostumbraría al mundo mágico, incluso después de más de 20 años de haber vivido en él.
- ¡Papá! - gritó entonces Elisa- ¡Haz el favor de coger el espejo!
- Lo siento hija- le contestó él una vez se hizo visible su rostro- ya sabes que no soy quien a hacerme a este trasto, aunque no niego que es una maravilla- le dijo, con una cara de asombro digna de fotografiar.
Elisa no pudo evitar la sonrisa al ver a su padre una vez más tan fascinado con ese objeto, algo que sucedía todas las mañanas que hablaban a través de él.
Siguiendo la rutina de siempre fue Elisa quien empezó preguntándole como le fue en su trabajo en el mundo de los normalisy, a partir de ahí, comenzaron una animada conversación, especialmente para el padre de Elisa, a quien le encantaba todo lo que tenía que ver con su trabajo. Ella se sentía feliz tan solo viéndole hablar, pero su padre la conocía mejor que nadie en el mundo y se había dado cuenta que, tras la sonrisa de su hija, había algo que le estaba ocultando, y no pudiendo resistirse a descubrirlo, dijo lo siguiente:
-Bueno, creo que ya hemos hablado suficiente sobre mi, así que ahora cuéntame que tal estás tú.
-Como siempre, no ha pasado nada diferente…- contestó la joven de manera poco convincente evitando la mirada de su padre.
-Hija, creo que nos conocemos lo suficientemente bien como para que te des cuenta de que es imposible que engañes a tu padre. Además, nunca se te ha dado bien mentirme.
Elisa suspiró ante las palabras de su padre, y sabiendo que no podía hacer nada para evitar la conversión, decidió que lo mejor sería contarle la verdad.
-Papá… algo raro está sucediendo.
- ¿A qué te refieres? - preguntó éste extrañado.
-Pues, ¿recuerdas que te dije que Luis tenía que irse a Francia por una misión?
-Como para no, en todas nuestras conversaciones él es tu tema favorito- le dijo él poniendo los ojos en blanco con una sonrisa pícara en el rostro.
-Papá, de verdad, esto es serio. Se ha ido hace dos semanas y aún no me ha enviado ninguna carta. Además, no es solo por Luis, incluso en el Ministerio, algo estás pasando, algo que nos ocultan y está afectando a mi trabajo. Ya hace una semana que debería haber recibido los correos de los delegados en Alemania y Austria, y aún no me ha llegado absolutamente nada.
Su padre, por su parte, se comenzó a rascar la barbilla, como hacía cada vez que trataba de pensar en una posible solución a un problema, sin embargo Elisa sabía que no era lo mismo enfrentarse a una clase de física en la universidad, que lidiar con los entresijos burocráticos del Ministerio de Magia.
-Bueno, - dijo entonces Alfonso tras varios segundos meditando su respuesta- no es que sea un gran conocedor de vuestro mundo, pero hasta yo sé que están sucediendo cosas horribles a causa de ese mago tenebroso al que perseguís. Que el Ministerio oculte cosas es algo normal, incluso en nuestro mundo los gobernantes normalistambién lo hacen.
Elisa estaba meditando sus palabras cuando Alfonso añadió:
- Y respecto a Luis, ya sabes como es, cuando le mandan una misión para él no existe nada más que eso y tiende a olvidarse del resto del mundo, al igual que hace alguien que yo me sé.
Ante esto último, Elisa esbozó una pequeña sonrisa, la cual no pasó desapercibida ante los ojos de su padre, quien también se la devolvió.
- Puede que tengas razón, quizás esté exagerando demasiado las cosas. Seguro que Luis está bien y lo único que sucede es que está demasiado ocupado como para responderme.
-Sí, - asintió su padre, conforme- sin embargo también te aconsejo que estés atenta a todo lo que suceda a tu alrededor, especialmente ahora más que nunca.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó su hija con expresión confundida.
- Quiero decir que, aunque parte de tus preocupaciones sean infundadas, las referentes al tema del Ministerio puede que no lo sean. Hija, no me gusta dármelas de sabiondo o de entrometido, pero algo me dice que se avecinan tiempos muy difíciles para todos, magos, brujas y normalis, y si tú te ves involucrada, quiero que estés con tus cinco sentidos alerta, porque si te pasara algo…
No llegó a concluir la frase, pero su rostro ensombrecido le dijo a Elisa que una vez más estaba pensando en su madre. Sabía que le había prometido que haría todo lo posible para protegerles a ella y a sus hermanos, y así había sido, pero ahora Elisa era una adulta y su padre era consciente de que no podría estar siempre a su lado intentando protegerla de todo, y aunque sabía que en el fondo su hija no necesitaba de nadie para ello, eso no impedía que se preocupara por ella.
- Papá, sabes que tengo que saberlo, no solo por todo esto, sino también porque me está afectando … Pero te prometo una cosa, tendré cuidado, no importa el peligro que corra. Al fin y al cabo, es lo que he hecho siempre, ¿no?
Ante las palabras de su hija, Alfonso no pudo más que sonreír y asintió orgulloso, una vez más, de en lo que su hija se había convertido, una mujer inteligente y valiente. Elisa, a su vez, también le devolvió la sonrisa y, siendo consciente de la hora que era, decidió que era momento de despedirse de su padre para ir a trabajar.
- Cuídate mucho Elisa- le dijo él- y si descubres algo nuevo sobretodo esto, llámame de inmediato.
- Está bien, y tú estate pendiente de todo lo que ocurra entre los normalis, y si sospechas de algo raro, una noticia extraña o algo similar, házmelo saber.
Y dicho eso, ambos finalizaron la conversación justo en el momento en el que aparecía el emblema del Ministerio de Magia, pasando a ser el espejo uno normal y corriente, o al menos eso era lo que parecía en apariencia.
Tras dejar el espejo de nuevo en su sitio, devoró rápidamente su desayuno, y usando un par de hechizos, lo dejó todo recogido en pocos segundos. Por lo que, poniéndose su abrigo y cogiendo sus cosas, se situó en medio del salón, y en menos de un suspiro, pasó de estar en su pequeño piso a encontrarse en medio de un gran grupo de personas, que se agolpaban, indignados, ante las puertas del Ministerio de Magia.
Había mirado la noticia una y otra vez como si aún no pudiera dar crédito a lo que veían sus ojos, pero era totalmente cierto, y eso lo demostraba la multitud que se agolpaba ante la puerta exigiendo explicaciones de lo sucedido, la cual Elisa tuvo, prácticamente, que empujar para poder acceder al interior del edificio. Al principio no lograba entender que es lo que podía haber provocado tal reacción, pero en cuanto se hizo con una copia del periódico "El Oráculo", donde se hablaban de todas las noticias concernientes al mundo mágico, comprendió enseguida los motivos, pues en la portada se leía una frase que rezaba:
"ESPAÑA CIERRA SUS FRONTERAS: EL MINISTRO DON RÓMULO BUISÁN DECIDE NO POSICIONARSE EN LA LUCHA CONTRA EL MAGO TENEBROSO GELLERT GRINDELWALD"
Y justo debajo de ésta, se podían ver dos fotos, una del ministro y otra del mago nombrado en el título, quien parecía como si realmente estuviera justo en frente de la propia Elisa, mirándola directamente a los ojos, lo que le había producido un escalofrío que le recorrió de arriba a abajo.
Cuando la joven se sentó en su escritorio en el Departamento de Relaciones Internacionales pudo comprobar que la noticia también había pillado desprevenidos a todos los demás pues, en lugar de ocupar sus respectivos puestos como era costumbre, todos se encontraban de pie amontonados en pequeños grupos, hablando ansiosamente entre si.
Elisa, pasado ya ese aturdimiento inicial, comenzó a pensar seriamente en lo sucedido y, poco a poco, sentimientos de indignación y rabia la inundaron. ¿Cómo el Ministerio, el mismo para quien ella trabaja, ha podido tomar una decisión tan importante y drástica sin haber contado con la opinión de los demás? ¿Cómo es posible que vayan a cerrarse en banda al resto de Europa y no combatir contra ese gran mal que suponía Grindelwald? Y sobretodo ahora, cuando dentro del propio Ministerio, había muchas dudas en cuanto a las lealtades de sus miembros, pues durante los últimos meses, todas las operaciones que se habían llevado a cabo para capturar a magos y brujas seguidores de Grindelwald, habían acabado en desastre porque, misteriosamente, éstos conseguían escapar antes de la emboscada, lo que llevó a que surgiesen ciertas tensiones dentro de los distintos Departamentos, especialmente el de Aurores, los encargados de la seguridad y los primeros en ser señalados con el dedo. Recordó como Luis se tuvo que enfrentar a tales sospechas y lo complicados que habían sido esos días, pero él había salido adelante haciendo grandes esfuerzos, lo que había impresionado aún más a Elisa. De repente, ésta fue consciente de un detalle en el que no se había parado a pensar hasta que lo había recordado, si España había cerrado las fronteras, ¿que sucedería con aquellos que estaban fuera del país y necesitaban volver? ¿Qué sería de los aurores que habían salido en aquella peligrosa misión a Francia? ¿Qué sería de Luis?
No pudiendo soportarlo más, Elisa se puso en pie y se encaminó hacia el despacho de su jefe, y cuando justo iba a picar en la puerta, ésta se abrió poco a poco, revelando su interior.
- Srta. Tormo- oyó decir desde dentro de la estancia- ¿podría ayudarla en algo?
- ¿Cómo han podido? - preguntó Elisa acercándose a la mesa con decisión- ¿No han pensado en ningún momento en las consecuencias de esta medida?
- Supongo que se referirá a las últimas noticias.
- ¡Por supuesto que sí! - exclamó la joven cada vez más frustrada- Me parece increíble que hayan tomado esta decisión sin consultar con el resto de la comunidad mágica.
- ¿Y qué pretendía que hiciéramos? - dijo su jefe, Víctor, mirándola inquisitivamente desde su asiento- ¿Que fuéramos puerta por puerta preguntando a todos los magos y brujas lo que el Gobierno debe y no debe hacer?
- No, pero tampoco llevar a cabo algo tan drástico y categórico. Además, ¿qué hay de los magos españoles que se han quedado fuera? ¿Cómo van a regresar?
- Ah, comprendo…- le contestó con malicia al tiempo que se ponía en pie- supongo que su principal preocupación tiene nombre y apellidos y trabaja para el Departamento de Aurores, ¿me equivoco?
Elisa, momentáneamente, no supo que contestar, y notó como un rubor aparecía en su mejillas, causado por la vergüenza y la ira. No podía negar que Don Víctor tuviera razón, pero solo hasta cierto punto, pues a pesar de que estaba preocupada por el destino que le aguardaba a Luis, también le inquietaba pensar en lo que podía sucederles tanto a sus compañeros como al resto de personas que se hubieran visto afectadas por esta situación tan crítica. Por todo ello, y aún a sabiendas de que incluso podría ganarse una severa amonestación en su trabajo, Elisa no dudó en responder a su jefe.
- Usted no tiene ningún derecho a insinuar nada, no me conoce en absoluto, y permítame que le diga…
En ese momento, Elisa reparó en algo que hasta entonces no había visto, un pequeño colgante que había estado oculto tras la capa de su jefe, pero que al levantarse para acercarse a ella, lo pudo ver con claridad. Se trataba de un objeto que no creía que llegaría a ver en España, y menos aún en el Ministerio, las Reliquias de la Muerte, el símbolo de Grindelwald.
Elisa no sabía que hacer, pero si su jefe no tenía miedo de mostrar ese colgante de forma más o menos abierta, eso podía significar que algo más grande y peligroso estaba ocurriendo dentro del Ministerio de España y que no solamente estaba afectando al resto de Europa.
La joven, por un momento, pensó en actuar y lanzarle un hechizo para detenerlo y pedirle explicaciones, pero también consideraba que no sería muy buena idea enfrentarse con alguien tan poderoso como Víctor, a pesar de que ella misma era una de las brujas con más experiencia en el departamento, pero ¿y si hubiera más aliados de Grindelwald dentro de ese lugar? Eso cambiaría las cosas, pues no era lo mismo enfrentarse a una persona que con un grupo más amplio.
Por lo que, fingiendo normalidad, decidió poner fin a la conversación.
- ¿Sabe qué? - dijo ella entonces, alejándose con paso decidido hacia la puerta- Olvídelo, no tengo por qué darle explicaciones sobre mí. Píense lo que quiera. Buenos días.
Dicho eso, salió por la puerta, y viendo que su jefe había vuelto a sentarse y no parecía sospechar nada, decidió ir a hablar con la única persona en la que en esos momento sabía que podía confiar.
Cuando llegó al despacho, picó a la puerta y, apenas escuchó la palabra "Adelante", se metió dentro del mismo. Allí se encontró cara a cara con un chico algo más mayor que ella, alto, de pelo moreno y rizoso, y unos profundos ojos verdes, que la miraban seriamente.
- No sé por qué pero tenía la corazonada de que tarde o temprano vendrías a verme- le dijo Carlos a Elisa nada más verla entrar- Supongo que esto quiere decir que ya te has enterado de la gran noticia, ¿cierto?
- Carlos, no es momento de bromas, todo esto me preocupa enormemente...
- Lo sé, - le dijo él de inmediato acercándose a ella- yo tampoco es que vaya a celebrar la decisión del Ministerio con champagne. Además, si estás pensando en quien sé que estás pensando, que sepas que yo también tengo miedo por él... al fin y a cabo es mi primo.
- No es solo por Luis, Carlos...- le dijo Elisa mirándole directamente a los ojos- hay algo muy raro en todo esto.
- ¿Qué quieres decir? - le preguntó Carlos, extrañado.
- Tengo un mal presentimiento, ¿o acaso crees que es solo una coincidencia que justo después del incidente de Grindelwald en París decidan cerrar de repente aquí las fronteras? Justo cuando piden ayuda a España para tratar de averiguar su paradero.
- Verás, además de un hombre atractivo, también me gusta considerarme una persona inteligente, pero debo decir que ahora mismo no entiendo nada de lo que tratas de insinuar- le dijo a Elisa.
- Carlos- le dijo ella cogiéndole por ambos brazos mientras lo alejaba de la puerta- acabo de ir a hablar con Víctor, mi jefe, y he visto algo muy raro.
- Muy bien, admito que me estás preocupando… ¿a qué te refieres? - le dijo él cada vez más nervioso por el comportamiento de la joven.
- ¿Sabes lo qué son las Reliquias de la Muerte?
Carlos se sorprendió ante la pregunta de su amiga, y al ver su rostro consternado y su extraña reacción anterior al alejarlo de la puerta, empezó a sospechar que lo que Elisa quería decirle iba a ser muy serio.
- Si de algo estoy orgulloso- dijo él pasados unos segundos- es de haber conseguido ser el jefe de Aurores más joven de la historia de este Ministerio. Pero, creo que tú más que nadie, sabes que no ha sido algo fácil para mi.
Elisa no dijo nada, sino que siguió escuchando las palabras de Carlos.
- Le he dedicado mucho de tiempo de mi vida- continuó él- y mucho esfuerzo, especialmente durante estos últimos años, los cuales no han sido fáciles por culpa de la actividad de Gellert Grindelwald. Hace unos meses me enviaron a una misión a Londres, para tratar de encontrar su rastro, sin demasiado éxito, pero sí conseguí capturar a varios de sus seguidores, y muchos de ellos llevaban ese mismo símbolo, el que describe el famoso autor de cuentos Beedle el Bardo.
La joven no dijo nada, tan solo asintió lentamente, confirmando las palabras del joven.
- Mucha gente aún no lo sabe, - siguió hablando Carlos- pero los que hemos tenido que enfrentarnos de alguna forma contra Grindelwald, reconocemos ese símbolo como el suyo, el que utiliza entre sus acólitos para comunicarse con ellos. Lo que me intriga saber es por qué me preguntas esto.
- Porque lo he visto aquí, en el Ministerio...
- ¿Qué?
- Hace apenas unos minutos, cuando hablaba con Víctor vi que llevaba un colgante con ese mismo símbolo.
Carlos abrió los ojos de golpe, y mirando por las ventanas de su despacho para comprobar que nadie más los estaba observando, cogió a Elisa por los hombros, y le preguntó:
- ¿Estás segura de ello?
- ¿Crees que podría imaginarme algo así? Lo reconocería en cualquier parte- le dijo ella amargamente.
- No, por supuesto que no, eres una de las personas más inteligentes y perspicaces que conozco y jamás dudaría de tu palabra, ya lo sabes.
Elisa sintió como sus mejillas se sonrojaban levemente ante el sincero cumplido de Carlos, y apartando la mirada de sus ojos verdes, le preguntó:
- Y bien, ¿qué vamos a hacer ahora?
Carlos suspiró cansadamente ante su pregunta, y mirando hacia fuera una vez más para comprobar que no había oídos indiscretos, le contestó:
- Francamente, no lo sé... pero si no ha tenido demasiado cuidado en ocultar ese colgante, entonces seguramente Víctor no sea el único seguidor de Grindelwald que se encuentre entre estas paredes.
Hizo una breve pausa, y cuando Elisa volvió a fijar los ojos en él, Carlos le dijo:
- Elisa, esto es muy importante, ¿sabes si él se ha podido dar cuenta de que has visto ese colgante?
- No lo sé- dijo ella seriamente- no es algo muy conocido entre la comunidad mágica de España que Grindelwald utiliza el símbolo de las Reliquias como suyo propio.
- Sí, eso es cierto, lo que me lleva a preguntar... ¿cómo lo has sabido tú?
- He viajado mucho, conozco la fábula de los tres hermanos y además... espera, ¿estás sospechando de mí? - preguntó Elisa, incrédula, alzando una ceja.
- ¿Qué? ¡No! - exclamó Carlos avergonzado- ¡¿Cómo se te ocurre decir algo así?! Tú eres la única persona en la que confío de verdad y jamás dudaría de ti. Además, no creo que seas tan ingenua como para contarme toda esta historia estando tú también envuelta en esto.
Elisa, suspirando, le dio la espalda a Carlos, y acercándose a la chimenea, tomó aire y comenzó a decirle:
- El motivo por el que sé qué es ese símbolo es que hace unos años, durante una misión en la que me destinaron a África junto con un grupo de aurores, entre ellos Luis, conocimos a un magizoólogo, lo sé, nombre complicado. Estaba buscando a una criatura que solo habitaba en la zona del Norte de África, y curiosamente, fue él quien nos ayudó a capturar a una peligrosa bruja fugada. Desde entonces, nos hemos carteado de vez en cuando. Él es una de las personas que se enfrentó a Grindelwald en Estado Unidos, y fue también él quien me advirtió que tuviéramos cuidado, pues hay cada vez más seguidores del mago tenebroso en varios lugares. Fue él quien me explicó lo de las Reliquias de la Muerte. Su nombre es Newt Scamander, puede que hayas oído hablar de él.
- ¿Scamander? - preguntó entonces, sorprendido, Carlos- ¿Por casualidad tiene relación con Theseus Scamander?
- Bueno, si no me equivoco, creo que son hermanos- contestó Elisa un tanto confundida.
- Pues a tu amigo no lo conozco, pero sí a su hermano. Trabaja en el Ministerio de Magia de Inglaterra, le conocí durante la misión en Londres de la que te hablaba.
Cuando Carlos dejó de hablar, Elisa notó que éste se había acercado a ella, por lo que al girarse, volvió a encontrarse con sus profundos ojos verdes, los cuales la miraban serio y preocupado.
- Creo- le dijo el joven cogiéndole ambas manos- que lo mejor es que te vayas una temporada de aquí.
- ¿Cómo dices? - le preguntó ésta, no dando crédito a lo que oía.
- Sí, ya sé que puede parecer muy precipitado pero ¿y si Víctor sospecha de ti? ¿Y si realmente reparó en que tú le has visto su colgante? Si ahora él o algún otro partidario de Grindelwald te ve salir de aquí justo después de eso, no les va a costar atar cabos, y de ser así, tú estarías en peligro.
Elisa, una vez más, desvió la mirada de sus ojos, y apartando rápidamente las manos al tiempo que le volvía a dar la espalda, le dijo:
- No tengo miedo, si quieren hacerme algo, les invito a que lo intenten. Ni que fuera una damisela en apuros incapaz de protegerse a si misma.
- Elisa- dijo Carlos gravemente al tiempo que la giraba para volver a hacer contacto visual- me encanta que seas tan valiente, en serio, creo que es una cualidad maravillosa. Pero hay una fina línea entre tener coraje y ser un necio, y espero que entiendas bien la diferencia entre ambos porque sino me veré obligado a darte una severa reprimenda.
- ¿Qué pasa? ¿Te crees que aún soy una cría y tú el Prefecto de la escuela? - preguntó Elisa empezando a enfadarse.
- No, lo que creo es que como te arriesgues sin pensar en las consecuencias de tus actos, va a haber un padre y dos críos con el corazón destrozado por perder a una hija y a una hermana- le contestó Carlos de forma cortante mientras apartaba la mano de su pequeño hombro- O incluso puede ser que vayan a por ellos y no a por ti, ¿cómo te sentirías entonces?
Elisa, sorprendida por la respuesta de su amigo, no supo qué decir, pues de todo lo que se imaginaba que éste le pudiera decir, eso era lo último que se esperaba. Él tenía razón, y ella lo sabía, pero no quería que la dejara de lado, no ahora que Luis la podía necesitar.
- Carlos, sé que tienes razón, pero no puedes apartarme de todo esto, no ahora que se me necesita tanto, no ahora que Luis pueda…
- ¿Y quién ha dicho que te iba a apartar de esto? - dijo Carlos con una pequeña sonrisa en los labios- Te he sugerido que no vengas por aquí en un tiempo, pero eso no significa que no puedas investigar.
- ¿A qué te refieres? - preguntó Elisa intrigada y confundida.
- Tu padre aún vive en Barcelona, ¿cierto? En el mundo normalis, pues no estaría mal que le hicieras una visita. Por supuesto, yo seré quien te firme el permiso de no asistencia durante los próximos días, y mientras tanto, me gustaría que investigaras un poco más a fondo lo que está sucediendo. A mi, desde el Ministerio, no me permitirán saber más del paradero de Luis y del resto del grupo que lo acompañaba, pero estoy seguro de que tú encontrarás la forma de comunicarte con el exterior. Te sugiero que tu primera opción sea el Ministerio de Francia, puesto que seguro que ahí tienes conocidos y la última pista que tenemos de ellos se pierde en París.
Elisa asintió ante sus palabras, comprendiendo lo que quería decir.
- Sí, creo que tienes razón, es hora de tomarme un descanso e ir a visitar a mi padre. Además, hace mucho que no lo veo.
- Sin duda una sabia decisión- dijo Carlos mostrando una amplia sonrisa.
- Intentaré informarte de alguna forma, te lo prometo.
- Bien, pero lo que decía antes iba en serio, tienes que tener mucho cuidado Elisa. No quiero que te ocurra nada malo porque sino…
Carlos, en ese momento, se quedó en silencio al tiempo que deslizaba suavemente su mano por la mejilla de Elisa, y antes de que ella misma pudiera evitarlo, notó como su corazón comenzaba a latir rápidamente, a pesar de sus intentos por calmarlo. "Esto es ridículo- pensó para si misma- solo se está preocupando por mi, soy como una hermana pequeña para él, que para encima se va a casar con su primo", por lo que, sonriendo confiada, le dijo:
- No te preocupes, seré precavida, además, ¿tengo que recordarte que estás hablando con la chica que te venció durante aquel duelo de entrenamiento? Ese día a mí nunca se me va a olvidar- le dijo, exagerando el "nunca".
Carlos, ante sus palabras, se rio suavemente, y acompañándola hacia la puerta, le contestó:
- Sigo diciendo que esa victoria no debería contar, quiero decir, ¿quién utiliza un hechizo Mocomurciélago en un Club de Duelo?
- Alguien inteligente y perspicaz- dijo ella con sorna.
- Muy graciosa…- contestó Carlos poniendo los ojos en blanco al tiempo que abría la puerta y la acompañaba fuera del despacho- Ya sabes, hazme saber que te va muy bien estos días de descanso, ¿de acuerdo?
- Sí, y gracias por ayudarme, Carlos… espero que todo te vaya bien estos días que esté ausente- dijo ella al tiempo que ambos intercambiaban una mirada de comprensión- Espero nos volvamos a ver pronto.
- Yo también… y ahora, será mejor que vuelvas a casa rápidamente, al fin y al cabo tienes que prepararte.
Elisa, sin perder más tiempo, salió rápidamente de allí para dirigirse a la entrada del Ministerio, y una vez en la calle, buscó un rincón tranquilo para aparecerse en su casa, donde tras unos golpes de varita, consiguió empacar rápidamente sus cosas. Una vez lista, cogió sus maletas, se puso el abrigo, y comenzó a pensar en el que sería el próximo destino en el cual aparecerse, aquel que era uno de sus lugares favoritos del mundo.
Su hogar.
