Luka entra a su camarote, prende la luz y la ve, ahí, recostada en su cama. Sin que un sonido sea producido, siente ganas de tocarla, da pasos hacia ella y estirando su brazo, sus dedos recorren por su silueta, ella vibra entre sus yemas.

La sostiene entre sus brazos, la abraza y toca el lugar adecuado, permitiendo que esos armoniosos sonidos que le encanta, cautiven su oído. No hace pausa, sigue tocándola, sus dedos varían el lugar, por lo tanto, otros tipos de melodía salen de ella.

Su corazón late con fuerza, un hormigueo recorre las puntas de sus dedos hasta todo su ser. Es una sensación vigorizante, que a la vez lo calma. Sus ojos se cierran y no puede parar de deslizar sus dedos contra ella. Luka ama tocarla, si fuera por él, nunca dejaría de hacerlo. Y por eso Luka, no deja de tocar, su guitarra.